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Full text of "Pedro Figari Arte Estetica Ideal. Tomo 2"

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ARTE, ESTETICA, IDEAL 



MlNISTERIO DE INSTRUCCION PUBLICA Y PREV1SI6n SOCIAL 



BIBLIOTECA ARTIGAS 

Art. 14 de la Ley de 10 de agosto de 1950 

COMISION ED1TORA 

Dr Eduardo A, Pons Etcheverry 
Mimstro de Instruction Publica 

Juan E. Pivel Devoto 
Director del Museo Historico Nacional 

Dionisio Trillo Pays 
Director de la Bibhoteca Nacional 

Juan C. Gomez Alzola 
Director del Archivo General de la Nacion 



Colecq6n de ClAsicos Uruguayos 
Vol. 32 

PEDKO FlGARI 

ARTE, ESTETICA, IDEAL 
Tomo II 

Preparation del texto a cargo de 
Angel Rama 



PEDRO FIGARI 



ARTE, ESTETICA, 
IDEAL 



Prologo de 
ARTURO ARDAO 



BIBLIOTECA NACSCNAL 
SALA D£ L ECTUBA E^IUDIANTIL. 



Tomo II 



MONTEVIDEO 
I960 



LA ESTETICA 

PARTE SEGUNDA 



I 



LA SUPUESTA CIENCIA ESTfiTICA 



Desde que Baumgarten initio, a mediados del siglo 
XVIII, Io que ha dado en llamarse, tan prematura- 
mente, "ciencia estetica", hasta nuestros dias, esta 
rama se ha prestado a toda clase de ranteos filosofi- 
cos, sin que haya podido descubrirse aiin la verdadera 
naturaleza de los fenomenos que se pretenden incluir 
en los dominios del saber. Hay, pues, verdadera con- 
veniencia en allegar el mayor numero posible de ob- 
servations, a fin de facilitar la tarea del fil6sofo que 
ha de dar solution a este orden de asuntos, cuya enti- 
dad no puede ser desconocida, por mas que tan a me- 
nudo se la desconozca. 

Oscar Wilde, rebosante de irom'a, exclama: "jQu£ 
reir sobre la fas radiosa de los filisteos, si uno se 
aventurase a insinuar que el verdadero fin de la edu- 
cation es el amor a la bellesa, y que los mejores me- 
todos de education son la cultura del temperamento 
y el desarrollo del gusto, y la creation del espiritu 
critico!" 

Si bien no compartimos las opiniones de este ad- 
mirable forjador de paradojas, creemos que subsiste 
la mordacidad de esta satira contra los "practicos", 
que se creen superiores, precisamente porque desde- 



[93 



PEDRO FIGARI 



nan como cosa baladf, tan solo digna de entretener a 
los desocupados, todo lo que se refiere a la estetica, 
en tanto que ellos no se ocupan mas que en negocios 
provechosos, que habran de procurarles una "fortuna 
positiva", la que, al fin, Io es tan poco, que les 
resulta iniitil, puesto que muy a menudo no saben 
que han de hacer con ella. Frecuentemente se confun- 
de lo positivo con lo material y pedestre, y en vez de 
cultivar el intelecto, se dan al goce exclusive de acu- 
mular rique2as. Pero volvamos al asunto. 

Como Io hace notar Tolstoy, son demasiado con- 
fusas y obscuras todavia las teorias que se an for- 
mulado acerca de la estetica, y son aden s muy 
incompletas y abstmsas, inclusa la de este Msmo 
pensador, podria agregarse. 

Permanece aun en nuestros dias por compl ; n- 
explicado el fenomeno estetico. Bastaria tene ?- 
sente el hecho de las contradicciones que reini \ 
los dominios de esta supuesta ciencia, para de 
que no es tal, sino mas bien un. centro de ensayos 
para los "amateurs". 

No es una simple cuesti6n de palabras la que se 
promueve cuando insistimos sobre la inconveniencia 
de denominar ciencia, indistintamente, lo que se co- 
ncce y lo que no se conoce, por mas que para inten- 
tar su conocimiento se pueda contar con un cumulo 
de hipotesis y de teorias tan confusas y contradicto- 
rias, inextricables, como ocurre en este caso. Esa es 
siempre una cuestion de fondo, porque se refiere a 
algo que es fundamental. 

No es juicioso denominar "ciencia" a un conjunto 
de tanteos ineficaces, como son los que se han hecho 
para explicar todo lo que se refiere a manifestaciones 
esteticas, a la belleza, a las propias "bellas artes", y 



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ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



tambien al arte. Comencemos por reconocer que los 
que han teorizado al respecto, han hablado indistinta- 
mente del arte, de las bellas artes, de la emoci6n es- 
tetica y de la belleza, como si todo esto fuera lo mis- 
mo, y han tornado a veces algunas de las peculiarida- 
des mas permanentes del fen6meno estetico para 
explicarlo, descuidando el examen de su naturaleza 
intrinseca, esencial, cuando no se han atascado en el. 
De ahi, de esa misma confusion, quiza dependa la 
estenlidad que acusan todos los ensayos, aun los mas 
prestigiados. Es instructivo, realmente, el desconcierto 
de opiniones circulantes acerca de r amas que vemos 
ya incluidas en el dominio cientifico, con igual de- 
satiento con que pudiera ostentarse un diamante en 
bruto en un montaje de piedras preciosas, primorosa- 
mente talladas. Por un lado, se han mantenido en 
lamentable desorden los elementos componentes de 
cada dominio, y, por el otro, todo esto se ha confun- 
dido unas veces con la etica, con la bondad, con la 
naturaleza, con Dios; otras, con el placer, con el jue- 
go, con las sensaciones, con la verdad, con el artificio, 
con la voluntad, con el gusto, con la sociabilidad, con 
Io agradable, etc. Es, como se ve, no tan solo incon- 
sulto, sino tambien irreverente denominar ciencia a 
algo que se nos ofrece de un modo tan confuso, 
cuando no contradictorio. Ciencia es conocimiento. 

Verdad que precisar con exactitud cada una de las 
unidades que integran este problema tan complejo, 
equivaldria, tal vez, a resolverlo; pero no es menos 
cierto que estaba indicado el intentarlo, por lo menos, 
dado que, fuera de esta forma de ordenamiento, es 
muy diffcil realizar una investigacion eficaz* Entre- 
gados, pues, los pensadores y filosofos a buscar la 
clave de este complicado enigma en su conjunto, 

[11] 



PEDRO F1GARI 



dentro del bloque, diremos, que forman sus diversos 
componentes, en vez de intentar separarlos como era 
indispensable, para esperar una solucion, han llegado 
a todo genero de hipotesis, las mas caprichosas. Esto 
se debe principalmente, a nuestro modo de ver, al 
viejo vicio del metafisicismo apriorista, que menos- 
precia la observation de la realidad. 

Por lo general, los pensadores que se han ocupado 
de esta cuestion, fuera de no distinguir el arte de la 
estetica, la han encarado con unilateralidad, tomando 
solo en cuenta algunas de las modal idades del feno- 
meno estetico o de la obra artisrica, y han subordina- 
do lo demds a ese punto de vista, como si aquello fue- 
ra esencial y comprensivo de todas las variedades que 
puedan ofrecerse. Es asf que ninguna de las teorias 
sustentadas resiste al analisis, ni a las comprobaciones 
objetivas. No obstante, es forsoso reconocer como un 
precepto invariable, que ninguna verdad puede ser 
contraria a la realidad. 

El arte y la est^tica, como manifestaciones natura- 
les, no pueden ser explicados por puras abstracciones; 
al contrario, es preciso hacer antes un acopio de ob- 
servaciones positivas, dentro de la naturaleza. Es en 
sus veneros, mas generosos, donde habra de buscarse 
la explicaci6n. Mas facil sera encontrarla en la obser- 
vaci6n de los animales inferiores y las plantas, que 
nos ensefian, en vez de teorias e hipotesis o declama- 
ciones ampulosas, hechos descarnados, verdades des- 
nudas y, por lo tanto, irrebatibles, Estos otganismos, 
mas simples, ofrecen un campo firme para la obser- 
vacion y el estudio, por cuanto ademas de presentar 
analogfas esenciales con el hombre, se muestran fran- 
camente, sin enganos ni artificios, en tanto que el 
hombre, mis complejo, y complicado aun por un 



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ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



sinnumero de convencionalismos, ofrece mayores di- 
ficultades para la observation y el estudio. Nosotros 
nos enganamos con nuestras propias peroraciones. 

Por lo pronto, esas especulationes abstractas han 
dejado en tal confusion todos Ios elementos que for- 
man en el campo artistico y estetico, que no ha podi- 
do precisarse la naturaleza esencial de dichos elemen- 
tos. Asf, por ejemplo, si Io que reputamos bueno 
Integra a veces el fenomeno estetico, este puede 
ofrecerse tambien sin ese concurso; de donde resulta 
que no es un elemento caracteristico. El placer y lo 
agradable tampoco pueden considerarse como elemen- 
tos tipicos constitutivos del fenomeno estetico, si bien 
lo acompafian generalmente, por cuanto son comu- 
nes tambien a las diversas formas de simple satisfac- 
tion de las funciones vitales inesteticas o aesteticas, 
como son o pueden ser. 

Casi todas las teorias que se han formulado para 
explicar los fenomenos esteticos, tomaron tan s61o en 
cuenta algunas de sus modalidades. No puede negar- 
se, sin embargo, que hay mamfestaciones de esteticis- 
mo en las organizations inferiores, no ya entre los 
salvajes, y si bien es menester una cultura compleja 
y un desarrollo intelectual intense para que tales mo- 
dalidades asuman proporciones de alguna entidad, no 
es menos cierto que hay una identidad esencial entre 
esas formas esteticas incipientes y las otras superiores. 
Debemos creer, pues, que las manifestations esteticas 
que acusan los pueblos primitivos y los salvajes, son 
congeneres de las que observamos entre los pueblos 
mas cultos, y, a la vez, como lo afirman Darwin, 
Spencer y muchos otros, que hay manifestations de 
esteticismo tambien entre las especies inferiores, las 
que si bien son de un caracter muy incipiente, no por 

[13] 



PEDRO FIGARI 



eso son distintas, esencialmente, de las demas supe- 
riors. 

Hay formas est£ticas muy ligadas a la funrion vital 
y al instinto animal, mds accesibles a los seres inferio- 
res: la fuerza, el valor, la gracia y otras, que desem- 
penan ua papel importante en el amor y en las for- 
mas de la seleccion natural. Por atenuadas que resul- 
ten estas manifestaciones, lo que hace diffcil deslin- 
darlas de la simple complacencia con que se satisfacen 
las necesidades animates, no puede negarse que son 
de indole estetica. Esas formas son congeneres de las 
que se observan en los salvajes. Cuando estos se ta- 
tuan, verbigracia, no hay duda de que si bien lo hacen 
guiados por un proposito personal instintivo, el de 
agradar o el de imponerse, no la hay tampoco respec- 
to de que existe un germen estetico en ese acto, o por 
lo menos que tiende a propiciar las formas de esteti- 
cismo rudimentario. En ambos casos se facilita la lu- 
cha por la existencia, y es ese el fin fundamental que 
inspira tales modalidades en toda la escala organica, 
aun cuando se presenten transfiguradas por obra de 
la evoluci6n. En los dominios de la biologia podria 
encontrarse tal vez la clave del fenomeno estetico, 
mas bien que en las teorias de apriorismo metafisico 
y sentimental, que han resultado tan infecundas. 

Darwin, al estudiar el proceso de la seleccion na- 
tural, infiere que las formas esteticas desempefian un 
papel importante en la obra Ienta realizada por la 
seleccion sexual. 1 Si bien pienso que no siendo obje- 



1 Carlos R. Darwin • Ongen de las espectes, t I, pag. 
129, v c, dice: "Entre las aves, la contienda es con frecuen- 
cia de caracter mas padfico, por lo que todos aqucllos que 
han dedicado atencion al asunto, creen que hay gran rivalidad 



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ARTE, ESTGTICA, IDEAL 



tiva la belleza, no puede explicarse por las causas 
que establece este sabio eminente, fuerza es reconocer 
que hay una base firme de realidad, en cuanto a la 
identidad esencial de las manifestaciones esteticas que 
se observan entre los animates inferiores y en el hom- 



entre los machos de muchas especies, para atraer por el canto 
a las hembras. El mirlo de roca de la Guayana, las aves del 
paraiso y algunas otras se reunen, y sucesivamente van los 
machos desplegando con el mas prolijo cuidado sus hermosos 
plumajes, para hacerlos ver de la mejor manera posible, de 
igual modo hacen delanre de las hembras extranas y grotescas 
figuras, mientras que las hembras espectadoras escogen el 
companero que mas atractivos les ofrezca. Los que han estu- 
djado atentamente las aves de jaula, saben que tienen prefe- 
rencias y disgustos oaturales, a cuyo propositi sir R Heron 
nos ha descrito un pavo real variegado que ten/a singular 
atractivo para todas las hembras No podemos enrrar aquf en 
los detalles necesarios, pero si el hombre pudo en poco tiem- 
po dar bello y elegante porte a sus Bantames, segun el tipo 
que se forma de la belleza, no vemos, ni se nos alcanza razon 
alguna para dudar que las hembras de los pajaros, escogiendo 
durante miles de generadones los machos mas melodiosos o 
mas bellos, segun su tipo de belle2a, pudieran producir un 
efecco marcado, 

"Algunas leyes bien conocidas, con respecto al plumaje de 
las aves de los dos sexos, en comparaaon con el plumaje de 
los polios, pueden en parte explicarse por accion de k selec- 
cion sexual sobre variaciones que ocurren en edades diferentes 
y que se trasmiten solo a los machos, o a los machos y a las 
hembras, en edades correspondences. Sentimos no tener aqui 
espacio para entrar en este asunto, que solo indicamos de 
pasada 

"Asi sucede, segun creemos, que cuando los machos y 
hembras de cualquier animal tienen los mismos habitos gene- 
rales de vida, aunque se diferencien en estructura, color o 
adorno, semejantes diferencias son pnncipalmente efecto de 
la seleccion sexual; esto es, causado por individuos machos 
que han tenido alguna ligera ventaja sobre los demas, durante 
generaciones sucesivas, en sus armas y medios de defensa, o 
encantos, trasmmendo estas ventajas a sus descendientes ma- 



[15] 



PEDRO FIGAR1 



bre primitive* o salvaje, asi como la hay entre las que 
exhiben estos y el civilizado. 

El notable naturalista J. H. Fabre ha notado ma- 
nifestaciones analogas hasta entre ciertos insectos hi- 
men6pteros, que, segun la creencia de ser la belleza 
un elemento objetivo, los presupone accesibles a su 
comprensi6n, es dear, a su perception. De ahf, de 
esa supuesta objetividad de la belleza, nace el semi- 
Hero de confusiones que se advierten en este campo, 
y que hacen inverosimil la tesis de que los organismos 
mas inferiores puedan compartir el culto de lo bello, 
que el hombre supone tan superior en si mismo. 

Los referidos antecedentes son interesantes consta- 
taciones, importantfsimas para la solution del proble- 
ma; mas no son una solution. 

Spencer, en el mismo terreno biologico, observando 
ciertos actos de los animales inferiores, infiere que el 
esteticismo procede de un exceso de energfas que no 
tienen aplicaci6n, segun hemos visto ya, y entiende 
que, llenadas las funtiones vitales, del empleo de esas 
energfas sobrantes es que surge el sentimiento esteti- 
co. En esta ausencia de un fin utihtario vital, cree 
encontrar la clave del fen6meno estetico. 

Pero esta teorfa no nos ilustra suficientemente, 
porque, en resumidas cuentas, ofrece, como explica- 



chos solamente. Sin embargo, no intentamos atnbuir todas las 
diferencias sexuales a esta causa, porque vemos en nuestros 
animales domesticos peculiar idades que nacen y se trasmiten 
en los machos, sin que aparentemente hayan sido aumentadas 
por medio de la seleccion del hombre. El penacho de pelo 
que fleva en el pecho el pavo silvestre, no puede ser de utili- 
dad alguna, y es dudoso que pueda parecer adorno a los ojos 
de la pava; y, sin embargo, si ese penacho hubiese aparecido 
en el estado domestico, se le hubiese tenido por mons- 
truosidad". 



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ARTE, ESTtfTICA, IDEAL 



cion, un elemento de caracter negativo, que solo se 
refiere a la manera de manifestarse el sentimiento es- 
tetico, y no a este, en si mismo« Aim cuando fuera 
cierto que el fenomeno estetico no se produce dentro 
del circuito de la satisfaction de la necesidad vital, no 
resulta de ahi cual es la esencia positiva de ese fen6- 
meno. Es cierto que "el caracter estetico de un sen- 
timiento esta habitualmente asociado con la distan- 
cia que lo separa de las funciones que sirven a la 
vida", segun afirma Spencer, 1 pero esto solo no 
explica el fenomeno estetico, ni determina los ele- 
mentos constitutivos esenciales, posmvos, del mismo* 

Con mayor verdad podria decirse que el esteticismo 
esta en ra2on inversa de las formas vegetativas y en 
razon directa del desarrollo intelectual; mas, aun 
cuando el esteticismo es una manifestation que se 
acentua mas en los estados de cultura intelectual su- 
perior, esto no significa que no pueda manifestarse 
de un modo esencialmente identico en las modalida- 
des incipientes dentro del campo utilitario, por infe- 
rior que fuere, y aun en la misma vida vegetativa, en 
el propio cumplimiento de las exigencias fisiologicas. 
Quiza sea mas exacto afirmar que el esteticismo ema- 
na del desarrollo de las mismas funciones vitales, co- 
mo una consecuencia de la evolution, a cuya obra han 
prestado su concurso los propios 6rganos y sentidos 
que primitivamente estaban consagrados de un modo 
exclusivo a aquellas funciones. 

El error de la teoria spenceriana consiste, a mi 
juitio, en tomar como elemento fundamental del fe- 
n6meno la infecundidad que se ofrece a &te en el 



1 H. Spencer: Principes de psychologic, pag. 667, t. II, 
v. f , 



[17] 



PEDRO FIGARI 



campo utilitario, lo cual no es siquiera una incompa- 
tibihdad categorica, sino mas bien algo que obstaculi- 
za su florecimiento, 

Dentro de la propia teoria evolucionista encaja 
mejor el concepto del esteticismo, a base de un des- 
arrollo progresivo y armonico de las manifestaciones 
animates, actuando sin soluciones de continuidad en 
todos los pianos de la vida organica. Se ofreceria asi 
en una fase gradual, progresiva, paralela a la de los 
demas elementos que concurren a la evolution y la 
determinan. 

La incompatibilidad del fen6meno estetico con la 
necesidad vital, no denuncia otra cosa sino un orden 
de precedencia, debido a que es imposible que flo- 
rezca la manifestation estetica, mas impersonal, al 
tiempo que rige, como debe regir, la necesidad vital, 
mas personal y mas urgente. Esto acusa tan s61o que 
no podemos entregarnos con toda libertad a las cere- 
braciones esteticas, porque para ello nos cohibe una 
necesidad instintiva, siempre de caracter mas impe- 
rioso, y como que no tenemos el don de la ubicuidad 
mental, si puede decirse asi, prevalece lo que es mas 
hondamente vital. Un paisaje, el mismo que nos re- 
sulta mas hermoso, parecera fatidico a un enfermo 
aquejado por el dolor o por la fiebre; a un naufrago, 
un dia sereno y esplendente, o un plenilunio con sus 
magicos plateados, por mas encantos que ofrezca, se 
le antojara una suprema crueldad de la ironia. 

De igual modo que no tiene humor para chan- 
cear el que esta embargado por una pena o por una 
dolencia, no esta en condiciones de procurarse un 
solaz o una emotion estetica aquel que se halla bajo 
la presi6n de una necesidad, de un apetito que apre- 
mia; pero de esto no puede inferirse que la genesis 



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ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



del chiste es la salud, como no puede decirse que la 
genesis de la manifestation estetica es el desinteres. 
Solo puede constatarse aqui una incompatibilidad, 
pues, en todo caso, debida a la circunstancia de que 
el esteticismo y el espfritu chancero r equieren una li- 
bertad mental de que no disfruta el que esta aguijo- 
neado por una demanda de caracter vital, o el que 
sufre. Sin extremar tanto el ejemplo, podemos obser- 
var esto mismo cuando contemplamos un plantio del 
punto de vista de sus tonalidades y armomas, libre- 
mente, y cuando lo encaramos en vista de la cosecha, 
interesadamente. 

Como comprobacion de la teoria spenceriana, se 
aduce que el sentido del gusto, por estar mas ligado 
a la vida, ofrece un menor caracter estetico, en tan- 
to que el olfato comienza a acentuar las mantfestacio- 
nes de esteticismo, y crecen estas con las sensaciones 
visuales y auditivas, por ser la vista y el oido los sen- 
tidos menos mtimamente ligados a la vida. 

Pareceria, pues, que se encara como funcion tipica 
de la vida, la nutrition, que es fundamental, sin du- 
da alguna, si bien no es la unica de las funciones vi- 
tales de fondo. 

Seria imposible, desde luego, demostrar que el gus- 
to es un sentido mas necesano a la vida animal y a 
la nutrition misma que el olfato, si acaso el oido y 
la vista no son los sentidos mas importantes, y el ul- 
timo, principalmente, a la propia nutrition, y, por eso 
mismo, los que han adquirido un mayor desarrollo. 
Hasta para procurarse el alimehto, sin embargo, no 
ya para la conservation individual, la vista y el oido 
desempenan un papel importantfsimo. En la vida de 
plena naturaleza, casi no se contibe como un animal 
ciego 6 sordo pueda subvenir a sus necesidades vita- 



[19] 



PEDRO FIGARI 



les, y a su defensa, en tanto que es mas facil conce- 
birlo sin las sensaciones del gusto y del olfato. 

En cuanto a los sentimientos, tampoco se com- 
prueba, dentro de la realidad, la teoria de Spencer 
El amor, verbigracia, que se cimenta en el instinto 
de perpetuaci6n de la especie, tan inseparable como 
es de la vida y de la utilidad vital, suministra tal 
suma de esteticismos, que muchos han creido que 
pueda ser este sentimiento su verdadero generador. 

Si se indaga respecto de los demas sentimientos y 
del propio "amor de la posesion", que considera 
Spencer mas alejado de las exigenrias vitales, se vera 
que arranca todo de los instintos animates, y que 
estos, a su vez, pueden resumirse en el instinto fun- 
damental de conservacion, como su generador inicial. 
Resultaria asf que no es una condicion esencial este- 
tica el que la exigencia vital instintiva se halle des- 
cartada, sino mas bien que es preciso que no apremie, 
para que pueda florecer el fenomeno estetico, por 
simples razones de antelacion, que siempre se deter- 
mina en favor de la mas premiosa necesidad organica. 

No hay, pues, una esenciahdad sobre este punto, 
ni menos una esenciahdad de caracter positive, sino 
tan solo un obstaculo o una incompatibilidad: la del 
florecimiento estetico en tanto que apremia la nece- 
sidad vital. 

Se ve, desde luego, que el concepto de este filo- 
sofo no toma por base una esencialidad positiva, 
real, sino mas bien un elemento negativo, uno de 
los aspectos del orden de production de los feno- 
menos esteticos. Es, por lo demas, facil de compren- 
der que la necesidad, el instinto y el apetito, como 
factores mas vmculados, y de un modo mas directo, 
a la conservacion individual, son mas imperativos y 



120] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



se sobreponen a toda expansion mental, a la libertad 
de idear. Esto acusa solamente que las manifesta- 
ciones esteticas no son de estricto caracter vital, y 
tal cosa no puede ser desconocida. 

No es, pues, que la necesidad excluya fundamen- 
talmente la mamfestacion estetica. Las necesidades 
van creciendo a xnedida que aumenta la civiliza- 
tion. Si fuera exacto el precepto spenceriano, el este- 
ticismo ha debido decrecer en la misma proportion. 
Las funciones que sirven a la vida se transforman 
constantemente, de tal manera, que nos parece una 
leyenda el hombre desnudo, comiendo rafces. Desde 
este ejemplar hasta el actual, protegido por todos 
los beneficios y complicaciones de la higiene y del 
confort, puede decirse que las exigentias vitales se 
han modificado de tal modo, que nos parece un 
mito el cumplimiento teorico estricto de "la funcion 
vital"; y precisamente, este mayor desarrollo ha 
traido consigo el florecimiento estetico, de donde 
resulta que ni la funcion vital ni la utilidad exclu- 
yen el esteticismo, salvo en el instante en que apre- 
mia la necesidad, el instinto o el apetito, por razon de 
su precedencia forzosa en el orden general de la ac- 
tividad y de la lucha por la vida. 

Hay, pues, solo un obstaculo, una simple incom- 
patibilidad, en la cual no es posible encontrar los 
elementos positivos que constituyen el esteticismo, 
y es menester continuar investigando para encon- 
trarlos. 

Guyau constata tambien el encadenamiento de las 
manifestaciones esteticas humanas y subhumanas, en 
estos t^rminos: "En los comienzos de la evolution 
estetica, en los seres mferiores, la sensacion agrada- 
ble subsiste grosera y completamente sensual: no 



[21] 



PEDRO FIGARI 



encuentra un medio intelectual y moral en que pue- 
da propagarse y multiplicarse; en el animal, lo 
agradable y lo bello no $e distinguen". 1 

Si este brillante filosofo se detiene algo mas a 
observar las manifestaciones esteticas incipientes, hu- 
biera podido darnos una teoria mucho mis funda- 
mentada, puesto que habrfa investigado las causas 
positivas que determinan esas manifestaciones, en 
vez de estudiar a estas en si mismas. En cambio, 
imbuido de las tendencias metafisicas tradicionales, 
ha encarado el esteticismo y el arte del punto de 
vista de sus modalidades y efectos, antes de investi- 
gar su naturaleza esencial. 

Despues de haber confundido el arte con la be- 
lleza, y una y otra cosa con el placer, con lo agra- 
dable, con lo moral, entendiendo tambien que tales 
manifestaciones deben producirse fuera del piano de 
la utilidad para alcanzar el grado de la belle2a, 
como si esto fuera un elemento esencial, agrega co- 
mo factor nuevo el caracter sociable del arte, en 
estos terminos: M La emocion artistica es, en defini- 
tiva, la emocion social que nos hace sentir una vida 
analoga a la nuestra y aproximada a la nuestra por 
el artista: al placer directo de las sensaciones agra- 
dables (sensation del ritmo, de los sonidos o de la 
armonia de los colores) se une todo el placer que 
obtenemos del estunulo simpatico de nuestra vida 
en la sociedad de los seres imaginarios evocados por 
el artista". 2 



1 Guyau Problemas de estitica contempordnea, pag. 
112, v. c. 

2 Guyau El arte desde el punto de- vista socwldgico, 
pag. 64, v. c. 



[22] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



Al definir la belleza, dice: "El sentimiento de lo 
bello no es sino la forma superior del sentimiento 
de la solidaridad y de la unidad en la armonia; es 
la conciencia de una sociedad en nuestra vida inte- 
Iectual". 1 

No sera dificil descubrir que si es verdad que el 
esteticismo, como toda otra forma de cultura inte- 
lectual y artfstica, es casi siempre de caracter eminen- 
temente sociable, no es esto su base esencial y cons- 
titutiva, desde que esta manifestacion, fuera de no 
ser la unica de caracter social, — io cual indica que 
esa condici6n no es distintiva — , puede presentarse 
tambien en forma antisocial, como se presenta en 
forma antimoral, sin que por ello pueda desconocer- 
se su csencia. 

El concepto estetico, como que evoluciona y 
asume las mas variadas formas generates y aim lo- 
cales, se ofrece a veces en oposicion a la moral y a 
la entidad social, y no puede ser de otro modo, 
desde que varia tanto el criterio moral cuanto el 
interes social, con relaci6n al lugar, al tiempo y a 
muchas otras circunstancias, en tanto que el hombre 
y la realidad no varian substancialmente: evolu- 
cionan. 

Es claro que para cada cual ha de concurrir su 



1 Guyau El arte desde el punto de vista soaologico, 
pag. 49, v. c 

En otra parte dice* "Para nosotros, el sentimiento estetico 
se confunde con la vida llegada a la conciencia de si misma, 
de su intensidad y de su armonia interior: lo bello, hemos 
dicho que puede definirse una perfeccion o una action que 
estimula la vida bajo sus tres formas a la vez ( sensibilidad, 
intehgenaa, y voluntad) y que produce el placer por la con- 
ciencia inmediata de este estimulo general" — La trrehgion 
del porvenk, pag. 22, v. c. 



[23] 




PEDRO FIGARI 



concepto moral y social a la generation del feno- 
meno estetico, como concurren sus sentidos, los fac- 
tores etnicos y climatericos, y sus peculiaridades in- 
dividuates; pero de ahi, lejos de poderse deducir que 
son elementos esenciales o caracteristicos de la rao- 
dalidad estetica, solo puede deducirse que la inte- 
gran, generalmente; lo que equivale a admitir que 
pueden no integrarla, 

Bastaria, pues, demostrar que hay manifestaciones 
artisticas y esteticas amorales, asodales y hasta in- 
morales y antisociales, y tambien desagradables, pa- 
ra que quede demostrado que no es lo moral, lo 
social ni lo placentero lo que forma la base cons- 
titutiva del arte ni de la belle2a. 

En la literatura realista vemos mas que en otra 
parte alguna, como puede suministrar tema para el 
esteticismo y el arte cualquier hecho de la vida or- 
dinaria, sin excluir los mas insociables e inmorales: 
la embriaguez, el adulterio, el crimen mismo. En 
los dramas y tragedias horripilantes del "Grand 
Guignol", los hechos mas espeluznantes se prestan 
para la manifestation arristica, y emocionan esteti- 
camente. Zola y Guy de Maupassant, especialmente, 
presentan los hechos mas vituperables, segun la con- 
ciencia moral ordinaria, en una forma innegable de 
arte y esteticismo. Puede decirse que magnifican lo 
que es, como es 5 y sin "parti pris" moral (este ultimo 
principalmente) ni social, por lo que han sido tan 
reprobados antes de que se les consagrara artistica y 
esteticamente como maestros, 

Lo amoral y lo asocial, como la marina, el paisaje, 
el mueble, la arquitectura, etc., entran lo mismo en 
el campo del arte que en el de la belleza. Lo terrible 
como el naufragio y la tempestad; lo cruel, lo fu- 



[24] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



nerario, la macabro, la ironia, lo indiferente como 
el "bibelot"; lo inmoral como la pornografia, el 
adulterio, el crimen, format! en el piano artistico y 
estetico, del mismo modo que la abnegation ma- 
terna, el heroismo, la caridad. 

En tales condiciones, pues, no es dado afirmar 
que lo agradable, lo moral y lo social constituyen 
la esencia del arte, ni la del esteticismo. 

Hay una vaguedad desesperante en todo lo que se 
refiere a arte y estetica, que no deja de subsistir al 
traves de las hermosas paginas de Guyau. Si bien 
parece a veces que un destello de verdad quiere ilu- 
minarnos, pasa como un resplandor fugaz, sin de- 
jarnos el tiempo necesario para precisar nuestra 
vision de la realidad. Como prueba de la impre- 
cision y la incertidumbre que tienen Ios conceptos 
de este filosofo, a este respecto, podrian citarse 
innumeras paginas de su obra, desbordante de ima- 
gination. Asi, por ejemplo, dice: tl El caracter este- 
tico de las sensaciones nos parece, en efecto, depen- 
der menos de su origen y, por decirlo asi, de su 
materia, que de la forma y del desarrollo que 
toman en la conciencia, de las asociaciones y com- 
binaciones de toda clase a que dan lugar: son como 
esas plantas que viven menos por sus rakes que por 
sus ho j as. En otros terminos, el medio de la con- 
ciencia, mas aiin que la sensation bruta, es lo que 
explica y constituye la emotion estetica. Forma, a 
nuestro parecer, una extension, una especie de eco 
de la sensation en nuestra conciencia entera, sobre 
todo en nuestra inteligencia y en nuestra volun- 
tad". 1 

l Guyau: El arte desde el punto de vista sociologtco, 
pag. 49, v. c. 



[25] 



PEDRO FIGARI 



Este filosofo, como se ve, si bien ha descubier to 
algunos elementos positivos del fen6meno estetico, 
no ha penetrado la esencia intima del mismo, y 
deslumbrado por sus complejidades, por la polifor- 
me variedad de sus manifestaciones, ha forjado su 
teoria sobre los efectos sociologicos y psicol6gicos 
de la emocion estetica, en vez de dirigir sus inves- 
tigaciones hacia la causa generadora, que es el centro 
mismo de la cuestion. 

La idea de que la belleza es una entidad objetiva, 
por un lado, y, por el otro, la de que el arte esta ads- 
cripto a la cultura de la belleza, ha Uevado a estas 
soluciones tan poco claras como poco concluyentes. 
El propio lenguaje que se emplea en este orden de 
investigations, es de una anfibologia indescifrable. 

No hablemos de los lirismos con que se ha abor- 
dado el estudio de esta cuestion, partiendo del con- 
cepto de la gran superioridad del hombre, que hasta 
ha pretendido explicar la belieza por medio de la 
etica y de la bondad humanas, tan precarias como 
son. Bien pobre seria, en verdad, el caudal a explo- 
tarse, si tuvieramos que acudir a esos solos renglones. 

Nuestra etica y nuestra bondad terminan, a Io 
sumo, en el respeto a la vida del projimo, — res- 
peto mas egofsta de lo que parece — , y asi mismo 
incompleto e imperfecto por demas. Ellas comien- 
zan por autorizar la tortura y la matanza de los ani- 
males inferiores, — toda vez que con ello no ha- 
yamos de causarnos dafio, como es natural — , y 
hasta autorizan tambien la tortura y la matanza de 
nuestros propios semejantes, cuando encontremos al- 
guna razon bastante ,, humana , para ello, y a me- 
nudo nos ensafiamos todavia, sobre todo si no hay 
temor de represalias. Entre nuestros pasatiempos, se 



[26] 



ARTE, EST£TICA, IDEAL 



comprende como una de sus formas mas inocentes 
la caza, asf como la reclusion definitiva de los ani- 
mates que nos sirven para algo, sin excluir a las 
avecillas que nos ofrecen el atractivo del color en 
su plumaje, o el deleite del gorjeo en su garganta; 
cautiverio que equivale a la amputaci6n de sus alas 
prodigiosas. 

Nuestra etica y nuestra bondad, pues, autorizan a 
matar y aun a torturar por puro gusto, por pura 
vanidad tambien, y no hablemos de bondad cuando 
asoma el interes. Segun refirio la prensa, ultima- 
mente, la industria humana, con sus solicitos ojos 
de lince, ha caido en la cuenta de que el propio 
diminuto plumaje del colibri sitve para hacer, 
<sabeis que? . . . jzapatos! — 2apaatos destinados, 
como se comprendera, a las mismas mundanas ele- 
gantes que suelen organizar festivales de caridad y 
beneficiencia. Con una bandada de estos desdichados 
pajaritos, parece que — a condicion de procederse 
con suma habilidad y cuidado, naturalmente — 
puede confeccionarse un par de zapatos del tamano 
de almendras, cuyo costo bastaria para sacar de 
apuros a todos los pobres del barrio; \y lo peor es 
que tales damas de beneficencia todavia se esmeran 
en esconder con gran recato sus piececitos! . , . ;Oh 
admirable bondad! 

Solo el idealismo vie jo ha podido engendrar 
aquellos devaneos filosoficos para explicar el arte y 
la belleza; solo el ha podido elevar tanto al hombre, 
con gesto olimpico, por enama de las especies infe- 
riores, tan injustamente desdenadas. Como quiera 
que sea, bien se ve que no hay que contar con esos 
presuntuosos concursos para resolver estos asuntos. 



[27] 



PEDRO FIGARI 



Por mi parte, prescindo enteramente de ellos para 
abordar este ensayo, 

Pero basta con lo dicho para demostrar la inse- 
guridad que ofrecen las hipotesis y las teorias que 
se han formulado en el sentido de dar solution a 
estos problemas. Si me he detenido un ins t ante 
sobre cuestiones criticas, ha sido tan solo para re- 
cordar algunas de las teorias mas en boga, del punto 
de vista de mis ideas. Por lo demas, el lector que 
quisiera darse cuenta mas clara respecto de la obscu- 
ridad y la confusion que reinan en todo lo que atane 
al arte y la belleza, en lo mismo que ha dado en 
llamarse "ciencia estetica", podria entrar en dicho 
laberinto fatilmente leyendo la obra del erudito es- 
critor espanol Menendez y Pelayo: Htstoria de las 
ideas esteticas en Espana, en la que se resumen las 
pnncipales tentativas filosoficas que se han hecho 
para explicar una y otra cosa. 



ARTE, ESttTICA, IDEAL 



II 

CAMPO EN QUE FLORECE EL FEN6MENO 
ESTfiTICO 



I. REALIDAD, ILUSION 

Realidad es Io que existe, lo que es. Nosotros inte- 
gramos lo existente, aun cuando nos parezca hallar- 
nos separados de lo mismo que nos rodea y nos sus- 
tenta, y por mas que al sentirnos identificados con lo 
que Uamamos el mundo "exterior", creamos podernos 
sustraer, nos hallamos de tal modo trabados fisica y 
psiquicamente con el, que seria, no solo dificil, sino 
imposible, establecer una linea de separation — si- 
quiera sea imaginana, y por un solo mstante — entre 
lo que forma nuestra mdividuahdad y el 'medio" en 
que est a misma mdividualidad nuestra se desarrolla, 

Guiados por nuestro instinto, por nuestros senti- 
dos, por el conocimiento, nosotros nos relacionamos 
con los elementos que forman en lo que reputamos 
externo, de innumeras maneras, y juzgamos de ellos, 
no por lo que son en si, sino por la forma en que 
estamos relacionados con ellos. Es asi que mientras 
las cosas que contiene lo que Uamamos y seguiremos 
llamando M mundo exterior", proceden con arreglo a 
leyes inmutables, nos causan la ilusion de que son 



[29] 



PEDRO FIGARI 



buenas o malas, segun nos convengan o no, y hasta 
se ha pensado que se interesan en nuestra suerte, no 
ya en nuestras creencias o especulaciones de cualquier 
otro genero. Por mas que pueda comprobarse a cada 
paso la "indiferencia" del mundo exterior respecto de 
lo que nos interesa, a cada paso tambien. nos halla- 
mos incitados, a causa de los vicios tradicionales de 
conocimiento, a creer que de algun modo actuan a 
nuestro favor o en contra nuestra. Todas las supersti- 
ciones arrancan de esa ilusion, generada por el ego- 
centrismo primkivo, lo mismo que lo estan todas 
las formas nigromanticas. 

Esta indiferencia coexiste con la energla latente de 
la materia y con el esfuerzo que hace cada organismo, 
cada celula para vivir, para perpetuarse, para trxunfar. 
Cada especie, cada ser brega en favor de si mismo 
fundamentalmente, esencialmente. Puede verse en 
todo instante la despreocupaci6n total del mundo ex- 
terno a nuestro respecto, entretanto que elucubramos 
emperiados en dominarlo, para servirnos de el; y aun 
dentro de la misma especie humana, en ese "desierto 
de hombres" segun se ha dicho, es bien debil el eco 
que producen nuestras propias vicisitudes mas dila- 
cerantes. 

Si conseguimos algo del mundo exterior, es me- 
diante nuestro esfuerzo, reflejo, instintivo o delibe- 
rado. Nuestro propio insti0to egoista nos ha inspira- 
do muchas ilusiones, fuera de las que derivan de 
nuestra misma estructura fisica y psiquica, y es asf 
que el hombre ha creido ver en el mundo externo 
agentes diversos interesados en su suerte o predispues- 
tos, por obra de alguna entidad sobrenatural, a ser- 
virnos, a auxiliarnos, o a perjudicarnos. Estas ilusio- 
nes, unidas a las que derivan de la insuficiencia de 



[30] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



nuestros sentidos y facultades, nos han hecho vivir 
en un perpetuo engano. 

Asi, por ejemplo, nosotros experimentamos la ilu- 
sion de la inmovilidad de la materia anorgana, si 
bien la quietud es aparente. No solo giramos perpe- 
tuamente dentro del planeta, con todo lo que contie- 
ne, sino que la materia misma, inerte por complete 
como parece, solo adquiere estados de equilibrio y 
sus moleculas estan asimismo en continue movimien- 
to, segun parece resultar de investigaciones cientifi- 
cas; sufrimos la ilusion de la variedad substancial, 
producida por las variedades morfologicas, en tanto 
que hay una identidad esencial en los elementos que 
integran la vida organica; vivimos bajo la ilusi6n de 
que hay creacion y destruccion de materia, cuando 
solo se operan en ella simples transmutaciones y 
transformaciones; sufrimos la ilusion de la incons- 
tancia de la energia, en tanto que esta es invariable 
en cuanto a cantidad, segiin la ley de Mayer; sufri- 
mos la ilusion de la estabilidad individual, siendo asf 
que hay un cambio constante en la composicion or- 
ganica; en fin, es considerable la serie de ilusiones 
que alimenta nuestra mentalidad. 

Nuestro conocimiento, si bien es ascendente y pro- 
gresivo, nos causa la ilusion de una marcha descen- 
dente y regresiva. Es que, a medida que conocemos, 
nos vamos apeando de los prejuicios acumulados por 
nuestra ascendencia, que se nos han trasmitido here- 
ditariamente, los mismos con los cuales se pretendia 
explicarlo todo. 

El viejo egocentnsmo humano actua todavfa mu- 
cho mas hondamente de lo que podemos creer. He- 
mos aprendido a considerar el mundo exterior desde 
puntos de vista tan convencionales y arbitrarios, que 



[31] 



PEDRO FIGARI 



nos cuesta pensar o hablar a su respecto con exacti- 
tud, con propiedad siquiera. El mas primkivo animis- 
mo informa aun nuestros juicios y estados psiquicos, 
de un modo incisivo, fundamental. Los sabios mas 
eminentes, los espiritus mas positivos actuates, dejan 
ver, a cada instante, que perduran muchas de las ilu- 
siones que inspir6 la naturaleza a nuestros antepa- 
sados. Haeckel, el gran biologo, con ser tan inde- 
pendiente en sus juicios, en su bello relato de la In- 
dia, por ejemplo, dice: "El sol poniente, antes de 
"sumergirse" en el mar, alumbra esta escena marfti- 
ma encuadrada en un paisaje de la India, de un to- 
rrente de oro, purpura y anaranjado". Mas adelante 
dice: "Las lluvias arrastran las partfculas organicas 
antes de que hayan podido "ejercer su acci6n delete- 
rea". 1 Podria lienarse varios tomos con citas analo- 
gas, sin acudir a los poetas, en cuya obra habria 
caudales inmensos de comprobacion, respecto del des- 
conocimiento de la realidad operado por causas resi- 
duales, del mas remoto origen. 

El egocentrismo y el animismo primitivos nos ha- 
cen caer aiin, a cada paso, en ilusiones seme j antes. 
Todavia nos sentimos inclinados a pensar que el sol, 
la lluvia y el rorio sirven a las plantas, mas bien que 
a pensar que las plantas viven y prosperan debido a 
que pueden aprovechar de estos elementos. Nosotros 
pensamos que el fuego nos quema, siendo asi que 
nosotros "nos quemamos" a su contacto; que los ar- 
boles nos dan su fruto, las abejas su miel, los mares 
sus peces, las vacas su leche, las ovejas su lana, etc., 
etc., cuando en realidad somos nosotros quienes se los 
tomamos. Nosotros pensamos que la luz nos ilumina, 



.1 Ernesto Hacckel: Vtaje a la Indta, pags. 96-97, v. c 



[32] 



ARTE, ESttTICA, IDEAL 



que el oxigeno del aire nos alunenta los pulmones, 
que el sol nos calienta, que los astros dirigen al na- 
vegante, siendo asi que esto es un simple miraje de 
nuestro egocentrismo animista. 

La perception de lo que es, nos sugiere el concep- 
to del tiempo y del espacio, por mas que son quiza 
puras ilusiones psicologicas. Asf como lo que existe 
nos hace for jar la idea de la nada, de lo inexistente, 
de igual modo nos da la idea del espacio y del tiem- 
po, que no existen. Si no existiera algo, no se conce- 
biria la idea de la sucesion, ni la del espacio. Es asi 
que no podemos concebir la nada, o el tiempo, o el 
espacio, si no es por lo que existe, por lo que es, A lo 
que no concebimos, a lo que no nos es dado abarcar, 
llamamos infinito, con el mismo fundamento con que 
un marisco llamaria infinito al mar o a la tierra, o a 
la atmosfera que lo rodea. 

Nuestro concepto del tiempo y del espacio tiene 
tanto de impreciso cuanto de quimerico. Para verlo 
mejor, pongamos un ejemplo. Suponiendo que se ha 
resuelto positivamente el problema del movimiento 
perpetuo, y que pudieran construirse cien, o mil, o 
mas aeropianos indestructibles, piloteados por otros 
tantos aviadores mmortales, y que salieran de la tie- 
rra en otras tantas direcciones, todas divergentes y 
contrarias; que comenzaran a volar con la velocidad 
de la luz durante billones de trillones de siglos, y que 
entonces resolvieran dejar correr trillones de trillones 
de siglos, por via de reposo, y que repitieran ambas 
jornadas trillones de cuatrillones de veces con la mis- 
ma velocidad, o mejor aun, con velocidad progresiva; 
y bien; despues de tanta marcha, cada vez se darian 
cuenta mas clara de que "estan" y "no estan", a la 
vez, en el mismo punto initial, con respecto al M ter- 



133] 



PEDRO FIGARI 



mino" del tiempo y el espacio, y lo mismo con res- 
pecto al "comienzo". Tal es nuestro concepto del 
tiempo y del espacio infinitos. Y todavia, cuando 
consideramos haber agotado nuestxa imaginaci6n en 
el reino de lo fantastico, no hemos hecho en realidad 
mas que un inocente juego de ninos. 

El profesor Binet, hablando de la estiptiquez ima- 
ginativa, dice: "Avec une pensee de cent nnlle francs, 
on a des images de quatre sous". Podria decirse lo 
mismo del pensamiento, con respecto a los devaneos 
metafisicos aprioristas, que giran en lo desconocido 
como mandobles en el aire. 

Nada hay que permanezca identico a si mismo, 
para determinar un concepto positivo de sucesion: 
todo es sucestdn, todo evoluciona y se transforma. La 
estabilidad es una apariencia, nada mas. La ley natu- 
ral inmutable es, precisamente, la de una perpetua 
trasmutacion. El tiempo es, pues, una simple sucesion 
de presentes. Lo pasado no existe, como no existe el 
futuro; lo que fue, no es, y lo que sera, tampoco. 
Solo es, emonces, lo que es, lo que es presente. Si 
nada hay estable, <que puede fijar el tiempo, tal co- 
mo lo concebimos? Lo que llamamos el tiempo, s61o 
es la historia de los cambios dentro de los cambios. 
EI mundo externo, como un biografo, transforma sus 
aspectos incesantemente, y el hombre, al percibir di- 
chas transformaciones, experimenta la ilusion de la 
estabilidad, porque no advierte sus propios cambios, 
y cree que hay algo que liga el instante presente al 
instance pasado y al instante venidero, si bien esa re- 
laci6n es tan s61o una modalidad psiquica, segiin lo 
entienden algunos filosofos, un artificio subjetivo, por 
el cual nos relacionamos con el mundo exterior y 
con nosotros mismos. 



[34] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



Si lo que Uamamos el "tiempo" es una relacion de 
sucesi6n que concebimos mentalmente entre los he- 
chos, es decir, a base puramente subjetiva, el espacio, 
tal cual quisieramos concebirlo, sin lograrlo jamas, no 
existe. Como existe, es "como es": el volumen de la 
materia, y como todo es materia y energia, por lo 
menos lo que cae bajo el dominio de nuestro conoci- 
miento y de nuestras propias concepciones mas fan- 
tasticas, no hay espacio libre, ni hay "la nada". 

Nosotros distinguimos la simultaneidad de dos he- 
chos, de la sucesion de otros hechos o fenomenos; 
nosotros percibimos las transformaciones que se ope- 
ran en la materia que cae bajo el dominio de nues- 
tros sentidos; pero esto solo no revela la existencia 
del tiempo, ni de lo que suponemos el espacio, es de- 
cir, la existencia de entidades objetivas que las unan 
o que las contengan, sino tan solo la realidad de esos 
hechos y la de sus relaciones para con nosotros. El 
microscopio y el telescopic han revelado series de he- 
chos que no se habfan sospechado jamas por el hom- 
bre. Una reforma en estos mismos aparatos o algiin 
otro nuevo instrumento, puede operar iguales con- 
quistas sobre lo desconocido, que, al fin, deberia ser 
la unica palabra a emplearse correctamente respecto 
de todo aquello que no conocemos, en vez de poblarlo 
con fantasias que pretenden sustituir a la realidad, en 
nuestro vano empeno, muy probablemente vano em- 
peno, de conquistar la verdad integral. <Que es lo 
que no se ha ideado para dar por conocido lo desco- 
nocido? 

Lo que no conocemos, lo concebimos y lo concre- 
tamos arbitrariamente. Para nosotros, lo desconocido 
no existe. A lo que esta fuera de la accion de nuestros 
sentidos y facultades, llamamos, unas veces, lo abso- 



[35] 



PEDRO FIGARI 



luto; otras, lo infinito; otras, la eternidad, el espfritu, 
el espacio, el vacio, la nada, etc.; y todo esto nos con- 
funde de un modo lamentable. Asi, por ejemplo, lo 
que no existe, no debemos pensar que sea nada: "NO 
Es", sencillamente; el espacio que ocupa la materia, 
no es espacio: es materia; y donde se supone que no 
hay substancia porque no podemos percibirla, hay 
algo, hay por lo menos eter, segun todo lo deja in- 
ducir; y, en consecuencia, hay substancia, y hay ener- 
gia, que es inseparable de la misma. 

A lo que no podemos dividir o considerar como 
divisible, lo reputamos indivisible. Hoy que el micros- 
copio ha revelado la existencia de seres para quienes 
una nuez es una enormidad, <?podriamos afirmar que 
hay base para dar por admitida la indivisibilidad de 
la materia? 

El hombre ha ideado dioses para Ilenar lo desco- 
nocido, para explicar lo inexplicable y, sobre todo, 
para explicar el * prodigio" de la vida, sin advertir 
que, con igual logica con que se reputan necesarios 
para explicar las maravillas y armomas del universo, 
se requeririan tambien para explicar un penon, un 
guijarro, una molecula, un atomo, y cuando eso se 
hubiera explicado, nos hallariamos de nuevo en fi- 
gurillas para hacer lo mismo con los propios dioses 
que parecfan darnos la clave del enigma; y asi su- 
cesivamente. 

Nosotros hablamos de "primeras causas", dando 
por supuesto que las haya. Para admitir la primera 
forma creativa, no obstante, es necesario admitir, a 
la vez, la nada, el agente creador, el tiempo y el 
espacio, por cuanto es forzoso, con arreglo a nues- 
tro intelecto, que existan estos elementos para con- 
cebir la creaci6n, la mas inicial e infima que fuere. 



[36] 



ARTE, ESTtTICA, IDEAL 



De otro modo tendriamos que admitir por fuerza el 
milagro, siendo asi que debe set descartado de nuestro 
razonamiento, por cuanto no nos es dado concebirlo 
racionalmente, y nada, ninguna comprobacion ni an- 
tecedente indubitable nos autoriza a admitirlo, 

Lo que Uamamos u la nada", es simplemente el 
lfmite de nuestras concepciones, como el infinito. 
Antes de conocer la composition atmosferica, se 
creia que el aire era la nada; antes de haber pon- 
derado el eter, se creia que el espacio ocupado por 
el eter era el vatio absoluto, la nada, Segun se nos 
ha trasmitido el concepto de la nada, resulta una ne- 
gation afirmatwa, objetiva. La nada no existe, ni 
puede existir. Segun lo acusa nuestro intelecto, la 
nada no puede ser, Nosotros, sin embargo, preten- 
demos concebir la nada, que es una simple negation 
mental, como algo objetivo, por mas que hasta 
huelga la propia palabra que la designa. La nada, 
repetimos, tal como se la concibe, es una ilusion, es 
el absurdo; es lo que es y lo que no es, al mismo 
tiempo. Lo que designamos como "la nada", no 
existe, pues; por lo menos no nos es dado concebirla, 
y, lejos de explicarnos algo, nos confunde y nos ex- 
travia; Iuego, no es un elemento de juicio. 

Los tefminos "absoluto" y "relativo", que em- 
pleamos con frecuencia, significan tan solo la oposi- 
cion que existe entre lo que es y conocemos, y lo 
que no conocemos, por mas que queramos darles 
otra significaci6n. La realidad es, simplemente. No 
puede "ser" lo que no es, como fuera indispensable 
para coexistir* EI M no ser" es tan solo una negation 
mental, y la realidad es pura afirmacion, Lo absolu- 
te s61o puede ser lo que no existe nt puede existir: 
la nada; fuera de esa abstracci6n, lo demas es rela- 



[37] 



PEDRO FIGARI 



tivo. Si esto es asf, y si donde se ha supuesto que no 
hay nada, hay materia, hay eter, hay energia, no 
hay primeras causas, sino causas inmanentes. 

Para llenar esa supuesta nada, esa simple nega- 
cion psfquica, primeramente se ha acudido a lo 
sobrenatural, al milagro, y luego se ha poblado la 
mente de diversos "infinitos", cuando seria dificil 
demostrar que pueda coexistir tan s61o uno con una 
^particuia" de la nada. 

Los animates inferiores deben tener tambien su 
infinito, es decir, su concepto de lo que esta fuera 
del alcance de sus sentidos, y debe de ser todavia mas 
abundante que el nuestro. Resultaria instructivo, 
v. gr,, saber que es el infinito para los pececitos de 
colores que nacen y viven en vasijas, o para las aves 
que nacen y viven en continua reclusion, o para los 
propios peces de la fauna abismal. Eso nos dejaria 
ver como nosotros hemos concebido lo que esta 
fuera del dominio de nuestro conocimiento, tan li- 
mitado como es. 

Nosotros quisieramos conocerlo todo, penetrando 
el misterio inmenso de la realidad, y cuando pensa- 
mos hacer las mas trascendentales incursiones especu- 
Iativas, nos hallamos reclmdos dentro de nuestro 
propio magin, dando golpes en sus paredes estrechas, 
como insectos en los vidrios de una ventana. 

Es tan minima la parte de lo existente que po- 
demos abarcar, que apenas nos abstraemos, al volver 
a la realidad, esta nos causa una impresion analoga 
al despertar de un sueno; pero a la vez que desco- 
nocemos lo propio que esta aqui, a la mano, que- 
rriamos conocer y explicarnos lo que esta fuera del 
alcance de nuestros medios de conocimiento, y como 
que ya desde los siglos de mayor atraso se ha pre- 



[38] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



tendido destifrarlo todo de una buena vez, nuestro 
conocimiento efectivo nos causa un desencanto, po- 
dria decirse, mas bien que una satisfaction. \Es in- 
decible la suma de esfuerzos que ha consumido, y 
consume aun, la rectificaci6n de Ios viejos prejui- 
cios! Quiza se dirige el esfuerzo cientifico todavia 
mas en el sentido de demostrar que los viejos errores 
no son tales, que en el de conquistar nuevas verda- 
des, Todavia preocupan a Ios estudiosos los proble- 
mas de la creation, de la inmortalidad del alma y 
del vitalismo. 

Si bien la rectification de un error cualquiera 
significa una conquista positiva, no es menos tierto 
que la investigaci6n se ha encaminado mas que a 
conocer, a debatir, y estimulados los espiritus por 
el afan de comprobar, la propia ciencia experimen- 
tal se ha dedicado tambien a Uenar el supuesto 
vacio que se denomina "la nada J \ Para explicar ra- 
cionalmente el misterio de la vida, que desde los 
tiempos mas lejanos dan por averiguado los creyen- 
tes, se ha acudido a la generation espontanea, y 
desde ahi se ha llegado hasta la teoria del mosaico, 
por la segmentaci6n del ovulo. Los sabios se han 
empefiado tal vez mas en explicar la no existencia 
de la nada, que en encontrar nuevas verdades apro- 
vechables y nuevos recursos concretos de action. 

La tarea, sin embargo, parece ser interminable, 
como quiera que se la encare. Aun cuando llegara a 
explicarse la initiation de la vida organica en el 
planeta, quedaria siempre por explicarse el enigma 
del origen de la substantia inorganica, y lo que re- 
sulta como causa, serfa, a su vez, una subcausa con 
respecto a la precedente, y asf, sucesivamente, iriamos 
de subcausa en causa, sin llegar jamas a la primera. 



[39] 



PEDRO PIGARI 



Esto, como se ve, tiene el aspecto de un circulo 
vicioso. Si la materia y la energia no requieren la 
hip6tesis de su creaci6n, ni la mas preterita, para 
explicarselas, dado que su indestructibilidad presupo- 
ne que no fueron generadas, y que tienen en si su 
propia causa, inmanente, <;por que no suponerlas 
capaces de engendrar la vida misma? <;Por que 
presuponer el milagro, si acerca de el no hay una 
sola noticia fidedigna? <?No es ir derechamente al 
reino de la mas ilusoria Utopia? 

De cualquier manera, lo menos que podria de- 
cirse de todo esto, es que el hombre pierde su tiempo 
cada vez que va en busca de la nada, como tiene 
que hacerlo para mtentar el descubrimiento de la 
primera causa. Si acaso el problema de la causaiidad 
es tal problema, su solucion esta fuera de las facul- 
tades humanas, por ahora a lo menos, y Io que es 
peor, esta en contradiction con todos los elementos 
mas positivos de juicio. 

No se ha encontrado aun una sola solucion de 
continuidad. Invariablemente, las conquistas que se 
han operado dentro del campo de la investigaci6n 
cientffica, han llenado "los espacios del vacio", la 
nada que se presuponia, como se Uenan por la 
atmosfera y el eter los espacios que caen bajo el do- 
minio de nuestros sentidos y facultades. Si hay un 
enigma, pues, un gran enigma causal, esta por com- 
pleto fuera de las sendas que ha recorrido el hombre 
para.plantearlo y para resolverlo 

Acostumbrados a relacionar cada cosa con su 
causa y a presuponer en, cada cosa su principio y su 
fin, no nos es dado concebir que pueda el total no 
tener causa, ni ser efecto, consiguientemente. Desde 
que la materia es indestructible y ocupa, segiin lo 



[40] 



ARTE, EST£TICA, IDEAL 



que ha podido comprobarse, toda "la extension del 
espacio", la nada es una simple abstracci6n psicolo- 
gica, por cuanto no ha podido ser, ni puede ser. Si la 
nada existiera, o hubiera existido alguna vez, por 
otra parte, habria limitado todos los infinitos, si 
acaso estos no se excluyen entre si. Bastaria admitir 
la mas instantanea realidad de la nada, para ex- 
cluirlos, 

Nosotros, por una razon organica, hemos tenido 
que colocarnos en el centra de todos los infinitos 
imaginables. Puede decirse que los infinitos son el 
termino de lo concebible para el hombre. Son el 
cfrculo, la esfera, la perifena, mejor dicho, donde 
terminan nuestros contactos de relacion con el 
mundo exterior. Lo que llamamos infinito resulta 
de este modo una ilusion psiquica, que nos hace per- 
der pie en la realidad; es una quimera que ha en- 
gendrado el egocentrismo. 

Nosotros percibimos fenomenos, y los relationa- 
mos con una idea de sucesion, o sea de tiempo; 
vemos objetos y los relacionamos con la idea de su 
apancion, o sea con la nada, con la idea de la 
creation. De la mania religiosa ha quedado el pru- 
rito metafisico, de este prunto nace el vicio de la 
elucubracion supertrascendente. Del animismo ha 
quedado el prunto de "personificar" a los propios 
elementos inorganicos de la naturaleza, el vicio lite- 
rario, diremos, de suponer "que actuan" sobre nos- 
otros, siendo asx que solo coexisten. 

A medida que se operan descubrimientos por la 
investigation cientifica, se transforma el concepto 
de los infinitos, como se han transformado los con- 
ceptos antiguos sobre el aire, la luz, el calor, etc. Pa- 
rece, pues, razonable no intentar la explication de 



[41 j 



PEDRO FIGARI 



Ios hechos que estan fuera del alcance de nuestros 
medios de conocimiento y de nuestros elementos de 
juicio. S61o estamos habilitados para investigat las 
transformaciones y trasmutaciones que se operan den- 
tro de la parte de realidad que cae bajo el limitado 
circuito de nuestras vinculaciones con ella, asi como 
las subcausas que se han sucedido en los confines de 
ese relacionamiento. Mas alia esta lo desconocido, 
que no deja de serlo por el hecho de que lo deno- 
minemos infinito o de cualquier otro modo. 

Si bien la verdad integral, o sea el conocimiento 
total de la realidad por el hombre, parece imposible, 
porque, precisamente, a medida que se avanza se des- 
cubren nuevos campos de realidades a conocer, es 
tambien posible que nuestra situation resuhe tan obs- 
cura y ca6tica por la serie de causas de error que han 
actuado en nuestro cam i no hacia el dominio de la 
realidad, hacia su conocimiento, mejor dicho. El co- 
nocimiento es una conquista que se opera sobre una 
region cuyas extensiones y accidentes se amplian y 
perciben tanto mas cuanto mas exploramos. En un 
principio, el hombre creyo ser el centro de todo lo 
existente, y se lo explicaba asi con suma facilidad; 
pero, a medida que ha ido inquiriendo, se le ha pre- 
sentado cada vez mas complejo, como ocurre al ca- 
minar o al ascender, que todo parece dilatarse a 
nuestra mirada porque vemos con mayores varieda- 
des las extensiones del homonte> Quiza sea esto lo 
que engendro nuestro concepto de To infinito, de lo 
absoluto; asi, podria muy bien suceder que todas estas 
fantasias metafisicas se deban a la circunstancia de 
haberse planteado mal el problema, la serie creciente 
de problemas, mejor dicho, que ofrece el conocimien- 
to de la realidad. 



[42] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



Si bien la tenemos aqui, a la mano, nos cuesta tan- 
to o mas comprenderla, que escalar una montana. 
Parece que, por una ironia, fueran nuestras propias 
cerebraciones las que dificultan el acceso a la reali- 
dad, que colocamos asi, por nuestro mismo esfuer- 
20, como ciertas congregaciones religiosas ponen su 
vivienda en monolitos casi maccesibles, alia en 
Tesalia. 

En la obra perpetua de adaptacion, tratamos de 
penetrar los secretos que nos interesan t para ajustar 
lo mas posible lo exterior a nuestras aspiraciones, y 
es tal nuestra necesidad orgamca de realizar esta obra, 
que la parte de realidad que no podemos abarcar por 
el conocimiento, la idealizamos 1 arbitrariamente, 
impacientados por el ansia de comprobar nuestra pri- 
macia, sin advertir que solo puede conocerse la parte 
de realidad que cae bajo el dominio de nuestros me- 
dios de conocimiento y de accion. Pareceria insensa- 
to que podamos pretender el conocimiento integral, 
cuando apenas nos es dado girar sobre una estrecha 
parcela de la realidad, de las mas insignificantes tal 
vez, si bien no para nosotros, naturalmente, y esa mis- 
ma parcela solo la podemos conocer en una forma 



1 A fin de precisar mas mi concepto, debo advertir que 
la palabra "idealizaf" la empleo en el sentido de una cerebra- 
cion irreflexiva y, por lo mismo, convencional y arbitraria, 
tendiente a enaltecer, a magnificar o a deprimir, vale decir, 
cuando desfiguramos, exageramos o unilateral izamos, y, por 
oposirion, empleo el vocablo "ideacion", no solo en la acep- 
cion que tiene como sustantivo del verbo idear, sino tambien 
como la accion del razonamiento dehberado, que se dirige en 
el sentido de dominar la realidad por el conocimiento, como 
ocurre cuando se investiga con un prop 6s i to cientlfico, o cuando 
tratamos de sacar otro partido racional de la misma, para uti- 
lizarlo en nuestro esfuerzo de adaptacion. 



[43] 



PEDRO FIGARI 



conventional, de simple relaci6n> Esto, en verdad, di- 
riase que es mas osado aun que si los batisaurios pre- 
tendieran disertar sobre el sol desde el fondo de los 
mares, o que las libelulas quisieran conocer lo que 
ocurre en los abismos marinos. 

Para nosotros es una necesidad fundamental co- 
nocer, y en ese esfuerao inevitable, organico, aplica- 
mos a destajo todas nuestras facultades. Asi es que 
el conocimiento de la realidad desaloja siempre a un 
desconocimiento, a una.ilusi6n anterior, la que de~ 
bio preexistir necesariamente, debido a nuestra ma- 
nera de considerar de cualquier modo lo propio des- 
conocido, inexplicado. 

Nosotros no tenemos mas medios de comprobacion, 
por ahora a lo menos, que la evidencia, y estamos asi 
obligados a considerar la realidad desde el punto de 
vista de sus relactones para con nosotros, el unico, 
por otra parte, que positivamente nos interesa. Ad- 
mitiendo que tuvieramos los recursos cognoscitivos 
que se requieren para abarcar el dominio integral de 
la realidad, y que nuestra "logica" fuera realmente 
logica, nos hallariamos frente a la duda de que nues- 
tras relaciones para con el mundo exterior sean efec- 
tivas, es dear, que son asi como se nos manifiestan; 
duda que nos pone en jaque, obligandonos a admitir 
como base fundamental de todas nuestras elucubra- 
ciones de caracter metafisico un simple conventional 
lismo: la fe en nuestros sentidos y facultades, ele- 
men to que ha sido negado por algunos filosofos; fe 
que se conmueve a cada paso, ante la sene de decep- 
tions sufridas. 

La option entre los dos criterios rigurosamente 16- 
gicos, el positivista y el esceptico, sin embargo, no 
puede ser dudosa, por cuanto no nos es util, ni posi- 



[44] 



ARTE, ESTtTICA, IDEAL 



ble, por lo demas, suprimir de nuestros calculos y 
juicios a la realidad, tal cual es para nuestros sentidos, 
y tal como la palpamos, y resulta asf siempre sensato 
dar credito a nuestros sentidos y facultades, por cuan- 
to de otro modo caemos en el caos mas arbitrano y 
perdemos Io mejor, lo linico que tenemos para orien- 
tarnos. Triunfa, pues, como tendencia, la positi vista 
sobre la especuiativa, esta que ha hecho correr al 
hombre en pos de tantas quimeras. Por fortuna, cada 
vez mas es Sancho quien toma las riendas del go- 
bierno humano. 

El reino del gran hidalgo ha terminado. Parece ya 
indudable que conviene a la especxe humana proce- 
der con un cnteno mas practico y por medios expe- 
rimentales, al ensanche paciente de sus conocimientos 
y de sus recursos de accion, tanto en el orden fisico 
como en el psfquico, prescindiendo de toda conclu- 
sion integral, inoportuna por lo menos, y esta con- 
viction se acentua asf que advertimos la innocuidad 
de nuestras elucubraciones lincas ante la realidad im- 
pasible. Ella permanece ajena a todas nuestras meta- 
ffsicas y a nuestros anhelos, sin darnos nada mas 
de lo que le tomamos. Es preciso aplicarse, pues, a 
tomarle lo mas posible, en vez de entregarnos a pla- 
tonicas especulaciones, o de abandonarnos a la vida 
contemplativa y suplicante, que nos obliga a vivir 
por autofagia, a expensas de nuestro propio cerebro. 

Las huellas que dejan las ideas adquiridas, por 
otra parte, tienen una persistence fabulosamente 
tenaz, y asi como todavfa hoy se personifican los 
elementos y agentes del mundo exterior, se "huma- 
nizan", podria decirse, se pintan y se esculpen ange- 
les r y nos es grato mirarlos rubicundos y rollizos, si 
bien no hemos visto un solo par de alas celestes . . . 

C45] /' , , 



PEDRO FIGARI 



desde Ios tiempos biblicos, por lo metios. Todavia 
nos sentimos muy atraidos por la leyenda, por la fa- 
bula, pot el prodigioso milagro, por las visiones mi- 
rificas de nuestros ascendientes, las mas preteritas. 

Todo esto, todos los antecedentes acumulados por 
la herencia, este caudal de espejismos e ilusiones, asi 
como Io que hemos podido elaborar nosotros mis- 
mos, forma nuestra individualidad apta para vibrar 
esteticamente, segun intentaremos demostrarlo mas 
adelante. 

Pero es predso advertir que si nuestros sentidos 
pudieran trasmitirnos, por ejemplo, las vibraciones y 
movimientos de la substancia en las propias formas 
que se conciben merced a la experimentation y a las 
inductiones, educciones y deducciones mentales; o 
si pudiera percibirse el perpetuo proceso celular co- 
mo se percibe el movimiento de una colmena, la 
realidad no habria cambiado, mas si nuestras ima- 
genes y nuestros conceptos esteticos. De esto nos 
ocuparemos en seguida. 



II. NUESTRO RELACIONAMIENTO CON 
EL MUNDO EXTERIOR 

El hombre no percibe mas que sus propias formas 
de relacionamiento con el mundo externo, 1 tanto 
mas variables cuanto que el, como uno de los ter- 
miner de relaci6n, es esencialmente cambiante. Si la 
realidad fuera inmutable, variarian asimismo, para 



1 Leibniz decfa que las percepciones son la representa- 
ci6n mtima de Io que pasa en el exterior. Como se ve, encara 
este fendmeno del punto de vista de la concienaa. 



[46] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



nosotros, los aspectos de ese relacionamiento, por 
cuanto el hombre es un ser complejo y evolutivo. 
Fuera de esa relation, la realidad es, simplemente, 
vale decir, ni es verdad, ni es ilusion: ES. 

La verdad es una conquista sobre la realidad en 
el sentido del conocimiento; es una realidad cono- 
cida por el hombre. Se comprende, pues, que no 
pueda subsistir la verdad misma fuera de esa relation. 

El hombre se modifica constantemente; y a me- 
dida que evoluciona, van transformandose los ele- 
mentos de relation con el mundo exterior y, consi- 
guientemente, con los de orden psiquico. Es asi que, 
aun cuando permanecieran invariables las cosas del 
mundo externo, promoverian, no obstante, sensacio- 
nes, juicios y emociones distintos. 

Fuera de esa relacion, las cosas que forman en el 
mundo exterior no son en si verdaderas ni falsas, 
grandes ni pequenas, bellas ni feas, malas ni buenas, 
duras ni blandas, obscuras ni claras. Son, simple- 
mente; y si bien mantienen relaciones mas o menos 
constantes entre si, como mantienen su esencia, nues- 
tras cerebraciones del punto de vista del relaciona- 
miento psico-fisico nos hacen clasificar y adjetivar 
desde ese punto de vista, es decir, del de sus rela- 
ciones para con nosotros, Es asi que decimos a me- 
nudo: una gran araria o un diamante grande, verbi- 
gracia, en tanto que hablamos de una pequena casa 
o de un pequeno cerro. En substancia, ni es alto el 
Gaurisankar, ni es bajo el cerro de Montevideo. 

Nosotros no percibimos las cosas del mundo ex- 
tenor como ellas son en realidad: solo percibimos 
en nosotros los efectos de relacionamiento para con 
lo demas que observamos y comparamos, y para 
con nosotros mismos, y de esto es que inducimos y 



[47] 



PEDRO HGARI 



deducimos sus cualidades, con arreglo a nuestras 
necesidades y aspiraciones, con arreglo a nuestros 
juicios y nuestros antecedentes psiquicos, y se las 
atribuimos a las cosas mismas que han promovido 
tales estados psiquicos. Objetivamos, asi, lo que es 
puramente un resultado psiquico de aquel relaciona- 
miento. 

Buda, Jesiis, Mahoma, Napoleon, Pk> IX, Gari- 
baldi, fueron tales como fueton. Solo asi fueron. No 
obstante, nosotros los concebimos y los apreciamos 
de muy distinta manera, y hasta en formas contra- 
dictorias; y no solo en estos casos, en que se trata de 
entidades mas o menos importantes y complejas, 
son distintos los juicios y los estados psiquicos que 
en nosotros se generan, sino que ocurre Io mismo al 
mirar un objeto simple. Asi, por ejemplo, un trozo 
de bronce o de marmol puede engendrar distintos 
estados psiquicos mediante un cambio de forma, que 
no altera en nada su esencia, Cuando lo vemos tro- 
cado en un idolo, en una caricatura o en una Venus, 
verbigracia, no s61o promovera estados psiquicos di- 
versos con relation a la diversidad de los circuns- 
tantes, sino tambien con arreglo al lugar en que se 
le observa, a la Iuz que domina, a la epoca a que 
pertenece, a la edad y la cultura de los espectadores 
y a los demas elementos circunstanciales La misma 
substancia esencial, pues, puede determinar distintos 
efectos de relacion en nuestra mentalidad. 

Si se nos presentara un punal herrumbroso e in- 
servible, diciendosenos que es el punal de Bruto, esto 
sonar fa (principalmente entre los intelectuales) co- 
mo un acontecimiento, y ese pedazo de hierro haria 
ocupar la atention de la prensa y de la critica, acaso 
mas de lo que ocupan las cuestiones que afectan 



[48] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



positivamente a la humanidad. Mas aiin, mirando un 
mismo objeto cualquiera u oyeado un mismo sonido 
o un mismo ruido, podemos observar que nuestras 
cetebraciones a su respecto se modifican constante- 
mente. Todo esto acusa que en el dominio psiquico, 
como en el fisico, se opera una perpetua transfor- 
mation, mas o menos perceptible. Qui2a no hay 
dos estados psfquicos identicos, como no los hay in- 
tegrates en el mundo externo. Quedan inmutables 
las Ieyes por que se rigen estos, fenomenos, mas no 
los fenomenos mismos. 

Este relativismo es tan evidente como constante, 
y puede observar se en todo orden de asuntos. 

Nosotros no vemos mas que las imagenes de las 
cosas y a la vqz plasmamos mentalmente, si asi 
puede decirse, nuestros conceptos y abstracciones. 
Esto es lo que facilita tanto la variedad de nuestros 
estados psiquicos. 

Como no percibimos la propia esencia de las cosas, 
sino su exterioridad, para format un juitio a su res- 
pecto procedemos por deducciones e inducciones, en 
las que influyen diversos factores y circunstancias, 
con arreglo al lugar y al tiempo, como elementos 
subjetivos, y a multiples elementos de diversa indole 
que gravitan en nuestra complicadisima psiquis, sen- 
sible e impresionable como es. 

Al ver una persona, un jardin o una casa, plas- 
mamos la impresion que nos sugiere, m£s que la 
cosa misma, y nos decimos: una persona agradable, 
o desagradable; un jardin hermoso, o feo; una casa 
lujosa, o pobre. Hablo por via de ejemplo, natural- 
mente; y si seguimos observando, veremos que en 
nuestro juicio intervienen, por un lado, diversos 
elementos para determinarlo, y por el otro, que ese 



[49] 



PEDRO FIGARI 



mismo juicio, precano como es, refluye en otras 
cerebraciones. Asi es que por lo comun concebimos 
a Ios moradores de una vivienda, verbigracia, con 
arreglo a la impresion que ella nos produjo y de 
un modo distinto del que los concebiriamos en otro 
lugar, prescindiendo, por la mismo, desde ese ins- 
tance, de la realidad objetiva, que la sustituimos por 
una cerebration. Es entonces una cerebration, y no 
la realidad objetiva, la que actua sobre nosotros. 

Si uno se detuviera a examinar el conjunto de los 
elementos que intervienen para determinar la re- 
sultante psiquica de un relacionamiento tan simple 
como es el recordado, y si pudiera disociarse y anali- 
zarse cada uno de ellos, pasmaria su variedad y mul- 
tiplicidad, y quiza tambien su arbitrariedad. 

Si se nos presenta a un sujeto, y se nos dice: este 
senor es un noble, o un millonario, un cardenal, o 
un guerrero denodado, o un explorador, o un no- 
table esgrimista, podran producirse muy distintas 
impresiones psiquicas, segun los antecedentes perso- 
nales acumulados acerca de cada una de estas ge- 
neralidades, y cada cual cerebrara a su manera. Lo 
mismo ocurnria si se nos dijera: he ahi el estafador 
X, el falsario Z, o un leproso, un asesino, etc- Nues- 
tras modalidades cerebtales pueden girar de infinitas 
maneras, segun sea nuestro fondo, es decir, nuestras 
predilectiones, nuestras fobias, nuestras simpatfas y 
antipatias preexistentes. 

Las relaciones mas constantes psico-fisicas y psico- 
psiquicas determinan ideaciones e idealizaciones de 
caracter general, que quedan como pautas, impresas 
en el cerebro, y acnian a veces como determmantes, 
o bien como fondo de nuestras cerebraciones. Asi 
nacen las generalizations, los adagios y proverbios, 



[50] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



los prejuicios y convencionalismos, con arreglo a 
cada estructura individual, que se comparten por los 
individuos de analoga estructura. 

Para facilitar el conocimiento del mundo exterior 
y el de nosotros mismos, construimos medidas y 
clasificaciones convencionales, que, a poco andar, re- 
sultan laberinticas, y por entre ese dedalo inextrica- 
ble de nuestros propios prejuicios y convenciona- 
lismos, observamos la realidad, que es siempre sim- 
plista, mas simplista por lo menos. Cosas hay que, 
a fuerza de verlas y de oirlas idealizadas en un 
sentido cualquiera, no podemos ya percibirlas ni 
concebirlas conforme son, sin gran esfuerzo; y al 
entender que generahzamos, concretamos mas bien, 
adoptando una concrecion, un molde a aplicar en 
cada orden de fenomenos. 

Dice Oscar Wilde que "el mundo esta construido 
por el poeta, por el sonador'*. Esta es una verdad a 
medias, por cuanto siempre subsiste el mundo efec- 
tivo de la realidad, tal cual es, a pesar de nuestros 
devaneos, de nuestros suefios y poetizaciones. 

Como no podemos, sin gran esfuerzo, por lo me- 
nos, dejar de relacionar los objetos del mundo ex- 
terior y nuestros propios conceptos psiquicos con 
nosotros mismos, tenemos que percibirlos al traves, 
diremos, de esa relacion, que implica una deforma- 
cion del objeto o del concepto en sL £sta es la razon 
por la cual se nos ofrecen el mundo fisico y el psi- 
quico idealizados, es decir, relacionados con nuestras 
propias ideas, tendencias, antecedentes, estados psi- 
quicos, etc., mas o menos arbitranos. 

Es que nosotros, en la vida ordinaria, no nos 
preocupamos tan to de fijar las relaciones mas cons- 
tantes, sino las mas variables. Asi, por ejemplo, 



[51] 



PEDRO FIGARI 



cuando vemos un tintero de cristal, no pensamos a 
sii respecto en el sentido de fijar su realidad obje- 
tiva, o de deternunar sus relaciones mas constantes, 
sino cuando investigamos; pero por lo comun, en 
cambio, en vez de considerar Io que es mas simple 
y positivo, que en el supuesto caso seria, verbigracia, 
un pedazo de cristal conteniendo tinta, lo conside- 
ramos de un punto de vista subjetivo, y decimos que 
es un tintero bien o mal construido, bello o nco, 
viejo o moderno, de buen gusto o de mal gusto, de 
moda o anticuado, etc., y que la tinta es mas azul o 
menos negra, de buena o mala calidad, etc.; vale 
decir, que consideramos el objeto en sus relaciones 
de adaptation para con nosotros mismos, mas no tal 
cual es en si, fuera de esa relaci6n convencional. 

De ahf que el mismo objeto, encarado de otro 
punto de vista, se adjetiva de un modo enteramente 
distinto. Puede ocurrir, por lo menos. 

Hay algo sobre lo cual todos los juicios concuer- 
dan. Tomando el mismo ejemplo, todos diran que 
ese recipiente es de "cristal" y que contiene una 
substancia que designamos "liquida". Esto es debido " 
a que entonces hemos ideado en un sentido de cono- 
cimtento, tratando de considerar esa realidad en una 
forma simple, objetiva; pero, desde que Io relacio- 
namos con nosotros mismos, con nuestras peculiari- 
dades personales ; cada uno lo encara de su punto de 
vista propio, mas complejo y arbitrario, y comienzan 
a discrepar las opiniories. 

Cuanto a las relaciones que mantienen entre si 
los objetos del mundo exterior, tambien concuerdan 
casi siempre las opmiones. Se dira, verbigracia, en 
el mismo caso ya mencionado, que el contenido es 
mas blando que el recipiente, y que es mas claro el 



[52J 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



recipiente que el Iiquido que contiene; mas, apenas 
esa misma relacion la referimos a nosotros mismos, 
puede surgir el desacuerdo, debido a que uno de los 
elementos que en ella intervienen es muy variable; 
es decir, nosotros mismos. 

Observemos lo que ocurre en el siguiente caso: 
un perro ve a otro perro. Si el primero esta de buen 
humor, movera la cola alegremente; en caso con- 
trary, la bajara grunendo, y lo mismo sucedera si 
el can se le acerca en actitud hostil o si esta aquel 
de mal humor, aun cuando este se le acerque en ac- 
titud parifica. Esto se debe, como se comprendera 
f acilmente, a que los extremos de esa relacion pue- 
den hallarse en estados distintos. No ocurriria tal 
cosa si se hallaran pnvados de sensibilidad, si fueran 
de porcelana, por ejemplo. Se advierte asimismo 
que, cuanto mayor sea el numero de estados posi- 
bles, y cuanto mayor sea la complejidad de los agen- 
tes y elementos que se relacionan, tanto mayor es el 
numero de fases posibles de relacionamienta 

Si presentamos un objeto a diez personas, se oiran, 
a menudo, otras tantas exciamaciones, que, si bien 
se promueven por el mismo objeto, estan determi- 
nadas por distintas causas. Es que cada cual encara 
las cosas desde un punto de vista personal y subje- 
tivo. En cambio, si se consideraran mas objetiva- 
mente, las opiniones e impresiones coincidirian, co- 
mo coinciden cuando se trata de juzgarlas, en cuanto 
a su forma o estructura, simplemente. Lo mas usual, 
sin embargo, es observarlas de un punto de vista 
subjetivo, personal, y es de ese modo que divergen 
las apreciaciones, como divergen los aspectos de un 
poliedro irregular cuando se le encara de distintos 
puntos de vista, y aun mas. Es por eso que promue- 



[53] 



PEDRO FIGAKI 



ven tantas discusiones los libros, los dramas, los 
versos, los cuadros, las estatuas, los monumentos, las 
composiciones musicales, etc., y aun otras cosas mas 
simples: una moda, un arbol, un animal, una casa, 
etc. 

Donde puede verse mas claramente todavfa la 
vanedad de relacionamientos arbitrarios, es en las 
psicosis o cuando los organos o nervios trasmisores 
deforman las impresiones, en la hipoacusia, en la 
hiperacusia, en las sinestesias, etc. No obstante, en 
los propios estados normales, y aun fuera de los 
"defectos" de trasmision, si puede decirse asf, sub- 
sisten, en grado menor, naturalmente, analogas 
causas generadoras de estados psxquicos mas o menos 
arbitrarios, las mismas que acusa de un modo mas 
acentuado cualquier accidente de caracter patol6gico, 
y subsisten aun cuando pudieran coincidir las impre- 
siones de los sentidos. 

Nosotros idealizamos todo: el honor y la infamia; 
la honestidad y el delito; la rectitud y la mmora- 
lidad; la justicia y la argucia; la bondad y el odio; 
la generosidad y el egoismo; la previsi6n y la prodi- 
galidad, o el despilfarro, etc., etc.; y cerebramos de 
acuerdo con estos conceptos subjetivos, mas que con 
arreglo a la realidad objetiva. Todo lo que no ha 
podido ser dominado por una investigacion analt- 
tica, cientifica, lo vemos deformado por nuestras 
propias cerebraciones de relacionamiento idealizado, 
de un modo mas o menos arbitrario, a menudo 
unilateral, y no considerando los hechos y las cosas 
como son, en su realidad misma. 

Las cosas son, sin embargo, y son tales como son, 
a pesar de que nuestras impresiones psiquicas las 
vean deformadas por modalidades de relacion. Re- 



[54] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



emplazamos asi una realidad objetiva, mas o menos 
constante, por un valor de relacion subjetivo, mas 
o menos variable; y cuanto mas complejo es el ser, 
son posibles mayores formas y variedades de relacio- 
namiento, del mismo modo que ofrece mayores va- 
riedades una imagen refiejada cuanto mas variados 
e irregulares son los pianos de un espejo. El objeto 
reflejado, no obstante, queda inmune, queda el mis- 
mo, no varia, por mas que varien las imagenes refle- 
jadas. Y puede decirse, en verdad, que nosotros, por 
lo comun, vemos la realidad refiejada en un espejo 
que la deforma: el de nuestros prejuicios y estados 
psiquicos. Asi es como la realidad se nos presenta 
idealizada de diversas maneras, y no tal cual es. 

Por mas que los objetos del mundo exterior 
puedan, pues, conservar entre si relaciones mas o 
menos permanentes, esos mismos objetos pueden 
producir impresiones y emociones distintas cuando 
los relacionamos con nosotros mismos. Lo exterior 
actua a menudo sobre nosotros por una simple ac- 
tion de presencia, por algo semejante a lo que Ha- 
inan los quimicos "catahsis", y el efecto que pro- 
duce en nuestra psiquis, por lo demas, tiene todos 
los caracteres de un proceso quimico. Se forman asi 
"compuestos" que a veces conservan, y otras no, al- 
gunas de las cualidades de los elementos que los 
han integrado. 

Lo que nosotros tomamos en cuenta ordinaria- 
mente es el compuesto, vale decir, el producto de 
relacion psico-ffsica, y tomamos esos compuestos 
como la cosa misma, si bien esta no conserva ya 
para nosotros nada de su verdadera esencia. Una 
estatua, un cuadro, por ejemplo, se nos presentan a 
la imagination exentos completamente de su ma- 



[55] 



PEDRO FIGAKI 



teria esencial: la arcilla, el marmol esculpido, o la 
tela burda coloreada. Y lo propio ocurre con un 
arm a, un mueble, una casa, un arbol, un pais, un 
astro, etc. Puede imaginarse que interminable es la 
serie de relacionamientos antecedentes que han ido 
promoviendose sobre cada cosa, y que se nos han 
trasmitido por tradicion y por herencia; pero si esto 
se imagina, es imposible concebir y disociar una a 
una las causas y razones que nos hacen vibrar men- 
talmente en presencia de un cuadro antiguo, verbi- 
gracia, o de una estatua o de un idolo, o cuando 
oimos un trozo musical que nos evoca cosas indes- 
cifrables, inescrutables, que acaso arrancan de la 
prehistoria. 

Esa es la causa, a nuestro juicio, de las sugestio- 
nes invencibles que ejercen sobre los sonadores, 
principalmente, ciertas cosas que los dominan, los 
cautivan y encantan, llevandolos a veces hasta el 
delirio. 

Es el hombre de ciencia el que trata de penetrar 
la esencia de las cosas por el analisis, el que disocia 
sus componentes y se atiene principalmente a la na- 
turaleza intuna de lo que forma el mundo exterior 
y el psfquico. Es as! que conquista la verdad cienti- 
fica, que es la forma superior y dominante de rela- 
cionamiento. 

Se dice y se admite que la sensacion es un estado 
de conciencia que no podemos descomponer en ele- 
mentos mas simples. Si con esto se intenta definir 
la sensacion en su aspecto mas simple, no veo que 
interns positivo pueda motivar tal distincion; pero si 
se entiende, en cambio, establecer que la sensacion 
es un fenomeno indivisible, me parece que hay un 
error evidente en ello, una ilusion. No se concibe 



[56] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



un estado de conciencia simple, indivisible. Esa abs- 
traction carece de toda realidad. 

Si se quisieran descomponer los fenomenos de re- 
lacionamiento del mundo ffsico y del psfquico, ha- 
bria que disociar el fenomeno organico, fisiologico, 
funcional de la impresion que se produce sobre los 
organos, es decir, sobre los nervios y centres nervio- 
sos, de los efectos psiquicos que sobrevienen, ya sea 
que se llamen sensation, perception, emoci6n, etc. 
Suponiendo que pudiera construirse artificialmente 
un organismo analogo al nuestro, veriamos que la 
primera impresion no puede produck un "estado" de 
conciencia; es menester para ello que se hallen al- 
macenadas otras impresiones y otros elementos psi- 
quicos. Para que sea posible un estado de conciencia 
cualquiera, por simple que sea, se requiere, pues, mas 
de una impresion, por lo menos. 

Los elementos y agentes fisicos "actuan", si as! pue- 
de decirse, por medio de puentes trasmisores, sobre 
nuestfas neuronas, y producen los efectos consiguien- 
tes al estado de las mismas y a nuestros estados inte- 
grates, ya sean intelectivos, afectivos, emotivos, cons- 
cientes, subconscientes o inconscientes, normales o 
morbosos. No se trata, pues, de una simple juxtapo- 
sition de los elementos del mundo exterior y del psi- 
quico^sino de su relacionamiento, de un proceso de 
"combinaci6n", diremos, con nuestros estados psiqui- 
cos. El mundo exterior no nos trasmite sensaciones: 
nosotros las generamos sobre las impresiones que re- 
cibimos en nuestro relacionamiento con el. 

Se ha comparado la impresion que recibimos del 
mundo externo con la impresion que deja el sello en 
la cera, sin advemr que el sello, al actuar sobre la 
cera, produce invariablemente la misma mpresidn 



[57] 



PEDRO FIGARI 



sobre la misma cera, en tanto que las impresiones 
que se general* en el contacto con el mundo exterior, 
producen, o pueden producir, por lo menos, sobre la 
misma psiquis diversos estados psiquicos, no ya sobre 
otras. La impresion, en si misma, es una abstracci6n 
que no podemos disociar de los efectos fisio-psico- 
16gicos consiguientes, Nada es mas complejo que los 
estados de conciencia, aun de los mismos que supone- 
mos mas simples. Esta realidad me parece que no se 
ha tornado debidamente en cuenta por los psicologos 
introspectivistas, ni por los fisiologistas, 

Lo que obstaculiza el analisis de los estados de 
conciencia es, tal vez, la circunstancia de hallarse in- 
tegrados tambien por elementos subconscientes e in- 
consrientes. Dichos estados se nos presentan de igual 
modo que cuando en plena obscuridad encendemos 
uq fosforo para orientarnos. Vemos algo mas claro 
lo que cae bajo el circuito iluminado por la luz (con- 
ciencia), y lo demas se esfuma hacia las tinieblas; 
pero es evidente que lo que no vemos tambien inte- 
gra a la realidad, como lo que no percibimos integra 
los estados de conciencia, asi como que estos se trans- 
forman constantemente. Por la conciencia no nos es 
posible iluminar todo el escenario psiquico a la vex, 
ni tampoco sucesivamente de un modo eficaz, por 
cuanto su continua transformation frustra este recur- 
so, aplicado al conocimiento integral de un estado de 
conciencia* Para ello seria menester que pudiera ilu- 
minarse todo a un tiempo y que asimismo pudiera- 
mos abarcarlo simultaneamente con la conciencia, Es 
por esto que las introspecciones dan la sensacion del 
vertigo, y es por esto tambien, a nuestro modo de ver, 
que han sido tan poco fructuosas. 

El procedimiento analitico falla ante esa dificultad. 



[58] 



ARTE, ESttTICA, IDEAL 



Xa impresion, por viva que sea, no genera por si 
sola la sensaci6n. Al ver una fiera en Iibertad, no 
todos cerebran de igual modo respecto de esa misma 
impresion visual; si vamos caminando por un sirio 
apartado, de noche, y advertimos la presencia de un 
hombre, puede suceder que uno se alarme y el otro 
sonria. iQue ha podido determinar estos tan distin- 
tos estados de conciencia? La silueta humana que 
nos ha impresionado es la misma. Lo que ha ocu- 
rrido es que el pnmero asocio mentalmente a la im- 
presion visual imagenes tragicas, "imagino" un peli- 
gro, y el otro, en cambio, asocio imagenes placidas, 
acaso porque reconocio en esa silueta, mediant e una 
cerebration, a un vecino pacifico. 

Luego, no es la impresion visual en si lo que ha 
determinado tales estados psiquicos, tan diversos, 
sino las cerebraciones consiguientes, es decir, las 
formas de relacionamiento mental que produce en 
cada caso la impresion trasmitida al contacto del 
mundo externo. No es posible desligar, pues, de la 
sensacion, que es un fenomeno complejo de rela- 
tion, la impresion visual, audittva, tactil, olfativa o 
gustativa, aun en sus formas mas simples, es decir, 
las cerebraciones asociadas, combinadas con la im- 
presion, las que, a su vez, son determinants del 
estado psiquico correspondiente. Hay que buscar asi, 
en esa relacton, el origen del estado psiquico, puesto 
que si disociamos la impresion de los efectos psi- 
quicos de relacionamiento, no queda en pie mas que 
una simple abstraction, del pun to de vista psico- 
logico. 

La impresion visual o audiuva, como la t&ctil o 
cualquiera otra, no determinant nada mas que la 
impresion misma, si no se asociara con nuestra psi- 



[591 



PEDRO FIGARI 



quis por via de relacionamiento, promoviendo esta- 
dos de concienria. Un punal que nos amenaza, nos 
dejara impasibles, si no Io vemos; pero apenas lo 
vemos, se opera algo mas que una impresi6n visual: 
se opera un estado complejo de conciencia. Si al ha- 
ilarnos reunidos se presenta un hombre armado, en 
actitud amenazante, ese mismo hecho, esa misma 
causa producira — puede producir, por lo menos — 
distintos efectos: uno huye, otro exclama, otro grita, 
otro reacciona y se enardece, otro se apresta a re- 
peler la agresi6n . . . y otro se echa a refr, porque 
esta en el secreto de la broma. Ese mismo hecho, 
pues, se ha "combinado" con estados psiquicos dis- 
tintos, y ha producido por esa sola razon, efectos 
diversos. 

Es que son muy distintas las complexiones psi- 
quicas, debido a la diversidad de factores que las han 
integrado, y, dentro de nosotros mismos, cualquier 
circunstancia determina una reaccion diferente ante 
hechos analogos y aun identicos. A veces un pe- 
quefio peligro nos ha hecho perder nuestra sere- 
nidad, en tanto que la hemos conservado ante un 
peligro mayor. 

En el mismo ejemplo citado, si advertimos que el 
punal con que se nos amenaza es de cart6n o de 
hojalata, verbigracia, los efectos son distintos. Es que 
entonces podemos asociar a la impresion exterior 
una cerebracion tranquilizadora. 

En el sueno puede verse mejor como se generan 
los estados psiquicos, principalmente en las aluci- 
naciones hipnagdgicas, y mejor aun, en los suenos 
cenestesicos. Una arruga de la sabana, que nos mo- 
lesta, nos asocia un estado de conciencia tal, que 
nos hace pensar, por ejemplo, que hemos recibido 



[60] 



ARTE, ESttTICA, IDEAL 



una herida; un simple gusto salado en nuestro pa- 
ladar, nos asocia la idea del mar; una comezon 
asocia la idea de una ulcer a o la del fuego, y segun 
sea nuestro estado psiquico, "tejemos" escenas que 
llegan a veces a torturarnos intensamente. 

En el estado de vigilia se operan fenomenos 
analogos, si bien dentro de una logica menos ar- 
bitraria. 

No es la realidad, pues, la que engendra tan dis- 
tintos estados psfquicos en nosotros, sino que en ello 
tambien influyen las formas de relacionamtento. 

Si nos detenemos a examinar, a inventariar, a 
analizar nuestras cerebraciones, veremos que su fondo 
es francamente cambiante, no solo en la faz estetica 
o artistica o moral, sino tambien en todas las demas. 

La propia impresion que nos viene del mundo ex- 
terior no es, desde luego, una "accion" externa sobre 
nosotros. es una relacton psico-fisica. La flor, cuya 
fragancia aspiramos; el sol, cuyo calor absorbemos; 
el aire, cuyo oxigeno aprovechamos, no son elemen- 
tos que "actuen" sobre nosotros. son elementos in- 
tegrates de la realidad que nos contiene, y con la 
cual nos relacionamos en todo instante como con 
nosotros mismos. Segun sea nuestra aptitud para in- 
tensificar o percibir los multiples efectos de tal re- 
lacionamiento, vibramos mas o vibramos menos, en 
ese perpetuo contacto. 

Si tuvieramos mayor variedad de sentidos, o bien, 
si nuestros centros trasmisores fueran mas sensibles, 
podriamos experimentar mas intensas y diversas sen- 
saciones, y generar estados de conciencia mucho mas 
complejos. Si pudieramos percibir, verbigracia, por 
nuestros 6rganos trasmisores todo lo que nos revelan 
el telescopio y el microscopio; si pudieramos per- 



[61] 



PEDRO FIGARI 



dbir las vibraciones del sonido, del calor, de la luz, 
asi como son; si pudieramos ver a traves de los 
cuerpos opacos, y ver aun el proceso psiquico como 
vemos los ceiajes, es claro que se habria transfor- 
mado completamente nuestra psiquis, asi como que 
nuestros estados de conciencia presentarian aspectos 
muy distintos de los que presentan. 

Ese propio relacionamiento con el mundo exte- 
rior, se complica por medio de los elementos sub- 
jetivos que intervienen. Por una serie de acciones 
y de reacciones, recibimos, por reflejo, la impresion 
de nuestras propias idealizaciones acumuladas, asi 
como al idealizar el mundo exterior, este, ideali- 
zado, refluye, a su vez, sobre nuestra psiquis, emo- 
cionandonos con nuestras propias idealizaciones. Nos- 
otros tenemos ya idealizado, segdn nuestra propia 
idiosincrasia, todo Io que conocemos, todo lo que 
nos rodea: al filantropo, al heme, al filosofo, al cre- 
tino, al criminal, etc., como tenemos idealizado, con 
arreglo a nuestra mentalidad, el cristianismo, el arte 
griego, los cesares, la revolution francesa, etc.; el 
oro, el valor, la energia, el odio, la industria, etc., 
etc. Estas idealizaciones por sugestion y por refle- 
xion actuan sobre nuestro cerebro y tienen una in- 
fluencia innegable en nuestras cerebraciones. Nues- 
tras abstracciones, a la vez, las encarnamos, dandoles 
formas tangibles. Asi, por ejemplo, no podemos con- 
cebir nuestras abstracciones mas generales sino frac- 
cionadas y materializadas, si asi puede decirse, De 
ahi nacen las variedades mentales mas abigarradas. 
Cuando se nos habla de un acto de heroismo, o de fi- 
lantropia, etc., todas esas imagenes acumuladas se 
asocian de una u otra manera, y ya no podemos ob- 



[62] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



jetivar aquel acto sin sentir las influencias de estos 
elementos psfquicos, preexistentes. 

Es claro que la variedad de relacionamientos que 
sentimos, mas bien que observamos, asi como cierta 
analogia dentro de esa variedad, estan determinadas 
por la multitud poliforme de antecedentes acumu- 
lados en cada mdividuo, los que gravitan en cada 
cual como verdaderos generadores en toda cerebra- 
tion; y las analogias que se advierten en medio de 
esa variedad, son debidas a la idemidad esencial de 
los individuos que forman en cada especie, y dentro 
de cada especie, a la comunidad de los elementos 
que actuan mas generalmente en cada psiquis; pero 
esa variedad es innegable. 

No es mi proposito profundizar este orden de fe- 
nomenos, arduos por demas: solo pretendo dejar es- 
tablecido como un hecho fundamental y necesario 
para mi exposition, que los efectos que sentimos en 
los contactos con el mundo exterior, son efectos de 
relaci6n } y es por eso que el mismo objeto, el mismo 
hecho, el mismo rayo de luz, el mismo sonido, el 
mismo color, producen efectos distintos — a pesar 
de sus analogias — no solo sobre cada ser, sino 
tambien sobre el mismo ser, en cada momento. 



III. FORMAS DE RELACIONAMIENTO 

En el proceso de adaptaci6n que operamos por un 
doble recurso, tratando, por un lado, de aprovechar 
a los elementos y agentes organicos e inorganicos 
del mundo exterior, y, por el otro, tratando de ajus- 
tarnos a este, lo mas posible, para utili2arlo mejor; 
en ese proceso, digo, se actua como lo hace el que 



[63] 



PEDRO FIGARI 



atraviesa a nado una corriente, que, para realizar su 
intento, se sirve de ella misma en cuanto no le es 
posibie dominarla. Si fuera factible, pondriamos 
todo, todo el mundo exterior a nuestro servicio, si 
bien — hay que confesarlo — es dulce y comoda la 
corriente, y es mas facil dejarse ir a su merced. £sta 
es, pues, la forma de adaptaci6n mas comun. 

En nuestro relacionamiento con el mundo exte- 
rior, nos servimos asf, pasivamente, de la tradition, 
en todo aquello que no ha sido rectificado de un 
modo cabal. Lo que no cae bajo el dominio de nues- 
tra ideation, lo mantenemos en el caracter tradi- 
tional, que es eminentemente idealizador. La tra- 
dition es poderosa, y es probable que lo sea siem- 
pre, dado que no pcidemos llusionarnos, todavia por 
lo menos, con la esperanza de conquistas cientificas 
integrales, y dado tambien que la mayoria es casi 
inerte. El unico elemento que puede desalojar las 
formas tradicionales, es un conocimiento mas pre- 
ciso de la realidad, y esto siempre requiere un es- 
fuerzo empenoso. 

Como que la verdad se nos ofrece incompleta, y 
como todo aquello que no hemos podido dominar 
por el conocimiento se nos ofrece idealizado dentro 
de las formas trasmitidas por la herencia, la que 
arranca de los albores de la vida organica, en Ios 
siglos mas lejanos de la prehistoria, todos somos 
mas o menos sofiadores, y a cada instante nos sor- 
prendemos en pleno reino ideologico, evocando, 
divagando. Esta predisposition hereditaria reduce 
nuestro sentido practico, y nos quita libertad para 
racionalizar nuestra action, como se comprendera 
facilmente. Si nos detenemos a comparar el caudal 
de energias aplicadas en el sentido idealizador con 



[64] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



las que se emplean en el sentido de conocer, de do- 
rninar por el razonamiento, se vera muy pronto que 
es por demas reducida esta forma de actividad libre, 
racional, cientifica. Sorprende, en verdad, la perti- 
nacia de las ideas adquiridas, fijadas bajo la presion 
avasalladora de las influencias y antecedentes here- 
ditarios, que gravitan sobre cada psiquis, sobre cada 
celula. 

Es tal y tan caracteristica esta doble manera de 
cerebrar, la ideacion y la idealizaaon, que algunos 
suponen que hay distintos focos anatomicos en el 
organo cerebral, de distmta complexion histolo- 
gical y cuyo funcionamiento fisiologko es tambien 



^ 1 "Estetas^ y fronetas — Es de la mas alta importan- 
cia la distmcion anatomica de las dos clases de territonos de 
la corteza cerebral, que llamamos centros sensoriales y centros 
de asociacion, Los datos fisiologicos, desde hace muchi'simo 
tiempo, habian hecho probable esta distincion, pero la de- 
mostracion anatomica no se ha efectuado smo desde hace diez 
anos En 1894, Elechsig demostro que hay en la corteza gris 
de los hemisfenos cerebrales cuatro focos sensoriales centrales 
(esferas internas de sensaciones o estetas), y entre ellas cuatro 
focos del pensamiento Uentro de asociacion o fronetas;. El 
mas importante de estos, desde el punto de vista psicologico, 
es el "cerebro principal" o gran centro de asociacion occipito- 
temporal Los limites anatomicos de los dos territonos psiqui- 
cos establecidos por Flechsig, han sido modificidos mas tarde 
por 61 mismo y por otros Los trabajos de Edinger, Weigert, 
Hitzig, etc., conducen a resultados algunas veces opuestos, pero 
para la concepcion general de la actividad psiquica, y sobre 
todo de las funciones del conocimiento que aqui nos inte- 
resa, la determinacion exacta de esos limites es indiferente. Lo 
esencial es que ahora sabemos distinguir anatomicamente los 
dos mas importantes organos de la vida psiquica, que las 
neuronas que los componen se comportan diferentemente desde 
los puntos de vista histologicos y antogenicos y que presentan 
las mismas diferencias quimicas (en su respuesta a aertos 



[65] 



PEDRO FIGARI 



distinto: el sensorial y el rational, y Hgeckel propone 
que se denominen celulas estetales a las que integran 
el primer foco, y fronetales a las que integran el 
otro, como bien caracterizadas. 

Aun cuando no me hallo habilitado para inter- 
venir en este orden de asuntos, tan obscuros y esca- 
brosos hasta para los mas preparados (esto mismo 
acaso determina y excusa mi osadia), me parece que 
no se trata aqui de una diferencia substancial de 
centros, sino mas bien de diversos grados de evolu- 
tion, en una misma substantia. Las celulas estetales- 
sensoriales acaso sean tan solo residuales, ancestrales, 
que no han evolucionado tanto como las demds, o 
sea las que se supone constituyan el fronema. Estas 
son, en tal caso, las que, mas evolucionadas (las rec- 
tificadas), han Hegado a las formas racionatjzadoras 
que ahora, por lo menos, forman la modalidad su- 
perior del funcionamiento psfquico humano. 

Es tarea de fisiologos y psicologos, si no lo fue T 
ra de anatonomchhistologos, precisar este punto; pero 
nos parece muy probable que esa distincion que se 
comprueba en las formas del funcionamiento inte- 
lectual, asi como tambien en las propias del fun- 



reacttvos coloreados). Podemos concluir asi que las neuronas 
que constituyen los dos organos, son tambien diferentes en su 
estmctura fntiraa; las vias fibriiares complejas que recorren su 
citoplasma deben ser diferentes, aunque nuestros medios de 
investigacion no nos lo permitan comprobar. Para disunguir 
esos dos generos de neuronas, propongo se llame celulas es- 
tetales a las celulas de los focos sensoriales, y fronetales a las 
de los focos del pensamiento. Las primeras constituyen anato- 
ca y fisiol6gicamente el camino de comunicacion entre los 
organos de los sentidos y los 6rganos del pensamiento". Mara- 
villas de la vida, t I, pag. 24, v. c 



166} 



ARTE, ESTfeTICA; IDEAL 



cionamiento sensorial, no deba responder a distintas 
circunvoluciones cerebrates, sino tan solo a un distort 
to grado evolutive de todo centre o circunvolucion. 

Algo que parece comprobar esto, es que, en cud- 
quiet orden de asuntos, siempre se manifiesta la in- 
teligenaa humana con un fondo mas espontanea- 
mente idealizador, predispuesto a mecerse al son de 
las evocaciones del pasado, y a encarar las cosas del 
punto de vista tradicional. Sobre ese fondo, y reac- 
cionando sobre esa tendencia hereditaria, es que se 
opera el proceso racionalista, positivo, invariable- 
mente ascendente. 

Puede decirse que ideatear, e idear dentro del 
campo idealizado, es la regla, e idear rationalizando 
en el sentido cognoscitivo, libre, es la exception. Es 
claro que dentro de estas dos formas de la cerebra- 
cion intelectual, tanto de la que sirve de fondo como 
de la que opera rectifications, pueden presentarse 
todos los grados y variedades imaginables en su evo- 
lution. Graficamente, la obra evolutiva cerebral po- 
dria representarse por una tela homogenea, en la 
que se van estableciendo puntos diferenciales de rec- 
tification. Si la imagen fuera aceptable, se dirfa que, 
todavia hoy, dichas rectifications se ofrecen como 
ciertas sederias, con ramos y flores diseminados con 
sobria parsimonia. Es una minima ava parte la de 
ideaciones superiores. 

Al examinar las multiples formas de relaciona- 
miento psico-fisico y psico-psiquico, comprendiendo 
en esta ultima denominati6n nuestro relationamien- 
to con las ideas y estados de conciencia, veremos 
que todas ellas pueden resumirse en dos fundamen- 
tals: la idealization y la ideation. La primera es la 
fotma tradicional y, por lo tanto, mas pasiva y es- 



[67] 



PEDRO F1GARI 



pomanea. Ella se acusa a cada paso en las formas 
ordinarias de la vida, puesto que es nuestro fondo 
mismo, adquirido por la herencia: es nuestra hijuela. 
La segunda, la ideacion, requiere un esfuerzo men- 
tal, porque es una obra de rectificacion, en la que 
rratamos de adaptarnos al mundo exterior en una 
forma activa, de dominio, de conocimiento. 

Alrededor de estas modalidades psiquicas es que 
giran las investigacioiies psicologicas y casi todas 
las discusiones filosoficas. 

Es cierto que en ambos dominios se teje perpe- 
tuamente, y se mejora el tejido, pero la evolucion 
tiende a dar prevalencia a las formas racionali^a- 
doras de rectificacion, como mas eficaces, las que 
terminan en el conocimiento de la realidad, de lo 
que es, de la verdad, en otras palabras. Ese punto 
terminal del esfuer2o de nuestra cerebralidad es m- 
conmovible, y, al contrario, tiende a confirmarse 
por las ampliaciones del conocimiento. 

Debido a los errores tradicionales, principalmen- 
te, nosotros no percibimos muchas cosas del mundo 
exterior, ni del psfquico, asf como son, sino del 
punto de vista convencional de sus relaciones habi- 
tuates para con nosotros, y un sinnumero de antece- 
dentes personales, hereditarios o no, concurren a dar 
una mayor arbitrariedad a nuestras apreciaciones; 
pero la evolucion va operando lentamente el pro- 
ceso de rectificaciones racionales, es decir, efectivas, 
y asi es que palpamos los resultados de ese proceso 
invariable, por lento que sea, y aprovechamos de 
sus beneficios. 

Por la idealization sonadora, a cada instante in* 
currimos en un desconocimiento de la realidad, y 
como que, por otra parte, no solo idealizamos mu- 



[68] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



cho mas de lo que ideamos, sino que tambien, al 
abstraer, plasmamos mentalmente todavia nuestras 
abstracciones dentro de formas concretas, representa- 
tivas, simbolicas, puede decirse, y mas o menos ar- 
bitrarias, se acentiia considerablemente esta causa de 
error. 

De este doble proceso mental resulta el semillero 
de convendones y de disidencias humanas, que 
hacen oecesaria una previa definition para enten- 
derse. Cada cual obra con arreglo a sus facultades, 
a sus tendencias y a su temperamento, e idealtfa, 
clasifica y concreta a su manera. Si se hitiera un 
recuento de todos los convencionalismos que han 
quedado consagrados por la costumbre traditional, e 
incorporados a nuestras practicas sociales, habria una 
obra interminable que realizar, es decir 3 la misma 
que realiza la evolucion. 

El hombre se siente de tal modo dominado por su 
tendencia idealizadora ancestral, trascendida de ge- 
neracion en generacion hasta nosotros, que hasta ha 
llegado a atentar contra la realidad misma, intentan- 
do desfigurar y desnaturahzar las cosas mas natura- 
Ies, como es el instinto, por ejemplo, su propio instin- 
to fundamental. A este se le ha pretendido suprimir de 
mil maneras. Por una sene de disciphnas y conven- 
cionalismos consagrados, se ha pretendido — vana- 
mente es cierto — no educar, sino anular el propio 
instinto vital, y de ahi han resultado males inenarra- 
bles, asi como los mayores desconocimientos de la 
realidad y la mayor variedad de desconocimientos. 

El amor, por ejemplo, se ha desnaturahzado tanto 
dentro de las convenciones humanas, que seria ya 
dificil determmar el punto en que la anormalidad 
se separa de lo normal. De ahi que este asunto se 



[69] 



PEDRO FIGABJ 



preste tanto para los temas literarios y teatrales. Ofre- 
ce el doble atractivo de la curiosidad y de la comici- 
dad, fuera de las demas excitaciones. Los celos y el 
adulterio se adaptan admirablemente a la idealiza- 
tion, porque dados los convencionalismos sociales 
que pretenden encadenar y desconocer el instinto, se 
ofrece £ste bajo multitud de formas subrepticias. Tal 
absurdo es lo que soiasa a los terceros espectadores, 
en tanto que se atormentan y deliran los protagonis- 
tas, Es asf que vemos agotar este veneto 4 estetico" en 
el drama, en la tragedia, en la novela, en la come- 
dia, etc.; pero no es que sean los celos y el adulterio 
asuntos "mas esteticos", objetivamente, sino que en 
nuestro ambiente despiertan mas facilmente cerebra- 
ciones espontaneas, y tanto mas espontaneas cuan- 
to que, en el fondo, todos palpamos la inconsistencia 
de los convencionalismos sociales y la incongruencia 
de las reglas legales con respecto a los mandatos de 
la naturaleza, Pero no es esto solo, por cierto, lo que 
se nos presenta idealizado arbitrariamente. Pasa lo 
mismo con el valor, la codicia, el lujo, la salud, la 
familia, el dolor, la vida, la muerte, etc Los concep- 
tos corrientes deforman de mil maneras estas realida- 
des, es decir, estos fenomenos ordinarios de la natu- 
raleza. 

El ambiente concurre de un modo incisivo tam- 
bien a determinar tales modalidades psiquicas. En 
cada medio social rige una mentalidad particular. En 
un medio mas o menos primitivo, como en una agru- 
paci6n turbulenta y belicosa, por ejemplo, se hace la 
apologia del valor personal o colectivo, del arrojo, 
del denuedo, como de virtudes capitales, mas capita- 
ls que el caracter mismo, es decir, la entereza cons- 
ciente de la propia personalidad, porque son elemen- 



[70] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



tos indispensables para imponerse, para triunfar; en 
uix medio industrial o cientifico, se hace la apologia 
de otras virtudes mas positivas, mas complejas y edi- 
ficantes, y se hace gala mas bien de refinamiento y 
de erudicion; en un ambiente mistico s? exalta la 
humildad, la sumision y se dirigen los ojos hacia arri- 
ba en son de suplica, si algun factor especial no in- 
tervene para determinar rebeldias. En el nino es 
donde mas facilmente pueden observarse las influen- 
cias y sugestiones del medio. De ahi que sean de tan- 
ta importancia la educacion, la instruccion y el ejem- 
plo en esa edad mas que en otra alguna. Es que una 
vez que se ha impresionado el cerebro, es dificil ha- 
cerlo reaccionar. Mas facil es dejarse llevar por la 
corriente, rehuyendo toda ideacion libre, dominadora. 

Es indescriptible nuestra propensi6n a las formas 
evocativas, idealizadoras* En ese campo todo puede ser 
ideali^ado de mil maneras y en cualquier sentido. 
Victor Hugo, por ejemplo, poetiza los escarpines de 
un nino, de tal modo, que vemos en ellos los atribu- 
tos y encantos de la infancia. De ahi que una prenda 
tan infima, nos resulte un sfmbolo de exquisita ter- 
nura. 

En la acepcion usual, que equipara el arte a la 
belleza, Zola ha dicho que una obra de arte "es un 
rincon de la naturaleza visto a traves de un tempe- 
ramento". Esta implicita aqui la idealization estetica 
de ese rincon de la naturaleza, operada por ese tem- 
peramento. El rincon es tal cual es. No tiene en si los 
elementos integrales del fen6meno estetico. Analiza- 
do minuciosamente, no se percibiria en 61 ningun 
germen de esteticismo; mas asi que lo idealizamos; 
apenas nos abrimos a las evocaciones que nos sugie- 
re; apenas nos relacionamos con 61, tratando de aso- 



[71] 



PEDRO FIGARI 



ciar nuestras evocaciones mas espontaneas, y pene- 
trando en sus secretos e intimidades, no con espintu 
cientifico, geometrico, matematico, diremos, sino con 
un espintu idealizador, surgen los elementos de ca- 
racter estetico emotional, Por medio de una ideali- 
zation de esta indole hemos integrado, hemos poeti- 
zado esa realidad, que es tan indiferente para con nos- 
otros. Es mediante tal complemento que las cosas, las 
mas infimas, a veces adquieren en nuestra imagina- 
tion un valor simbolico inapreciable; y debido a que 
no nos es faal disociar nuestra propia integration de 
aquello que hemos integrado, pensamos que "tal re- 
lation" es un atributo de la cosa misma, cuando en 
realidad es la asociacion de nuestras idealizaciones 
con la cosa, un relationamiento psico-fisico, lo que 
no nos deja ver ya en su desnudez la realidad objetiva. 

Si se suprimiera por una mutilacion la facultad 
de idealizar, veriamos que aquello mismo que se nos 
ofrece Ileno de encantos ? de hechizos y embelesos, de 
irisaciones poeticas y de sugestiones evocadoras, per- 
deria de inmediato todo esto. Seria un desencanto 
completo. Si esto ocurriera antes de que un pleno 
conocimiento positivo, cientifico, hubiera trocado en 
ideaciones cognoscitivas, dominadoras, ese caudal de 
idealizaciones que nos vincula al mundo exterior, 
acaso nos hallaramos en condiciones muy seme j antes 
a las de las especies inferiores. No les aventajariamos 
mas que por el caudal de nuestras conquistas cien- 
tificas. Se veria a la realidad despojada de un cu- 
mulo de "encantos" que casi llenan nuestra menta- 
lidad- El hombre se sentiria como un nuevo elemento 
semi fatal mas, en medio de la fatalidad de las leyes 
que rigen el mundo exterior. 

Privados de pronto de esa modalidad mental que 



[72] 



ARTE, EST£TICA, IDEAL 



nos permite ver las cosas con los hechizos de la idea- 
lization, antes de que el conocimiento cientifico hu- 
biera operado su obra de selection intelectual, evolu- 
tiva, sustituyendo los conceptos tradicionales por 
conceptos mas positives, ocurnria lo propio que si de 
improvise pudieramos ver lo que tiene por dentro y 
como funciona el organismo de un ser querido, por 
vivisection; menos aun, puesto que no experimenta- 
riamos m la desilusion ni el dolor. Nos sentirfamos 
' Vacios" mentalmente. Es esto lo que puede explicar 
las predilecciones retrospectivas de los reactionaries, 
y las fobias misoneistas de los conservadores, amantes 
del ensueiio tradicional. El aimulo de idealizariones 
asimiladas forma, pues, un caudal necesario* que solo 
puede ser sustituido utilmente por las rectificaciones 
evolutivas de caracter cientifico; de otro modo ocu- 
rriria un verdadero desastre. 

Segun estan las cosas, y debido a la complexion 
humana, la naturaleza, la reahdad toda, se nos pre- 
senta como un vivero inagotable de ideahzaciones 
que nos vmculan intimamente a ella, y sobre esa 
trama es que surgen los puntos de rectificacion idea- 
dora cientifica, evolutivamente. 

Interesa evidenciar la existencia de ese factor, que 
actua tan intimamente en todas las formas de la ac- 
tividad mental, y que se exterioriza de tantas mane- 
ras. Conviene evidenciarlo, porque es una realidad. 
De este gran caudal de idealizaciones acumuladas, no 
solo echan mano los "artistas" para realizar sus obras, 
sino todos los ejemplares de la especie tambien, y 
para todo. Es un elemento de tal modo identificado 
con nosotros mismos, que no podemos prescindir de 
el. No hay quien pueda sustraerse a esto, tanto en 



[73] 



PEDRO FIGARI 



las manifestations mas simples de la vida ordinaria 
como en las demas. 

Sobre las cosas que nos hemos acostumbrado a en- 
carar del punto de vista traditional, sobre aquello 
que no hemos podido sometet a un examen personal 
y Iibre, es dear, sobre un cumulo de prejuicios, asi 
como sobre nuestras propias imagenes y abstraccio- 
nes acumuladas, nosotros ideamos o idealizamos, ya 
sea disyuntiva o copulativamente; pero lo que idea- 
lizanios, es siempre mas de lo que ideamos. Es inmen- 
so, pues, el cumulo de cosas idealizadas y de nuevas 
idealizaciones que integran el campo de la actividad 
mental, y es ese el gran filon que todos tratan de 
aprovechar a su favor. Los enamorados que se aci- 
calan para agradarse reciprocamente, como el in- 
dustrial que engoma y pone un envase vistoso a sus 
productos, tratan de explotar esa veta; el comerciante 
que presenta de cierta manera sugestiva sus mer- 
cancias; el profesional que adopta una indumen- 
taria, una literatura y una oratoria apropiadas; los 
sectarios religiosos y los mismos politicos profesiona- 
les que aman la pompa y lasformas suntuosas, casi 
siempre de puro aparato; las personas que comprimen 
sus impulsos, sus pasiones, sus instintos y ocultan sus 
defectos bajo una sonrisa superior y amable; todos, 
de una u otra manera, tratan de aprovechar esa for- 
ma tan comun de cerebrar, a su favor. La mujer, por 
su parte, es un prodigio en el arte de agradar, es 
decir, en el arte de promover ideali2aciones, aun mas 
que juicios, que le sean favorables. 

Lo que no nos es conocido, lo idealizamos dentro 
de los moldes tradicionales, mas o menos rectificados 
en la evolution, y es asi que todavia pagamos tri- 
buto a las cerebraciones de nuestros mas remotos an- 



[74] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



tepasados. Todavia sentimos marginalmente, dire- 
mos, los efectos de la idealizacion mas ancestral, 
magnificante, que trataba de explicar por el pro- 
digio cualquier fenomeno: el fuego, los eclipses, el 
trueno, el rayo, las sequfas, los fen6menos sismicos, 
el titilar de las estrellas, etc, etc, y es sobre ese viejo 
bastidor que bordamos nuestras nuevas formas de 
ideation y de idealization, 

Pero es en multiples formas que actuan estas dos 
modalidades psiquicas. Puede decirse que forman, a 
veces, algo asi como personalidades alternativas, aun 
en los casos mas normales y ordinarios. Lo que 11a- 
mamos tentacion, verbigracia, puede decirse que es 
un conflicto de ideaciones e idealizaciones. La cere- 
bration idealizadora ostenta sus mirajes seductores, 
en tanto que la cerebration ideadora trata de preci- 
sar, de concretar, formulando razones. En esa alter- 
nativa segun predomine una u otra forma cerebral, 
valiendonos de la locution corriente, "caemos" o 
"no caemos" en la tentaci6n. La option se determina 
por la prevalencia de una u otra de estas dos formas 
de cerebrar. 

Nosotros ideamos e idealizamos, segun nuestras 
sensaciones, nuestros apetitos, nuestras necesidades, 
nuestras aspiraciones, y con arreglo a nuestra idiosin- 
crasia, y es asi como sobre un mundo impasible e in- 
diferente para con nosotros, los cerebros se agitan en 
todo sentido: la codiaa, el amor, la previsi6n, la 
gloria, la fortuna, el azar, la felicidad, el crimen 
mismo, y en ese laboratorio inmenso, que abarca 
desde la idealizacion mas incipiente hasta la mas 
compleja, desde la ideacion mas torpe hasta la mas 
intensa y agil, de vuelo caudal, es que se engendran 
la conception artistica y el esteticismo, la belleza y 



[75] 



PEDRO FIGARI 



el ideal, de tantas maneras cuantas sean las moda- 
lidades cerebrales. 

Las ideaciones e idealizaciones encaminadas en el 
sentido de lo necesario perentorio, fomentan el des- 
arrollo de la actividad mas instintiva, diremos, com- 
prendiendo aqui todo aquello que es mas indispen- 
sable para vivir; las ideaciones e idealizaciones en 
el sentido de nuestras conveniencias, determinan la 
etica; las ideaciones e idealizaciones en el sentido de 
nuestras tendencias y predilecciones mas esponta- 
neas determinan el esteticismo, la emocion estetica 
y la belleza; las ideaciones e idealizaciones en el 
sentido de nuestro mejoramiento, de nuestra mayor 
emancipation y de nuestro dominio sobre el mundo 
exterior, determinan el ideal. 

Nuestros medios de action son limitados e lmpo- 
tentes para abarcar y dominar Io que es, tal cual es, 
si bien el esfuerzo cientifico tiende a ese resultado, 
mas, en tanto que se amplia este conocimiento mas 
exacto de la realidad, quedan zonas idealizadas in- 
mensas, todas a rectificarse en la evolution. 

Es tan honda y persistente la cerebracion de in- 
dole tradicional, que no nos permite ver, a veces, 
las cosas mas claras. Asi, por ejemplo, a fuerza de 
ver las cosas del mundo exterior relacionadas del 
punto de vista de los atnbutos convencionales que 
les ha adjudicado el hombre para su mayor como- 
didad, para facilitar su relacionamiento con el mun- 
do exterior, hoy estamos obligados a hacer un es- 
fuerzo considerable para disociar nuestro propio 
concepto psiquico de Io que perabimos. Cuesta 
pensar que una montana, el famoso Himalaya o el 
Chimborazo, verbigracia, no son grandes; que un 



[76] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



grano de arena no es chico, que no es duro el gra- 
nito ni blando el fango. 

Esas formas cerebrales cristalizadas durante el 
largo proceso de nuestra ascendencia, no es facil 
reducirlas Es claro que no costaria igual esfuer- 
20 lograrlo entre los intelectuales como entre los 
analfabetos; pero se requiere, asi mismo, un esfuer- 
to considerable. Si para desmontar a los insulares de 
Polinesia de su culto a la serpiente y de sus ldealtea- 
ciones sanguinarias se requiere un esfuerzo casi in- 
superable, no es mucho menor, sin embargo, el que 
se precisa para demostrar a un europeo o amencano 
que una estatua griega, por ejemplo, no es bella en 
si, ni una catedral gotica, ni un verso del Dante, 
ni una tela de Rembrandt, ni la "Sonata" de Franck. 
Se exige para esto un razonamiento cerrado. jEs 
fabulosa la tenacidad de las ideas y conceptos que 
nos trasmite la tradition! 

Acostumbrados como estamos a objetivar nuestras 
propias cerebraciones, se nos antoja imposible que 
aquello que estamos habituados a calificar, con arre- 
glo a sus relaciones mas frecuentes para con nos- 
otros, pueda ser tan solo un efecto de relaciona- 
miento, mas o menos accidental y conventional. 

La relacion de efecto a causa, que podrlamos Ua- 
mar en este caso "llusion causal",, nos confunde de 
tal modo, que caemos a cada mstante en el error de 
apreciar esa relacion como una realidad puramente 
externa, y es asi como hemos llegado a objetivar 
las cualidades que atribuimos a las cosas, como si 
fueran atributos esenciales de las cosas mismas. Asi 
es como se han objetivado tambien la belleza y todas 
las demas formas y variedades del fenomeno estetico. 

Para verlo mas claramente, bastaria considerar lo 



[77] 



PEDRO FIGARI 



que ocurre, verbigracia, con los autografos y demas 
reliquias antiguas, las que alcanzan, a veces, precios 
exorbitantes. Solo nuestro espfritu evocativo ideali- 
zador puede explicarnos este fenomeno, que, de otro 
modo, semejaria un simple contrasentido. A un es- 
piritu plenamente positivo le resulta dificil com- 
prender que una cosa inservible, sin ningun interes 
practico, pueda ser tan codiciada. Cierto es que los 
soriadores se escandalifcan al oit que se pone en duda 
el valor de un objeto, para ellos tan preeioso, por 
su vieja historia, por mis triste y prosaica que ella 
sea. Asi, por ejemplo, una silla incomoda que ha 
servido personalmente a Luis XIV para posarse con 
su famosa real fistula, se la paga y se la aprecia en 
mucho mas que un confortable sill6n moderno. Y 
a medida que nos alejamos en el pasado, sube de 
punto esta veleidad de los sofiadores. 

Nada podria explicar este fen6meno, como no sea 
la idealization evocativa, 

Los espiritus sonadores entienden, sin embargo, 
que es la cosa misma que coleccionan la que contiene 
en si esos elementos tan estimables para ellos, sien- 
do asi que es su propia< cerebration la que se los atri- 
buye a la cosa. Pagan asf sus propias ideahzationes, 
cuando no se trate de puros "snoblsmos", de simples 
afectaciones de yanidad suntuosa, por demas fre- 
cuentes. 

Cada cual encara, o, por lo menos, puede encarar 
un mismo objeto, desde diversos puntos de vista, y 
es asi que el mismo objeto, segun lo encaremos, se 
nos presenta de distintos modos. El especulador o el 
comerciante, al mirar una obra de arte, ya sea una 
escultura, una pintura, un poema, etc, lo consideraran 
del punto de vista del lucro; y los empresarios tea- 



[78] 



ARTE, ESTCTICA, IDEAL 



trales, por lo comun, en vez de deleitarse con el 
canto de las divas y tenores que contratan, calculan 
sus ganancias en prosa pura,/entretanto que el pu- 
blico aplaude y delira. 

No es juicioso, pues, prescindir de esta realidad 
palmaria, de esta constante trasmutacion de la rea- 
lidad, de este relativismo que es, para el hombre, la 
caracteristica mas intima de la realidad. Si en el tea- 
tro linco, verbigracia, donde los personajes hablan 
cantando inverosimilmente, y mueren de igual mo- 
do, no concurriera nuestra idealizaaon, nuestro pro- 
pio caudal evocativo, reiriamos hasta destermllarnos. 
En cambio, nos emociona, y, a veces, hondamente. 

Para con el mundo exterior, el hombre no se 
ofrece como un elemento pasivo, pues, como la cera 
m como la "estatua" de Condillac; ni es su cerebro 
una oficina telefomca central, como afirma Berg- 
son, que solo pone en comunication sin agregar na- 
da, 1 Al contrario, combina esa impresion indivi- 
dual con sus propios elementos psiquicos. Luego, es 
mas bien un laboratorio quimico, y a menudo pone- 
mos de nuestra parte en ese relacionamiento, como 
se ha visto, mucho mas de lo que ha integrado en el 
el mundo externo. 

De todo este sedimento secular, de todo este limo 
de idealizaciones, que arranca de las fuentes de la 
vida y que perpetuan la herencia y la tradition, sur- 
ge el fenomeno estetico emotional; de las rectifica- 
tions que se operan por la ideation cognoscitiva, sur- 
ge, en cambio, el fenomeno estetico rational, segun 
intentaremos demostrarlo. 



1 H Bergsoir Malert-a y memona, pags. 19-20, v, c. 
[79] 



PEDRO FIGARI 



III 

GENERACION DEL FENOMENO ESTfiTlCO 



Hemos dicho que hay dos modalidades intelecti- 
vas fundamentales: la ideation y la idealization. Por 
ambas vias puede producirse el fenomeno estetico, 
ya sea dentro de esas dos modalidades cerebrales de- 
iinidas, o bien en su confluencia. Cada sujeto, segun 
su temperamento, vibrara mas por una u otra de es- 
tas dos formas intelectivas, si bien es tan imposible 
que los ideadores se hallen exentos de toda influen- 
cia idealizadora, como la inversa, Unos y otros ac- 
tiian, pues, en ambos campos, por mas que en cada 
cual prepondere, por lo comun, una u otra de estas 
formas mentales. 

Tanto en el dominio idealizador, como en el idea- 
dor, se ofrecen y pueden ofrecerse todos los grados y 
variedades imaginables. En el primero, en que cam- 
pea el culto al pasado dentro de una sentimentalidad 
evocadora, se opta por lo imaginativo, por lo fantas- 
uco, por lo impreciso; en el segundo, al contrario, 
se tiende a precisar, a encarar el pensamiento de un 
modo mas positivo, concreto y dominante, por cuan- 
to predomina la racionahdad; y asi como las ideah- 
zaciones y las ideaciones pueden alcanzar todos los 
grados y variedades imaginables, segun se ha dicho, 



[80] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



tanto las unas como las otras pueden dirigirse a cual- 
quier piano de la actividad mental y exhibirse alii 
lo mismo en sus manifestaciones rudimentarias, in- 
feriores, que en las superiores, mas conceptuosas o 
geniales. Al propio tiempo, segiin sea la indole de 
la individualidad, toman cuerpo unas u otras de las 
infinitas variedades y matices de estas dos formas 
generates de relacionamiento. Nada es mas personal 
que el esteticismo. 

Asi como la ideahzacion va integrando el esteticis- 
mo emotional, la ideation integra el esteticismo ra- 
tional. En las formas emocionales hay algo de arro- 
bo } de hechizo, de encantamiento que se caractenza 
por su vaguedad; en las racionales hay simples cons- 
tataciones intelectivas conscientes. En las pnmeras 
tiende a predominar nuestro sensor 10, en un estado 
de baja conciencia, en tanto que en las manifesta- 
ciones de orden racional predomina la inteligencia 
en vigilia. Nadamos con los ojos abiertos. 

Es diffcil distinguir el fenomeno estetico de indo- 
le emocional, del fenomeno estetico de indole ra- 
cional, porque en ambos fenomenos concurren el 
sensorio y el intelecto, asi como la conciencia misma, 
puesto que segiin nuestro concepto de la individua- 
lidad, ella no puede dividirse; 1 pero concurren de 
distinta manera y en diverso grado de coparticipa- 
cion. No obstante, fuera de la zona intermedia, de 
transition, de los fen6menos emocionales y raciona- 
les, pueden caracterizarse las formas tipicas, en las 



l Segiin nuestro modo de pensar, en todo estado psi- 
quico concurre directa o mdirectamente toda la individuali- 
dad, de igual modo que en todo acto de una u otra manera 
concurre todo el organismo. De esto nos ocuparemos mas 
adelante. 

[SI] 



PEDRO FIGARI 



cuales prevalece el sensorio o el intelecto de una ma- 
nera mas franca y definida. 

No hay, por eso, soluciones de continuidad, sino 
simples gradaciones y variedades en el desenvolvi- 
miento de las modahdades esteticas. De igual modo 
que nos resulta a menudo dificil establecer una cla- 
sificaaon precisa y categorica entre la simpatia, el 
"flirt", el afecto, la ternura, el carino, la amistad en 
las relaciones bisexuales, y el amor, que giran desde 
los confines de la fruicion animal instintiva hasta las 
formas mas impersonates, nos resulta dificil tambien 
distinguir los fen6menos que se desarrollan en el 
vasto dominio estetico, desde el deleite con que se 
satisface un apetito animal hasta las formas supe- 
riors de la cerebraci6n iotelectiva dominadora, so- 
bre todo cuando estos fenomenos se manifiestan 
con lineamientos mdefinidos, no tfpicos. 

En los mismos confines de la satisfacci6n de la 
necesidad o del apetito animal, debe buscarse la 
genesis del fenomeno estetico. Apenas se inician la 
ideacion y la idealization, y asi que esas cerebracio- 
nes se elevan del piano de la necesidad o del ins- 
tinto animal premiosos, puede surgir el esteticismo 
en sus formas incipientes, y a medida que se sustrae 
del circuito de la necesidad vegetativa, se intensifica 
esa modalidad mental, llegando a asumir, a veces, 
caracteres inequivocos. 

El "gourmet", verbigracia, que ideahza la nutri- 
cion, y alii donde los demas descubren un manjar 
sabroso, o un vino puro, £1 aprecia sus mas tenues 
matices, y evoca; los enamorados que se magnifican 
recfprocamente, por una generosa idealization; el 
que en alas de un recuerdo poetiza, despojandolo 
para ello de las incidencias y detalles molestos, asi 



[82] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



como el esteta que al contemplar o al considerar 
un paisaje, una fisonomia, una escena que a los ojos 
de un indiferente se ofrecen sin particularidad al- 
guna digna de fijar su atencion, idea o idealiza y 
evoca en el sentido de sus predilecciones, forman 
por igual en el campo estetico, fundamentalmente, 
por mas que haya diversos grados y variedades en 
esos mismos estados psfquicos, de un orden identico 
en lo esenciaL 

El indio que tane, ya experimenta acaso, y puede 
experimental una emocion estetica incipiente de 
indole musical; mas entre el salvaje que tane y el 
musico que interpreta una "romanza" de Schumann, 
o el celebre "Largo" de Handel; o Chopin, cuando 
interpretaba uno de sus preludios o nocturnos, o 
Wagner, cuando concibio su soberbia Tetralogia, si 
bien hay un esteticismo identico, esencialmente, es 
tal el numero de grados intermedios, como puede 
serlo el que existe entre el vuelo de una mosca y el 
del aguiia. 

En el orden racional ocurre otro tanto. El salvaje 
que idea una trampa, o un arma, o un ardid para 
luchar con ventaja y veneer al enemigo, y razona en 
el sentido de sus tendencias y aspiraciones, entra, o 
puede entrar, por lo menos, en el dominio de las 
modalidades esteticas; ya esta en aptitud de experi- 
mentar el goce estetico racional quiza; pero entre 
el salvaje que cerebra torpemente, y Darwin que in- 
duce el origen humano, hay un abismo, dentro de 
un mismo campo: el raciocinio. 

Es muy poco juicioso pensar, como se piensa, que 
fuera de la faz emocional no hay manifestaciones 
de esteticismo; que el naturalista, al dedicar su vida 
a la observaci6n de la naturaleza, no es tan esteta 



[83] 



PEDRO HGARI 



como Monet, Anglada, Brangwyn u otros que, pre- 
ferentemente, ocupan su vida pintando, o como 
Debussy o Strauss que la emplean escnbiendo mu- 
sica; que Nansen, el duque de los Abruzzos, Peary 
o Amundsen y tantos otros, al afrontar la ruda vida 
de los hielos polares, para explorar, no son tan 
estetas como Segantini, verbigracia, que tambien 
afronto la vida de los hielos alpinos, para pin tar; 
que Kock, Roux, Metcknikoff y tantos otros, al 
vivir en sus laboratorios, investigando, no son tan 
estetas como Isaie o Thompson, que viven consa- 
grados a descubrir la variedad de matices y sonori- 
dades de sus violines; que el que vuela, o pesca con 
cana no es tan esteta como el que maniobra el "an- 
gelus" o la guitarra; que el esteticismo intelectivo 
de Spallanzani cuando se aprestaba a resucitar roti- 
feros desecados treinta afios antes, sea menos tipico 
o inferior al esteticismo emotivo de Paganini cuan- 
do estimulado por una princesa ardorosa ejecuto un 
tro^o admirable en su magico instrumento. Se trata 
de variedades, simplemente, de un mismo fenomeno 
esencial. 

En todos los campos de la vida psiquica, a nues- 
tro juiao, puede producirse la cultura estetica; y 
lo mismo en el dominio de las idealizaciones senti- 
mentales evocativas, que en el de ideaciones franca- 
mente racionalizadoras, dominantes, cognoscmvas, es 
interminable la serie de variedades y de gradaciones 
que puede ofrecer cada orden de manifestaciones en 
el desarrollo de una misma modalidad. 

El ''sportsman" idea e ideahza sobre los incidentes 
de un premio clasico, con la misma espontaneidad 
con que el espiritu romantico lo hace acerca de aven- 
turas o galanteos, y que el matematico con respecto 



[84] 



ARTE, EST£TICA, IDEAL 



al calculo. Cada uno lo hace de acuerdo con sus 
predisposiciones personales> y de ahi que resulte tan 
dificil concordar acerca de Io que es interesante 
o aburrido, simpatico o antipatico, bello o feo; de 
ahi que se haya consagrado el adagio: "sobre gustos 
nada hay escrito". 

Puede verse, asimismo, que esta enorme multiple 
cidad de manifestaciones esteticas se acusa dentro de 
dos pianos fundamentals : la ideacion y la idealiza- 
cicn, y que, en cada uno de eilos, se ofrecen mfini- 
tas variedades del mismo fenomeno, en todos los 
grados imaginables. 

Ya el arte, como recurso de accion, se nos pre- 
senta siempre dentro de formas ideadoras, raao- 
nales, aun cuando se aplique a exterionzar estados 
psiquicos emotivos. Fuera de la ideacion, de la ra- 
cionalizacion, no hay arte, y a medida que esta se 
eleva por medio de una deliberacion mas sesuda, 
el arte se manifiesta en sus aspectos super lores; 
pero la manifestaaon estetica, siempre subjetiva, — 
integrada subjetivamente, por lo menos — , y por 
eso mismo personal, no depende tan solo del mayor 
o menor grado de complejidad o intensidad de las 
cerebraciones, sino del ajuste, del consorcio de estas 
con la indole de la personalidad. Cada cual vibra 
esteticamente en el sentido de su personalidad, y 
fuera de ahi, no puede vibrar de un modo estetico. 

En todos los dominios del pensamiento ideador o 
idealizador puede surgir, pues, ese mismo fenomeno. 
Cada individuahdad se deleita a su manera. Si vais 
al campo con un hombre de negocios, asi que lo 
creais compartiendo vuestra emocion, porque mira 
con insistencia hacia ei mismo punto a que mirais, 
extasiado, un paisaje que se os antoja bellisimo, mte- 



[85] 



PEDRO FIGARI 



rrumpira vuestra divagation preguntandoos cuanto 
podria valer la hectarea del terreno, del mismo que 
os encanta porque lo bana el sol "poeticamente". 
Para el, eso es lo mas importante, y creera en con- 
ciencia haber perdido su tiempo si, atraido por la 
luminosidad del espectaculo, se distrajo por un ins- 
tante de sus calculos aritmeticos. Es que el idea e 
idealiza en otro sentido que el vuestro, en un senti- 
do personal, utilitario, mas estxecho, y asi mismo ex- 
perimenta el placer estetico de un modo inequivo- 
camente acorde con sus peculiaridades personales, 

Un entrenamiento apropiado puede hacer que flo- 
rezcan copiosamente las formas esteticas, y que las 
mismas, antes rudimentarias, alcancen una intensidad 
considerable. 

Si se observa bien, se vera que son los mismos 
elementos esenciales los que, evolucionando, produ- 
cen el fenomeno estetico en todos sus grados y va- 
riedades. Todo el organismo — incluso natural y 
principalmente nuestra psiquis — puede Ilegar a un 
estado de mayor aptitud, para que surja mas facil y 
de un modo mas intenso la manifestation estetica, 
Puede decirse, pues, que esta manifestaci6n, en sus 
grados superiores, es fruto de un adiestramiento. Asi 
como la mano tosca de una campesina y la mano 
delicada de una arpista o de una bordadora de en- 
cajes, es un mismo miembro esencial, que puede ad- 
quirir una destreza extraordinaria por medio de dis- 
ciplinas adecuadas, nuestros 6rganos, nuestro senso- 
rio y nuestra mteligencia, de igual manera, pueden 
adquirir mayores aptitudes para el esteucismo, ya sea 
emocional o racional. 

Los comerciantes e industriales enriqueridos — 
siempre tdeadores — se esmeran en manifestar facul- 



[86] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



tades para el ensueno tambi^n, el que, a fuerza de no 
concebirlo, reputanlo superior y de buen tono. En 
cambio, los sonadores, como que apoyan la excelencia 
de sus gustos y aptitudes en los prestigios del pasado, 
se envanecen con ellos, como algunos aristocratas 
modernos, que todavia se pavonean ufanos porque 
sus antepasados directos perecieron en las Cruzadas, 
desdenando el reino prosaico del raciocinio como co- 
sa inferior. 

Hay en nuestro espiritu una predisposition tan 
acentuada a evocar, un fondo tan idealizador, que 
basta cualquier motivo, una simple apariencia, una 
ficcion, una tramoya, para determinar estados psi- 
quicos que llegan a veces hasta la propia emotion 
intensa. Un bronce o un marmol esculpidos, un 
papel o una tela coloreados o simplemente dibuja- 
dos, una serie de sonidos ordenados, puede sugerir- 
nos estados de alma emocionales, mas o menos in- 
tensos. No hablemos de las emociones del treatro 
lirico, en el que abundan las cosas mas grotescas, 
como las corazas y lanzas de hojalata, y en el que 
a veces cantan a un tiempo y al unlsono una mul- 
titud de personajes extravagantes, supuestos duques 
y condesas, miseros remedos, o abigarradas y ridicu- 
las representaciones mitologicas, las que, para mayor 
incongruencia, se presentan todavia estrafalariamente 
disfrazadas. Basta, asi mismo, una cierta disposicion 
de sonidos y de gestos adecuados, para despertar en 
serio emociones en el auditorio, que acude ansioso y 
paga, para deleitarse con estos espectaculos pla- 
gados de artificio y de inverosimilitud. En el mismo 
teatro dtamatico, en que son tambi^n de papel las 
decorationes, ya sean paredes de palacio o muros de 
fortaleza, los que trepidan bulliciosamente, sobre 



[87] 



PEDRO FIGARI 



todo cuando se abren las puertas, por mas que estas 
sean leves como alas de mariposas, alii donde los 
persona j es se presentan cancaturados, empolvados, 
pintorreados y con pelucas incapaces de llusionar, 
las mujeres tambien ridiculamente pintarrajeadas, y 
unos y otros gesticulando casi siempre con afecta- 
cion, por mas que vemos todo esto y oimos al apun- 
tador, y sospechamos aun, cuando no entrevemos, lo 
que ocurre entre bambalinas, y vemos a los antago- 
nistas todavia dandose la mano y saludando son- 
rientes al publico despues de haberse atravesado a 
estocadas, seguimos con recogimiento el desarrollo 
de esa ficcion, y nos impresionamos hondamente. 
jEs extraordinario nuestro poder idealizador! Para 
juzgar de la magnitud de nuestra inclination a sonar 
despiertos, no hay mas que observar el semblante 
de los espectadores, el cual delata una concentration 
en el sentido de optar por la admision de lo que se 
finge, mas bien que por el de darse cuenta cabal de 
la realidad objetiva. Allf nadie idea. Todos idealizan. 

Es cierto que no todos van al teatro a pagar tri- 
bute a la necesidad de solazarse con quimeras, pero 
no lo es menos que los mismos que no van harian 
otro tanto si fueran. 

Hay ramas artisticas que viven exclusivamente de 
la ficcion, y otras que no dejan de valerse de este 
recurso para utilizar esa tendencia a la idealizacion, 
tan acentuada como es. Acaso tal predisposition, 
fuera de las causas tradicionales que la alimentan, se 
deba, en primer termino, a que estamos obligados 
constantemente a percibir la realidad por simples 
imagenes. Nosotros percibimos la silueta de las cosas 
que forman en el rnundo exterior en un claroscuro 
mas o menos coloreado, y lo demas lo inducimos, lo 



[88] 



ARTE, ESWTICA, IDEAL 



deducimos y lo asociamos a nuestras imagenes anterio- 
res; lo relacionamos, mejor dicho, con nosotros mis- 
mos. Si vemos la imagen de un tigre, verbigracia, 
asociamos de inmediato la idea de su ferocidad, de 
su agilidad, de su fuerza, de su alevosia. Nace asi 
el concepto del peligro. Basta, pues, la "imagen" 
para que pueda determinarse todo esto; lo demas — 
fuera de la imagen externa — lo ponemos nosotros. Es 
por eso que resultan tan diversas las consecuencias de 
cada impresion, en cada psiquis, y a la ve2 en cada 
lugar y en cada momento. 

Nosotros no abarcamos por medio de nuestros sen- 
tidos a la realidad, tal cual es, pero como ese proceso 
subjetivo es vertiginoso, no percibimos tampoco sus 
relaciones de sucesion, y es asi que atnbuimos a la ima- 
gen lo que es simplemente un resultado psiquico, 
producido en nosotros mismos con motivo de la 
imagen. El habito de asociar, de infenr y evocar, 
todo lo que operamos ordinanamente en una forma 
mecanica, puede decirse, nos hace creer que todo 
eso lo presupone o lo contiene en si el mundo real. 

Tal forma de relacionamiento, esa incompleta 
perception de la realidad, es lo que tan facilmente 
nos la hace idealizar. Y no nos damos clara cuenta 
de este proceso mental en el fenomeno estetico, por- 
que al lado del caso tipico se encuentra el de orden 
inmediato, y los fenomenos intermediaries van de- 
gradandose por un lado y acentuandose por el otro, 
en la zona de transicion, de tal modo, que resulta 
casi imposible precisarlos, definirlos y clasificarlos 
categoricamente; y estas gradaaones y esfumaciones 
se ofrecen, a la vez, en todo sentido. No hay en 
ninguno de sus dominios soluciones de continuidad 
que permitan una clasificacion aceptable ni facil. 



[89] 



PEDRO FIGARI 



Algo semejante ocurre en el campo de la ideacion. 
Si en el dominio de la idealuaridn, sobre todo en el 
de la idealizaci6n retrospectiva, evocadora, nos ex- 
traviamos a cada paso, otro tanto ocurre en el de la 
ideaci6n, debido a que a menudo esta se desenvuelve 
en el enmaranado tejido de idealizaciones, que cons- 
tituyen nuestra estructura psiquica. La codicia, la 
lujuria, la ambition de dominar, nos esclavizan, a 
veces, como a automatas. Los que sienten esa sed in- 
satiable de acumular o de satisfacer inagotables ape- 
titos mundanos, verbigracia, e igualmente los que 
sienten una irrefrenable necesidad de mando, se ex- 
travlan tanto, unilaterafean de tal modo la existen- 
cia, que concluyen por perder toda noci6n de la 
realidad. 

Unos y otros, todos buscan el orden de cerebra- 
ciones mas espontaneas de la individualidad, el am- 
biente mas propicio para vibrar emocionalmente o 
para idear racionalmente dentro del sesgo de sus 
respectivas inclinaciones. En esto se acusa tambien 
la necesidad est^tica como una modalidad universal, 
instintiva. Cada cual vibra a su manera, y trata de 
vibrar lo mas posible. 

Toda ideacion que se opera en el sentido mas es~ 
pontaneo de nuestra individualidad psiquica, y fue- 
ra del radio de la necesidad o del apetito vital que 
apremian, o de intereses preestablecidos, tambien 
premiosos, asf como toda idealizaci6n que se opera 
en igual sentido, son de indole estSHca; y, a medida 
que se hace mas compleja la inteligencia y se sutiliza 
mas nuestro sensorio, las cerebraciones esteticas 
adquiren mayor variedad e intensidad en cualquiera 
de sus dominios. El que se interesa en la floricultura, 
por ejemplo, comienza a descubrir particularidades 



[90] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



dignas de atencion en las mismas foliaxreas y flora- 
ceas que antes le parecieron desprovistas de todo in- 
teres. Sin bien estas plantas, substancialmente, siguen 
siendo las mismas, nuestro relacionamiento para con 
ellas se desarrolla de distinta manera, merced a nues- 
tra diversa integration psiquka a su respecto. No 
es, pues, porque se modifiquen las cosas del mundo 
exterior, que nosotros las vemos modificadas: es 
porque nosotros nos hemos modificado. 

Esa es la obra de la evolution. 

Sobre el fondo heredado, nosotros vamos tejiendo 
nuevas formas cerebrales de ideation o de idealiza- 
tion, con arreglo a nuestro temperamento, y es asi 
que vamos encarando lo mismo de tan diversas ma- 
neras. Son innumerables los elementos que concu- 
rren a determinar esa evoluci6n personal sobre el 
caudal acumulado por causas multiples y por ac- 
ciones multiseculares, que han ido elaborando nues- 
tra propia individualidad, 

Cada uno idea e idealiza, pues, con arreglo a su 
personalidad, mas o menos consciente, es decir, pro- 
pia, o refleja, —que es lo mas comun — , y es asi 
como se presentan las formas esteticas peculiares de 
cada edad, de cada epoca, de cada civilisation, de 
cada pueblo, de cada hombre; y en cada hombre, 
en cada pueblo, en cada civilizaci6n, en cada epoca, 
en cada edad, el concepto estetico evolutiona tanto 
mas cuanto mas compleja es la cultura. Quiza no 
hay dos personas cuyo concepto estetico coincida, 
como no hay dos caras identicas. Verdad es que 
existe una cierta comunidad de criterios esteticos en 
cada £poca y en cada pueblo, porque concurren fac- 
tores analogos a producirlos, pero esa comunidad no 
es completa, y no podra serlo, quiza, por cuanto son 



[91] 



PEDRO FIGARI 



tan innumerables y variados los elementos que in- 
tegran la modalidad estetica, que es imposible coin- 
cide. Muy dificil, por lo menos. 

Hay tantas vanedades esteticas cuantas son las 
formas de idear e idealizar. Se idea e idealtfa en el 
sentido de la afectividad, de la combatividad, de la 
constructividad, de la destructividad, de la firmeza, 
de la caridad, de la lujuna, del valor, de la sabidu- 
ria, del vicio, de la abnegacion, etc., etc. Asi es como 
plasmamos mentalmente, si puede decirse asi, cada 
una de esta$ abstracciones psiquicas, y a medida que 
se hace mas nutrida la cultura, se desbasta la fun- 
cion psiquica, se ordena, se eleva y se complejiza. 
Es por esta via subjetiva que se llega desde el este- 
ticismo rudimentario al poliesteticismo conceptuoso, 
a la vez que existe un mayor grado de aguzamiento 
intelectual, o de refinamiento sensorial, un mayor 
bagaje rational o emotivo, a medida que se van se- 
leccionando las ideaciones y las idealizaciones en la 
evolution, Pero en medio de ese torbellino de ce- 
rebraciones diversas, infinitamente diversas y cam- 
biantes, puede verse este hecho permanente: cada 
cual procura un campo favorable a sus cerebraciones 
mas espontaneas; cada cual procura, pues, su mayor 
lote posible de cerebraciones esteticas, y los mismos 
que se someten a penosas disciplinas, lo hacen para 
propiciarse una mayor suma de esteticismo, obede- 
ciendo asi a un mandato instintivo, tan instintivo, 
esenciaimente, como es el que determina la nutricion. 



[92] 



ARTE, ESTeTICA, IDEAL 



IV 

LA EMOCION ESTfiTICA 



L LA EMOCION EN GENERAL 

Se ha dicho que la emotion se siente mejor de lo 
que se la define, Esto debe atnbuirse a que la emocion 
no es un estado de conciencia en vigilia. Si acaso 
hay estados de conciencia en plena vigiiia, — lo que 
no creemos por nuestra parte — , la emocion, por 
lo menos, no entra en ese numero. 

Los que se han dedicado a estudiarla, como quiera 
que la hayan encarado, han tenido que admitir que 
hay en este fenomeno un elemento psiquico, una 
cerebraciones sensonal-intelectiva o mtelectiva-senso- 
rial, mas o menos consciente, que precede a dicho fe- 
nomeno. Todo nos lleva a pensar que es esa cere- 
bracion mtsma la que determina los estados psi- 
quicos y fisiologicos que la subsiguen, y que estos 
son consecuencia de aquella; en otras palabras, que 
es esa cerebration la causa eficiente de la emocion. 

No se concibe un estado emocional sin aquella 
cerebration de relationamiento. 

Son indispensables, pues, dos concursos para ge- 
nerar la emocion, 1°, un hecho externa, imagen 
visual, impresion auditiva, tactil, etc., o interno, ob- 



[93] 



PEDRO FIGARI 



jetivado; 2®, una cerebraci6n relacionada con ese 
elemento. Sin ambos concursos no hay emotion, 
segun nuestro modo de pensar. 

Cualquiera que sea el estado psiquico de emociona- 
lidad latente, virtual, no se produce la emotion sin 
que un hecho externo, o interno ob jetivado, con una 
participation de conciencia, por leve que sea, la de- 
termine. En el caso de operarse una conmocion 
cualquiera sin tales concursos relationados, ella de- 
bera atribuirse a causas morbosas. Sin aquellos ele- 
mentos no se caracteraa, pues, el fen6meno de que 
nos ocupamos. 

Un peligro, v. gr., que se cierna sobre nosotros 
sin que lo podamos percibir, nos dejara indiferentes. 
Todos los punales que se esgriman amenazantes 
contra nosotros, no nos inmutaran, si no los perci- 
bimos, mejor chcho, si no advertimos "el peligro" 
que nos amenaza; y a la inversa, si experimentamos 
la excitation de un peligro, por ejemplo, sin causa 
externa alguna, ni interna objetivada, lejos de tra- 
tarse de una emotion, se tratara de un desarreglo 
psiquico u organico* Es preciso, pues, que haya una 
relation efectiva, determinada por un acto de con- 
ciencia, por incompleta que ella sea. 

Es probable que no haya una lmea de separation 
precisa entre ciertos fenomenos patologicos y los 
emocionales; pero a medida que se esboza un con- 
curs© de conciencia relacionado con una impresion 
externa o interna, la emotion se caracteriza. 

Gira asi el dominio emocional desde los confines 
de los estados patologicos hasta los confines de los 
estados intelectivos de conciencia, de conciencia en 
vigilia, sin incluirlos. Ni pueden ser, pues, desinte- 
grados de toda conciencia, ni pueden ser integrados 



[94] 



ARTE, EST6TICA, IDEAL 



de plena conciencia. 1 En esa 6rbita semicons- 
ciente es que se desarrolla, con todas sus variedades, 
grados y matices, el fenomeno emotional. Fuera de 
esa orbita nos encontramos, por un lado, como se ha 
dicho, con la vesania, con el dominio psicopatico, 
morboso, o bien, por el otro, con el dominio de la 
racionahdad, en plena vigilia, que excluye la 
emotion. 

Asi, por ejemplo, si observando nuestros propios 
estados mentales pensamos que vamos a petder 
la razon, podemos emoaonarnos, aunque nuestro 
exarnen introspectivo parta de un antecedente falaz, 
objetivado, puesto que hay*una integration de con- 
ciencia, hay una perception mas o menos efectiva, 
bien que sea supuesta, hay un concur so intelectivo; 
pero si la idea de perder la raz6n nos conmueve sin 
ninguno de estos elementos, solo habra un feno- 
meno patologico. 

Quiza no pueda cada cual encarar desde ese punto 
de vista su propia mentalidad sin emocion, no solo 
por las vaguedades siempre misteriosas que ofrece la 
introspection, sino porque el instinto hace dificil 
que la conduzcamos a nuestro respecto con toda se- 
renidad e imparcialmertfe; mas si alguien examina 
el estado mental de un tercero, puede no emocio- 
narse aunque el examen encuentre causas efectivas 
de perturbacion, y eso es debido, segiin nuestro en- 



1 A fin de evitar una falsa inteligencia respecto de lo 
que denominamos "plena conciencia'*, debemos expresar que 
consideramos siempre relativos los estados de conciencia, de 
modo que, a nuestro juicio, no puede ofrecerse un caso de 
plena conciencia, como tampoco lo concebimos de plena incons- 
cierttia, mientras subsiste la individuahdad organica Debe en- 
tenderse, pues, todo esto dentro de su consiguiente relatividad. 



[95] 



PEDRO HGARI 



tender, a que hallandose exclmdo el acicate instin- 
tivo, la mente actua en plena vigilia y racionalaa, 
en vez de divagar. 

Lo que determina la emocion, pues, es la per- 
dida del dominio que ejercemos sobre nosotros mis- 
mos, lo cual permite el agolpamiento de las ima- 
genes, el tumulto de las ideas, el desfilar de las 
asociaciones y evocaciones sin orden ni concierto. 

Encarada asi la emocion, requiere fundamental- 
mente que se la considere localizada en nuestro ce- 
rebro, en nuestra psiquis, y que participe de nuestro 
sensorio y de nuestra conciencia, de algun modo, 
para que podamos destacarla del dominio patolo- 
gico, puesto que esa cerebration, mas o menos in- 
telectiva, de media conciencia, es, precisamente, la 
que la determina, de un modo esencial. 

Los que explican la emocion por los efectos fi- 
siologicos que la acompanan, como Lange, James, 
Sergi y otros, incurren en una doble omision es 
la primera, que la emocion requiere una causa ii- 
sica o psiquica, de caracter sensorial, ya sea efectiva 
o falaz; y la segunda, es que esto presupone necesa- 
namente un relactonamtento psico-ffsico o psico- 
psiquico, por poco consciente que sea, desde que sin 
este elemento psfquico caemos en el dominio pa- 
tologico. 

Si no hay causa objetiva u objetivada, asi como 
si no hay una intervencion psiquica relacionada con 
esa causa; si alguien comienza a temblar, o a reir, 
o a llorar sin tener motivo alguno, lo primero que 
inferimos es que se trata de un enfermo. Hay, si, 
estados latentes emocionales inconscientes, o sub- 
conscientes, patologicos, o psico!6gicos, o fisiologicos, 
que predisponen a la emoci6n. Un enfermo, un de- 



[96] 



ARTE, ESttTICA, IDEAL 



primido mental, un hambriento, se emocionaran en 
algiin sentido, por lo menos, mas facilmente que un 
normal, pero ellos mismos requieren una causa efec- 
tiva o siquiera supuesta, para que se determine la 
emotion caracterlstica; de otro modo, solo podrian 
constatarsej simples estados morbosos. Un temblor, 
sin que pueda atribuirse a una causa cualquiera por 
el mismo que tiembla, sera una convulsion, no una 
emotion. 

Cierto que hay estados patologicos que semejan 
la emotion, mas no por eso son emocionales; como 
hay emociones que invaden el campo de la pato- 
logia, sin que por eso sean fenomenos francamente 
patologicos. 

Binet, advirtiendo la necesidad de una integration 
psiquica en la emocionahdad, intenta explicarla, re- 
cientemente, como una actitud, es decir, como una 
serie de actos coordinados inieligentemente hacia 
un fin. 1 

A nuestro modo de ver, este psicologo extrema ese 
concurso psiquico intelectivo. Si bien nosotros pen- 
samos que es indispensable cierto grado de concien- 
cia para que se caracterice la emoci6n, entendemos 
que un concurso intelectivo tan definido la excluye, al 
perfilar la cerebration racional de plena vigilia. 

Precisamente, lo que mas impide definir la emo- 
tion, es que este fenomeno es de baja conciencia. 
Pretender su examen introspectivamente, es punto 
menos que exigir de un ebrio que de cuenta de su 
estado de conciencia durante el estado de embriaguez. 
Si mientras dura la emotion tratamos de escudrinar 



3 A. Binet "Qu'est ce qu'une Amotion? " — Vannie 
psychologtque, 1911. 



[97] 



PEDRO FIGARI 



nuestra psiquis, la emotion tiende a desvanecerse, 
porque es incompatible con el estado de plena vigilia. 

La emotion se produce en un campo en que rei- 
nan las idealteationes, las que, como se ha dicho, son 
impretisas, acuden en tropel, en desorden, y siempre 
son, por lo mismo, mas o menos arbitrarias. 1 

En ese campo abierto a las divagaciones, en donde 
perdemos el dominio de nosotros mismos, la emocion 
se ofrece como un reactivo o como un estimulante 
psiquico; y tanto la reaction como el estimulo pue- 
den ofrecetse con innumeras variedades, en todos los 
grados imaginables, desde el mas leve hasta el mas 
violento, y es asf que a veces hasta pueden causar la 
muerte misma. 

Dice Spencer que, fuera de la "impresion" que pro- 
duce un ruido o un espectaculo "alarmante", puede 
producir tambien un estremecimiento, un grito, una 
contorsion, y a veces puede asimismo paralizar los 
movimientos del corazon y causar un sincope. 1 

Se comprende que un ruido no es en u alarmante, 
fuera de todo relacionamiento para con nosotros. Es 
preciso, pues, que u lo conceptuemos" alarmante, y 
esto presupone la consiguiente cerebration Ha sido 
menester que "califiquemos" la alarma, es decir, que 
mentalmente, intelectivamente, en la forma mis fu- 



1 "Un bruit, un spectable alarmant, outre F impression 
qu'ils font sur les organes des sens et les nerfs, peuvent pro- 
duire un tressaillement, un cri, une contorsion de la face, un 
tremblement amene par un relachement general des muscles, 
une sueur brusque, un battement de cceur, un coup de sang a 
la tete, et a la suite, peut-etre, un arret de Taction du cceur 
et une syncope et si I'individu est faible, ce poutra etre la le 
commencement dune indisposition avec son long cortege de 
symptomes compliques." - H. Spencer. Euais sur le progres, 
"Loi et cause du progres", pag. 57. 



[98] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



gaz y rapida, por atbitraria y exagerada que sea, nos 
demos cuenta de que aquel ruido o aquel espectaculo 
implican un peligro para nosotros, porque de otto 
modo nos dejaria impasibles. 

Esa cerebration, ya sea reactiva o estimulante, es 
la que genera la emocion, con todas sus consecuentias 
fisiologicas. No podemos logicamente prescindir de 
ese elemento, porque sin el, sin ese relacionamiento 
psico-fisico o psico-psiquico, quedan por completo 
inexplicados estos fenomenos. Asi, por ejemplo, cuan- 
do ingerimos una substantia toxica o cuando nos in- 
fectamos con algun germen mortifero, sin saberlo ni 
vislumbrarlo, no acusamos emocion alguna. <;C6mo 
podrfa exphcarse, pues, esta actitud tan incongruente, 
en nuestro relacionamiento con el mundo externo, si 
no la explicamos por medio de una cerebracion de 
conocimiento, y, por lo mismo, mas o menos mtelec- 
tiva, esto es, con mayor o menor intervention de con- 
ciencia, por leve que ella sea? 

Si bajo la presion de un estado psiquico intelec- 
tivo puede producirse una hematidrosis, un sudor 
de sangre, como lo afirma Binet-Sangle, 1 ^por 
que no admitir que una cerebracion pueda producir 
los variados fenomenos que se observan en la emo- 
cion, comunmente menos intensos, y a veces mas m- 
tensos tambien? 

Todo lo que contraria mas mtimamente el ins- 
tinto vital, opera una reaction depresiva o violenta, 
tanto mas acentuada cuanto mas en lo hondo con- 
traria ese capital instinto organico; y todo lo que 
favorece y secunda ese instinto opera una action to- 



i Bmet-Sangie. La folte de Jesus, t, I, pag 211, 2* ed- 



[99] 



PEDRO FIGARI 



nica estimulante, tanto mas sensible cuanto mas en 
lo intimo favorece aquel instinto. 

Si, de pronto, en despoblado, nos encontramos 
con un hombre que nos aboca un arma ai pecho, o 
con una fiera pronta a lanzarse sobre nosotros, re- 
cibiremos la sacudida maxima sobre nuestro instin- 
to vital; y sus efectos seran proporcionados a nuestro 
estado psiquico y a la intensidad de la cerebracion 
que reacciona en nosotros mismos, sobre el instinto. 
Puede ocurrir que esa cerebracion nos paralice y nos 
hiele; puede ocurrir que nuestra cerebracion nos 
permita adoptar una actitud de resistencia, ya sea 
defensiva o agresiva; puede tambien causar la 
muerte. Todos esos efectos seran correspondientes a 
nuestra cerebralidad en ese instante, asi como a 
nuestro estado organico, que es el campo donde se 
desarrollan los efectos, puesto que recibe esa sacu- 
dida cerebral como se recibe una descarga electrica. 

Si, en cambio, vemos a dos semejantes que se 
baten, exponiendo ambos su vida, esto nos emocio- 
nara menos violentamente que aquello, y tanto me- 
nos cuanto menos nos mteresen los actores; y es 
asf que llegamos hasta a solazarnos con el peligro 
ajeno, sobre todo cuando los combatientes son de 
especies infenores. 

Es claro que nuestro estado psiquico y organico, 
el primero encargado de engendrar la chispa cere- 
bral, y el otro de recibir los efectos de la sacudida, 
son los que determinan la intensidad de ese relacio- 
namiento en cada caso. Segun sean su excitabilidad, 
sus facultades mhibitorias y sus recursos de resisten- 
cia, en ese instante, todo esto determinado, a veces, 
hasta por factores circunstanciales, asi sera mas o 



[100] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



menos sensible y acaso de una indole tambien di- 
versa la cerebration reactiva o estimulante. 

Una impresion que recibimos puede disociar nues- 
tro funcionamiento cerebral, alterando mas o menos 
por completo su ritmo, de igual modo que puede to- 
nificarlo, como ocurre cuando dicha impresion fa- 
vorece nuestro instinto. Se comprende que en ambos 
ordenes pueden ofrecerse todos los grados, desde la 
tenue emocion grata, tonica, hasta la emocion ln- 
tensa de igual indole, asi como puede verificarse la 
emocion reactiva del instmto, desde la tenue, que 
nos conturba, hasta aquella que nos paraliza o nos 
mata. Lo primero que denota el sujeto emocionado, 
es un desarreglo en las ideas, o sea la perdida del 
gobierno de si mismo, un desequilibrio mas o menos 
acentuado; a veces, la paralisis momentanea. Hace 
ya algunos anos, le of referir al explorador Gifford 
Palgrave un caso tipico. Iba caminando algo sepa- 
rado de su campamento, absorto en la lectura, cuan- 
do, al levantar los ojos, vio un enorme leon que lo 
miraba en actitud de simple curiosidad. Cuenta Pal- 
grave que se sintio helado e incapaz de hacer un 
solo movimiento. Se vio perdido. 

En este caso mismo, si aquella imagen visual no 
hubiera disociado por completo las ideas del ex- 
plorador, no habria habido emocion. Es esa disocia- 
cion, esa dislocacion mental, pues, la que produjo 
el fenomeno emocional, como causa determinante, 
no el leon. £ste permanecio inmovil, mirando con 
curiosidad al viajero, cuya psiquis no acertaba a re- 
cuperar su ritmo normal, y merced a esta actitud del 
temido carmvoro, pudo sentir aquel que renarian 
los ef luvios de la vida, que se regularizaban sus fun- 
ciones psiquicas y se restablecia su equilibrio orga- 



[101] 



PEDRO FIGARI 



nico, al reasociar sus cerebraciones habituales, y pudo 
entonces retirarse mdemne a su campamento. 

Ese mismo leon, visto al traves de las re] as de una 
jaula, como es frecuente verlo en los jardines 200I6- 
gicos, no hubiera ocasionado, por cierto, una emo- 
cion seme j ante, por mas que la impresion "visual" 
es la misma, punto menos. Es evidente que ha sido 
menester una cerebracion reactiva, una conmocion 
psiquica, para que haya podido producirse el feno- 
meno emocional, y cuanto mas violenta haya sido 
aquella reaccion, mas violenta ha debido ser la 
emocion consiguiente. 

Los que prescinden de esa conmocion cerebral, de 
relacionamtento psico-fisico, no podrian explicar por 
que el mismo le6n produce distintos resultados psf- 
quicos y organicos, segiin sean las circunstancias en 
que se le ve, Al objetivar la causa de la emocion, 
quedan explicadas las vanedades de este fenome- 
no. 1 



1 Maurice de Fleury, al examinar el mecanismo de la 
emocion tnste, dice por via de ejemplo: 'Si nous perdons 
quelqu'un que nous aimons, Taccablement profond ou nous 
voila plongts n'est pas la consequence de notre chagrin, mais 
sa cause, L'affreux spectacle de la mort, ou lannonce de la 
nouvelle fatale, par nos yeux ou par nos oreilles, par notre 
nerf opaque ou par notre nerf auditif, projettent a nos cen- 
tres nerveux des vibrations si violentes, ces vibrations vont 
eveiller pour les dilacerer brutalemenr des notions si bien an- 
crees, des associations d'idees si inveterees, des habitudes de 
Tesprit si enracinees, qu'il s'ensuit un accablement, un sur- 
menage La vigueur du cerveau sepuise, sa vitalite s'amoindrit, 
la circulation s alanguit, la respiration devienr faible, nos mus- 
cles detendus fonctionnent avec mollesse, et de tout notre 
corps nos nerfs de sensibilite apportent au cerVeau la notion 
continue de lutte inutile, de faiblesse, de decheance, d'im- 
pouvoir, notre esprit en prend conscience — conscience vague, 



[102] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



Los asociaciomstas consideran las relaaones psi- 
quicas entre los diversos factores y elementos que 
concurren a formar los estados de conciencia, y los 
fisiologistas contemplan los efectos de la emocion 
sobre el organismo, y afirman que son la emocion 
misma. Ni unos ni otros toman en cuenta las rela- 



confuse — et c'est cela que nous nommons tnstesse. Cest un cran 
special, un cran infeneur de 1'activite cerebrale Pour peu qu'il 
y demeure un certain temps, notre esprit en prendra le pii, et 
toutes choses ne Jut apparaitront plus que sous le jour penible, 
melancolique, pessimiste" — Maurice de Fleury Udme du 
enminel. "La person ne humaine", pags. 34-35 

Al encarar asi el mecanismo de la emocion, comienza el 
autor, como se habra visto, por cahficar de "horrible" el es- 
pectdculo de la muerte de aquel "a quien amamos", en todo 
lo cual hay una cerebracion implicita, un hecho de relacion 
del cual no ha podido prescmdirse, porque es real Pues bien- 
es ese hecho, precisamente, el que apreciado mas o menos 
conscientemente, decermina la emocion, segun nuestro modo 
de ver 

Sergi, al estudiar la fisiognomica de las emociones, dice* 
"La teoria que yo sostengo, es que las emociones son los sen- 
timientos de los cambios mas o menos profundos de las fun- 
ciones de la vida orgamca, desde los mas vitales hasta los me- 
nos, desde el movimiento del corazon y de la respiracion 
hasta las secreciones, al desequilibrio sanguineo por accion va- 
somotor, por dilatacion o restnccion de los vasos, en cual- 
quier lugar de la circulation que sea, hasta el aumento o la 
dismmucion de la energfa neuro-muscular, desde todos los fe- 
nomenos de la agonia hasta el exceso de la accion de la ener- 
gia vital Si el sentimiento de estas alteraciones de las funciones 
orgamcas, refendo a la conciencia, es el que constituye la 
emocion, no vemos ningun motivo para aceptar las mterpreta- 
ciones de Spencer y Darwin, al menos de la totalidad, no me- 
nos que las de otros autores que hacen de esas alteraciones un 
efecto de la emocion. 

"Los fenomenos de los cuales hablo, no se derivan de una 
corriente nerviosa, excesiva o indirecta, sino de una corriente 
directa, una vez excitado el centro emotivo comun Sin esta 



[103] 



PEDRO FIGARI 



ciones fisico-psiquicas y psfco-psiquicas, que son de 
una realidad innegable. No obstante, es menester que 
la impresion que produce el mundo objetivo se com- 
bine con nuestras cerebraciones, y que estas sean 
"apropiadas", para que se opere la emocion. De otro 
modo ella no puede generarse, sea cual fuere la ca- 
hdad de la impresion, vale decir, de la imagen tras- 
mitida por los sentidos. 

Por su parte, James, Lange, Dumas, Sergi, de 
Fleury y otros pensadores y psicologos toman los 
efectos de la emocion por la emocion misma. Es 
evidente que si el hombre no tuviera un organismo 
como campo de expansion a sus cerebraciones, estas 
no podrfan manifestarse en todos sus efectos; pero 
no quiere decir esto que sea el organismo, donde se 
manifiestan los efectos, la causa de la emocion. Con 
igual razon podriamos decir que si el cerebro no pu- 
diera recibir impresiones y modificar sus ritmos, no 
se sentirian los efectos fisiologicos de las mismas. 

La vertigmosidad con que se producen las acciones 
y reacciones cerebrales hacen creer en su sunulta- 
neidad con los efectos fisiologicos, pero es indudable 
que sin una previa apreciacion mas o menos cons- 
ciente de las imagenes que impresionan el cerebro, 



cornente directa, de excitation de los organos nutritivos, no 
habria mnguna emocion Si el corazon continuase invariable- 
mente sus pulsaaones, si los movimientos respiratonos fuesen 
malterables, si mnguna perturbation circulatona se produjese, 
ni ningun desequilibrio sanguineo, si las secreciones no se 
detuviesen o no aumentasen hasta el exceso, no tendrfamos pla- 
ceres ni dolores, ningun sentimiento de mayor bienestar o de 
malestar, y las ideas, como las percepciones, permanecerian in- 
eficaces para suscitar una emocion cualquiera". — G. Sergi 
Las emoaones, pags. 284^285, v. c 



[104] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



no se realgar fa la . emotion. Asi, por ejemplo, si 
mientras estamos bebiendo un vaso de agua, se nos 
asegura que dicha agua esta contaminada por alguna 
sustancia toxica, nosotros nos emocionamos. <<Por que 
ese cambio? Debemos pensar que es porque pode- 
mos apreciar ese antecedente de un modo contrario 
a nuestro instinto, y si con iguales seguridades se 
nos dijera que esa agua es un nectar de longevidad, 
al apreciar ese antecedente tan favorable a nuestro 
in teres instintivo vital, tambien nos emocionamos, 
pero de muy distinta manera. 

La parte de conocimiento y de conciencia que in- 
terviene para determinar los estados emocionales es 
incomplete, y aun exigua, si se quiere, pero es ella 
la que conmueve al organismo. Es asi, relacionando 
las imagenes e impresiones externas o internas ob- 
jetivadas con nosotros mismos, que nos emociona- 
mos; mas no son esas imagenes e impresiones por 
si solas las que determinan la emocion. El mundo 
exterior no nos trasmtte emociones ni estados de con- 
ciencia: nosotros las generamos alrededor de las im- 
presiones e imagenes que llegan a nuestro cerebro 
por medio de los nervios trasmisores. Debemos pen- 
sar que la suposicion tan acreditada de que las sen- 
saciones las proyecta "hechas" el mundo exterior, es 
un residuo egocentrico. Nosotros decimos todavia 
que los elementos extenores nos impresionan, nos 
excitan, irritando nuestro sensono, cuando es mas 16- 
gico admitir que nuestro sensono se impresiona o 
se excita en sus relacionamientos con el mundo ex- 
tenor. Pasa con esto como con la leyenda de la fe- 
rocidad de las fieras, que tan a menudo demuestran 
ser menos feroces que el hombre mismo. 

Nosotros cerebramos instinttvamente en el sentido 



C103] 



PEDRO FIGARI 



de nuestras tendencias individuates, de nuestras ne- 
cesidades, de nuestras aspiraciones, y todo lo que nos 
hace reaccionar nos contraria, y puede determinar una 
emocion, lo mismo que todo lo que nos favorece 
nos tonifica, nos complace, nos deleita y puede llegar 
a emocionarnos vivamente. Dentro de estos pianos 
en que se operan todas las formas emocionales, y en 
ambos pianos, pueden producirse todos los grados y 
variedades emocionales. La risa, verbigracia, parece 
ser una forma de reaccion. Es una dislocacion de 
nuestra mentalidad, que se opera en una forma 
inofensiva, amable. Por lo general, la hilaridad, co- 
mo se ha dicho, se genera cuando una situation o un 
problema complejo se resuelve en una forma de- 
masiado simple o incongruente y desproporcionada, 
o bien a la inversa, cuando una situaci6n simple se 
resuelve de un modo por demas grave y complicado. 
Es lo inesperado de la solution con arreglo a nuestra 
mentalidad, lo que nos mueve a risa. En esta forma 
de reaccion, como que no esta en juego nuestro inte- 
res instintivo, la reaccion se produce sin contrariar- 
nos; al contrario, solazandonos. Puede decirse que 
esta en analogas condiciones el llanto que nos solaza 
en el teatro y en la novela, siempre por fuera de los 
apremios instmtivos. 

Todas estas formas tan variadas de relaciona- 
miento se operan de multiples maneras, pero siem- 
pre dentro del ritmo cerebral, y ya sean favorables 
o desfavorables, acordes o discordes con el, producen 
diversos efectos. 

Pero no solo nos impresionamos en nuestros re- 
lacionamientos con el mundo exterior, sino tambien 
en nuestros relacionamientos con nosotros mismos. 
Un simple gesto propio puede sugerirnos un estado 



[106] 



ARTE, ESTJ&TICA, IDEAL 



de conciencia, y este, a su vez, al reobrar, puede de- 
terminar efectos en nuestro organismo. Los efectos 
fisiologicos que subsiguen a este estado psiquico de- 
bemos suponer que son una consecuencia de la ce- 
rebration, aun cuando admitamos que puedan a su 
vez ref luir y reobrar sobre el estado psiquico y deter- 
minar una nueva direction a la cerebration causal, 
promoviendo asi nuevos estados psiquicos y orga- 
nicos subsiguientes. Se ofreceria asi en esta modali- 
dad, una de las formas del circulo vicioso. Asi, por 
ejemplo, si alguien me contraria con una frase o 
con un gesto, y yo, a mi vez, al manifestar mi con- 
tranedad, la magmfico y la exagero, mis propias pa- 
labras y ademanes pueden modificar aquel primitivo 
estado de conciencia, y pueden aun promover un 
nuevo estado, distinto del anterior. 

Se advierte que estas mismas reacciones no exclu- 
yen, y por lo contrario, presuponen una cerebration, 
como elemento necesario del fenomeno emocional. 

Esos hechos que nacen de nosotros mismos, ac- 
tuan como "agentes" en nuestro cerebro, de igual 
manera que los hechos externos. Si entre tanto que 
jugamos alegremente, nos infenmos una herida o una 
contusion, las consecuencias organicas de la misma 
determinan un nuevo estado psiquico. Esto acusa 
que podemos actuar sobre nosotros mismos, ya sea 
por medio de nuestro organismo, sobre nuestra psi- 
quis, o viceversa, del mismo modo que actiia el 
mundo externo, y no solo fisico-psiquicamente, pues, 
sino tambien psico-psiquicamente y psico-ffsicamen- 
te. En los fenomenos corrientes de autosugestion es 
donde puede verse mas facilmente el imperio que 
puede adquinr uno sobre si mismo, como lo eviden- 
cian tamos antecedentes, entre otros los famosos fa- 



[107] 



PEDRO FIGARI 



kites, Es asf como nos relacionamos con el mundo 
exterior, y con nosotros mismos, de tan distintas ma- 
neras. 

En el orden psiquico, hay renovamientos cons- 
tantes, como en el mundo organico, y de ahf una 
serie interminable de acciones y de reacciones en 
nuestro relacionamientos psico-fisicos y psico-psfqui- 
cos. Asf, por ejemplo, antes de conocer la composi- 
tion del aire y del agua, y antes de tener noticms res- 
pecto de la circulation de la sangre, estabamos rela- 
cionados organicamente con el aire y el agua, y la 
sangre arculaba de igual modo que ahora por nues- 
tras venas y arterias, y el aire penetraba en nuestras 
pulmones como ahora; pero este conocimiento nos ha 
relacionado "cognoscitivamente" con todo eso. Ahora 
hay, fuera de la relaci6n organica, una relation de 
conciencia, de conocimiento. Un nuevo orden de ce- 
rebraciones se ha agregado a nuestros estados psiqui- 
cos, modificando nuestro relacionamiento Ksico-psi- 
quico y psico-ffsico. La innumerable serie de acciones 
y reacciones que genera este renovamiento cons- 
tante es incalculable, asi como la diversidad de es- 
tados psiquicos que engendra cada nuevo orden de 
relacionamientos. Hasta que nos supomamos hbres, 
liberrimos, para decidit de nuestros actos, nos halla- 
bamos relacionados con nosotros mismos, y con los 
demas miembros de la especie, de muy distinta ma- 
nera que ahora que podemos formar una conciencia 
mas informada respecto de los factores que influ- 
yen en nuestras detisiones. Solo se han modificado 
las formas de relacionamiento, mas no el relaciona- 
miento en si mismo. 

Las diversas culturas tambien determinan aspectos 
diversos en todas las relaciones. Un guerrero, verbi- 



£108] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



gracia, no encarara sus relacionamientos con el mun- 
do exterior y el psiquico de igual manera que un 
mistico o que un refmado. La mujer, cuya cultura es 
mas delicada asi por su propia complexion como por 
su genero de vida, esta mas predispuesta a generar 
emociones. Con cualquier motivo exclama y se agita, 
y basta, por lo comun, un pequeno peligro, para que 
sienta el panico, el espanto. Dejemos de lado, en 
todos los casos, las excepciones. 

Para ver mejor aiin la variedad posible de relacio- 
namientos, asi como para comprender cuan superio- 
res son los relacionamientos a base de ideacion, com- 
parados con los que se operan en el campo idealiza- 
dor, pongamos un nuevo ejemplo. Entran varias 
personas a una casa donde acaba de consumarse un 
asesinato. Se vera alii que los espintus idealizadores, 
mas impresionables, quedan cohibidos, en tanto que 
los ideadores acusan un mayor dominio sobre si mis- 
mos, por lo menos revelan facultades inhibitorias. 
Los pnmeros se aturden y se of uscan, y en tanto que 
los otros tratan de ver si pueden prestar algun auxi- 
lio a la victima o descubnr algun antecedente que 
sirva para esclarecer a la justicia, aquellos, horrori- 
zados, exclaman, gntan, gesticulan, o, consternados, 
apartan su vista del sangnento escenario. Los prime- 
ros resultan dominados por su propia emocion, en 
tanto que los ultimos dominan, porque no se con- 
mueven tanto. Se emocionan menos poijque razo- 
nan mas. 

Lo que acusan los distintos sujetos en este caso, 
deja ver que el mismo asunto, la mis ma causa oca- 
sional, puede determinar todas las f ormas y variedades 
imaginables de relacionamiento, desde la emocion 
que confina con el dominio patologico, y aun el fe- 



ll 109] 



PEDRO FIGARI 



nomeno patologico mismo, hasta la emocion que 
confina con el campo mas normal de la racionalidad, 
y tambien la manifestation superior netamente idea- 
dora, de plena vigilia. 

De lo que antecede, se deduce. 

1° Que los relacionamientos emocionales se ope- 
ran siempre mediante una cerebracton intelectiva- 
sensorial o sensonal-intelectiva, de media conciencia, 
y mas bien idealizadora que rational, libre. 

2^ Que la emocion es el resultado de un relacio- 
namiento psico-ffsico, o psico-psfquico, que se ope- 
ra desde los confines del domimo morboso y el ra- 
tional de vigilia, normal, y dent to del campo instm- 
tivo. 

3 P Que la emocion se opera de tantas maneras 
cuantos sean los estados psiquicos que sirven de cam- 
po a su desarrollo, y producen efectos fisiologicos en 
relation a la intensidad reactiva o esttmulante de la 
cerebration causal y proportionates al estado orgd- 
mco: en el primer caso, disocia nuestro ritmo cere- 
bral, y lo desconcierta; en el otro; Io asocia, lo refuer- 
za 5 Io tonifica. 

4 9 Que la emocion es siempre un fenomeno de 
car deter inferior a la ideation racional, dominadora 

5 9 Que la emocion ttende a evolucionar mediante 
una selection de las ideahzaciones, y de las propias 
ideaciones que puedan integrarla, siempre en el sen- 
ttdo de bacer prevalecer las ideaewnes sobre las idea- 
lizaciones. 

6 9 Que los estados psiquicos latentes de emocio- 
nalidad no Hegan a caracterizar la emocion hasta que 
una cerebracton, que partitipa de la concienaa, la 
deter?nina. 



r no] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



Esto rige, segun nuestro modo de pensar, en todas 
las emociones. Veamos ahora como se caracteriza la 
emotion estetica. 



II. EMOCION ESTETICA 

Era pretiso que fijaramos nuestro concepto sobre 
la emotion, en general, antes de entrar al estudio de 
la emocion estetica, por cuanto esto ha de facilitarlo, 
desde que, a nuestro modo de ver, todas las emocio- 
nes son de identica naturaleza esencial, y se operan 
dentro de un mecanismo analogo. 

La emocion estetica, si bien mas delicada, porque 
emerge fuera del apremio instintivo, se caracteriiza 
por la vaguedad, por la imprecision, asi como por la 
arbitranedad con que se ofrece con respecto a sus 
causas generadoras, mas no por eso deja de exhibirse 
dentro del campo instintivo, infranqueable para la 
individualidad, segun trataremos de demostrarlo mas 
adelante, al ocuparnos del instinto, porque tanto es- 
te como la conciencia son inseparables en la indivi- 
dualidad. De este punro de vista tambien indivisible. 

Si el instinto, identificado con la individualidad, 
puede ofrecerse en formas tan atenuadas que causen 
la llusion de la libertad mental, la conciencia, por su 
parte igualmente inseparable, puede ofrecerse en to- 
dos los grados imaginables sin llegar al de plena con- 
ciencia ni al de plena inconstiencia, que son imposi- 
bles, dentro de la individualidad. Todas las manifes- 
tations de la misma, pues, participan del instinto y 
de la conciencia, si bien en distintos grados, segun 
predomine una u otra de sus modalidades, es dear, 
de sus formas de actuacion, Lo que no se mamfiesta 



[ill] 



PEDRO FIGAKI 



dominando dentro de Ios elementos constitutive* y 
esenciales de la personalidad, actua asi mismo como 
fondo, en una forma secundaria o accesoria, pero actiia 
siempre, dado que es la personalidad la que actua. 

Sentado esto, que me parece inconcuso, tratemos 
de ver como se manifiesta la emocion estetica. 

Ya sea que esta forma emoaonal se presente en 
un sentido tonico o reactivo, es dear, favoreriendo 
o contrariando el ritmo de nuestra mentalidad, co- 
mo la manifestation estetica se desarrolla fuera de 
todo apremio instintivo, puede resultarnos grata, si 
bien reactiva. La reaction no hiere ya nuestra perso- 
nalidad, porque esta se halla en descanso, diremos, 
dejandose mecer en un campo mas impersonal, mas 
hbre. La propia contiencia no esta en vigiha, sino 
tambien atenuada, adormecida. Por eso es que nos 
deleitamos de igual modo con las evocationes del 
placer que con las del dolor, con una escena alegre 
que con una triste. Nuestras cerebraciones son en- 
tonces "desinteresadas" y, por lo tanto, espontaneas. 
De ahi la ilusion de que esta es la manifestation su- 
perior de nuestra mentalidad. Cierto que es una de 
las manifestaciones mds desligadas del apremio vi- 
tal, pero, a nuestro juicio, no es la unica, ni la me- 
jor, segun trataremos de demostrarlo mas adelante. 

Prosiguiendo nuestro analisis, veremos que la 
emocion estetica siempre florece en la extension in- 
termedia que se despliega desde los confines del do- 
minio patologico al racional, sin penetrar por eso 
en ninguno de ellos. Dentro del pnmero, no es la 
"emotion", propiamente dicha, la que puede mani- 
festarse, segun lo hemos visto anteriormente, y den- 
tro del segundo, esto es, del dominio racional, no 
puede surgir tampoco una forma emotiva bien ca- 



[112] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



racterizada. Si tuvieramos la facultad de razonar li- 
bres de toda imervencion idealizadora, evocativa, se 
hallarlan exchridas, por complete, todas las formas 
de la emocion, inclusa la estetica; pero esto es im- 
posible porque todos cargamos nuestro bagaje an- 
cestral, o sea un lote mayor o menor de modalidades 
psfqmcas forjadas a base de idealizaciones retros- 
pectivas, — el lote congenita que se adquiere por 
herencia — , el cual excluye las formas puras de 
racionahdad, y es asi que siempre pueden observarse 
notas marginales de idealization en las formas idea-' 
doras mas tipicas, en mayor grado por cierto que el 
de ideaciones en las de idealization. Por lo demas, 
estan trabadas de tal modo estas modalidades psiqui- 
cas, que es imposible disociarlas enteramente. Lo 
mas que puede advertirse en las formas caracteristi- 
cas de uno y otro campo, es la prevalencia del racio- 
cinio o la prevalencia de la idealization en nuestras 
elucubraciones y demas estados psiquicos, mas no la 
exclusion completa de una u otra de estas peculiars 
dades mentales que, unidas, constituyen la manera de 
ser de cada mentalidad individual. Para que pudiera 
eliminarse la idealization, seria menester una inte- 
gration total de conciencia, de conocimiento, y para 
que pudiera suprimirse la ideaci6n, seria menester 
una desintegracion de la individualidad, la anulacion 
total del instinto. 

Respecto de lo que no se conoce, es la idealization 
la que prevalece como forma de relacionamiento, de 
igual modo que, respecto de lo que se conoce, es la 
ideaci6n racional la que domina en dicha forma de 
relacionamiento. Hay un hecho constante en medio 
del farrago de aspectos mentales, y es este que, res- 
pecto de lo que se conoce, es imposible la liealiza- 



[113] 



PEDRO FIGARI 



cion. Es el misterio, pues, el gran generador de las 
idealizaciones, del encanto; es el quien nos seduce, 
nos ilusiona o nos aterroriza, el que se nos presenta 
con hechizos y atractivos o bajo una fase torva y 
amenazante. Apenas se disipa un misterio, queda ex- 
cluido ese dominio para la idealizacion y entra la 
ideacion a devanar ese conocimiento, no sin que per- 
duren las formas idealizadoras respecto de todo aque- 
llo que queda fuera de lo conocido, y aun en sus 
propios margenes, Es en ese campo donde puede na- 
cer y nace la emocion. Es el misterio lo que nos 
atrae; es ahf donde vamos en busca de la llusion 
que nos fascina, es alii donde nos embtiagamos, al 
extremo de proclamar que el sueno y el ensueno 
son superiores a la propia realidad que contiene al 
misterio y aun a nuestros propios suenos y ensuenos. 
Los mismos filosofos, encandilados por estos espejis- 
mos N ban llegado a en tender que esa embriaguez que 
se expenmenta fuera del apremio instintivo, al di- 
vagar sobre lo ignoto que nos circunda, es el cenit 
de la vida, jla razon de la vida misma! . , . 

Nietzsche, al hacer la apologia del ensueno, y aun 
el de los suenos Mesagradables", y al parangonar lo 
apolineo y lo dionisfaco, vislumbra la naturaleza de 
la emocion estctica, cuando, refiriendose a los pro- 
pios contrastes que sufre el hombre al equivocarse 
en las formas de conocimiento, dice: "Si anadimos 
a este espanto el agradable extasis que brota de lo 
mas ultimo del hombre, y hasta de la naturaleza, al 
romperse el mismo "pnncipium individuations 
arrojamos una mirada en la esencia de lo dionisfaco, 
que se nos aproxima aun mas por la analogia de la 
embriaguez; o por medio del influjo de la bebida 
narcotica, de la que hablan en himnos todos los pue- 



[114] 



ARTE, EST£TICA» IDEAL 



bios primitivos, o a la aproximacion potente de la 
primavera que atraviesa, llena de alegria, toda la na- 
turaleza, se despiertan aquellos movimientos dioni- 
siacos, en cuyo aumento desaparece lo subjetivo 
hasta el completo olvxdo de si mismo/' 1 

Aqui, este filosofo vislumbra la esencia de los 
elementos constitutivos del fenomeno estetico emo- 
cional; pero entiende asi mismo que es de indole 
superior. Inf luenciado por las ideas de Schopenhauer, 
trata de buscar "la justificacion del Umverso", como 
si fuera una adversidad, y cree hallarla en el arte 
que le permite encararlo esteticamente. De ahi que 
haga la apologia del ensueno, y piense que el com- 
pleto olvido de si mismo es una modahdad tan su- 
perior; de ahi que entienda que en ese extasis desapa- 
rezca lo subjetivo, cuando dicho extasis es precisa- 
mente una manifestation subjetiva, eminentemente 
subjetiva; de ahi que crea que solo por el arte la 
vida es digna de ser vivida fentiendase bien que el 
arte, para el, es sinonimo de esteticismo emotivo); 
de ahi que en sus pujos "optimistas" formule su 
himno a la idealization embriagadora. 

Debio ser torturante el misteno pleno para los 
espiritus imbuidos de lirismo e inchnados, a la vez, 
a investigar. No debieron hallar otro oasis, otro solaz 
que el de la emocion: paraiso efimero que aplaca, si- 
quiera sea por un mstante, "la fiebre de saber", el 
anhelo de ampliar la conciencia, de vivir, encontran- 
do, en vigilia, las ra2ones que hacen estimable la 
vida, que hacen msustituible a la realidad. Es, pues, 
en la vida emocional donde se repararon de su mor- 
tificante condition de hombres superiores, y asf mis- 



1 Federico Nietzsche. El ongen de la tragedian pag. 28, v. c. 



PEDRO FIGARI 



mo incapaces de hallar una mon que presentara a 
la vida digna de ser vivida. La emotion estetica era 
el refugio para esos espiritus cognoscitivos, devo- 
rados por el afan de penetf ar el misterio, porque ella 
se manifiesta fuera del apremio instmtivo. He ahi, 
muy probablemente, la causa de esta option por el 
ensueno. 

No hay ni puede haber emotion fuera del circuito 
subconsciente de la cerebration que idealiza. Para que 
pueda florecer la emoci6n estetica se requiere un 
grado de libertad mental capaz de permitir cerebra- 
ciones magnificantes, en un sentido espontaneo, en 
el de nuestras predilecciones, y fuera de todo calculo 
o de toda mon que haga imperar un estado de con- 
ciencia en vigilia. Es por esto que la emoti6n estetica 
es sedante, generalmente, y tan adecuada al solaz, 
aunque se presente en forma de acre reactivo, como 
ocurre en la tragedia y el drama, verbigracia, en que 
se simulan las contrariedades y sufrimientos reales, 
los que, evocados, no se nos ofrecen ya rudos y dis- 
gustantes, sino desvanecidos por el alejamiento, y 
por eso mismo agradables, aun cuando nos reme- 
moren hechos contrarios al ritmo mental de nues- 
tra propia personalidad, el que siempre va a la zaga 
del instinto. Se comprende asi que haya tanta difi- 
cultad para defmir el fen6meno estetico, en todos 
sus aspectos. 

La mayor o menor facultad de asociar, de evocar, 
asi como el mayor o menor caudal de conocimientos, 
de antecedentes, de emociones recibidas, concurren 
a la generation de la modalidad estetica en la vasta 
orbita en que florece, determinando su mayor o 
menor intensidad, y su calidad mas o menos emo- 
cional o intelectiva, rational. 



[116] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



Cada uno de nosotros ha recogido una suma de 
imagenes, de ideas, de impresiones > de emociones y 
observaciones de di versa indole* Al evocarlas no se 
nos presentan ya en la forma cmda, rigida, aspera 
en que se produjeron en la realidad, cuando hineron 
nuestro instinto, sino atenuadas, veladas por la le- 
jama. El estado psiquico que determina la evocation 
es agradable por cuanto seme j a la contemplation 
de un otro yo< Hay algo de impersonalidad en esta 
forma mental, y es asi que hasta se recuerdan con 
placer los propios dolores y penalidades pasadas. La 
evocation de reahdades que se ofrecen ya irisadas 
por un despertamiento mas leve que el del recuerdo, 
por reminiscencias fragmentadas aun, podria decirse, 
nos permite deleitarnos sobre nuestro propio dolor. 
El sufrimiento que experimentamos tiempo ha, pue- 
de emocionarnos esteticamente, al rememorarlo des- 
pojado de su rudeza, por la distancia. jCuantas veces 
recordamos con fruition una angustia, una congoja, 
un peligro, que nos han conturbado intensamente! 

Lo agradable es la excitation que produce el des- 
file de todas estas imagenes vagamente evocadas y 
que reviven en nosotros, en un estado de semicon- 
ciencia, envueltas en la niebla del olvido, de un ol- 
vido incompleto, naturalmente. 

La evocation es un elemento fundamental en la 
emotion estetica. Si una amnesia nos privara de 
todas las imagenes y demas antecedentes acumu- 
lados, que constituyen el fondo de nuestra indivi- 
dualidad y que reviven por la memoria, quedaria 
completamente excluido este fenomeno, en su fase 
emocional por lo menos. 

Cuando los poetas o actores recitan, tienden instin- 
tivamente a ahuecar la voz, expresando sus conceptos 



[117] 



PEDRO FIGARI 



como si hablaran desde Io ultraterreno o desde epo- 
cas preteritas, para conmover mas. En las escenas 
dramaticas y en las mismas obras musicales o litera- 
rias, por la misma razon, se trata de preparar las emo- 
ciones finales por la evocacion en forma de «* 
mscencia, porque ese leve paso atras, dentro de la 
vaguedad, es de mayor resultado que la repeticion 
total. Esas forma? veladas, marginales, nebulosas, 
de la evocacion incompleta, son mas eficaces en el 
fenomeno emotivo. 

Al evocar recuerdos, sin ningiin concurso exterior, 
podemos tambien expenmentar una emocion de in- 
dole estetica. Se dira que objetivamos nuestras pro- 
pias imagenes y esto es evidente; pero no lo es 
menos que para experimentar la emocion, tenemos 
que integrar esas imagenes psiquicas objetivadas, lo 
mismo que integramos los objetos del mundo exte- 
rior con nuestras propias cerebraciones, las que, en 
este caso, deben ser de baja conciencia. EI placer 
que experimentamos con el dolor y con las mayores 
y mas lacerantes angustias, serfa inexplicable si la 
evocacion no nos presentara todo esto atenuado por 
una idealization, vale dear, distinto de la realidad 
que se rememora. 

El propio Spencer, a pesar de que considera obje- 
tiva la belleza, dice: U E1 concepto que tenemos de 
la belleza, resulta de una acumulacion de placeres 
experimentados ,, ; lo cual presupone una forma de 
integracion subjetiva y especializada, como presupo- 
ne un caudal de antecedentes ps'iquicos, y si al evo- 
car tratamos de fijar el recuerdo, en vez de deleitar- 
nos dentro de la vaguedad de las Ifneas tenues e 
indefinidas, como son las de la reminiscencia; si lo 
precisaramos enteramente, — cosa imposible, por 



[118] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



lo demas — , la emocioa se desvaneceria. Pasariamos 
asi del campo de la idealizacion al del raciocinio en 
vigilia. 

En la obra de arte plastica puede verse esto mis- 
mo mas facilmente. Si el pintor o el escultor ob- 
serva, discurre, examina y analiza su asunto "pro- 
saicamente", y lo fija asi, en vez de idealizarlo, de 
poetizarlo, su obra no resulta ya emocional, por 
cuanto queda exenta de idealizacion. Si quiere emo- 
cionar es menester que exteriorice su propia emo- 
tion, y esta no puede experimentarse fuera de la 
magnification evocadora. Por eso es que se dice que 
la obra de arte es una interpretation personal. 

Se ve asi que la emocion, como toda otra forma 
estetica, requiere esencialmente nuestro propio apor- 
te psiquico, y que la parte objetiva que puede mo- 
tivarla no contiene en si todos los elementos que la 
integran. Las impresiones que engendra el mundo 
exterior son simples imagenes que no tendrian run- 
giin efecto estetico si no las asociaramos a nuestros 
estados psiquicos anteriores, los cuales, segun sean, 
determinan, a su vez, un nuevo estado mental re- 
flejo. 

Segun fuere la indole predominante de las evoca- 
ciones que despierta la impresion, se genera la mo- 
dalidad estetica emocional, como podria generarse 
otra cualquiera: la tristeza, la c61era, la inquietud, 
la alegria, etc. Es la calidad de la reaccion o del es- 
timulo lo que determina la naturaleza de la emo- 
cion, de igual modo que una substancia que ingeri- 
mos determina efectos correspondientes a las reac- 
ciones quimicas que se promueven en la economia 
organica. 

Una disposition tal o cual de colores o de sonidos; 



[119] 



PEDRO HGARI 



un relato o una escena teatral, podran o no despertar 
mas o menos intensamente evocaciones de indole 
diversa, que son las que determinan la emotion; 
pero lo que mas debe notarse es que estas reactiones 
cerebfales, si llegan a emocionarnos esteticamente, 
e$ porque son espontaneas e idealizadoras, que, de 
no ser asi, no caracterizaran esa misma emotion. Si 
no fueran espontaneas, podrian generar cualquier 
otra forma emocional: la alarma, el miedo, la ira, 
etc.; y si no fueran idealizadoras, nos determinarian 
a idear, a razonar fuera de toda emotion. 

La propia integration evocativa fundamental en 
la emotion estetica, se produce con desconocimien- 
to de la realidad externa. Nosotros, con un motivo 
exterior cualquiera, a veces risible, presenciamos, 
segiin se ha dicho ya, un desfile de imagenes, de es- 
tados de conciencia que se nos ofrecen como remi- 
niscencias, atenuadas, vagas, brumosas, indefinibles, 
y si durante el estado emotional quisieramos fij arias 
con precision, de inmediato cesaria ese estado psi- 
quico. La evocacion puede decirse que es algo asi 
como el desdoblamiento de nuestra propia persona- 
lidad, Nos contemplamos mentalmente a nosotros 
mismos idealizando lo nuestro, poetkandolo. Hay 
algo de lo propio que acontece cuando miramos 
nuestra prosaica efigie en las aguas de un lago, 
entre flores. Se reproduce algo de la fabula de Nar- 
ciso en esta modalidad mental. 

La emotion estetica es asi una divagation en el 
senrido mas espontaneo de la individualidad, y ya 
sea estimulando o reaccionando sobre el ritmo men- 
tal, ella puede operarse por cualquier causa, siempre 
que se halle exclufdo el apremio instintivo, y siem- 
pre que declina la ideation de vigilia. La emotion 



[120] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



estetica es una "semi embriaguez", que tiene analo 
gias con algunos de los estados que produce el 
hachich, el alcohol, el opio; tiene algo del extasis, 
de la euforia. Es un estado de vaguedad y de 
beatitud, un leve vertigo, un rapto que excluye el 
examen razonado. Apenas domma la conciencia, 
cesa ese desconocimiento de la realidad que ha po- 
dido determmar nuestras cerebraciones de abandono, 
inebriantes, scnadoras. 

No es en el campo de la ideation, pues, sino en 
el de la idealization que puede operarse este feno- 
meno, produciendo estados de conciencia que no 
solo escapan a la introspeccion porque sus lineas son 
borrosas, sino tambien porque la introspeccion su- 
pone un esfuerzo de vigilia mental, monado, que 
es incompatible con la emocion. 

El hecho de que este estado psiquico especial, 
inefable, sea producido por un agente como el al- 
cohol u otro, o por el sonido o el color; por un ver- 
tigo leve o por cualquier otra causa, no excluye que 
sea esencial de la emocion estetica una cerebraci6n 
evocativa e idealizadora en un sentido espontaneo, 
vale decir, en el de nuestras predilecciones, desde 
que ella no puede ser suprimida de la emocion sin 
suprimir la emocion misma. Que la causa ocasional 
sea el ensueno por la c6ntemplacion, por el sonido, 
el color, la lectura, el recuerdo u otro excitante, 
nada importa a la esencialidad del fenomeno, que 
es, en definitiva, nuestra propia cerebration. La em- 
briaguez puede ofrecerse sin esas formas cerebrales, 
pero la emocion no puede producirse sin ellas. 

Es en nuestra propia psiquis, pues, donde se en- 
gendra, debido a nuestras mismas cerebraciones, esa 
leve embriaguez que denominamos emocion estetica, 



[121] 



PEDRO FIGARI 



y es por esto que ese estado puede tener por causa 
ocasional un estimulante cualquiera, sea externo o 
no. Lo que interesa constatar es que ese estado de 
beatitud que surge a veces al contacto de la realidad, 
no es una consecuencia directa de la realidad misma, 
sino que tiene por causa esencial y determinante, 
las evocaciones de nuestra propia cerebrahdad. Nada 
importa la causa de la excitacion: basta que hay a 
una excitation, liberadora, digamos, que nos per- 
mita divagar fuera del circuito de responsabihdad 
que modelan las circunstancias ordinarias de la lu- 
cha por la vida; nada importa que ese estado lo de- 
termine el sonido, el color, el alcohol, o el hachich, 
o el kafiu, o el dawamesc u otra de las variedades 
y preparaciones del "cannabis indica", o un cuadro, 
una estatua, una poesia, una sonata, etc Es un es- 
tado de expansion, de esparcimiento dentro de nues- 
tros propios dominios mentales. La emocion estetica 
semeja la fruicion que uno experimenta cuando halla 
lo que desea, lo que busca. 

El esteticismo emocional gira, pues, entre la leve 
imagen placida que hemos acumulado y la serie de 
imagenes y emociones que se asocian, las que, si no 
fueron agradables por si mismas, se nos presentan 
gratas por el alejamiento. Usufructuamos, pues, 
nuestros propios caudales; nos replegamos sobre nos- 
otros mismos. 

La evocation es la idealization del pasado. Nos- 
otros vamos integrando nuestra personalidad psiqui- 
ca con el acopio de imagenes y estados de concien- 
cia, aun de baja conciencia, y es asi como nuestra 
personalidad se modela sobre el fondo de su propia 
estructura, en la que, como se comprendera, han in- 



[122] 



ARTE, EST£TICA, IDEAL 



tervenido factores innumerables de todo genero. 
Todas estas imageries y estados de conciencia van 
formando un sedimento que se nos presenta trans- 
formado, idealizado aiin por la emocion, De otro 
modo 3 no podria explicarse que sea agradable la 
emocion estetica al evocar dolores, ansiedades, an- 
gustias y agonias, que son los motivos mas frecuen- 
tes en los asuntos teatrales, en la novela, en la 
poesia, en la musica, y no lo son poco en las propias 
artes plasticas. Puede decirse que la musica se espe- 
rializa en la representacion de estos temas. Beetho- 
ven, Wagner, Brahms, Franck y todos los grandes 
musicos, parece que no hubieran podido sustraerse a 
la fascination de la tristeza, el dolor, que magnifican 
en sus obras sugestivas, y nosotros nos place seguir- 
los en sus evocaciones y melancolias. 

La multiplicidad de elernentos que concurren en 
cada caso para determinar el fenomeno estetico, es 
lo que produce tanta variedad como se advierte en 
este orden de asuntos. Esa misma complejidad es la 
que exphca tambien los grados diversos que ofrece 
la emocion, en cuanto a su intensidad, puesto que 
esta depende de distmtos elernentos y factores cir- 
cunstanciales. Sera tanto mas grata una imagen 
cuanto mas se a juste a nuestra personahdad y de una 
manera mas espontanea* de ahi la diversidad de las 
formas esteticas. 

Algunos psicologos han hecho experiments con 
el hachich, los que corroboran nuestro concepto 
de la emocion estetica. AI leer el relato de sus efec- 
tos, hallamos tales analogias con los estados emocio- 
nales esteticos, que pareceria oir la description de 



[123] 



PEDRO FIGAR1 



una de estos mismos. 1 Se experimenta un embele- 
so inefable; las facultades imaginativas, bajo la ac- 
ci6n de la memoria, de una memoria cuya plas- 



1 Le premier effet produic p^r l'mgestion du hachich 
est, selon Moreau de Tours,i un sentiment de bonheur tout psy- 
chique aupres duquel Ies voluptes les plus spirkuahsees sem- 
blent materielles "Cest un sentiment de bten-etce phvsique 
et moral, de contentement interieur, de joie intime, bien-etre, 
contentement, joie indefinis sable que vous cherchez vainement 
a comprendre, a analyser, dont vous ne pouvez saisir la cause 
Vous vous sentez heureux, vous le dites, vous le proclamez 
avec exaltation, vous cherchez a l'exprimer par tous les mo- 
yens qui sont en votre pouvoir, vous le repetez a saciete, mais 
pour dire comment, en quoi vous etes heureux, les mots vous 
manquent pour l'exprimer, pour vous en rendre compte a 
vous memes". Cest ce sentiment d'euphone qu'on retrouve 
assez souvent en pathologie mentale. 

Le second phenomene est I'exdtation, l'hypoprosexie, la 
dissociation des idees qui est, pour Moreau de Tours, le phe- 
noraene fundamental de tout delire, ce qu'ii a appele le fait 
primordial "Un des premiers effets appreciates de Taction du 
hachich, c'est laffaibiissement graduc de plus en plus sensible 
du pouvoir que nous avons de dinger nos pensees, a notre 
guise, la ou nous voulons et comme nous voulons". "La vo- 
lonte flechissant sous 1'acuon du hachich, la memoire et 1' ima- 
gination predominent, les choses presentes nous deviennent 
etrangeres, nous sommes tout entiers aux choses du passe et 
de l'avenir. . nous nous endormons en revant". "Cest pour- 
quoi les luxuneux onentaux cherchenc a lancer les reves du 
hachich par des voies voluptueuses en se plaint dins le mi- 
lieu choisi. Cest au fond de leur harem, entoures de leurs 
femmes, sous le charme de la musique et des danses lascives 
executees par desalmees, qu'ils savourent lenivrant dawamesc 
et, la superstition aidant, en voila assez pour qu'ils soient 
transported au sein des merveilles sans nombre que le Pro- 
phete a rassemblees dans son paradis". 

Vient ensune, en troisieme lieu, 1' alteration des notions de 
temps et d'espace, resultat de la dissociation des idees. Le 
temps semble dabord etonnamment long; puis les minutes 
deviennent des heures et les heures des journees, enfin "d'exa- 



[124] 



ARTE, ESTCTICA, IDEAL 



ticidad se ajusta a las predilecciones personales, per- 
mite que se divague prescindiendo de la realidad. 
En ese estado, el sujeto puede dirigir sus pensa- 
mientos en el senrido mas espontaneo. Se pierde la 
notion del tiempo y del espacio, y los sentidos se 
exaltan, se hiperestesian. Basta un motiva minimo 
para determinar emociones que llegan hasta el de- 
lirio, asf como para arrobar, o para sumir en deli- 
ciosos estados de dulce melancolia. 

Por otra parte, puede constatarse la diversidad de 
estados psiquicos en distintos individuos, en atencion 
a ia dosis ingerida y a la calidad de la preparation, 
y, a la vez, puede comprobarse tambien que hay di- 
versidad de estados en los mismos individuos some- 
tidos al mismo preparado. Dice Meunier: "La di- 
versity meme de ces troubles est un argument de 
plus en faveur de l'opinion que nous soutenons: le 



geration en exageration, toute idee precise de duree nous 
echappe, le passe et le present se confondent". 

L'hyperacousie apparait alors. La musique agit de la fa?on 
la plus intense sur 1'mdividu hachiche. Cela txent dune part a 
Taction physiologique du poison sur la sensibihte auditive, 
d'autre part aux multiples associations d'idees dont les resul- 
tats sont intensifies par I intoxication "Cest ici vraiment que 
les expressions manquent pour peindre les emotions de toute 
sorte que peut faire naitre l'harmonie La musique la plus gro- 
ssiere, les simples vibrations des cordes dune harpe ou d'une 
guitare vous exaltent jusqu'au dehre ou vous plongent dans une 
douce melancolie. Suivant meme la disposition d'espnt ou Ton 
se trouve, l'ebranlement moral se communique a Torganisme, les 
fibres musculaires et les fibres de Tame vibrent a Tumsson et 
ll survient des veritables mouvements choreiques ou hystenfor- 
mes. 

Raymond Meunier Le kachich Essat sur la psychology 
des paradts ephemeres, pag. 61 y sig. (Los parrafos entre co- 
-millas son citas de la obra de Moreau de Tours). 



[125] 



PEDRO FIGARI 



hachich procure a I'individu qui 1'ingere une eton- 
nante plasticite mentale, il lui donne pour un mo- 
ment la suggestibility et surtout Y auto-suggestibilite 
dun hysterique." 1 

No creo necesario insistir mas, para los fines de 
mi exposition, sobre estas analogias tan patentes. 
Lo dicho basta para evidenciar que el fenomeno es- 
tetico se produce debido a una liberation mental, 
la que permite cerebrar en el sentido de las tenden- 
cias mas espontaneas de la individualidad. 

Si bien hay que desconfiar de los resultados de la 
observation, mientras duran los efectos toxicos, por 
cuanto es siempre sospechosa la lucidez mental que 
se requiere para realizar tan dificiles analisis intros- 
pectivos, pueden admitirse, no obstante, como ciertas, 
estas dos conclusiones igualmente importantes: 

l a Que son arbitrarios, y aun, que pueden ser 
distintos los efectos que produce el mismo excitante 
sobre cada sujeto; 

2 a Que en los diversos estados que determina la 
intoxicacion por el hachich, se advierten fenomenos 
analogos a los que ofrece la emocion estetica, si bien 
menos acentuados en esta, la cual se opera en un 
estado psiquico de baja conciencia tambien, mas no 
tan anulada 

Esta analogia, la primera, principalmente, que es 
tipica y que no puede ser desconocida en la emocion 
estetica, es decir, la de que son distintos los efectos 
que se experimentan en cada cual por iguales exci- 
taciones, y aun los que se experimentan, a veces, por 
cada cual en cada momento; esta analogia, digo, in- 



1 R> Meunier Le bacbtch, p£g. 85. 



[1261 



ARTE, ESTffTICA, IDEAL 



duce a pensar que el excitante tonico, en vez de ser 
causa integral de la emotion, es tan solo un reve- 
lador de las espontaneidades mentales, vale decir, 
que los efectos que experimentamos no son dtrectos, 
sino indirectos. El excitante libera de las trabas cons- 
cientes, y acuerda asi una mayor amplitud de action. 

Al reducir la conciencia que opnme, puesto que 
nos presenta imagenes de responsabilidad en la lu- 
cha, a veces exagerada por la presion de esa misma 
responsabilidad, nos exime de dicha tension moral, 
y esa es, probablemente, la causa de la beatitud eufo- 
rica que se observa en tales estados producidos por 
causas tan diversas, y asi mismo de tan singulares 
analogias. 

Pasados los efectos toxicos, se vuelve a la norma- 
lidad, no sin sentir una depresion, como resultado 
de la reaccion consiguiente, al restablecerse el im- 
perio de la conciencia. 

Acaso la depresion que subsigue se determina por 
causas contranas. A medida que la conciencia nos 
vuelve al estado de vigilia, se nos presenta de nuevo 
la realidad con la notion de responsabilidades que 
aparecen reagravadas, y es asi que aquel estado eufori- 
co nos prepara a experimentar un descenso, un desen- 
canto, el que por contraste consideramos una decep- 
cion. Si entretanto que nos hallamos apesadumbrados 
por una perspectiva sombria, se nos ofrece un es- 
cape, un recurso de salvacion, cesa de inmediato 
nuestra opresion mental y se trueca en un estado 
de beatitud optimista, mas si ese recurso Salvador 
se desvanece, la reaccion que se produce nos hace 
ver exageradas aun las propias tintas sombrias de 
nuestro estado psiquico anterior. Es claro que en 
estos procesos pueden concurrir de distintas mane- 



[127] 



PEDRO FIGARI 



fas los fenomenos organicos y fisiologicos, y las 
demas circunstancias ambientes. 

Esa diversidad de resultados psiquicos ante la mis- 
ma excitation, nos deja ver que no pueden juiciosa- 
mente atribuirse a causas objetivas. El mas leve 
excitante puede conducir a estados psiquicos que no 
guardan relation con el. Bastan unas notas musi- 
cales, una tela pintada, una escena teatral, un verso, 
a veces, para hacernos perder la notion de la reali- 
dad, para hacernos evocar desmedidamente; y fuera 
de esa arbitrariedad, puede verse siempre que son 
tambien distintos y arbitrarios los estados de con- 
ciencia que genera la modalidad estetica, asi como 
el hachich, en cada cual y en cada circunstancia, de 
igual modo que son diversos los efectos fisiologicos 
consiguientes en cada individuo. 

Si bien es dificil apreciar los fenomenos fisiolo- 
gicos en la emotion estetica, fuera de la sensation 
euforica, por cuanto esta no alcanza a asumir esta- 
dos tan definidos fli tan intensos como son los que 
se producen por el hachich, puede verse, no obs- 
tante, que hay una similitud mnegable, l 9 , sensa- 
ci6n de beatitud, cuyas causas no pueden precisarse; 
2^, dificultad para definir las sensaciones que se 
experimentan; 3 9 , debilitamiento de la facultad de 
dirigir nuestras cerebraciones; 4?, asociacion inten- 
sificada de ideas; 5°, disociation de ideas con el 
hecho primordial, causal; 6°, hiperestesia, ilusiones, 
alucinaciones, etc Estas son, en general, las sensa- 
ciones que pudo concretar Moreau de Tours al es- 
tudiar en si mismo las consecuencias psiquicas del 
hachich, segun el extracto que en su interesante 
libro sobre el hachich publica Raimundo Meunier, 
al que ya nos hemos referido. 



[128] 



ARTE, ESTfTICA, IDEAL 



La misma alteration de las nociones de tiempo y 
de espacio que se observa en los fenomenos psi- 
quicos de intoxication por el hachich, puede obser- 
varse en la emotion estetica, en un grado menor 
naturalmente, y de un modo mas definido aun en 
la notion del espacio. Bastan unos tonos para su- 
genr la vision de extensiones. Tambien es cierto que 
bastan unas notas para que podamos deleitarnos, 
como bastan pequenas dosis de "cannabis indica" 
para construir castillos en el aire; pero nos pregun- 
tamos: <de que valdria el excitante, si no hubiera 
caudales propios de idealizaaon que explotar? 

Es precisamente por eso, que nos sentimos atraidos 
por la ilusion, por el ensueno. Esa es la realization 
de nuestros anhelos que alcanzamos momentaneamen- 
te, con estos recursos efimeros. 

No me resuelvo a estudiar mas a fondo estas 
analogfas, porque para ello seria menester contar 
con un tiempo de que no dispongo y con una pre- 
paration que me seria muy dificil obtener. Por lo 
demas, tal cosa no la exige la propia indole de este 
ensayo. Me limito, pues, a indicar las ideas mas ge- 
nerales sobre esta nueva direccion en las investiga- 
ciones que se practican en este campo de estudio tan 
apasionante, para conocer la naturaleza esencial de 
la emoci6n, por si pudieran ser de alguna utilidad. 
Toca a los investigadores experimentados riealizar 
esa obra, si acaso creyeran que ofrece algun interes 
esta nueva senda. 



[129] 



PEDRO FIGARI 



V 

BELLEZA EMOCIONAL 
Y BELLEZA RACIONAL 

Si se hiciera una encuesta plebiscitaria respecto de 
lo que se entiende por belleza, se vena que este 
concepto que pretenden concretar todos los labios y 
que parece tener alguna fijeza objetiva, ofrece los 
aspectos mas impensados y extravagantes. 

Entre los mismos filosofos reina el mayor desacuer- 
do respecto de la belleza, y, como se ha visto, queda 
confundido este concepto con el del ideal, el del arte 
y el de la emocion estetica. Se dice, por ejemplo, 
que son bellos una estatua de Fidias; un drama de 
Shakespeare, un cuadro de Velazquez, la Sonata de 
Franck, el Partenon, la catedral de Burgos, etc,, etc. 
Sobre esto mismo hay un acuerdo mas aparente que 
real. Ni todos los que reconocen la belleza de esas 
obfas — que son un infimo niimero con relacion a la 
especie — encaran de igual modo estas y otras cosas 
consagradas como arquetipos de belleza, ni esos 
mismcs pocos, acordes sobre lo fundamental expe- 
rimentan la misma emocion con respecto a esas 
mismas obras; por lo demas, si la experiment an en 
una forma analoga, ni ocurre por iguales motivos, ni 
con igual intensidad; y si en un momento dado pu- 



[130] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



dieran experimentar la misma emotion con el mis- 
mo grado de intensidad, no aciertan a hacerlo asi en 
todo momento. 

Si se interrogara, por otra parte, personalmente 
a cada uno de los ejemplares de la multimillonaria 
especie humana respecto de cual es la suma belleza, 
la divergencia llegaria a todos los extremos posibles« 
Girarian las opiniones, quiza, entre el dije de hueso 
que pende de un ala de la nam de una hotentote, 
hasta un plenilunio, un ocaso rojo o una esplendente 
aurora boreal 

Esta disparidad inmensa de opiniones, que todavia 
se modifica constantemente con relation al lugar y 
al tiempo, subraya mas aun la clamorosa evidencia 
de que la belleza, asi como las demas formas este- 
ticas, no tienen un caracter exclusivamente objetivo, 
segiin se cree, sino que surgen de nuestro relaciona- 
miento con el mundo exterior y con el mundo psi- 
quico, y las determina nuestra integration subjetiva. 

La belleza es el grado maximo del fenomeno es- 
tetico, tanto en el orden emocional como en el 
rational. Es preciso, pues, considerarla como una 
forma de relacionamiento psico-fisico o psico-psiqui- 
co, que, como tal, requiere indispensablemente nuestro 
concurso subjetivo, ya sea pot medio de idealizaciones 
o de ideaciones, o por uno y otro medio a la vez. 

El concepto de la belleza lo podemos obtener, 
pues, por cualquiera de estos medios. Para mtegrar- 
lo se requieren as! dos elementos relacionados de 
cierta manera: uno objetivo y otro subjetivo, y segun 
sea este ultimo de indole ideal&adora o ideadora, o 
ya que prevalezca una u otra de estas formas mtelec- 
rivas, surgira la belleza emocional o la racional. 

El elemento objetivo, a su vez, puede ser ffsico 



[131] 



PEDRO FIGARI 



o psiquico, como ocurre en el campo de la belleza 
ideologica, en las formas cientificas, en el recuerdo, 
etc , en que objetivamos el primer extreme de re- 
lacionamiento: la abstracti6n, el concepto, la imagen. 

La opinion unanime de Ios pensadores excluye 
las formas racionales del campo estetico. Segun su 
consenso, se acuerda una privativa cerrada en favor 
de las formas emocionales. Esto evidencia, mas que 
otra cosa cualquiera, la babelica confusion que reina 
en todo lo que atafie a la belleza, y explica las in- 
terminables controversias que se disputan el campo 
con cualquier motivo de orden estetico. 

Con una gratuidad indescriptible siempre se ha 
entendido que son bellos el poema, el cuadro, la 
estatua, ciertas cosas y aspectos de la naturaleza; 
pero que no son de igual modo esteticos el invento, el 
descubrimiento, la obra cientffica y el propio gesto 
audaz de los que llegan al sacnficio de si mismos 
para operar una conquista provechosa. 

No pensamos nosotros que ese gesto sea una ins- 
piration de puro altnrismo, como tan a menudo se 
supone, ni que se haya determinado por el proposito de 
merecer la gratitud siempre platomca de la especie, 
smo mas bien que lo inspira el afan de combativi- 
dad que mamfiestan las individualidades bien de- 
finidas; pero, como quiera que sea, no vemos razon 
alguna positiva para pnvilegiar las formas emotivas 
como representaciones integrales de la belleza. Esto 
se debe a un error, precisamente al error inicial que 
objetiva la belleza como un atributo intrinseco o ex- 
trinseco del mundo externo, puramente externo. 

Esa privativa en favor de las formas emocionales, 
menos eficaces, ni tiene asidero en la reahdad. No 
solo hay esteticismo y belleza en el orden racional 



[132] 



ARTE, ESTSHCA, IDEAL 



dominador, sino que, a la vez que se opera una con- 
quista, de inmediato se incorpora a las fotmas emo- 
cionales, mejor dicho, el hombre las asimila para 
mejorar sus propias manifestaciones emotivas Asi 
es que en las propias formas tipicas de este orden, 
la evolution deja ver las incorporaaones sucesivas de 
toda conquista cientifica, y es asi tambien que resulta 
imposible encontrar fenomenos esteticos exentos de 
toda ideacion racional, como lo es la inversa, segun 
se ha dicho ya. Lo que se exhibe, pues, como mas 
tipico en uno y otro campo, es solo la prevalen- 
cia de la ideacion sobre la ideahzacion, o la de la 
idealization sobre la ideacion. Los investigadores 
mas entusiastas revelan tambien sus idealizaciones 
en las paginas literarias con que mamaa sus relatos 
intensos de vigilia, y que brotan allf con una espon- 
taneidad incomparable, de igual modo que los emo- 
cionales denotan ideaciones en medio de sus lucu- 
braciones fundamentalmentc ideakzadoras. 

Lo que mas caractenza al fenomeno estetico y a 
la belleza, que es su grado maximo, es precisamente 
su misma intangibilidad. En sus dominios no hay se- 
parations radicales en ningun sentido: solo hay 
gradaciones, matices o peculiaridades, que, a su ve*, 
no pueden concretarse, porque estan de tal modo 
asociadas, son tan complejas y estan integradas de 
un modo tan intimamente subjetivo, que es impo- 
sible disociarlas para analizar y definir sus com- 
ponentes, Esto denota a las claras su telativismo, 
determinado por nuestra integracion subjetiva. Nos- 
otros, al describir algo que nos parece bello en 
si, describimos nuestro propio estado psiquico, cre- 
yendo referirnos al objeto que lo ha ocasionado, 
como si los atributos que nosotros le adjudicamos 



[133] 



PEDRO FIGARI 



en nuestro propio relacionamiento, fueran cualida- 
des inherentes al objeto mismo. Hablamos de las 
armonias y contrastes de las lmeas o de los tonos de 
un cuadro, de una mujer, de un paisaje, de una sala, 
de una escultura, como si esas Kneas y esos tonos 
fueran o pudieran ser armonicos o fnarmonicos fue- 
fa de toda relati6n con nosotros, es decir, en si 
mismos. 

Sin embargo, cuando miramos un objeto cualquie- 
ra o un ser animado, no observamos sus propiedades 
intrmsecas, como no observamos sus lineas y sus to- 
nalidades propias, sino los efectos que estas producen 
en nosotros. Todo lo que nos impresiona lo conside- 
ramos del punto de vista de sus relaciones para con 
nosotros, y es tan vigorosa la personalidad, que nos 
parece hallarse exclulda de tales relacionamientos 
inevitables. Nosotros tomamos solo en cuenta la for- 
ma en que se operan nuestros relacionamientos para 
determinar si hay belleza o no. Si de la relation re- 
sulta un orden evocador de ideas, decimos que hay 
belleza; de otro modo no. ,;Por que excluimos del 
campo de la belleza, que reputamos superior, las 
manifestaciones supenores del esfuerzo artfstico, es 
dear, las puramente racionales? 

Nadie mega la posible belleza de un cuadro, ver- 
bigracia. <;Y que es un cuadro, en resumen? Es una 
tela plana, donde las disposiciones del color nos su- 
gieren la idea de una realidad idealizada: un perso- 
naje, un viejo, una mujer, un nino, un grupo de per- 
sonas, un paisaje, una marina, etc. Es una obra enca- 
minada a ilusionarnos, a sugestionarnos, a hacernos 
sonar, evocar. Y lo mismo puede decirse de una esta- 
tua o de un trozo musical. 

Si se compara la direction de uno y otro esfuerzo, 



[134] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



el del pin tor, del escultor y el musico con el del in- 
vestigador cientifico, se vera que los pnraeros tienden 
a hacernos desconocer la realidad, en tanto que el 
investigador, al contrario, tiende a hacernosla cono- 
cer; los pnmeros se proponen acumular el mayor 
numero de elementos propicios para embelesarnos 
con una ficcion, en tanto que el investigador trata 
de informarnos a fin de hacernos aprovechar lo mas 
posible de la realidad. En este sentido es que seme j an 
esfuerzos antagonicos, segun se ha dicho. 

Los artistas emocionales rinden culto al ensueno, 
a lo fantasrico, tendiendo a utilizar las modalidades 
que toman la linea tradicional, mientras que el artis- 
ta cientifico trata de rectificar nuestros juicios de 
modo que se rifian, cuanto es posible, al conocimien- 
to de la realidad, y es precisamente esta doble faz 
la que engana: la primera nos seduce, la otra nos 
irrita. Es lo propio que ocurre cuando se nos adula 
y cuando se nos corrige Nosotros nos sentimos pre- 
dispuestos intimamente a agradecer mas el elogio 
que la censura, si bien esta, a menudo, es mas digna 
de nuestra gratitud que aquel. 

Es que el halago va en el sentido de nuestras co- 
rrientes cerebrales y nos parece que afirma nuestra 
personahdad, en tanto que la advertencia contraria 
aquellas corrientes, las pretende desviar, y tal cosa 
presupone un esfuerzo, una rectificacion, una reac- 
cion dentro del funcionamiento ordinario, mas es- 
pontaneo por lo mismo. La forma crftica nos diso- 
cia con nosotros mismos, mientras que el gesto que 
nos reverencia, aunque sea en nuestras peculiaridades 
menos recomendables, nos complace y nos conforta, 
bien que fuere por medio de un engano. Es asi que 
optamos por el estunulante amable antes que por el 



[135] 



PEDRO FIGARI 



reactivo, por mas que este nos convenga. De ahi el 
prestigio que rienen las formas tradicionales, dentro 
de la quimera misma, sobre las formas racionales en 
su propio empeno de penetrar la realidad por el 
conocimiento. 

Tiene que ser muy arbitrario nuestro concepto de 
lo bello, para que acordemos una preeminencia a las 
culturas emocionales de pura ilusion, antes que a las 
culturas cientfficas que tienden a conciliamos con 
la realidad, de la que nos desviaron los errores an- 
cestrales. 

Nosotros decimos que una cosa es tanto mas o 
menos bella cuanto mas o menos se halle de acuer- 
do con nuestro modo de pensar y de sentir. Esto acu- 
sa el aprecio que Ie tenemos a todo homenaje que 
se tributa a nuestra personalidad, y no el mayor va- 
limiento del homenaje en si, porque no hay duda de 
que es siempre mayor y mas digna de aprecio la cri- 
tica si nos demuestra que nuestro modo de pensar es 
inconveniente, falso, o simplemente inadecuado para 
vivir bien, y evolucionar. Esto vale mas, aun cuando 
nos mortifique por un momento 

Si analizamos, veremos que en ultimo termino se 
plantea la eterna cuestion: una mamfestacion que 
nos halaga y otra que nos corrige. Por un lado, aque- 
Ho que tiende a manrenernos en el cauce de la co- 
rriente traditional; por el otro, aquello que tiende a 
hacernos dominar esa cornente, para mejorar. Si bien 
no hay duda que es agradable y comodo dejarse lr 
como cuerpo muerto, tampoco la hay respecto de que 
nunca podremos arrepentirnos de habernos tornado la 
molestia de esfomrnos por mejorar nuestra condi- 
ci6n. 

La belleza se nos presenta asi con dos caras, como 



[136] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



el dios Jano: una que mira hacia atras, otra que mira 
adelante. Para los sonadores, pasivos, la primera ofre- 
ce irresistibles encantos, por cuanto les permite em- 
briagarse coa la evocacion que ideali2a gratuita y 
arbitranamente el pasado; para los combativos la se- 
gunda, que hace esperar mas de lo que se tiene, 
mediante un esfuer^o de avance. Por Io demas, es tan 
superior este concurso, que los mas recalcitrantes 
tambien se aplican a aprovechar de toda conquista, 
como los demas, asi que se concreta, no sin antes ha- 
berse considerado agredidos, cuando no perjudicados 
por ella. 

jLo que costo ver que la sombra es el complemen- 
tario de la luz! Se vio, sin embargo, por los que ob- 
setvan, por los investigadores. Los demas clamaron 
contra ese descubnmiento que conmovia todas las 
visiones fantasticas incubadas en los siglos, y des- 
pues de muchas reservas y refunfunos, cuando no 
hubo ya manera de desconocer la racionalidad de 
est a conquista, la utilizan lo mejor que pueden, y si- 
guen sonando con ella, Es cierto que si Chevreul no 
hubiera aportado este concurso que rectifica y trans- 
forma el lugubre ritmo cromatico de las visiones de 
los vie j os sonadores, si no hubiera concretado esa 
verdad, ellos se habrian podido pasar sin ella; pero 
no por eso hemos de negar que ese revulsivo que 
sacudio las modorras rutinarias de un academismo 
opaco, aburrido, agotado, sin homontes, fue benefit 
cioso hasta para los mismos que protestaban y esgri- 
mfan sus paraguas amenazantes cada vez que apa- 
recia una tela 1 revolucionaria". 

Por esa doble faz de la belleza, es que resulta tan 
dificil concretarla, y el desacuerdo se hace inevitable 
porque, en resumidas cuentas, cada uno de nosotros 



[137] 



PEDRO FIGARI 



es el arbitro de la belleza... de "nuestro" juicio 
acerca de la belleza, por Io menos. 

Para que podamos formar el concepto de Io bello, 
es menester que las ideaciones o las ideahzaciones 
que emergen de cada relacionamiento, se hallen de 
acuerdo con nuestras tendencias y predilecciones. Bas- 
tard que haya un elemeato discordante, para que no 
podamos concretar la imagen de Io bello. Es por esto 
que no encontramos una sola obra de arte, ni un 
solo objeto en el mundo exterior, ni un solo concep- 
to psfquico, ni nada que nos de la impresion de la 
belleza plena, aun cuando nos parezca que se aproxi- 
man, Siempre hay un punto o mas en los que querrfa- 
mos introducir una modification o una ampliaci6n, 
para conformar la obra, el objeto o el concepto a 
nuestras exigencias personales, a nuestra estructura 
psfquica. Por otra parte, se comprende que no hay 
ni puede haber un estado psfquico de absoluta pleni- 
tud, en ningun sentido, 

Se ve as/, por un lado, que es imposible integrar 
enteramente el concepto de la belleza, como el de 
la verdad, como el del ideal; y por el otro, que los 
fenomenos esteticos y estados psfquicos secundarios 
pueden subsistir sin la consecution del grado maximo, 
absoluto, el cual nunca podremos alcanzar, en nmgun 
orden de asuntos, segun todo lo hace presumir. Tal 
es la relatividad de la belleza. 

En nuestro proceso evolutive vamos exigiendo 
perpetuamente nuevos factores, nuevas cualidades, 
nuevos incrementos, y esto, que es inherente a toda 
forma evolutiva, no puede dejar de serlo en estas 
mamfestaciones de la actividad mental, de una com- 
plejidad tan acentuada. Nuestras propias idealizatio- 
ns siguen paralelamente la linea progresiva general, 



[138] 



ARTE, ESTtfTICA, IDEAL 



y es asi como las mismas modalidades emotivas van 
integrandose cada ve2 mas con Ios elementos de una 
mayor racionalidad; y <*c6mo podria sustraerse a este 
proceso de caracter universal, un orden de manifes- 
tations que exige indispensablemente un concurso 
intelectivo? 

EI concepto estetico evoluciona como la inteligen- 
cia. A medida que se amplia nuestra mentalidad, no 
solo toma cuerpo el esteticismo, sino que se trans- 
forman, tambien progresivamente, las formas esteti- 
cas, excluyendo las unilateralizaciones y los demas 
aspectos deformativos que restringen el campo psf- 
quico y el de la vida misma. Esto, que converge con 
los fines morales, no es, sin embargo, un fruto de la 
etica, sino del mejoramiento, de la coraplejizacion 
que implica todo proceso evolucional intelectivo. 

Las manifestaciones esteticas, desde su punto de 
iniciacion hasta llegar al punto que se supone cuspi- 
de terminal, — si bien no tiene termino — , ofrecen 
todas las gradaciones imaginables en todos los senti- 
dos imaginables, a la vez que todas las variedades 
posibles, en cada orden de manifestaciones, precisa- 
mente porque son modalidades de relacionamiento. 

Los que creen haber encontrado la formula defini- 
tiva de la belleza, son victimas de una ilusion analo- 
ga a la de los que esperan hallar la famosa piedra 
filosofal. La belleza no se concretara jamas, como 
tampoco la verdad, ni el bien, ni la justicia, ni el 
ideal. Ni el mas lejano metantropo podra ver en toda 
su integridad reahzada la concretion definitiva de 
estos conceptos, debido a que nosotros mismos Ios 
vamos alejando con nuestras propias aspiraciones. 
Son quimeras que, como globos leves, se alejan al 
quererlos afirmar. <;No es, por ventura, mas grato y 



[139] 



PEDRO FIGARI 



saludable concebir que hay siempre nuevas e inespe- 
radas conquistas a alcanzar, que creer que un dia se 
hallara una formula cualquiera de estancamiento de- 
finitive? 

Lo que llamamos belle2a hoy, manana requerira 
una idealization retrospectiva para que se la consi- 
dere asf. Los genios mas grandes en las ciencias, en 
las artes, en las letras, como los mas famosos gue- 
rreros antiguos, quedarian maravillados y confusos 
apenas pudieran presenciar los progresos realizados 
con posterioridad, e igual cosa ocurrira con los de 
nuestros dfas, y manana, y siempre, 

Se infiere de lo dicho, que no nos es dado, ni sera 
nunca dado concretar la belleza, 

Denominamos belleza a una reahdad ffsica o una 
entidad psiquica relacionada con nuestra mentahdad, 
en una forma espontanea y, por lo mismo, libre del 
apremio de toda necesidad animal. Para que esa for- 
ma de relacionamiento llegue al grado superior de lo 
que llamamos belleza, es menester, no solo que al- 
cance su grado maximo posible de espontaneidad, 
sino tambien el de intensidad; de otro modo, en sus 
grades menores se nos ofrecera atenuado e incom- 
plete este mismo fenomeno, como ocurre cuando ha- 
blamos de algo hermoso, Undo, gracioso, elegante, 
etc., en el orden emotional, o correcto, prudente, ha- 
bil, ingenioso, etc., en el orden racional, y todo esto, 
a su vez, admite multitud de gradaciones, desde una 
vaga sensacion de complacencia hasta una emocion 
vibrante, y desde la leve aprobacion que inspira una 
cosa razonable hasta la admiration, lo sorprendente, 
el entusiasmo intimo que despierta en nosotros lo 
estupendo, 

Lo que hace imposible catalogar "lo bello maximo" 



[140] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



dentro de su propia relatividad, asi como sus atenua- 
clones y variedades, principalmente en el dominio 
emocional, es que, a veces, un motive mmimo pro- 
duce efectos maximos, y viceversa. Hay estados emo- 
clonales latentes. El cerebro, entonces, como una ma- 
quina pronta a marchar, obedece a cualquier impul- 
so y marcha a todo escape. Asi es como se suena y se 
evoca abundosamente con cualquier motivo, segun se 
vera en el capitulo siguiente, al ocuparnos de estudiar 
la naturaleza intima del fenomeno estetico. Alii in- 
tentaremos demostrar con mas detention que, en to- 
das las formas esteticas, desde la mas mfima hasta la 
mas compleja y superior, hay un elemento subjetivo 
que las integra. Es precisamente ese elemento tan 
personal y variable, el que hace imposible llegar a 
una formula definitiva de la belleza, ni de ninguna 
otra modahdad estetica. 

En cuanto a la belleza racional ocurre otro tanto, 
porque es insaciable nuestro instinto. No hay, ni 
puede haber proeza que colme las aspiraciones ins- 
tintivas. 



[141] 



PEDRO FIGARI 



VI 

NATURALEZA DE LA MOD ALIDAD ESTETICA 



I. NECESIDAD DE CONSIDERAR INTEGRADO TODO 
FENQMEfaO ESTETICO CON UN CONCURSO SUBJETIVO 

Hay un hecho constante en los dominios del este- 
ticismo, que nos obliga a considerar todo fenomeno 
estetico como una modalidad subjetiva, o integrada, 
por lo menos, con elementos subjetivos, y es este: 
entretanto que las cosas del mundo exterior conser- 
van su estructura en Io substantial, no solo nos im- 
presionan de diversa manera, sino que se presentan a 
nuestro esplritu de distinto modo, e impresionando- 
nos o emocionandonos en distinto grado, segun sean 
nuestro estado psiquico, nuestra preparacion y nues- 
tra cultura. Esto significa que las cualidades que atri- 
buimos a las cosas, son puras modalidades de rela- 
tion psico-ffsica y, coma consecuencia, que en esa re- 
lation hay que presuponer un elemento de caracter 
subjetivo que la integra de un modo esencial. 

Pero es tan dificil aislar la emotion, por ejemplo, 
de sus causas ocasionales y de los demas elementos 
que la acompanan, que se incurre en el error de con- 



[142] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



fundir la causa con el efecto, y aim con los elemen- 
tos accidentales que concurren en cada caso. 

Nosotros atnbuimos a las cosas que nos procuran 
estados mentales u orgatiicos mas o menos gratos o 
ingratos, cualidades lntrinsecas que no tienen, y es 
asf que hablamos de las f lores y de las espinas; de las 
auroras, de los ocasos y de los huracanes; de las pin- 
turas y esculruras, de la musica, de la poesia y la li- 
terature o de las enfermedades, de las guerras y de 
los crimenes, segun estas cosas resultan favorables o 
adversas a nuestra individualidad, en nuestros rela- 
cionamientos para con el las, De igual modo, cada cual 
habla de su concepto propio de la belleza, creyendo 
hablar de algo externo, tangible. Las cosas que for- 
man en el mundo exterior, sin embargo, lo mismo 
que nuestras propias abstracciones, no podnan emo- 
cionarnos sin nuestro concurso psiquico. 

Asi, por ejemplo, un sonido o un conjunto de so- 
nidos no podria causarnos emocion alguna si no nos 
relacionaramos de algun modo con ellos, mediante 
una cerebracion. No basta la percepcion de un sonido 
o de un conjunto de sonidos para procurarnos la emo- 
cion: es preciso que se nos despierte un estado psi- 
quico especial, y es por ello que aun los trozos mu- 
sicales mas renombrados como bellos, requieren muy 
a menudo una sene de audiciones para que nos per- 
mitan sentir, no siempre de igual modo, por otra 
parte, sino alguna vez no mas, la emocion estetica. Si 
fuera tan solo la percepcion de los sonidos que con- 
tiene el trozo musical lo que determina la emocion, 
ni sucederfa esto, ni tampoco ocurnria que la audi- 
cion continuada del mismo, deje de producirnos emo- 
cion, como pasa tan frecuentemente. , # 

Este mismo hecho que observa W. James, de que 



[143] 



PEDRO FIGARI 



las emociones se gastan por la repeticion, 1 autique 
parezca contradictories corrobora nuestra tesis. A 
medida que conocemos mas una cosa, nos mcita a 
razonar mas bien que a evocar, para esto sera menes- 
ter que haya un mayor margen de misterio, Es asi 
que los objetos mas ligados con las necesidades vita- 
les, como son, por ejemplo, todos aquellos de que 
nos valemos para la lucha diaria, no los idealizamos 
ya, por lo comun: los ideamos mas bien. A medida 
que nos familiarizamos, desde que conocemos los se- 
cretos e intimidades de un objeto o de un sitio, en 
vez de poetizarlos, los consideramos cognosritiva- 
mente, y eso excluye la emocion. 

EI mundo exterior nos impresiona, simplemente; 
mejor dicho, nos impresionamos a su contacto; mas 
para que podamos deleitarnos esteticamente con el, 
es menester que cerebremos de cierta manera por 
nuestra parte, es detir, que lo magnifiquemos en el 
sentido de nuestras tendencias instintivas mas espon- 
taneas. £sta es la clave del fenomeno estetico. 

Este fen6meno, segiin se ha dicho, puede asumir 
todos los grados y variedades imaginables, desde el 
incipiente que confina con la fruicion del instinto 
satisfecho, hasta las formas complejas de mayor con- 
ceptuosidad y refinamiento, Esta cultura llega a sen- 
sibilizarnos de tal modo, que pueden percibirse los 
matices mas sutiles en la observacion de la realidad 
y de si mismo. Las emociones y demas antecedentes 
acumulados se evocan, entonces, en formas infinitas, 
que sirven no solo como un tejido de fondo en toda 
modalidad psiquica, sino como parte integrante de 



1 William James Prinaptos de psicohgta, t. II, pag 
479, v. c. 



[144] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



la misma. Se infiere de esto que es preciso que inte- 
gremos la impresion recibida, o sea que sobte esa 
impresion objetivada apliquemos nuestra mentalidad, 
en cualquiera de sus dos f ases imelectivas de relacio- 
namiento: la idealizacion o la ideaaon, y que esto 
se realice en un sentido espontarfeo, porque, de otro 
modo, no florece el fenomeno estetico. 

Si dicho relacionamiemo se opera a base de idea- 
lizations, surge la modalidad estetica de indole emo- 
tiva; si, en cambio, se opera a base de ideaciones, 
surge la modalidad estetica de indole rational. En 
el primet caso, nuestras cerebraciones de caracter 
tradicional son mas indolentes. Puede decirse que, 
en un estado de semipasividad intelectual, nos deja- 
mos: remolcar dentro de las formas de la cerebracion - 
ancestral; en el segundo caso, no es ya una dina- 
mica pasiva, hereditaria, construida por nuestra as- 
cendencia, la que gobierna nuestro cerebro, sino al 
contrario, nuestras facultades en vigilia, nuestros pro- 
pios recursos. La mente, con mayor acucia, trata de 
penetrar la naturaleza esencial de las cosas que for- 
man en la realidad, para conocerlas, para dominarlas, 
para aprovecharlas. En el primer caso reinan las for- 
mas vagas del ensueno; en el otro, tienden a preci- 
sarse las formas cognoscitivas, racionales, de utiliza- 
tion, en un estado de mayor diligencia, de mayor 
aguzamiento, naturalmente. 

En ambos dominios es inagotable la variedad de 
formas y la diversidad de grados. Asi, por ejemplo, 
lo que llamamos gracia, distincion, elegancia, etc., son 
modalidades emocionales, en tanto que la habilidad, 
el tino, el tacto, la correction, etc., son modalidades 
racionales, de grado menor tambien; pero las prime- 
ras son de igual indole emotiva que las que se gene- 



[145] 



PEDRO FIGARI 



ran en las artes pl&sticas, eo la poesia Mrica, en la 
miisica, etc., en tanto que las otras son de indole ra- 
cional, lo mismo que las superiores en esta fase in- 
telectiva, como la propia investigation cientifica. Por 
mas que puedan presentarse todas estas modalidades 
en formas infinitaihente variables y en tan distintos 
grados, siempre habra en ambos ordenes una identi- 
dad esencial: por tin lado, idealizaciones evocativas, 
retrospectives, tradicionales, pasivas, y, por lo tanto, 
de car&cter espontaneo mas bien, y por el otro, idea- 
ciones, raciocinios, constataciones en vigilia intelec- 
tiva, integradas con un mayor concurso critico y, por 
lo mismo, rectificadoras o tendientes a rectificar, a 
ajustar con mayor solicitud la acaon a su finalidad. 

En ambos ordenes de esteticismo hay, pues, por 
un lado, una identidad substantial coiriun- son ma- 
nifestaciones de relacionamiento con el mundo fisico 
o psiquico; y, por el otro lado, en cada uno de Ios 
dos ordenes de relacionamiento, el emocional y el 
rational, hay una identidad esencial, si bien se mani- 
fiesta bajo distintos grados y aspectos en todos los 
fen6menos est&icos congeneres de cada ram a, cuya 
diversidad multiforme en la fa2 emocional llega, a 
veces, al colmo de lo arbitrario. 

Asi, por ejemplo, W. James, al ocuparse de las 
sensaciones, con relation a la emotion, a mi modo 
de ver en un sentido inexacto, cita un curioso estado 
psiquico, cuya procedencia lo hace doblemente ins- 
tructivo e interesante: "Un dia de verano, — dice Gu- 
yau — , despues de una excursion por los Pirineos, 
llevada hasta la fatiga, encontre un pastor y le pedf 
leche; fue a buscar a una cabana, bajo la cual pasaba 
un arroyo, un vaso de leche sumergida en el agua y 
mantenida a una temperatura casi helada; bebiendo 



[146] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



esta leche fresca, donde toda la montaiia habia pues- 
to su perfume y de la cual cada buche sabroso me 
reanimaba, experimentaba una serie de seasaciones 
que la palabra agradable es insufkiente para desig- 
nar. Era como una sinfoma pastoral percibida por el 
gusto, en vez de serlo por el oido/' 1 

Desde luego, para determinar tal estado psiquico, 
debe suponerse que no solo actuo el gusto, sino que 
concurrieron tambien otras impresiones visuales, ol- 
fativas y auditivas, fuera de muchos otros factores 
convergentes; y para determinar ese abultado feno- 
meno estetico, tlpicamente estetico, ha concurndo, 
mas que otra cosa alguna, la fecunda imagination 
evocadora de este brillante pensador 

Sena verdaderamente desacertado objetivar en 
aquel Hquido delicioso la causa eficiente de esa 
emocion. Por cierto que el pastor que Io sirvio, y los 
miembros de su familia, no han experimentado ja- 
mas una emocion seme j ante al saborear ese mismo 
sabroso y perfumado nectar. Era necesario "un 
Guyau" para transformar ese vaso de leche en una 
sinfonia pastoral; y digo ese vaso, particularizando- 
me con el, porque, de seguro, la misma leche, servi- 
da en el mismo vaso, al propio Guyau, en otro mo- 
memo, no le habria producido la misma emocion. 
Es preciso, pues, algo mas que el objeto externo: se 
requiere tambien al poeta, y todavia que este se 
halle en vena de ensuefios. 

Es muy sintomatico que un mismo objeto, una 
misma escena, un mismo hecho, produ^can tan dis- 
tintos estados psiquicos, segun sea el que los observa, 



1 William James Prtnctpws de psicologia, t. II, pag. 
472, v, c. 



[H7] 



PEDRO HGARI 



y segun sea el estado pslquico del observador. Esto 
no se aviene de ningun modo con la tesis de la ob- 
jetividad del esteticismo y la belleza. 

Por otra parte, no todos vibran de igual modo ni 
con igual intensidad. Entre la emocion estetica de 
un espiritu grosero y la del espiritu selecto hay muy 
poca semejanza. Uno y otro reaccionan, ante iguales 
excitaciones, de un modo tan distinto como lo hace 
el mandolino o la guitarra con relacion al violon- 
ceio, y del punto de vista de la complejidad, las 
etnociones se diferencian, puede decirse, como las 
voces vacuas, nasales, del acorde6n, y las sonorida- 
des amplias, llenas de matices, del sonido orquestal. 

La propia pasion instintiva, animal, que en el 
hombre vulgar y en el ser inferior se acusan, por lo 
comiin, con una materialidad grosera, el amor, su- 
pongamos, en una novela o elucubraci6n poetica o 
musical se nos ofrece de tal modo idealizada, mag- 
nificada tan hiperbolicamente, que no parece ser la 
misma. Sin embargo, aun asi magnificada esa propia 
pasi6n, como lo esta en Tristan e Isolda, por ejem- 
plo, e interpretada por los artistas mas competentes, 
deja insensibles y somnolientos a algunos espectado- 
res, a los mismos que se deleitan al presenciar co- 
rridas de toros o pugilatos, o rifias de gallos, o 
partidas de "foot-ball", y que se entusiasman, vibran 
y deliran con todo esto, de igual modo que otros lo 
hacen con aquella audicion musical; lo que viene a 
demostrar que no son aestetas, sino tan solo que tie- 
nen aptitudes para otras modalidades esteticas, de 
un esteticismo distinto o inferior, en todo caso. 

La impresion que nos dejan las cosas del mundo 
externo, promueven o no promueven estados esteticos; 
mas, en el primer caso, los estados psiquicos se mani- 



[148] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



fiestan en una forma adecuada a la naturaleza de lo^ 
elementos subjetivos que integran dicho estado, yala 
de los demas factores que gravitan sobre nuestra psi- 
quis en ese instante. Bastan a veces algunas notas 
para hacernos evocar deliciosamente, y otras veces no 
alcan2amos a percibir ningun estado estetico oyendo 
tro^os musicales cuya belleza esta fuera de discusion, 
segun la opinion de los peritos mas autorizados. Y 
esto mismo ocurre entre los que tienen mayor pre- 
paracion. 

Resulta asi que hay una constante variedad en 
los estados emotivos que engendra el contacto con 
el mundo exterior. Las mismas cosas no actuan del 
mismo modo entre disrintas personas, ni aun entre 
las mismas personas en todo momento. Hay, pues, 
una completa arbitranedad en este orden de fe- 
nomenos. 

El profesor Sergi, al hablar de los "sentimientos" 
esteticos, da cuenta de una emocion por el experi- 
mentada, en estos terminos: "No he olvidado nunca 
los sentimientos que yo experimentaba en estas cir- 
cunstancias: era de noche, dos horas lo menos antes 
de la aurora; ascendia por una montana rocosa a lo 
largo de peligrosos preopicios, en el fondo de los 
cuales corn'a un naciruelo cuya agua chocaba contra 
las piedras; el cielo estaba estrellado, y muy alto, so- 
bre el horizonte, un gran cometa inundaba el cielo 
con su luz. El silencio nocturno, imerrumpido sola- 
mente por el rumor del agua, el lugar solitario y al- 
pestre visible a la luz del cometa y de las estrellas, 
me causaron un sentimiento indefmido de inmensa 
admiration, algo inexplicable que me hatia llorar 
abundantemente. Yo gozaba, sin embargo; hubiera 
querido detener el tiempo y prolongar el camino, pe- 



[H9] 



PEDRO FIGARI 



ro mi sentimiento era depresivo. S61o la lu2 del dfa 
que surgia, me devolvio ia tranquilidad, calmando es- 
ta gran emoci6n y cambiandola por otra agradable 
y alegre, porque el abismo me pareci6 riente y el mur- 
mullo del agua un canto de Ia naturaleza viva'\ "Es- 
tos sentimientos, agrega, son sentimientos esteticos 
determinados a la vista de la naturaleza." 1 

Tal estado estetico, congenere del de Guyau, a 
que nos hemos referido antenormente, demuestra de 
' un modo palmario que estamos en presencia de sim- 
ples fen6menos psiquicos, mejor dicho, psico-fisicos. 
Asi corno es imposible atribuir al vaso de leche a 
que se refiere el filosofo f ranees, los efectos subjetivos 
tan abultados que el expenmento, no es juicioso 
pensar que el paisaje nocturno a que alude el fil6so- 
fo italiano, haya sido causa eficiente de su copioso 
llanto, sino simplemente causa ocasional de una cri- 
sis interna, emocional. Es que, a veces, en este cam- 
po, con un motivo minimo cerebramos en un sentido 
maximo, desbordante. Hay una desproporcion dispa- 
ratada, muy a menudo, entte la causa ocasional de 
los estados psiquicos y estos mismos estados. Un 
cabuj6n de zafiro evoca cielos nocturnos y nos hace 
sonar con las reminiscencias de esos azules insonda- 
bles de la noche en pleno campo; una esmeralda evo- 
ca los prados verdes y los dias luminosos; un jaspe 
amarillo evoca los ojos del felino, y, "de ftl en aigui- 
lle", nos representa mas o menos vagamente el ace- 
cho y las demas escenas salvajes de la selva; la per- 
Ia y el nacar evocan el fondo de los mares y las 
playas solitanas; pero todo esto ha de ser a una doble 
condition: es la primera, que tengamos imagination 



l G. Setgi: Las emoctones, pag. 382, v c 



[150] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



mas o menos fertil y propensa al ensueno, y la se- 
gunda, que tengamos libertad mental. 

Todo esto nos demuestra que es indispensable una 
integration psiquica para que pueda producirse el 
fen6meno estetico emocional, lo mismo en sus formas 
incipientes que en las mas tipicas y conceptuosas, 
Se supone que es la excitacion exterior lo que deter- 
mina la emocion, si bien solo debe considerarse como 
una causa ocasional, porque, de otro modo, no se 
explicaria el que las mismas cosas, por mas que per- 
manezcan siendo las mismas, se presenten de tan dis- 
tinta manera a unos y otros, y aun a nosotros mis- 
mos. Tal hecho no podria ocurnr si dentro del mun- 
do exterior existieran las cualidades que atribuimos a 
sus elementos, es decir, si dichas cualidades tuvieran 
una realidad concreta, externa, objetiva. 

Es debido precisamente a esta forma de relaciona- 
miento para con el mundo exterior, que puede gene- 
rarse el fen6meno de indole estetica, variable y per- 
sonal como es, puesto que, a existir las cualidades 
que atribuimos a las cosas, se producirian relaciona- 
mientos iguales y constantes, como ocurre en los re- 
lacionamientos de la materia anorgana, en vez de la 
variedad siempre cambiante que ofrece todo el do- 
minio estetico emotivo, tan personal. De otra mane- 
ra no podriamos explicarnos la inmensa variedad de 
desacuerdos que se advierten a cada paso en este or- 
den de asuntos; desacuerdos que observamos en todo 
instante, con todo motivo, y que dividen la opinion 
de los criticos y filosofos, de igual modo que el de 
todos los hombres, i Puede dudarse entonces de la 
necesidad de considerar integrado dicho fenomeno 
con nuestro concurso psiquico? 

Miramos un paisaje; observamos sus celajes, las 



[151] 



PEDRO FIGARI 



coloraciones del prado y las siluetas obscuras de las 
arboledas que se recortan sobre el fondo. Esto no nos 
mteresa; mas llega un pintor y esboza su impresion 
inspirandose en el mismo asunto. Le hemos visto es- 
bozar su impresion. Miramos entonces ese paisaje, 
ya sea en la *ela o en el original, y desde entonces 
se nos presenta "bello". <Que ha ocurrido para que 
se opere esta transformacion? Es que el artista-esteta 
ha poetizado las armomas y contrastes que caracteri- 
zan al paisaje, y al despojarlo de todo lo que era in- 
necesario a su concepto, lo ha ideahzado, facilitando 
asi nuestras propias idealizaciones. No obstante, lo 
que hizo el artista pudimos hacerlo nosotros, men- 
talmente, aunque no tengamos los medios tecnicos de 
exteriorization, idealizando todavia en un sentido mas 
acorde con nuestro temperamento. 

No podria decirse que aquel paisaje se ha trans- 
formado, ni siquiera que se ha modificado, para pro- 
ducir tan distintos cambios en nuestro relacionamien- 
to para con el; luego, somos nosotros los que hemos 
transformado nuestra manera de considerarlo, cere- 
brando de otro modo a su respecto, 

Oerto que hay cosas en el mundo exterior, obras, 
personas, imagenes o abstracciones, que mas facil- 
mente determman estados esteticos, como una moda- 
lidad de relacionamiento. Con algunas cosas nos ha- 
llamos de tal modo relacionados, que nos asocian 
ideaciones e ideahzationes mas espontaneas y, consi- 
guientemente, mas gratas. Todo lo que nos rememora 
la infancia > o los dias mas felices, verbigracia, estdn 
en ese caso; pueden estarlo, mejor dicho. Ocurre 
tambien la inversa. Hay cosas, obras, personas, ima- 
genes y abstracciones que nos sugieren ideaciones e 
idealizaciones que nos contrarian de un modo mas 



[152] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



o menos acentuado, a la vez que ellas mismas produ- 
cen o pueden producir un efecto distinto y aun opues- 
to en los demas, pero esto prueba, predsamente, que 
no son todas estas cosas, en si, bellas o feas, esteticas 
o inesteticas, utiles o inu tiles, buenas o malas, sino 
que son distintos los relacionamientos que pueden 
determinate en nosotros para con ellas, por causas 
de caracter relattvo, y, por lo mismo variables. 

Entre muchas otras creencias originadas por la mis- 
ma ilusion de la objetividad de la belleza, a que nos 
hemos referido, puede citarse la de que la miisica es 
el arte mas emocionai; creencia, por aerto, muy ge- 
neralizada. Si bien se admite que hay personas re- 
fractarias a esa forma artistica, y que no lo son para 
otras, — lo cual denota que no hay una preeminen- 
cia esencial en ese sentido — , la ilusion subsiste, por 
cuanto es, sin duda, mas frecuente encontrar apti- 
tudes para la emocion estetica de indole musical. Es- 
to, sin embargo, no comprueba que sea la miisica 
mas estetica, ni mas emocionai siquiera, que las de- 
mas modahdades artisticas, sino mas bien que noso- 
tros nos emocionamos mas facilmente por medio de 
las impresiones auditivas, y eso solo revela una^ sim- 
ple predisposicion organica o una peculiandad mas 
generalizada. 

Lo que determma en cada caso la mayor o menor 
capacidad subjetiva para evocar, asi como lo que de- 
termina la emocion misma, es esa facultad la facul- 
tad de idealizar, de evocar con espontaneidad. 

La emocion estetica, como todos los demas grados 
y modalidades del mismo fenomeno es, en definitiva, 
un estado psfquico simplemente, como la alegria, la 
tristeza, la desesperacion, etc. La mayor susceptibili- 
dad para emocionarse dependera siempre de nosotros 



[153] 



PEDRO FIGABJ 



mismos, pues, y no tan s61o de las cosas que conve- 
ne el mundo exterior. Para los mas, sera la miisica; 
para otros, Io que engendra mas y mas intensos esta- 
dos emotivos, de caracter estetico, sera la poesia, o 
la pmtura, o la escultura, etc.; pero, como quiera que 
sea, no hay que buscar en el mundo exterior, sino 
dentro de nosotros mismos, la causa eficiente del fe- 
nomeno estetico. 

Lo propio ocurre en el campo del esteticismo ra- 
cional. Lo que contiene el mundo exterior, fuera de 
nuestra integraci6n psfquica, no podrfa generar nin- 
guna manifestation estetica. Si el paleontologo no se 
hallara habilitado para desplegar un cumulo de indue- 
ciones y deducciones en presencia de un fosil, verbi- 
gracia, pasaria de largo, como lo hacen los salvajes, 
sin atribuirle ningiin valor biol6gico. En cambio, al 
naturalista se le ve sonreir con jubilo ante el hallaz- 
go, Heno de ideas, y pronto a reconstruir un ser de 
la prehistoria, que para el tiene un precio inestima- 
ble. Es su concurso subjetivo el que hace "bello" un 
hueso sepultado en las capas geologicas milenarias. 



II. RELATIVISMO DE LA MODALIDAD ESTETICA 

Si todo fenomeno estetico es una forma de relacio- 
namiento, el que se integra, por lo mismo, con ele- 
ments subjetivos, es claro que no puede haber formu- 
las definitivas, sino evolutivas, de esteticismo y 
belleza. Cada cual vibrara segiin sean las peculiar^ 
dades de su propia personalidad y las circunstancias 
ambientes. Por eso es que el fenomeno estetico es de 
un relativismo tan acentuado. Los que cultivan las 
formas del esteticismo plastico o musical, verbigra- 



[154] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



cia, sonrien desdenosamente al observar el infantilis- 
mo de los jugadores de bolos o de billar, lo mismo 
que al descubrir el metafisicismo de los jugadores de 
ajedrez. No es menos cierto que estos y los otros re- 
tribuyen con igual espontaneidad aquel desden. Ocu- 
rre con esto lo que con los afiliados a cada una de 
las diversas sect as religiosas. El verdadero creyente, 
posefdo de que solo el y los suyos estan en lo cierto, 
compadece y sonrie tambien por dentro, al conside- 
rar a los incredulos o a los afiliados a otras sectas, 
como si lleno de confian2a en sus arbitrios, se dijera, 
"jAlla os quiero ver! ^; y huelga deck que los demas 
hacen lo mismo. 

Tal diversidad de opiniones esta ditiendonos que 
se trata de modalidades personalisimas y, por lo mis- 
mo, relativas. Pero es que no solo hay diversidad de 
concepciones y de modalidades esteticas hasta en las 
propias formas tipicas, con relacion al lugar y al tiem- 
po, sino que hay tambien una flagrante disparidad, 
un verdadero antagonism© en las propias formas es- 
teticas coexistentes, Resulta asi que dentro de un mis- 
mo or den de manifestaciones, fundamentalmente 
identicas, las formulas esteticas se presentan con tal 
diversidad y tanta disparidad, que llegan, a veces, a 
la misma antitesis. 

Las chinas, al deformar su pie, y los salvajes al 
tatuarse, como al colgar dijes de sus nances y orejas, 
— resabio este ultimo que en parte conservan aun los 
pueblos mas civilizados — , obedecen lo mismo que 
las mas elegantes europeas, a un proposito personal: 
el de f acilitar idealizaciones favorables a su respecto; 
pero no es menos cierto que estos recursos responden 
casi siempre al concepto estetico ambiente, el cual va 



[155] 



PEDRO FIGARI 



cambiando casi como la moda. Otro tanto puede de- 
cirse del uso del "maquillage" y del corse. 

Puede afirmarse, por otro lado, que no hay dos 
pueblos que compartan la misma opinion estetica en 
un mismo momento, sobre este punto, o bien sobre 
cualquier otro. Lo que es un colmo de elegancia, de 
gracia o de belleza para unos, hasta puede causar hila- 
ridad en los demas por su propia extravagancia; y si 
no fuera porque la imposition de la moda es un sim- 
ple tributo que se paga al ambiente, podna verse 
mas pronunciada aun la diversidad de cntenos este- 
ticos a este niismo respecto. No se verfan dos "toile- 
ttes" iguales, y quiza reaparecieran el peplo y la san- 
dalia. Bastaria para esto que cada cual tuviera el 
valor necesario para exhibit sus propias predileccio- 
nes esteticas; pero siempre se tiende a marcar el 
paso con los ucases de la mayoria, y es asi que re- 
viste cierta uniformidad la indumentaria de cada 
pueblo 

En cuestiones de mayor entidad sucede otro tanto. 
Ni hay, puede decirse, una sola obra maestra que no 
sea discutida aun entre los mas reputados peritos. 
tJltimamente se hizo en Paris una encuesta acerca de 
cual era el mas bello monumento arquitectonico mo- 
derno, y las opiniones vertidas al respecto fueron de 
una discordancia completa, desconcertante. 

La manifestation estetica de caracter emocional, 
sobre todo, se exhibe con un relativismo incuestiona- 
ble. Asi, por ejemplo, nadie dira que un sollozo o un 
alarido son bellos o agradables; mas si un trozo mu- 
sical patetico nos sugiere evocaciones melancolicas y 
un instrumento imita un desgarramiento doloroso, 
palpitamos esteticamente de emotion. Esto se debe, a 
nuestro entender, a que esas manifestaciones disgus- 



[156] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



tantes se nos presentan como la expresion de un dolor 
idealizado, poetizado, magnificado por nuestra pro- 
pia integration psiquica.- Si oimos, en cambio> un 
alarido o un sollozo en una escena real, solo nos re- 
sultaran esteticos cuando podamos idealizarlos; de 
otro modo nos causaran disgusto o desagrado, o bien 
hilaridad, si estallan en un sitio inapropiado o en un 
instante inoportuno; mas no una emotion estetica. 

Una borrasca, un huracan, pueden generar el fe- 
nomeno estetico. La propia misera barca que se debate 
para escapar del remolino, del empuje de las aguas 
encrespadas, aparece bella en el Hen2o o en el verso. 
Esto no sigmfica, sin embargo, que sean bellas las 
olas que se yerguen "amenazantes" bajo un cielo "si- 
niestro", como no es bella la barca que esta a punto 
de zozobrar. A los tnpulantes que sienten el peligro, 
no habna manera de hacerles comprender el esteticis- 
mo de la escena. Los mismos espectadores que la ob- 
servan desde la costa, no encuentran belle^a en esa 
manna, sino mas bien una lamentable adversidad; 
pero se exhibe luego un lien2o o se recita una poesia 
idealizando esa misma escena, y tanto los terceros, 
como los espectadores, y hasta los mismos naufragos 
salvados, vibran esteticamente. Pueden vibrar, por lo 
menos. 

A este resultado ha concurrido, en primer termino, 
la desapancidn del peligro, lo que ha desvanecido los 
apremios del instinto vital, y, en segundo lugar, "la 
idealizacion ,J de una escena que, por lo demas, siem- 
pre nos consterna. Si, en cambio, ese lienzo o el verso 
pudieran reproducir fielmente y con absoluta eficacia 
la escena real, en vez de expresarnos M un estado psi- 
quico", cada cual expenmentaria una emocion ade- 
cuada a su punto de vista personal, y congruente con 



[157] 



PEDRO FIGARI 



su psiquis. En un caso predomina, pues, una exigen- 
cia instintiva, y en el otro predomina una cerebra- 
ci6n libre, la que puede asumir cualquier grado est£- 
tico, sobre cualquier orden de asuntos. 

Fuera del apremio instintivo es que puede generar- 
se la modalidad estetica, puesto que frente a el no 
surgen ni pueden surgir las ideaciones e idealizacio- 
nes espontaneas, libres, que caracterizan este feno- 
meno. En ese caso, bajo la presion del apremio 
viral, en vez de sentirnos remolcados dulcemente por 
cerebraciones espontaneas, nos sentirnos acongojados 
por cerebraciones rudas que acuden en tropel, en de- 
fensa de nuestra individualidad o, por acto reflejo, 
en defensa de terceros apremiados por el peligro de 
muerte, 

Al ocuparnos de la emocion, hemos referido lo que 
le acaecio al explorador Palgrave, al hallarse inopi- 
nadamente en presencia de un leon en libertad Si nos 
interrogaramos por que" aquel hermoso ejemplar de 
la fauna salvaje no pudo inspirar al viajero una oda 
"al rey de la selva", verbigracia, en los mismos ins- 
tantes que lo sorprendio, se nos ocurriria en contes- 
tacion que es porque el instinto vital era de tal modo 
apremiante, que no le dejaba la indispensable elasti- 
cidad mental para ordenar ideas y rimar; pero asi 
como el explorador pudo reaccionar luego que ad- 
yitti6 el pacifismo del mamifero, articulando movi- 
mientos musculares para huir, disipado el panico pu- 
do surgir el fen6meno est^tico que antes era imposi- 
ble por incompatibilidad psiquica. Para que pudiera 
florecer 3 debieron antes repararse los desperfectos del 
choque. No es bastante, pues, para vibrar esteticamen- 
te, que poseamos una sensibilidad delicada y un buen 



[158] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



acopio de ideas, sino que es preciso, ante todo, que 
gocemos de libertad mental. 

Cualquier circunstancia puede cohibirnos para ce- 
rebrar esteticamente; cualquier antecedente puede 
hacernos ver transformado por completo el mundo 
externa Asi, por ejemplo, si entramos en uq jardin 
que antes nos haya impresionado alegremente, y se 
nos dice que acaba de perpetrarse alii un crimen 
atroz, todo se trasmuta a nuestra mirada, y ese mis- 
mo jardin nos parecera siniestro, 

Nuestro estado psiquico concurre a determinar el 
fen6meno estetico con una relatividad asombrosa. Lo 
mismo que nos ha causado intensos entusiasmos es- 
teticos, concluye por aburrirnos, cuando no por dis- 
gustarnos. Si es asi, ;con que fundamento podria ne- 
garse la indole estetica de una manifestacion cual- 
quiera, solo porque no la compartimos o porque la 
desdenamos, despues de haberla estimado? 

La tendencia a objetivar los esteticismos ha causa- 
do toda clase de desconocimientos. No solo nos ha 
hecho adoptar un Ienguaje inapropiado, que no nos 
permite precisar las ideas en un orden de realidades 
efectivas, sino que tambi&i nos ha hecho tomar co- 
mo realidad una ilusion. Asi, por ejemplo, Herbert 
Spencer, al observar los movimientos de una baila- 
rina, teoriza sobre la gracia, llegando a la conclusi6n 
de que un movimiento es tanto mas gracioso cuanto 
menor es el esfuerzo con que se ejecuta. 1 



1 Un soir, jetais a regarder une danseuse, ct au-dedans 
de moi, ;e condamnais ses tours de force, comme autanc de 
dislocations barbares qu'on aurait sifflees, si les gens n'avaient 
pas tous la lachete d'applaudir ce qu'ils croient etre de mode 
d'applaudir; je m'apercus que si dans 1'ensemble ll se ghssait 
par hasard quelques mouvements dune grace vraie, c'etaient 



[159 3 



PEDRO FIGARI 



Seria mas exacto, sin embargo, afirmar que tiene 
tanta mas gracia un movimiento cuanto mas adecua- 
do es a su fin y cuanto mas adecuado es este fin a 
las circunstancias Es que, no tan solo se requiere el 
primer elemento para que pueda sugetirsenos la im- 
presion de Io gracioso, elegante, sino tambien el ulti- 
mo. Segun lo hace notar Guyau, puede haber gracia 
y elegancia en "los movimientos del trabajo', como 
puede haberlas en la esgrima, en los juegos atleticos 
y en las demas formas de la actividad muscular. Es 
claro que la gracia, por otra parte, no es privativa 
del baile. 

Un. movimiento gracioso en el baile, por otra parte, 
puede resultar, no ya desprovisto de gracia, sino tam- 
bien torpe y ridiculo en un match de box, verbigra- 
cia, en una asamblea que delibera sobre asuntos gra- 
ves o en una ceremonia funeraria; por donde se in- 
here que la economia de fuerzas no es el linico ele- 
mento de la gracia de los movimientos. La gracia no 
es una consecuencia de la mecanica del movimiento, 
pues, sino de una idealizaci6n o de una ideacion, o 



ceux qui, par comparaison, coutaient pen d'efforts II me revint 
a l'esprit divers fairs qui confirmaient mon idee, et j 'arrival 
alors a conclure, dune facon generate, qu'etant donne un cer- 
tain changement d'attitude a reahser, une action a accomplir, 
1'action a d'autant plus de grace, qu'elle s'execute avec une 
moindre depense de force En d'autres termes, la grace, du 
moins la grace dans le mouvement, cest un mouvement exe- 
cute de fa^on a menager la puissance Jes muscles, la grace, 
dans les fotmes vivantes> cest une forme propre a realiser 
cette economie, la grace, dans les postures, c'est une posture 
qu'on peut garder en menageant cette puissance; et la gr&ce, 
dans les objets inanimes, c'est tout objet de nature a rappeler 
par analogic ces attitudes et formes. — H Spencer. Essats sur 
le progres, "La grace", pag 284, v. fr. 



[160] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



de una y otra cosa; Io que acusa una vez mas la ne- 
cesidad de considerar integrado con un concurso sub- 
jetivo el esteticismo. Si fuera objetiva la gracia, que 
es una forma de esteticismo, sin duda alguna, bastana 
percibirla para determinar el fen6meno estetico con- 
siguiente, como basta percibir un cuerpo para darse 
cuenta de su forma. 

No es dado juiciosamente negar la existencia de un 
elemento subjetivo en la manifestacion estetica, una 
vez que la vemos florecer en un campo tan personal 
y con un relativismo tan persistente. Es un completo 
desconocimiento de la realidad atribuir a causas pu- 
ramente objetivas la belleza y sus modalidades con- 
generes. 

Lo que ha dado en Uamarse "sentimiento de la 
belleza", si bien se observa, no tiene sentido real, 
como no lo tendria el hablar del sentimiento de la 
alegria, de la embriaguez, del extasis, etc. Es que el 
fenomeno estetico, como la alegria, la embriaguez y 
el extasis, estan integrados por concursos psiquicos. 
No puede entenderse, pues, que lo estetico sea una 
entidad externa, concreta, objetiva, de tal modo que 
una facultad o un sentido especial nos la haga des- 
cubrir en el mundo exterior, como el perro que, al 
rastrear, descubre una perdiz. Podria decirse, si, con 
mas propiedad, que hay una predisposition especial 
para percibir los matices del color, verbigracia, por 
cuanto este, si bien es un valor de simple relaci6n, 
podemos admitir que mantiene algun elemento mas 
permanente dentro de su objetividad, yn sea real o 
supuesta. Con eso indicanamos una facultad percep- 
tiva mas o menos desarrollada; pero hablar del sen- 
timiento de la belleza, cuando lo bello es una enti- 
dad de relacion, tan personal como variable, es una 



[161] 



PEDRO FIGARI 



verdadera impropiedad de lenguaje, que denota un 
evidente error de concepto* Tal desconocimiento, no 
obstante, se advierte aun en los espiritus mas eminen- 
tes, y de ahi la inagotable sucesion de controversias 
y desacuerdos en todo lo que se refiere a asuntos es- 
teticos. 

Dice Guyau que "debio ser bello el mensajero de 
Marat6n, aun cubierto de sudor y de polvo, y refle- 
jando en su fisonomia el agotamiento, el principio de 
la agonia"; 1 pero, si acaso pudo parecerlo, enton- 
ces, mediante una idealization que magnificara su 
esfuerzo, hay que convehir en que no pudo causar 
una sensation de placer, sino mas bien de pesar, y 
no de indole estetica, Aquel esfuerzo debio causar 
admiraci6n y simpatia, mas no pudo sugerir estados 
esteticos emocionales, tal como los encara este filo- 
sofo, como no sea por efecto de una idealizacion ana- 
loga a la que hoy tejemos al evocarlo; pero en nin- 
gun caso definidamente de caracter placentero. El 
placer que pudo experimentarse entonces, y ahora 
mismo, es el que emerge de nuestra propia cerebra- 
ci6n, La realidad objetiva no contiene tales elemen- 
tos en si misma. La realidad externa se haila exenta 
de todo esteticismo propio* El elemento afectivo del 
placer, por otra parte, no es esencial en el fenomeno 
estetico; mejor dicho, no es un elemento constitutive, 
si bien acompana a dicho fen6meno "como conse- 
cuencia" de un estado mental. Por eso es que puede 
subsistir la modalxdad estetica aun cuando se evoquen 
dolores y adversidades, como ocurre en el drama, en 
la tragedia, en la novela, que nos acongojan. Asi co- 



i Guyau* Pfoblemas de estinca contemporSnea, pig. 
57, v. c. 



[1^2] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



mo el esteticismo surge de nuestro relacionamiento 
con el mundo externo y el psiquico, el placer emerge 
de esa forma especial de relacionamiento como una 
consecuenaa. 

La vista de un cadaver, por ejemplo, no genera en 
nosotros estados esteticos. No es facil, por lo menos. 
Primara a su vista la cerebration instintiva que nos 
asocia el temor a la muerte; pero sin esta interven- 
tion psiquica no nos causaria ni horror ni compa- 
sion. Es preciso una integration subjetiva para que 
se determine una u otra cosa En mon de asociarse 
nuestro temor tradicional a la muerte, es que esa 
realidad no nos sugiere modalidades esteticas; pero si 
el investigador cienufico lo observa de un punto de 
vista ideador, inquiriendo conocimientos, puede expe- 
rimentar con el cadaver mismo un placer estetico, de 
indole racionaL Este relativismo prueba que el feno- 
meno estetico no es una emanaci6n del exterior que 
llega a nosotros, sino una forma subjetiva de relacio- 
namiento. Por eso es que asume tal variedad de as- 
pectos lo mismo que reputamos ripicamente estetico 
o tipicamente inest^tico. 

Nuestros "gauchos" idealhan las aventuras y epi- 
sodios epicos, preferentemente, porque son las formas 
dominantes de su ideologia superior, dado su g£nero 
de vida; los taurofilos y los aficionados al "turf" 
ideali2an los juegos y hazanas de su predilecci6n, y 
acaso les invade el sueno al oir la lectura del mas 
soberbio poema, o al ver una estatua o un cuadro de 
los mas notables. En la expedicion de Stanley en 
busca de Emin- Pacha, los que quedaron en un cam- 
pamento improvisado por imposibilidad de marchar, 
extenuados por el hambre, vivian sonando con man- 
jares suculentos. Su psiquis idealizaba precisamente 



[163] 



PEDRO FIGAK1 



aquello de que caredan. No puede decirse que esta 
sea una forma genuinamente estetica, pero no es me- 
nos cierto que les habria parecido mas estetico un 
buen jamon que una estatua griega o un cuadro de 
Rubens. Todo esto acusa, no tan solo una intima 
relation fisio-psicologica, sino, a la vez, la parte de 
subjetivismo que tiene la modalidad estetica, y su re- 
latividad consiguiente. 

La fotografia, que es una reproduction casi mate- 
matica diremos, de la realidad, si bien exagera las 
perspectivas, no genera estados esteticos, facilmente; 
mas apenas se nos presenta con un cierto "f lou", ya 
nos permite mejor una divagation evocadora. Cuando 
contemplamos un paisaje real, dentro de los tintes 
crepusculares, su vaguedad, las veladuras que envuel- 
ven sus lineas, nos hacen mas facil sonar, idealizar. 
De otro modo, es menester que nosotros hagamos un 
esfuerzo mayor para poetizarlo, y es asi que permane- 
cemos indiferentes tan a menudo ante los mas va- 
riados paisajes, como lo hacemos ante mil escenas de 
la vida ordinaria, que permitirian al cultor de ensue- 
nos deleitarse y crear soberbias obras de arte, de 
todo genero. 

Si miramos a un hombre cualquiera, sin idealizarlo 
en uno u otro sentido, por Io comiin no nos sugerira 
impresion alguna definable, pero asi que lo vemos ca- 
ricaturado, por ejemplo, nuestros musculos faciales 
exteriorizan de inmediato un estado psiquico especial, 
mordaz o chancero. <;Que ^ a ocurrido para que se 
opere ese cambio? Es que entonces vemos a ese hom- 
bre ridiculizado, vale dear, idealizado en un sentido 
caustico, comico o chistoso. 

Si a una moderna mundana elegante se le ofrecie- 
ra el medio de trocar sus esbeltas lineas de "Tanagra" 



[164] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



por las de una de las Venus robustas, feraces, mas 
reputadas como tipo de belleza, se rehusaria indigna- 
da, si bien el tipo de Tanagra ya tiende tambien a 
desacreditarse, segun parece. Pero aun en su propio 
apogeo, tambien Io repudiaria indignada una religio- 
sa, verbigracia, imbufda en 5us concepciones misticas, 
y lo rechazaria como un grave pecado todavia, con- 
siderando una verdadera monstruosidad escandalosa 
el presentarse en publico de igual modo que Io 
hacen las mundanas elegantes que ocupan las gace- 
tillas y promueven los comentafios mas favorables de 
la poblacion. 

Ese relativismo que reina soberanamente en todas 
las manifestaciones de la vida, se acusa, pues, de un 
modo mas defmido aiin, en el orden estetiax La ines- 
crutable variedad de elementos psiquicos que inter- 
vienen en el fenomeno estetico emocional, sobre un 
detrito complejo como es el de la tradicion heredita- 
ria, hace que sea tan dificil concordar sobre estos 
asuntos. Mas facil es hallar en un bosque, no ya dos 
hojas, sino dos arboles identicos. Por eso es tan co- 
rriente el acuerdo respecto de la estructura de las co- 
sas que forman en el mundo exterior, como el des- 
acuerdo en cuanto a la apreciacion de los fenomenos 
esteticos. 

En las manifestaciones de esteticismo racional no 
es tan arbitrario ese relativismo, porque se engendra 
dentro de un orden de ideaciones de caracter positivo, 
concreto, en el cual es mas facil concordar. El esfuer- 
zo racional tiende precisamente a conocer las relacio- 
nes mas constantes de las cosas externas entre si y 
para con nosotros, y aun a conocernos nosotros mis- 
mos. Es por eso que si bien las hipotesis cientfficas 
dividen en grandes bandos a los hombres, no puede 



[165] 



PEDRO FIGARI 



verse esa diversidad tan discordante de opiniones que 
reina en el campo emocional, con cualquier motivo. 
En las formas ideadoras cognoscitivas, lejos de adver- 
tirse un personalismo tan acentuado, se ve que las 
opiniones tienden a convergir, como convergirian 
forzosamente si pudiera llegarse a integrar todo el 
conocimiento, o sea la ciencia. 

En la observation de la naturaleza con espiritu 
racional, por ejemplo, surgen formas esteticas inago- 
tables y de un caracter mas sereno y provechoso. 
Dice Haeckel: "Los placeres que nos proporciona el 
espectaculo de la naturaleza, tienen sobre el arte, lo 
mismo que sobre los otros goces de la vida (aquf, 
como se ve, se toma el arte en su acepci6n usual, 
que es comprensiva y caracterfstica del esteticismo y 
la belleza), la ventaja inmensa de que nunca nos 
fatigan. Se vuelve a ellos con un atractivo siempre 
nuevo, se les comprende y aprecia siempre mejor, y 
tanto mas cuanto en anos se adelanta". 1 

Nosotros, al contemplar una planta, por ejemplo, 
podemos hacerlo de multiples puntos de vista, y 
dentro de todos ellos nos es dado llegar a la moda- 
lidad estetica. Mas, para emocionarnos esteticamente, 
es preciso que prevalezcan las evocaciones idealiza- 
doras de caracter subconsciente y pasivo. Del punto 
de vista objetivo, cognoscitivo, como es el del bota- 
nico o el del floricultor, verbigracia, es imposible 
que surja la emoci6n estetica: s61o surgira la moda- 
lidad racional estetica, es decir, un estado psfquico 
de h'neas definidas, y de vigilia mental. Estas pecu- 
liaridades son las que hacen al esteticismo emocio- 
nal mas apropiado para el solaz de reposo, y al este* 



1 E. Hcckel: Un vutj$ a la India, P *g. 102, v. c 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



ticismo racional mas constructivo y, por lo mismo, 
mas favorable al progreso. 

Para un observador, para un naturalista, es tan 
inmenso el campo que le ofrece la naturaleza para 
desplegar su mentalidad de mil maneras, como lo es 
para el sonador, para el emotivo; pero aquel, al en- 
carar sus ldeaciones con un proposito de conocimien- 
to, dommador, tiende a concretar, mientras que este 
divaga. 

Esta pluralidad de relacionamiento que se operan 
en ambos dominios, en el de la idealization como 
en el de la ideacion, hace mas facil que encontremos 
en la observation de la naturaleza relacionamientos 
mas espontaneos, mas acordes con nuestra persona- 
lidad y, por ende, mas esteticos. La obra de arte, en 
cambio, se nos presenta como la interpretacion de 
un tercero, Nosotros vemos el orden de ideas o de 
emociones que a un tercero sugirio la realidad, y 
siempre hay un reparo que oponer, una objecion que 
formular, mas o menos fundamental, porque es muy 
dificil que coincidan las emociones ajenas con las 
propias nuestras, en tanto que en la observation di- 
recta de la naturaleza, en cualquier dominio, se nos 
ofrece un campo libre, abierto a nuestras cerebra- 
ciones, de cualquier genero, y resultan asi inagota- 
bles las formas de relacionamiento espontaneo. 

Si en la observacion de la obra de arte emocional 
o racional es mas facil que sobrevenga el desacuerdo 
o la fatiga, alK, en nuestros relacionamientos pro* 
pios con el mundo exterior, eso es imposible. En la 
observaci6n directa, libre, de la naturaleza, es que 
logra cada cual el maximum de estados esteticos y 
se esparce el observador experto alii mismo donde 
el palurdo se hastia de aburrimiento, y se expande 



[167] 



PEDRO FIGARJ 



tanto el sonador en el dominio de las idealizacio- 
nes que solazan, como el cognoscitivo se insinua, 
avido de penetrar el misterio, en el reino de las 
ideaciones. 

Se piensa, generalmente, que los que no aman la 
musica, la pintura, la escultura, etc, son aestetas, sin 
advertir que pueden abrirseles los vastos dominios 
del esteticismo rational, que, en suma, son superiores. 
Si bien se examina, no se encuentra un solo ejemplar 
humano por completo ajeno a las infinitas formas 
del esteticismo. Esto es imposible. to que ocurre es 
que en los dos campos se ofrecen todos los grados y 
variedades imaginables. Un necio vibrara como un 
badajo, un esteta superior como un armonio, como 
un organo. 



III. LO BELLO Y LO SUPERFLUO 

Ocupandose de la emotion estetica, dice Ribot: 
"Sobre el origen de la emoci6n estetica, y, en con- 
secuenaa, sobre el caracter que le es propio entre 
todas las emociones, existe un acuerdo bastante raro 
entre los autores, cualquiera sea la escuela a que per- 
tenecen: ella tiene su fuente originaria en una su- 
perfluidad vital, en una actividad de Iujo; ella es 
una forma de juego". 1 



f 1 Dice "Sur l'origine de lemotion esthetique, par con- 
sequent sur k marque qui lui est propre entre toutes les 
emotions, ll existe un accord bien rare parmi les auteurs, k 
quelque ecole philosophique qu'ils appartiennent : elle a sa 
source dans un superflu de vie, dans une activite de luxe; elle 
est une forme du jeu". — Th. Kibot: La psychologte des sen- 
timents, pags. 330-33 1. 



[168] 



ARTE, ESTCTICA, IDEAL 



Es realmente significative* que, a pesar de coin- 
cidir las opiniones sobre un punto asi, radical, se 
hallen en todos los demas en completo desacuerdo. 
Acaso se debe precisamente a este error tan capital 
el desacuerdo, tambien unanime, que reina en todo 
lo que atane al arte y la belleza; porque es sintoma- 
tico que, partiendo los filosofos de un centro funda- 
mental asi acorde, lleguen a conclusions taQ distan- 
ciadas, y con una predisposition tan acentuada al 
debate. 

La idea de que el esteticismo es una manifestation 
de superfluidad y de lujo, tiene su origen, a nuestro 
juicio, en un falso concepto doble: el de haberse 
confundido el arte con las "bellas artes", y a una y 
otra cosa con la belleza, manteniendose, por otra 
parte, separadas, como si fueran de distinta natura- 
leza, las modalidades esteticas leves, o incipientes, y 
las complejas, intensas, superior es. A estos errores 
fundamentals que campean en las exposiciones y 
teorfas de los mas insignes filosofos y pensadores, 
se debe el que hayan pretendido explicar el arte y 
la estetica por medio de un concepto tan inexacto 
y tan vago, por lo demas, como es u la superfluidad". 

Es tan dificil establecer la linea de separation 
entre lo superfluo y lo necesario, que seria preciso 
proceder a una prolija investigation circunstancial, 
para determinar donde acaba lo necesario y donde 
comienza lo superfluo. Se dice, por ejemplo, que el 
lujo es superfluo, pero no sabemos que es el lujo. 
Para definirlo de un modo concreto seria menester 
que se procediera a un examen muy minucioso en 
cada caso. Un paseo, un mueble, hasta un adminiculo 
4e cocina, o un par de zapatos, son una superfluidad 
y, a la vez, un lujo o una necesidad estricta, segun 



[169] 



PEDRO FIGARI 



se consideren. El Iujo es una superfluidad con arre- 
gld a la acepci6n actual, porque representa una de- 
masia, un exceso; pero esto deja de ser una defini- 
ci6n precisa, si se advierte que la demasia y el ex- 
ceso son valores de una relatividad innegable. La 
acepci6n natural deberfa encarar el lujo como lo que 
insume recursos o energias que pudieron tener apli- 
caci6n mejor, y mas estricta, satisfaciendo necesida- 
des mas premiosas. 

Bien se ve que es demasiado impreciso este ele- 
mento de juicio, para que pueda servir de fundamen- 
to a una teoria filos6fica; pero no es esto lo peor. 
Lo peor es que aun cuando pudiera distinguirse mas 
neta y facilmente lo necesario de lo superfluo, no 
aventajaria este fundamento de la emocion estetica, 
por cuanto es inconsistence; y lo que se dice de la 
emocion rige tambien para Ios demas grados y ma- 
tices del fen6meno estetico emocionaL 

Dentro de lo superfluo caben muchas otras mo- 
dahdades: la alegria, la simpatia, la amistad, el de- 
coro, el espiritu industrial,.. ;y el propio espiritu 
cientifico! Si lo superfluo es aquello de que puede 
prescindirse para la vida, se convendra en que no es 
indispensable para vivir el que se conozcan las leyes 
que rigen al mundo astron6mico, ni las mismas que 
rigen al planeta que habitamos y a los organismos 
que lo pueblan. Esto sera util, en todo caso, mas no 
puede reputarse necesario, en el sentido natural de 
la palabra, como no lo es la calefacci6n, el alumbra- 
do, la pavimentaci6n, etc, Cuando mas se descono- 
cian estas cosas, es precisamente cuando se han pro- 
ducido mas frecuentes casos de longevidad. 

Eso de la superfluidad es un concepto tan elas- 
tico, que, en realidad, no dice ni explica nada. A 



[170] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



nadie se le ocurrira definir la avaricia, verbigracia, 
como que tiene origen en una superfluidad vital, en 
una actividad de lujo; ni se dira que es una forma 
de juego. Sin embargo, el avaro magnifica la reali- 
dad en un sentido ideol6gico, io mismo que el este- 
ta emocional, si bien en una direcci6n distinta. El 
avaro acumula tesoVos, como el esteta acumula 
imagenes y observaciones que han de servirle para 
emocionarse mas facil e intensamente, y es induda- 
ble que todo lo que aquel acumula de mas es carga 
inutil, superflua. No obstante, sonde el avaro, al 
agregar un nuevo bien "superfluo" a sus caudales, 
con igual complacencia con que el asno carga un 
grano que no es para el. 

Para un enfermo no es un lujo, ni es superfluo 
hacer un viaje de recreo, como no lo es para un mi- 
Uonario; pero lo es, si, para un pobre jornalero que 
tiene mas cargas que recursos. Un bano era antes 
una superfluidad, un lujo, asi como es hoy una ne- 
cesidad corriente. 

A cada instante vemos, por un lado, un relati- 
vismo constante en la apreciacion de lo necesario y 
lo superfluo, y por otro lado, una sene de demasias 
diversas que nadie intenta calificar como un lujo o 
una superfluidad. 

A nadie se le ha ocurrido considerar como un lujo, 
verbigracia, el espiritu religioso. Sin embargo, el co- 
mercio con los dioses no es necesario, en la acepcion 
normal de la palabra, desde que tambien se puede 
vivir sin el, como viven los organismos inferiores 
y como viven los propios diversos pueblos de la 
tierra practicando formas religiosas antagonicas entre 
sf, lo cual demuestra, por si solo, que esa necesidad 



[171] 



PEDRO FIGARI 



no es perentoria, Se puede vivir sin ello; luego, de- 
beria considerarse tambien una superfluidad. 

El esteticismo, como el misticismo, son distintas 
modalidades psfquicas que no pueden ser explicadas 
por un simple elemento negativo como es lo innece- 
sario. Si comenzaramos a eliminar en el orden de lo 
necesario, entrariamos en un terreno de tal relativis- 
mo, de un relativismo tan arbitrario, que conclui- 
riamos por reputar innecesario lo mismo que man- 
tiene a los individuos en perpetua actividad, colocan- 
donos asi en oposirion con una realidad objetiva, 
palmaria, Bastaria esto para que debieramos desechar 
ese fundamento por irreal. 

Spencer, en la inteligencia de que hay una opo- 
sicion efectiva entre lo jitil y lo bello, acepta la 
observation de Emerson, segun la cual lo que la 
naturaleza ha creado antes para proveer a una ne- 
cesidad, sirve despues como ornamento. De este 
modo se explicaria que las mallas de los guerreros, 
las torturas, las prisiones sombrias, los castillos en 
ruinas, etc, etc., sirvan de material Uterario, poetico 
y teatral. Despues de citar numerosos ejemplos en 
comprobacion, concluye por establecer que lo bello 
nace de lo que ha dejado de ser util, y que las cosas 
actuales, como que despiertan ideas poco distintas de 
las cosas ordinarias, son de escasa utilidad para el 
artista. 1 

Esta ilusi6n, generada por el err6neo concepto de 
la objetividad de la bellexa, sirve, al contrario, para 
demostrar que toda manifestacidn estettca presupone 
un concurso subptiwo; y es singularmente raro que 



1 H. Spencer: Essats sut U progres, "L utile et le beau", 
pag 258 



[172] 



ARTE, ESTtfTICA, IDEAL 



este eminence filosofo haya podido resultar tambi^n 
victima de aquella ilusi6n, cuando sus propias obser- 
vaciones tienden con toda clandad a demostrar la 
afirmacion que acabo de subrayar. Comparad, dice, lo 
que nosotros sentimos considerando las extensiones 
todavia incultas, en estado virgen, y lo que siente un 
salvaje en igual caso. jQue contraste! 

Esta sola exclamacion basta para demostrarnos que 
el caracter estetico de una cosa cualquiera, es una 
resultante de un relacionamiento psico-fisico. Por 
mas virgenes e mcultas que sean esas extensiones, 
nunca podran ser consideradas de igual modo por el 
hombre civilizado y por el salvaje, Lo que cambia es 
la forma "subjetiva" de apreciarlas. En si, no son 
mas bellas, ni menos bellas. Esas mismas extensiones 
silenciosas, tristes, desolantes, donde no silba la lo- 
comotor, ni se destacan las aldeas con sus construc- 
ciones policromas sobre arabescos de una vegetation 
ordenada; esas mismas extensiones, mds desiertas 
que la Pampa y el Chaco y que las mismas estepas 
rusas o el Sahara afncano, pueden hacer vibrar este- 
ticamente al refinado moderno como pudieron hacer 
vibrar al troglodita, si este hubiera tenido aptitudes 
para el esteticismo. El propio sello sombrio, siniestro, 
que acusan, es un atnbuto de nuestra imagination 
sonadora, evocativa. Esas extensiones desiertas pudie- 
ron entonces, como pueden ahora, generar el concepto 
de la belleza, como el del terror o cualquier otro. <?A 
que debe atribuirse esta realidad, entonces, si no es 
a la existencia de un elemento subjetivo, cambiante, 
en uno de los factores de relacionamiento? 

Esas u otras extensiones, entretanto que se exhi- 
ben identicas a si mismas en lo substantial, permiten 
forjar todo genero de cerebraciones a su respecto, 



: 173 j 



PEDRO FIGARI 



dentro y fuera del esteticismo; y si para el hombre 
primitive* no bastaron a engendrar manifestaciones 
de caracter estetico, eS debido a que el no tenia apti- 
tudes para evocar ni para idear libremente, con es- 
pontaneidad. 

Esta incompatibilidad de estados psiquicos; la im- 
posibilidad de cerebrar de un modo espontaneo en- 
tretanto que nos hallamos solicitados pot el apremio 
de una necesidad perentoria, ha originado la ilusion 
de que el fenomeno estetico es una superfluidad, y 
que en esa fuente, en lo superfluo, es preciso buscar 
su genesis. A nuestro juicio, aquella incompatibilidad, 
como lo dijimos anteriormente, no es mas que "una 
circunstancia ,, que obstaculiza la manifestation este- 
tica, mas no tiene ninguna eficiencia ni valor alguno 
positivo para explicarla. 

Hoy mismo, los mas cultos y refinados no se delei- 
tan esteticamente con sus propios asuntos, por bien 
que marchen, y si acaso pueden hacerlo dentro de 
las ideaciones, no lo hacen de un punto de vista emo- 
tional. jGuay del que suena sobre estos topicos! Lo 
que es un punto de mira en nuestro esfuerzo utili- 
tario en la lucha por la vida, aguzado el instinto 
como esta, hace imposible sonar, divagar, evocar. 
Las cerebraciones acusan entonces una tension pro- 
saica, practica, Puede imaginarse facilmente que no 
debfan tener su espiritu muy libre nuestros antepa- 
sados para que pudieran prosper ar las form as este- 
ticas. 



[174] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



VII 

EL ARTE Y LA EVOLUCION ESTfiTICA 



I. RELACION ENTRE EL ARTE Y LA ESTETICA 

En las multiples formas en que se relaciona el 
hombre con el mundo externo y el psiquico, para 
satisfacer sus necesidades y sus aspiraciones se vale de 
su arte como del mejor medio de action, ya sea para 
conocer, para procurarse lo que le conviene, para 
tnbutar sus homenajes, para producir, para solazarse; 
en fin, para todo. 

Hemos visto que la modalxdad estetica, en todos 
sus grados, es una forma especial de relacionamiento, 
la mas espontanea; esto es, la que solo puede flore- 
cer fuera de la presion del apremio instintivo, y el 
arte que sirve para todo, sirve tambien para concre- 
tar, definir o plasmar los estados psiquicos que se de- 
terminan en ese campo, lo mismo que para lo demas. 
Se ve asi que la relation que existe entre el arte y la 
estetica es la de medio a fmalidad; pero es un error 
palmano, a mi juicio, considerar que todo el arte es- 
ta adscripto a la estetica, asi como creer que la este- 
tica emotional acapare todas las formas superiores 
de relacionamiento- Lo mas que puede ocurrir es 
que, por efecto de la evolution general, dicha moda- 



[175] 



PEDRO FIGARI 



Iidad se presente mejorada como "una consecuencia" 
de nuestras formas de adaptacion, cada vez mas com- 
plejas y superiores a medida que el hombre se eleva 
en el conocimiento y- se independiza de los apre- 
mios instintivos, y a medida que va rectificando los 
errores tradicionales que reducen su libertad psiquica 
y le quitan su verticalidad. 

El arte, como ya dijimos, se manifiesta incondicio- 
nalmente dispuesto a secundar al hombre, como un 
arma siempre pronta a herir en el sentido que se la 
dirija, Mejor dicho, el arte no es una entidad con- 
creta, como se la supone, sino un recurso de que usa 
y puede usar el hombre para todo. Nada es mas na- 
tural, pues, que &te lo urilice para aquello que le con- 
viene o cree que puede convenirle. Es asi que se ha 
servido de el para congraciarse sumisamente con sus 
idolos y dioses mas espantables, lo mismo que para 
guerrear, para navegar, para volar. 

Del desconocimiento de esta realidad ha nacido la 
vaguedad desesperante de nuestro lenguaje toda vez 
que se aplica a precisar ideas sobre cuestiones artis- 
ticas y esteticas Por mas que el arte se haya aplicado 
alguna vez, preferentemente, a fines suntuosos y su- 
perfluos, no puede negarse que al propio tiempo se 
aplicaba a todo, y no pudo ser de otro modo, desde 
que habia algo mas premioso que "lo superfluo", que 
demandaba su auxilio. Solo una confusi6n tal como 
la que ha presidido el estudio de esta cuestion, a 
causa de los espejismos tradicionales que han vicia- 
do el conocimiento, segun trataremos de demostrarlo 
mas adelante, puede explicar el cumulo de juicios y 
apreciaciones tan imprecisas y contradictorias que se 
vierten en ambos dominios, el del arte y la belleza. 
Es asi que se oye hablar indistintamente del arte, de 



[176] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



la obr a de arte, de las bellas artes, de la belleza, del 
ideal, etc., manteniendo todo esto en un verdadero 
embrollo. 

Dice Hegel, hablando de la obr a de arte: "Mais 
ce n'est pas cette realite exterieure et mat^rielle qui 
constitue 1'ceuvre d'art; son caractere essentiel c'est 
d'etre une creation de I'esprit, d'appartenir au domai- 
ne de l'esprit, d'avoir regu le bapteme de l'esprit, en 
un mot, de ne representer que ce qui a ete conqn et 
execute sous Inspiration et a la voix de l'esprit. Ce 
qui nous interesse veritablement, c'est ce qui est 
reeliement significatif dans un fait ou une circonstan- 
ce, dans un caractere, dans le developpement ou le 
denouement dune action. L art le saisit et le fait res- 
sortir d'une maniere bien plus vive, plus pure et plus 
claire que cela ne peut se rencontrer dans les objets 
de la nature ou les faits de ia vie reelle. Voila pour- 
quoi les creations de Tart sont plus elevees que les 
productions de la nature. Nulle existence reelle 
n'exprime Videal comme le fait Tart.". 1 

Confundida asi la obra de arte con la belleza y el 
ideal, como una entidad capaz de realizar el prodigio 
de corregir a la naturaleza, de embellecerla por su 
magia, se comprende que no sea facil hermanarla 
con la ciencia, y que haya provocado las protestas 
de los cultores del conocimiemo, dentro del piano 
en que se va excluyendo lo extraordinario por lo 
verdadero. Considerado asi el arte, como algo que 
puede consumar el milagro de lo bello, del ideal, por 
causas misteriosas, trocando la realidad "inferior" en 
algo maravilloso, se conaben las salvedades que se 



1 Hegel: Esthetique, t. I, pig 13. 



[177] 



PEDRO FIGARI 



formulan a nombre de la ciencia; 1 pero nos parece 
claro que tal oposici6n es solo aparente. 

El arte y la estetica, si pudieran considerate como 
entidades, son dos entidades independtentes, aun 
cuando en algun caso mantengan una relacion de 
medio a finalidad. El arte subsiste sin la modalidad 
estetica, de igual modo que esta subsiste sin el arte; 
y puede decirse aiin que la mayor actividad artistica 
se manifiesta fuera del campo estetico, — el emo- 
tional sobre todo — , como ocurre principalmente 
con las artes industrials y la investigaci6n cienti- 
fica. Cuando el salvaje prepara su flecha y cuando 
el bacteri61ogo investiga, se valen igualmente del 
arte, y ni una ni otra cosa las hacen, por lo general, 
para servir una modalidad estetica, — si bien esta 
puede florecer por igual en ambos casos — , sino en 
vista de la satisfaccion de una necesidad vital, o de 
un interes. Del mismo modo, el que se deleita es- 
teticamente contemplando un paisaje dentro de una 
aurora o de un ocaso, no invade por eso el dominio 
artistico. Solo podrfa decirse que al ordenar subjeti- 
vamente sus ideas y evocaciones, lo hace con arte, es 
decir, con ingenio, con inteligencia, De ese punto 
de vista, llegariamos a establecer que el hombre no 
puede dejar de valerse de sus recursos artisticos, 
para todo, como no puede dejar de valerse de sus 
sentidos y facultades; pero, tomando como arte tan 
solo la exteriorization de tales recursos,* en su fax 
objetiva, que es la evaluable y la que nos interesa, 



1 Dice Le Dantec "Je crois que le progres de It ten- 
dance scientifique dans un individu S oppose, chez cet indivi- 
du, au progres de la tendance artistique. Plus on aime la 
precision et la vente lmpersonnelle, plus on se defie des en- 
trepreneurs d'illusion". — Sctence et conscience, pag. 318. 



[178] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



resulta que pueden percibirse destacados ambos do- 
minios, el del arte y el de la estetica, claramente de- 
finidos. 

Si el artista va ampliando la orbita estetica, como 
va ampliando el dommio cientifico, este resultado 
no significa que sea la belleza o la ciencia la fina- 
lidad exclusiva del arte. Son campos distintos de cul- 
tura de la actividad arti'stica, y esta abarca todos los 
dominios de la accion del entendimiento. 

El arte se aplica por el organismo a servir al or- 
gamsmo, en todos los pianos posibles del pensa- 
miento y de la accion. El hombre va acompanado de 
ese recurso como va acompanado de sus organos y 
sus miisculos, de sus sentidos y sus facultades, en su 
marcha hacia la consecution de sus propositos, y 
ese recurso esta supeditado al hombre como lo estan 
sus sentidos y sus miisculos, y de tal modo, que Io 
acompana incondicionalmente, sin que le limite la 
licitud ni la inmorahdad, la virtud ni el vicio, la 
utilidad ni la inutihdad, lo bello ni lo horrendo, 
Solo el instinto animal reina con soberania sobre el 
hombre, y de ahf que no haya perdido su orientacion 
natural ni en los propios dias de mayor extravi'o en 
las ideas. 

El arte ha sido una manifestacion primaria, ante- 
rior al fenomeno estetico. Las primeras ideaciones 
han debido dirigirse en el sentido de adaptar el or- 
ganismo al mundo exterior en una forma rudimen- 
taria, de simple satisfaccion de sus necesidades pe- 
rentonas. Antes de ideaiizar o de idear en una direc- 
tion francamente estetica, en un orden mas desinte- 
resado y superior, ha debido atender lo que le era 
mas premioso, Asi, por ejemplo, el lenguaje, que es 
una obra de arte realizada por el hombre en su es- 



[179] 



PEDRO FIGARI 



fuerzo de adaptaci6n a la vida social, ha debido 
emplearse antes que en filigranas poeticas, en la 
consecution de lo que era mas vital, sin duda alguna. 

El esteticismo, el propio esteticismo emocional, 
solo ha podido prosperar a medida que el hombre 
se ha ido emancipando de los apremios de la nece- 
sidad; pero el arte ha acompanado al hombre en 
todas las vicisitudes de su evolution y en todas sus 
formas de actividad. Es por eso que puede verse en 
cualquier documentation arqueologica un vestigio 
artistico, esencialmente artistico, por infimo que 
sea, tan inequfvocamente artistico como lo son las 
obras mas portentosas del arte moderno. 

En definitiva, el arte, pues, es un auxiliar del or- 
ganismo; mas aiin: la forma artistica es la mejor 
que emplea el organismo para atender sus necesi- 
dades y aspiraciones. <?Podria suponerse una subor- 
dination exclusiva de los sentidos a una modalidad 
psfquica cualquiera, con prescindencia del organis- 
mo, de todo el ser, de la completa individualidad? 
Naturalmente que no, y lo mismo seria considerar 
que el arte esta, estuvo o estara un dia exclusiva- 
mente consagrado al esteticismo. Es, precisamente, 
por la inmensa variedad de sus formas que el arte 
parece intangible y se le reputa como una entidad 
de exception, casi sobrenatural. 

Si es dificil concretar la modalidad estetica por 
su variedad y su relativismo, que la exhiben bajo 
tan diversos aspectos, no lo es menos el arte, por 
cuanto comprende todas las formas de la actividad 
dehberada, que son innumerables y progresivas, co- 
mo las del esteticismo, que son una consecuencia de 
la evolucion. 

No puede decirse, pues, con propiedad, que el 



[180] 



ARTE, ESTtfTICA, IDEAL 



progreso es fruto del arte, sino del hombre, que lo 
opera por obra de su propia estructura inteligente 
y evolutiva, en consecuencia; ni puede decirse que 
la belleza es obra del arte, sino del hombre, que, al 
adaptarse a la realidad, — su ambiente — , va ajus- 
tando sus cerebraciones al ritmo natural. No puede 
decirse tampoco, propiamente, que el hombre mejora 
la realidad por su arte, porque ella es inmejorable, 
sino mas bien que, al adaptarse de un modo mas ra- 
tional, como lo hace por el conocimiento, experi- 
menta los beneficios consiguientes a un ajuste mejor 
en sus relacionamientos con la realidad infran- 
queable, insuperable. De ahi que no haya podido 
ni pueda prosperar el esteticismo fuera de tierta 
cultura y de cierta hbertad mental. 

La relation entre el arte y la estetica es, entonces, 
la de medio a finalidad, mejor dicho, la de un medio 
general a un fin particular. 

II. EVOLUCION EMOCIONAL 

El estado de emotion debio ser la caracteristica 
del hombre primitivo, como lo es del salvaje, que 
vive bloqueado por ideali2aciones terrorificas. La li- 
bertad psiquica indispensable para el florecimiento 
estetico debio, pues, aparecer muy tarde. En el pro- 
pio periodo inicial del cristianismo, todavia se ad- 
vierte la congoja que oprime a los espiritus. Este 
estado de ansiedad que se caracteriza en el famoso 
Apocalipsis y en todos los relates de los exegetas 
cristianos, no podia favorecer el desarrollo de las 
formas esteticas superiores, por lo menos, por cuanto 
para ello se exige cerebrar mas impersonalmente, y 



fl81] 



PEDRO FIGARI 



esto no pudo acaecer entre los que se suponian en 
todo instante amenazados por la iras divinas, cuando 
no solicitados por espiritus maleficos, que se les 
ofrecian insidiosos a cada paso, para tentarlos p6r- 
fidamente, alevosamente. 

Todo induce a pensar que a medida que retroce- 
demos en la investigation del proceso estetico, se 
encuentran cada vez menores huellas de esa moda- 
lidad. El hombre primitivo, cuanto mas primitivo, 
debio hallarse mas obseso, mas esclavizado por 
preocupaciones excluyentes de la libertad mental re- 
querida para que prosperen las formas esteticas. 

Si acaso hubo entonces manifestaciones incipien- 
tes de orden estetico, &tas no pudieron florecer ni 
alcanzar el grado de emocion, Aun dentro de una 
plena vida emocional, pues, debemos suponer que la 
emotion estetica no se manifests. Seria inconsulto 
pensar que fuera posible la modalidad estetica tfpica 
antes que el hombre se independi2ara de las preocu- 
paciones afligentes que lo subyugaron cuando todo 
le era desconocido, y cuando se suponfa en pleno 
reino sobrenatural, expuesto a crueles castigos por 
cualquier causa, en medio de asechanzas que lo ro- 
deaban por todas partes y de todas maneras. Sus 
emociones debian ser entonces de otro caracter. 

Apenas se abrio algo la conciencia, la evoluci6n 
debe haber determinado una emocionalidad gro- 
sera, torpe, pasional, antes de que se produjera la 
emoci6n delicada que presupone mayor caudal cons- 
ciente y mayor libertad mental, y de ahf es que han 
podido surgir tambien en ese terreno mas abierto, 
las formas superiores de racionalidad, que determi- 
naron el esfuerzo cognoscitivo. 

Puede decirse que el miedo es la antipoda del fe- 



[182] 



ARTE, EST£TICA, IDEAL 



nomeno estetico, porque este se opera cuando las ce- 
rebraciones son mas espontaneas y acordes con nues- 
tra individualidad, y el miedo es precisamente un 
estado psiquico de disociacion, de dislocacion de la 
conciencia. Lejos de sentirnos aletargados por nuestro 
cerebrar mas espontaneo, nos sentirnos conturbados, 
sacudidos por un orden de cerebraciones de caracter 
urgente, defensivas, contranas por completo a nues- 
tra espontaneidad mental; y el miedo, el terror, el 
panico mismo debieron estrechar al hombre, hasta 
determinarlo a adoptar las multiples formas reli- 
giosas que por todas partes se mamfiestan en la tra- 
dici6n historica, con visos de morbosidad caracteris- 
tica en muchos casos. 

La psicologia religiosa, hasta que se mantuvo en 
sus formas algidas, debia excluir necesariamente la 
manifestation estetica que requiere libertad mental 
para prosperar. <;Que libertad podia dejar al hombre 
una preocupacion tan grave como es la del comercio 
con dioses irascibles, vigilantes, que en todo momen- 
to estaban prontos a una represalia, a dar un feroz 
escarmiento por razones de su logica tan arbitraria? 
Entre la naturaleza y el hombre se erguian esos fan- 
tasmas, pues, como un obstaculo a las formas espon- 
taneas de adaptation. Lo mejor, lo mas apetecido, 
era quiza lo mismo Cuyo holocausto exigian estos 
dioses sedientos de la sangre del sacrificio para 
aplacarse. 

Los cantos salvajes denotan la incertidumbre, la 
congoja que embarga. Los viejos cantares nos envian 
aun sus ecos siempre tristes, siempre planideros. Los 
de nuestra propia campafia, de ayer no mas, estan 
impregnados tambien de una melancolia aflictiva. 
Esas melodias quejumbrosas, lastimeras, reflejan 



[183] 



PEDRO FIGARI 



con ingenuidad la psicologia de los hombres de uno 
o dos siglos ha, tan s61o, y asi xnismo suenan como 
un lamento en las poblaciones que matizan nuestras 
cuchillas de esmeralda, hoy en vias de tan extraordi- 
narios progresos. 

No serian por cierto menos desconsoladoras las 
antiguas danzas religiosas, con sus mon6tonos can- 
tos rimados. 

El paganismo griego, menos inhumano que el 
cristianismo, permitio las formas emotivas dioni- 
siacas, que acusan un consotcio mas intimo con la 
naturaleza; pero tanto el cristianismo, como todas 
las formas religiosas que consideran por encima de 
este mundo la finalidad humana, obligando al hom- 
bre a sacrificar los bienes presentes para poder as- 
pirar a los de ultratumba, asf como las que conciben 
la intervenci6n de los dioses dentro de un senti- 
miento de justicia sobrenatural, y, por lo mismo, ar- 
bitraria e implacable, han debido ser fatales para 
cualquier esteticismo definido. 

Es dado pensar, pues, que las formas esteticas in- 
feriores han podido manifestarse mejor antes de que 
el hombre tomara en serio su comercio con los 
dioses, y principalmente con dioses tan iracundos e 
inhumanos, inexorables. Nada es mas antag6nico 
del esteticismo que tales formas superstiriosas, in- 
compatibles con esta modalidad mental, como lo es 
un peligro inminente. 

Hay dos formas tfpicas, puede decirse, de norma- 
lidad: la ignorancia inconsciente y el conocimiento 
racional Los ignorantes viven en plena seguridad 
porque no saben que ignoran, y la duda, que es la 
clave del temor, no les asalta. La duda se formula 
a medida que se inicia la especulacion para explicar 



[184] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



el misterio, lo ignoto que entrevemos. Un conoci- 
miento demasiado incomplete, peor aun, mal enca- 
minado, es fertih'simo para engendrar la duda in- 
quietante, el desasosiego. Entonces apremia el instinto 
sin auxilio alguno, sin concursos inhibitorios, y cada 
cual trata de ampararse, de defenderse por cualquier 
medio. En ese estado mental es mas facil el extasis 
o la alucinacion mistica, que las formas libres de 
cualquier modalidad estetica superior, caracteristica. 

Si los excitantes favorecen las emociones conge- 
neres de las formas esteticas, como la beatitud, el 
embeleso, la alegria, la exaltaci6n desopilante, es 
porque, segun se ha dicho, al atenuar el concepto 
de la responsabilidad, permiten a la individualidad 
expandirse libremente. Asi es que se despiertan los 
optimismos consiguientes a un estado tonico, ha- 
ciendo cerebrar con una espomaneidad que no pue- 
den ofrecer los estados de tension nerviosa que sus- 
cita el terror o la lucha. Los excitantes engendran 
estados psiquicos de plenitud, porque nos irrespon- 
sabilizan, Al desvanecer nuestra conciencia aguijada 
por ei temor de un fracaso, al tonificarnos, deter- 
minan formas cerebrales mas Iibres. Es asi que se 
orrecen como reveladores de las tendencias indivi- 
duales mas intimas. Son libertadores "efimeros" de 
nuestras preocupaciones; pero en estado de vigilia, 
cuando apremian las zozobras de la responsabilidad, 
cuando el instinto las magnifica todavia, es impo- 
sible que se concilie la vision terrorifica con la li- 
bertad mental, que es un elemento requerido funda- 
mentalmeme para toda manifestation estetica. 

EI religioso primitivo debi6 sentirse peor que 
sometido, esclavizado, torturado, traicionado por la 
naturaleza. El animismo debi6 insinuarse por todo 



[185] 



PEDRO FIGARI 



el ambiente, de mil maneras. En cada parpadeo de- 
bi6 caber la visi6n de un fantasma, de un reproche, 
de una amena2a. Es poco juicioso pensar que en tal 
situation moral pudiera expandirse el hombre este- 
ticamente. Puede afirmarse que es mis favorable al 
esteticismo la propia ignorancia que la intelectuali- 
dad, cuando oprime la angustia o la inquietud misma. 
Si puede generarse el fen6meno estetico en formas 
rudimentarias, en plena ignorancia, es imposible que 
se engendre en ningun grado sin una dosis de liber- 
tad mental, ni aim en sus aspectos mas leves; si el 
ignorante o el propio inconsciente s61o pueden vi- 
brar esteticamente 4 e un modo torpe, en cambio no 
puede vibrarse de ningun modo, ni aun asi, cuando 
apremia el instinto, cuando invade la congoja. 

Para idear e idealizar de un modo espontaneo, lo 
mismo que para entrar en el campo cientifico, han 
debido desvanecerse esas visiones aflictivas que im- 
plicaban una actitud perenne de premiosa defensa. 
El proceso evolutivo, pues, es el de la independiza- 
ci6n del espiritu humano, asi como su meta es hoy 
el mayor dominio cognoscitivo de la realidad. La 
emocion ha ido asi desde lo terrorifico hasta lo gro- 
sero, pedestre, y de ahi se dirige hacia el consorcio 
normal con la naturaleza, a ese campo opimo donde 
surgen como flores las modalidades esteticas, ten- 
diendo todas a intelectualizarse para llegar a la racio- 
nalidad, que es su forma superior. 

Si pudieramos ver las cerebraciones como se ven 
las arboledas o los movimientos de las aguas del mar, 
podriamos advertir que cada cual trata de ubicarse, 
aunque sea dentro de un mismo ambiente, en el or- 
{dea de actividades que mejor se avienen con sus ten- 
dencias individuales mas espont&neas; si pudieramos 



C166] 



ARTE, ESTCTICA, IDEAL 



analizar fenomeno por fenomeno en el campo est£- 
tico, como se pueden observar las aves o las plantas 
de un valle, se notaria, en primet termino, que siem- 
pre se tieade a cerebrar con espontaneidad, vale decir, 
en el sentido mas acorde con la personalidad, ya sea 
a base de ideaciones o de idealizaeiones, y, en segundo 
termino, se veria que los fen6menos esteticos partici- 
pan de ambos concursos: el ideador y el idealizador, 
si bien en diverso grado; y, por ultimo, observaria- 
mos tambien, que para que el esteticismo se desarro- 
lie en formas superiores, se requiere, por una parte, 
libertad mental, y por la otra, el auxilio del cono- 
cimiento. Fuera de ahi queda excluido el esteticismo 
superior, asi como fuera del uso de esa libertad 
queda excluida toda manifestation estetica. 

Para verlo mejor, supongamos que en una misma 
extension de campo han plantado sus carpas diversos 
grupos; naturalistas: geologos, paleontologos, ento- 
mologos, botanicos, etc.; artistas, segiin la acepci6n 
usual: escultores, arquitectos, pintores, poetas, litera- 
tos, etc., y un grupo heterogeneo de turistas, entre los 
cuales hay fil6sofos, metafisicos idealistas, o bien mis- 
ticos, cinegetas, etc. Supongamos tambien que tienen 
aseguradas sus necesidades mas perentorias de ali- 
mentaci6n, abrigo, etc. Si nos fuera dado observar 
los procesos mentales de cada uno de los grupos, ad- 
vertiriamos, en primer lugar, que unos actuati a base 
de ideaciones principalmente; otros a base de ideali- 
zaeiones, y otros con una y otra base, indistintamente; 
en segundo lugar, podriamos notar que dentro de 
cada grupo hay innumerables diferenciaciones en las 
propias ramas del mismo proceso; y, por ultimo, ob- 
servariamos que, fuera del orden de conoctmientos 
rationales, no hay dos cerebraciones idSntkas. No 



[187] 



PEDRO FIGARI 



obstante, en ese tor^ellino de cerebraciones diversas, 
podriamos ver que las que se dirigen al conociraiento 
van pot un camino mas ideador que idealizador , en 
tanto que las que se alimentan de la fuente tradicio- 
nal tienden a hacer preponderar la idealizacion sobre 
la ideation. 

En el de los naturalistas, verbigracia, verfamos que 
todos, por diversas vias de ideation, tienden a cono- 
cer, a precisar, a dominar; en el de los "artistas" 
advertiriamos que, entretanto que los plasticos acusan 
una tendencia marcada a la idealization, los poetas y 
literatos se valen de uno y otro concurso para actuar; 
en el otro grupo de tunstas observariamos que los 
idealistas y pragmatistas idean dentto de un campo 
abstracto, prescindiendo de los documentos que ofre- 
ce la realidad objetiva, o sea la misma que interesa 
a los naturalistas por vias ideadoras y a los artistas 
plasticos por vias idealizadoras, y a los poetas y li- 
teratos los veriamos actuar por ambas vias a la vez, 
Los misticos, cerrados en la contemplation de si mis- 
mos, con recogimiento, permanecenan pasivos, en 
tanto que los cinegetas hacen ejercicio fisico y se 
solazan con los goces organicos. 

Advertiremos, ante todo, que dentro de todas estas 
modalidades psiquicas, como formas de relacionamien- 
to fisico-psiquico o psico-psfquico, cabe el esteticismo. 
£l dependera, en grado y calidad, del mayor o me- 
nor ajuste de las cerebraciones que se desarrollan con 
las tendencias individuates, asi como, en cuanto a 
calidad, del aporte de conocimientos; pero observa- 
remos que, cualesquiera que sean el grado y la cali- 
dad de estas formas de esteticismo, se presupone li- 
bertad mental, o sea la irresponsabilidad del instinto 
que apremia. Si alii mismo descendiera de las nubes 



[188] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



"un envxado celeste" proclamando una catastrofe, co- 
mo antano, o bien si se produjera una inundation, un 
diluvio, un terremoto, todas las cerebraciones se con- 
traerian bajo la presion instintiva vital, y se desvane- 
ceria todo esteticismo. Apenas surge el apremio ins- 
tintivo, ceden las formas esteticas, tanto las emotivas 
como las racionales. 

<Podrfa decirse, por esto, que estaba exclufdo an- 
tes el instinto? No, lo que estaba excluido era el 
apremio instmtivo. En cuanto al instinto, era el, pre- 
cisamente, el que encendia las ideaciones e idealiza- 
ciones de todos Ios grupos y en todos los individuos 
de todos los grupos, dado que cada cual ha tratado de 
cerebrar de acuerdo con las tendencias de su propia 
individualidad, 

Puede verse, asimismo, que es el conocimiento, el 
mayor dominio de la ideation, lo que mas favorece 
la libertad mental y dilata el campo de las cerebra- 
ciones, en consecuencia. Si uno de los que estaban 
all: hubiera podido demostrar a los demas que aquel 
embajador celeste era fruto de un alucinamiento, o 
hubiera podido construir un puente para preservar de 
la inundation, o bien determinar el sitio donde po- 
dian ampararse con segundad del diluvio o del terre- 
moto, apenas renacxda la tranquilidad en los espiritus, 
habrian vuelto a abnrse las cerebraciones habituales 
y hubiese podido surgir de nuevo el fenomeno esteti- 
co, en todos sus grados y variedades. Bien, pues. esa 
es la obra de la investigation cientifiea. Ella es la 
que libera de los fantasmas tradicionales y reduce los 
apremios, propiciando asi las formas de todo esteti- 
cismo; es ella la que normaliza al hombre obseso du- 
rante siglos y siglos, al mistico atormentado por mil 
supersticiones y quimeras esclavizantes. 



[189] 



PEDRO HGARI 



Tanto en el campo ffsico como en el psiquico es- 
tan siempre latentes los elementos que han de engen- 
drar el fetfomeno estetico en todos los grades; pero 
para que este pueda prosperar, es preciso que se ve- 
nfique un consotcio fisico-psiquico o pskcvpsiquico, 
con alguna espontaneidad. Esto es fundamental. La 
naturaleza, por su parte, se nos presenta bajo tantas 
fases cuantos sean los puntos de vista desde los cuales 
nos trabamos con ella. Tanto en lo que se refiere a 
los relacionamientos generates como a los de orden 
estetico que de ellos surgen, cuando llegamos a la 
cerebration espontanea hay una diversidad considera- 
ble de formas, la misma que esta determinada por la 
variedad de tendentias personates. Esto no excluye la 
posibilidad de que haya fases mas constantes de re- 
lacionamiento, determinadas por precedentes ances- 
trales, principalmente, no ya por la identidad fun- 
damental de nuestras exigencias instintivas y por la 
comunidad de los elementos ambientes. De ahi que 
tambien haya, en medio de la diversidad de formas 
esteticas, algunas mas persistentes. Hay cosas e ideas 
de tal modo asociadas en nuestra mentalidad, que 
engendran manifestaciones mas permanentes y moda- 
hdades esteticas mas generales. Asf, por ejemplo, en- 
tire otras muchas cosas, los relatos de las hazanas de 
nuestros antepasados, que siempre se esmera en mag- 
nificar la tradition y halagan nuestra vana presun- 
cion de semidioses, hijos de dioses, cuando no des- 
cendientes de heroes-semidioses que manejaban el 
rayo a su antojo, todavia promueven multiples formas 
de esteticismo emocional en todos los hombres. 

Pero si todo esto que nos engana, haciendonos vivir 
de Ieyendas mas bien que de realidades, permite la 
floracion estetica emocional, no ocurre asi con las 



fl90] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



tradiciones supersticiosas y religiosas, que hacen te- 
mer siempre desmedidamente las iras divinas, hasta 
aeonsejarnos el menosprecio de los bienes terrenos, 
Esto cercena, cuando no excluye, el esteticismo, por- 
que reduce, cuando no imposibilita, la libertad, que 
es el unico piano donde pueden producirse copiosa- 
mente las modalidades innumerables y superiores del 
fenomeno estetico. 

Dentro de la propia emotividad puede hailarse, 
pues, excluida la manifestacion. estetica, como puede 
alcanzar, merced a las cooperaciones del conocimien- 
to, un grado de considerable desarrollo en calidad, 
cantidad y variedad. 



III. EVOLUCION DEL ESTETICISMO 

Ha pensado Tolstoy que el arte, para ser de buena 
ley, debe estar al alcance de todos. Se refiere al arte 
emocional, naturalmente. 

Esta tesis se apoya en un hecho inexacto, y es el 
de que las obras maestras se imponen a todos por 
igual. 

El generoso anhelo del pensador nos parece uto- 
pico. Fuera de que es imposible que se emocionen y 
vibren con la rnisma intensidad un espiritu selecto y 
un espiritu grosero, aun ante las propias obras con- 
sagradas, por mas que lo simule a veces la sugestion, 
es imposible tambien que se hallen en igual caso, 
jamas, los que han cultivado su sensorio y su intelec- 
to por disciplinas especializadas, acopiando observa- 
ciones y antecedentes, y los que han permanecido 
ajenos a este cultivo. Si fuera posible obtener una 
simple equivalencia de emociones entre el espiritu 



[191] 



PEDRO FIGARI 



vulgar y el refinado, deberia ofrecerse a cada cual 
una obra de distinta naturale2a. 

En los pianos fundamentals en que se desarrolla 
el torrente de cerebraciones, se opera, como es natu- 
ral, una selection, que debe manifestarse en sus efec- 
tos. Cada disciplina predispone a nuevas formas emo- 
cionales y rationales, en el proceso invariable de 
rectificaciones de la individuahdad; cada conquista 
rompe una fila de cristalizaciones cerebrales, si pue- 
de decirse asi; cada paso de avance requiere un es- 
fuerzo, que es pretiso realizar para sentir los efectos. 
Es asi que, entre la emotion del refinado y la del rus- 
tico, hay la misma diferencia que entre un encaje fla- 
menco y un tejido burdo* El vulgo ira siempre, for- 
zosamente, detras del esteta superior, por mas que 
jadee para alcanzarlo. Cuando el vulgo ha llegado a 
comprender lo que proclamara como bello el esteta, 
ya 6stc se ha distantiado nuevamente, en su afdn 
irresistible de ascender, de ampliar los dominios de 
su esteticismo. 

De esta permanente retaguardia a que se halla con- 
denado el vulgo, acaso naci6 el "snobismo". Acostum- 
brado a sufrir desenganos, el espfritu inferior comien- 
2a a darse por convencido antes de estarlo realmente, 
Esto, que es apenas una semiconciencia del progreso 
constante del esteticismo y del arte, es ya algo, pero 
no es suficiente para fundar una igualdad en este te- 
rreno. Para realizar aquel anhelo seria menester que 
entre tanto que se entrenan los espiritus vulgares, 
quedaran estacionados los selectos. 

<C6mo podrfa encontrarse una formula que satis- 
ficiera por igual las exigencias del refinado y las del 
zafio, con ser tan distintas como son? Para lograrlo 
no hay otro camino que el de la realidad, esto es, 



C192] 



ARTE, ESTJ&TICA, IDEAL 



satisfaciendo con obras de distinto orden demandas 
distintas; pero es imposible que una misma cosa sea 
comprendida de iguai modo por hombres cuyo crite- 
rio ju2ga con arreglo a un plan de idealizaciones y 
evocaciones distintas. 

Desde que todo puede engendrar conceptos este- 
ticos, la Ifnea a seguirse es la de una exploration 
continua en todos los dominios de la cerebralidad 
aplicada a adaptar, a asociar al hombre y la naturale- 
2a, el organismo a su ambiente, y a medida que avan- 
za, el esteta encontrara mas grato el concepto que la 
exterioridad, lo sincero y llano, que lo artificioso; lo 
simple, intenso, descarnado y franco, que lo ampulo- 
so y lo pedante; lo que conserva su caracter origina- 
rio, esencial, tipico, que lo que ha sido deformado por 
convencionalismos; en tanto que el vulgo se deleita 
con el artifirio, con las armazones de relumbron, con 
lo altisonante, con lo afectado, con lo presuntuoso; 
vale decir, con lo mismo que repudia y menosprecia 
el refmado por efecto de su propia evolucion. Es asi 
que el espiritu culto se detiene a observar y se deleita 
con las mismas bestias y plantas que el nistico mal- 
trata con su zueco. 

Hay un trabajo constante de especializacion, diria- 
se una supersensibilidad adquirida por el ejercicio de 
los sentidos y facultades que se dingen a percibir las 
intimidades de cada entidad, por minima que sea, lo 
cual permite apreciar los matices mas tenues y deli- 
cados en cada orden de manifestaciones, y ese entre- 
namiento por el cual se van acopiando elementos que 
han de producir la eclosion estitica, no debe quedar 
olvidado, porque se incurre asi en un desconocimiento 
palmario de una realidad tangible. <?C6mo, pues, pre- 
tender que el vulgo pueda percibir y apreciar, por 



[193] 



PEDRO FIGARI 



mas que se empine, lo mismo que percibe y aprecia 
por un tenaz esfuerzo de especializacion el espiritu 
selecto? ,;Podria rivalizar en destreza digital el ganan 
de maQOS encallecidas, con el pianista, verbigracia, 
que no ha hecho mas que ejercitarlas con solfcito 
cuidado? 

Son bastante recientes los aspavientos inspirados 
por el naturalismo y el realismo literanos, el M leit 
motiv" y la dramatfcacion musical en la obra lirica, 
y el impresionismo en las artes plasticas. Todo esto 
provoco nutridas protestas de sincera indignation. 
No obstante, los "martires", diriamos, de estas refor- 
mas, han sido aclamados hasta por el vulgo mismo. 
A Wagner, que fue tan discutido por los propios in- 
telectuales, se le escucha ya con recogimiento hasta 
en nuestras plazas publicas, Lo mismo puede decirse 
de lo demas; y es asi que los silbidos de reprobation 
de que tanto huyen los ramplones, han sido precur- 
sores muchas veces de verdaderos acontecunientos 
artisticos. 

Guyau afirma que para que un sentimiento llegue 
a ser verdaderamente estetico, su armonia debe ser 
percibida con espontaneidad, u Es necesario, dice, que 
nuestra conciencia entera este interesada y en acci6n, 
pero sin razonamiento y sin calculo, en disposicion 
de experimentar inmediata y espontaneamente un 
placer a la ves sensitivo y voluntario". L 

Esta conception estetica es inexacta, porque preci- 
samente las formas mas preciadas de esteticismo, co- 
mo se ha visto, son aquellas que requieren un esfuer- 
20 preparatorio mental. 



1 Guyau. Problemas de tstSUca contemporanea, p£g. 
52, v. c. 



[194] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



Este fiI6sofo suena generosamente, como Tolstoy, 
con formas esteticas absolutas, y es asi como espera 
que un dia el progreso habra de confuodir por com- 
pleto lo agradable con lo bello y con lo artistico, 
llegando en esa visi6n utopica hasta pensar en que 
habra instrumentos de una sonoridad tan perfecta, 
que no pueda tocarseles sin que emitan sonidos de 
valor musical "El mas Iigero choque, dice, hara vi- 
brar hasta las profundidades de nuestra vida mo- 
ral". 1 

Para llegar a esta conclusi6n es menester que se 
olvide el valor relativo del sonido que emociona, a 
veces, no por su sonoridad solamente, sino por lf su 
a juste" a lo circunstancial. Las asonancias y disonan- 
cias que comienzan a utilizarse como medios de ex- 
presion, y algunos instrumentos, que no descuellan 
ciertamente por su sonoridad, quedarian exclufdos 
del arte musical si se realizara el sueno de Guyau, 
y, en cambio, parecen estar en vias de florecimien- 
to. Tan relativo es el sonido, que una nota a des- 
tiempo, por mas dulce y sonora que sea, irrita o 
mueve a risa, como una frase o una palabra fuera 
de oportunidad* 

Entre el sonido y el concepto a que aquel se aph- 
ca, hay la misma relacion que entre la palabra o el 
signo y el pensamiento que tratan de expresar. Nadie 
pensara que jamas pueda confundirse el pensamiento 
con las palabras o los signos de que nos servimos 
para exteriomar nuestras ideas, por mas que se los 
perfeccione, Lejos de eso, tal cosa seria fatal para el 
arte y el esteticismo. Pensar, pues, en aquellas so- 



i Guyau: Problemas de estetica contemporanea, pag. 
Ill, v. c. 



[195] 



PEDRO FIGARI 



noridades prodigiosas de por si, equivaldria a pensar 
que podrfa hallarse una palabra o una frase que de- 
leite a todos por igual, definitivamente. 

No son los sonidos los que habran de modificarse 
mas con la evo!uci6n, sino nuestra manera de utili- 
zarlos y comprenderlos, EI esteticismo se trans- 
forma constantemente. Lo que nos parecia bello, 
deja de parecernoslo asf que avanzamos. Para de- 
leitarnos con aquello que anteriormente promovi6 
nuestros entusiasmos, es preciso que Io idealicemos 
en un sentido magnificativo, lo cual presupone que 
no es aquello mismo lo bello, sino su evocacion. No 
es, pues, en la faz objetiva donde es preciso esperar 
la evoIuci6n estetica, sino en la subjetiva. Los me- 
nos evolucionados seguiran deleitandose con los 
mismos motivos con que los mas evolucionados se 
hastian. Los saivajes, cuyo esteticismo es siempre 
melancohco o belico, se solazan con monotonas 
danzas guerreras, con movimientos y alaridos que 
se repiten interminablemente, a la vez que los bi- 
bliofilos y los bibli6manos con libros y hasta con las 
viejas patinas de los mismos, que perciben y acari- 
cian con fruicion; los ninos se encantan con un gro- 
tesco espectaculo de circo o de titeres, o bien simu- 
lando con sillas y cuerdas que conducen un carro o 
un tren. Lo trivial es bello para el espiritu vulgar, 
y hasta los propios asuntos que han perdido interes 
para el evolucionado, vuelven a reconquistarlo, a 
veces, por la evocacion generosa. 

Por eso es tan personal el gusto. Juntar a dos 
emocionales de distinta cepa, es exponerlos a con- 
tinuas rinas, como Io es el juntar a dos viejos 
malhumorados: lo que al uno deleita, crispa al otro. 

El gusto es siempre personalisimo. A los misticos, 



fl96] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



ciertos solaces mundanos, aun los mas inocentes, les 
escandalizan, porque estan fuera de su orbita este- 
tica. La religiosidad elimina naturalmente del cam- 
po de su libertad mental todo aquello que pueda 
caer bajo la action de sanciones celestes, y estrechan 
asi su esteticismo; la supersticiosidad mina el alma 
de melancolias infinitas, y dentro de eso mis mo bus- 
can el mistico y el supersticioso su solaz estetico, 
apenas pueden espontanearse. Para cada agrupacion 
y para cada cual hay un concepto de la belleza, 
dentro del sesgo de sus inclinaciones, determinado, 
como se comprendera, por multiples factores y an- 
tecedentes. Es asi que puede hablarse de la belleza 
japonesa, india o europea, como una tendencia co- 
miin, motivada por los factores y antecedentes co- 
munes, mas no por eso identica, desde que dentro 
de cada tendencia se advierte una infinidad de va- 
riedades y matices. 

Si se suprimiera la facultad de idear e idealizar, 
quedaria por complete suprimido el fenomeno este- 
tico, porque es esa facultad la que genera los este- 
ticismos superiores e infenores, pero si solo se des- 
truyera lo que ahora nos emociona o por cualquier 
forma ideadora nos deleita esteticamente, creariamos 
un nuevo orden de esteticismo sobre esos mismos es- 
combros, del mismo modo que los enclaustrados sus- 
tituyen la psicologia de la libertad por la del muro 
estrecho y enrejado, y vibran esteticamente alii mis- 
mo, apenas se familiarizan con la vida claustral y 
obtienen su normalidad. 

En las propias deformaciones y transformaciones 
de la funcion nutritiva, la glotoneria y el refina- 
miento del "gourmet", debidas a idealizaciones de di- 
versa indole, pueden caracterizarse el esteticismo ia- 



[197] 



PEDRO FIGAIU 



ferior y el superior. Ahi mismo puede verse, por un 
lado, que es tanto mks animal cuanto menos cons- 
ciente y, por otro lado, que es tanto m&s seleccionado 
cuanto mas intelectivo. Si Berthelot hubiera podido 
llevar a cabo su inteato de simplification nutritiva, 
; cuanto se habria modificado esa funcion que sirve 
de deleite a tantos y tantos! . . . Y si tal proceso 
se opera en las propias manifestaciones inferiores de 
emocionalidad vegetathra, animal, <?podra dejar de 
operarse en las superiores, o en los dominios ratio- 
nales? Claro que no, desde que es precisamente su 
action la que determina aquel proceso de transfor- 
maciones constantes, y la evolution estetica es una 
consecuencia del mismo. 

Se ve asi que la evolution empuja todo hacia la 
mayor intelectualizacion, todos los dominios men- 
tales. De lo pasional se va a lo sentimental, y de ahi 
a lo intelectual, a lo intelectivo-racionaL Solo la ilu- 
si6n, que hizo considerar como una peculiaridad in- 
trinseca o extrlnseca de las cosas su esteticismo o su 
inesteticismo, ha podido motivar el desconocimiento 
de este fenomeno en todos sus grados, llegando a 
suponerse que la misma emotion estetica es un sim- 
ple efecto de la perception de las cosas bellas en si, 
Esa ilusion no ha permitido disociar el fenomeno 
para considerarlo en si mismo, y es de ese modo que 
las teorias se han referido a la supuesta causa eficien- 
te, objetiva, descuidando los efectos de relaciona- 
miento; pero aislada dicha modalidad de lo que le 
sirve de simple causa ocasional, puede verse que su 
evolucion obedece a la misma ley de intelectuali2a- 
cion que acompafia todos los procesos de la actividad, 
tanto en la faz emocional como en la racional. Todos 



[198] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



los esteticismos tienden asi a participar, cada vez 
mas, del conocimiento. 

En la evolucion general, las idealizaciones se se- 
leccionan a base de ideation, y las ideaciones se seleo 
cionan a base de conocimiento. Si dentro de las for- 
mas de idealization nuestro relationamiento con el 
mundo exterior, en el proceso de adaptation, parece 
mantenerse en un campo arbitrario > no por eso deja 
de sentir el influjo de los progresos de la racionali- 
zacion, oper&ndose asi un ordenamiento, a medida 
que se rectifican nuestros juicios y se amplfan. 
Como que la evolution se desarrolla sobre un fondo 
preexistente, que es todo lo que ha acumulado la 
inteligencia en cuanto a observations, a juicios y 
prejuiaos, a usos mas o menos rectificados, y demas 
antecedentes, es siempre mas facil encontrar predis- 
posiciones para el acatamiento de lo ya consagrado, 
que para propiciar reformas. Esa es la mfluencia del 
habito, ese es el prestigio del pasado; pero puede 
verse, as! mismo, que van transformandose, bajo la 
action del conocimiento, las propias mpdalidades 
emocionales, como se transforman las practicas so- 
ciales y politicas, y todo lo demas. 

Veamos ahora que es el pasado, y c6mo influye 
en la evolucion estetica. 



IV. EL PASADO 

Muchos son los que apagan todavia su sed de 
saber explorando el pasado; a muchos espiritus se 
les impone de tal manera la tradition, que una duda 
aceica de su autoridad o de su prestigio pareceles 
una irreverencia, cuando no una herejia. Para ellos, 



[199] 



PEDRO FIGARI 



la sabidurfa de nuestros antepasados no puede ser 
sobrepujada. De ahi que sean tan pocos Ios que in- 
quieren libremente sobre lo traditional, para saber 
lo que hay de aprovechable y de verdadero en esos 
antecedentes, y lo que hay de falso, para rectificar 
sus juicios. Entretanto que estos se hallan espa- 
Ieados por la curiosidad y la duda, aquellos viven 
petrificados, a veces, en un orden de ideas cuyo 
germen inspirador acaso data de los dias mas nebu- 
losos de la prehistoria. Para estos, el progreso es una 
adversidad, y no pudiendo dar maquina atras para 
reconstruir el pasado, protestan contra la evoluci6n 
natural. Tamano desvio, fruto de una falsa idealiza- 
tion retrospectiva, insana, que no deja ver las cosas 
como son, hace que se malogre el presente, que es 
el mayor bien posible y que, por lo demas, es. Este 
espejismo, que nos muestra como superior la serie 
de "presentes preteritos", tanto menos envidiables 
cuanto mas lejanos, se ofrece, asi mismo, para mu- 
chos, con una magfa irresistible, 

De todo punto de vista, sin embargo, es mas bien 
compasible que envidiable ese "remoto presente" que 
toco vivir a nuestros antepasados. 

Los espiritus sonadores, como que estan en plena 
adoracion contemplativa de lo que fue, resultan 
molestados por toda audacia en el sentido de avance. 
Para ellos la vida no tendria sentido fuera de los 
relates que susurran en sus oidos fascinados, y por 
mas que sea leve ese susurro como el de una lejana 
arboleda, ellos, hiperestesiados, conciben todo eso 
poblado de seres fantasticos, imposibles como las 
viej as leyendas, como los cuentos de Perrault. En 
esos espiritus, es lo irreal, precisamente, lo que tiene 
encantos y sabor; lo demas es prosa vulgar y baja. 



[200] 



ARTE, EST£TICA, IDEAL 



Eso es lo que hace del ensuefio un valor prodigioso, 
y del arte aplicado a plasmar el ensueno una forma 
de arte superior e insuperable. Desde esa cumbre 
fantastica, todo resulta pequeno, aun lo mas estima- 
ble y admirable. Este "vicio de conocimiento" es 
necesariamente de malas consecuencias, todas a de- 
plorarse. 

Hast a los propios filosofos mas eminentes se han 
dejado seducir y adormecer por la quimera traditio- 
nal, con ese nectar falaz, y miran el pasado como se 
miran los paraisos efimeros por los alucinados. El 
misterio, la irisada vaguedad que envuelve el recuer- 
do de los tiempos pasados, hace muy facil dejarse 
fascinar, y es asf que, a costa exclusiva de nuestra 
propia imagination, vive aun con cierta holgura toda 
esa legion de dioses y semidioses, que se for jo acaso 
con la simple narration de las proezas que se atn- 
buyeron a los viejos heroes, los que lutian necesa- 
riamente mas aun que nosotros, su parentesco con 
el antropoide. 

Los relatos de la tradition tienen dos causas por 
igual magnificativas el viejo hiperbolismo de nues- 
tros credulos ascendientes, y nuestra predisposition 
a enaltecer todo lo que se acerca a las fronteras de 
lo desconocido, como es lo preterite Todavia des- 
lumbran los cantos de la epopeya homerica, quiza 
menos, no obstante, de lo que debieron desiumbrar 
a Homero, si Homero existio, Us recitaciones de los 
rapsodas y aedas, que, a su vez, debieron ser mas 
hiperbolicos que Homero respecto de las proezas fa- 
bulosas de sus respectivos heroes; todavia fascinan 
la vieja citara ingenua y las primitivas flautas y 
siringas que inspirarian compasion al propio musi- 
castro actual. Para nuestros mismos antepasados de- 



[201] 



PEDRO FIGARI 



bieron sonar dehciosamente, sin duda alguna, mas 
no tanto ni con tanta magia como io suponemos 
en nuestras evocaciones generosas, superlativas, des- 
bordantes. 

Nuestros eraocionales y los propios filosofos se 
sienten atraidos aiin por el encanto de la leyenda 
que les hace ver los sucesos mas insigmficantes 
como cosas prodigiosas, aureoladas con destellos 
multicolores. Apenas se evocan, afluyen en tropel las 
imagenes retrospectivas, con zumbidos de colmena 
;Ay, que desencanto si pudieramos palpar aquellas 
reahdades como palpamos las nuestras! Los gestos 
de los dioses y los heroes, y las propias sonnsas de 
las viejas heroinas, quiza nos hicieran desplomar de 
pur a desilusion. Por Io demas, preciso es reconocer 
que hasta resulta irreverente pensar que no sonnen 
con iguales encantos nuestras exquisitas mujeres mo- 
dernas, y no obstante, con un aturdimiento inexcu- 
sable, envidiamos las de nuestros antepasados que, 
de nmgun punto de vista pudieron ser mejores, co- 
mo no sea por efecto de nuestra propia ofuscacion. 

Por un vicio de conocimiento, todo lo que es 
anoso se transfigura a nuestra mirada, tomando con- 
tornos de proeza mirifica, seductora, pasmosa. Por 
un fenomeno de anamorfosis, al evocar lo viejo, con 
tener tan acentuada la fobia de la vejez propia, lo 
vemos rejuvenecido, hermoseado, rozagante, agracia- 
do, jarifo, o bien trasmutado en grandeza y majes- 
tad, si se trata de apreciar su importancia, y asi es 
que cualquier suceso antiguo se nos ofrece agigan- 
tado. Si una catastrofe como la del 'Titanic ', que 
apenas merecio algunas cronicas fugaces en nues- 
tros dias, se hubiera producido en la antiguedad, su 
relato habria llegado hasta nosotros con perfiles de 



[202] 



ARTE, EST£TICA, IDEAL 



fabula, y figurarfa, con el mejor titulo, por otra 
parte, en los propios fastos de la mitologia. 

Esa veta inagotable de la evocation magmficente 
que tanto ha preocupado a los pintores, poetas y 
escultores, debio ser bien pobre en sus comienzos, 
pero el hombre, a quien le es tan grato el sonar, no 
se da cuenta de que al hacerlo vive autofagicamente, 
esto es, de su propia fantasia, y meriosprecia la reali- 
dad, en la cual hay tanto que aprender, que estimar 
y que admirar. En pos del misero sueno falaz, se 
deja de lado lo que es, que, "por el solo hecho de 
ser", resulta incomparable, y se prefieren los ecos 
de lo que fue, lo que por fuerza tuvo que ser infe- 
rior . Si oyeramos al dios Pan y a Orfeo mismo, ya 
sabriamos lo que es deception y aburrimiento - 

Subyugados por la leyenda, encandilados por sus 
relatos acerca de reahdades que debieron ser tris- 
tes, si se las parangona con la nuestra; cautivados 
por el crepitar de las lucubraciones poetizantes, des- 
medidas, mas que por el conocimiento de la reah- 
dad que las ha engendrado, hasta se llego a pensar 
que los artistas que han plasmado esos prodigios, 
realizaron la obra magna de arte y de belleza; no 
obstante, si pudieramos observar el ongen de tan- 
to ditirambo, se disiparian las aureolas de los dioses 
y los heroes, de igual modo que se apagarian los 
balbuceos de las viejas flautas y los flebiles sones 
de las celebradas titaras, ante los acordes vibrantes 
de nuestras bandas militares. Esas rehquias maravi- 
llosas del pasado son obra exclusiva de nuestra ima- 
gination. 

Dice Nietzsche "La apariencia del mundo de 
los suenos, en cuya producci6n es cada hombre ar- 
tista, es la presuposicion de todo arte plastico, y 



[203] 



PEDRO FIGARI 



tambien, como veremos, de una parte importante 
de la poesia". 1 

La comprensi6n de esta realidad, que s6Io rige 
para las modalidades emocionales, pierde su fuerza 
cuando declara que por ellas se hace la vida posible, 
y digna de ser vivida. Esto significa negar el pro 
greso y las evidencias mas esplendentes de la evolu- 
tion, no ya los halagos y promesas incomparables 
del conocimiento. 

Nietzsche se nos presenta aqui como un sonador 
prendado de las leyendas preteritas, mas bien que 
como un filosofo. Atraido y dominado por ideali- 
zaciones evocativas, exaltantes del mas remoto pasa- 
do, al razonar bajo tal sugesti6n, otorga prestigios 
extraordinarios, que no tuvo jamas la realidad, fuera 
de nuestros propios desvarios, de un optimismo in- 
voluttvo, superlativo, quimerico, casi delirante. Esa 
preemmencia que se pretende adjudicar a lo vie jo 
sobre lo nuevo, es fruto de una llusion que se disipa- 
na de mmediato apenas nos pudieramos poner en 
contacto con aquella realidad. Esto, felizmente, es 
imposible. Lo dionisiaco y lo apolmeo que destellan 
en nuestra imaginacion prenada de evocaciones 
exorbitantes, nos desenganarian por completo apenas 
pudieramos despojarlos de nuestros propios concur- 
sos psiquicos. 

La naturaleza, en lo antiguo, debio ser como ahora, 
poco mas o menos. Se requieren muchos cientos de 
siglos para que se opere en el planeta un cambio 
sensible, y en lo que atane a la humanidad es tanto 
lo que se ha transformado, sin embargo, que el hom- 
bre moderno resultaria un dios, mas bien que un 



1 F Nietzsche: El ongen de la tragedta, pag 25, v c. 



[204] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



semidios, en el obscurantismo de la antigtiedad, que 
tanto nos ofusca. Frente a un sabio de nuestros dias, 
todos los dioses olimpicos resultarian pigmeos, de- 
plorables pigmeos; no obstante, nosotros miramos 
a los prohombres modernos como a simples mor- 
tales, en tanto que deificamos a aquellos otros mas 
atrasados, concibiendolos como seres ultraterrenos, 
prodigiosos, acaso inmortales, jOh, que triste papel 
harian hoy dia! 

Tal desconocimiento es una de las causas del 
error que campea en todo lo que se refiere al arte 
yala estetica. La preeminencia que tiene aiin a 
nuestros ojos lo fantastico, el ensueno sobre la rea- 
lidad insustituible, y sobre el conocimiento, ha en- 
gendrado tantos falsos juicios cuanto leemos y oimos 
todos los dias a proposito de tan interesantes asuntos. 
Es tal el desconocimiento que reina sobre todo esto, 
que nosotros imaginamos un empireo especial y 
mas aureolado, donde estan reunidos los genios plas- 
ticos y los demas cultores de las "bellas artes", re- 
legando a un segundo piano el smo donde acam- 
pan, si acaso, los genios que mas hicieron por la hu- 
manidad, en las demas Kneas de la actividad general. 
Y este orden de ideas es el que lmpera entre los 
intelectuales, precisamente, porque en vez de ajus- 
tarse a la realidad, tomando ese lt la" para razonar, 
dejan correr sus cerebraciones en el sentido de las 
fantasias mas arbitrarias. 

Si fuera posible justipreciar el dano que tal des- 
conocimiento ha causado a la humanidad, nos espan- 
tarian los resultados. Esa antiguedad, cuyos perso- 
najes nos hacen conocer y admirar desde la escuela 
como tan extraordinanos, no tienen otro merito que 
el de haber nacido antes, haciendo, por su parte, lo 



L205 J 



PEDRO FIGARI 



que pudieron, con axreglo a los recursos de su tiem- 
po, siempre mas limitados e inferiores que los ac- 
tuates, como hacen nuestras eminencias con arreglo 
a los recursos de actualidad, que, en cuanto a lo 
demas, son mas dignos de la primorosa ironia de nues- 
tros modernos Juvenales, que de las apologias alti- 
sonantes, de los panegfricos descomunales y campa- 
nudos, casi divinizantes que se les espetan todavia. 

Por fortuna, la evolution opera su obra, aun 
cuando yerren los pensadores especulativos, y es asi 
que la rectification se realiza a veces antes en el 
orden de los hechos que en el de las ideas Es que 
por debajo de los tomos de lucubracion filosofica 
esta el instinto, que solo trata de asimilar lo que 
conviene al hombre, y deja correr las disertaciones. 
Ese pasado, a medida que se le conoce, va perdiendo 
todo su prestigio, por el lado de lo prodigioso, al 
propio tiempo que lo reconquista, puede decirse, co- 
mo un esfuerzo paciente, perseverante, tenaz, de ca- 
racter genuinamente biologico, para producir lo mis- 
mo que menospreciamos: el presente, Ese pasado, tal 
como se encaro por los devaneos de ideahzacion ar- 
bitrary que inspiro un desconocimiento, resulta asf 
decepcionante, con ser magmfico. Todas esas divaga- 
ciones de un hiperbolismo casi deificante se truecan, 
por obra de la cultura cientifica, en un verdadero 
atentado, en la mas irreverente de las caricaturas. 
Todos los dioses y los heroes de la antiguedad re- 
sultan, de este modo, personajes de sainete, por mas 
que, en realidad, sean nuestros antepasados, vale 
dear, el "puente" por el que llegamos a disfrutar 
de los beneficios de la vida, y en ese caracter, si, 
dignos de todo nuestro respeto, cuando no lo fueran 
de nuestra gratitud. 



[206] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



Y es preciso ver como defienden los sonadores 
ese reino ilusorio de la fabula, en el que sueltan su 
imagination a explayarse con tan to persona) e fan- 
tastico. Se han encarinado de tal manera con todo 
eso, estan de tal modo identificados con ese mundo 
quimerico, que se les antoja pensar que fuera de el 
mueren la inspiracion y la belleza, al mismo tiempo 
que la investigacion va abriendo otros surcos mas 
hondos y feraces para la propia poesia, para el pro- 
pio ensueno. 

Todavia nos sentimos atraidos por las sugestiones 
del relato tradicional maravilloso, como guardamos 
en el alma con cierto cuidado y hasta con cierto te- 
mor, lo que se nos ha contado de extraordinano en 
la ninez, todo eso que por un lado nos hace reir y 
por el otro nos estremece, en nuestros propios deli- 
quios de la edad madura. Todavia influyen en nues- 
tro espfntu las espeluznantes hazafias y anagazas de 
los viejos dioses; todavia admitimos que pueda haber 
algo de verdad en las mas inverosimiles proezas de 
los viejos heroes, y, al evocarlas, una mueca duplice 
se disena en nuestro semblante, que refleja la frui- 
cion con que se rememora el gesto superior de los 
que pueden pertenecer a nuestra ilustre fantastica 
prosapia, y el dejo de abandono y de desden que nos 
inspira, al propio tiempo, el razonar. No sabemos, 
en fin, a que atenernos Aunque en las pacientes in- 
vestigaciones realizadas no se ha encontrado un 
solo hueso, una sola relxquia, un solo documento de 
excepcion, despoblados asi de lo sobrenatural los 
tiempos fabulosos, amamos el prodigio todavia, y 
los sonadores cierran los ojos para no perder sus 
ilusiones, escandalizados por tanta prosa como ex- 
hiben, a su imagination ofuscada, los pobres mora- 



[207 ] 



PEDRO FIGARI 



dores de cavernas, nuestros vulgares y velludos ante- 
pasados de carne y hueso. Esos sf, de hueso y carne, 
j Oh, amamos por demas el ensueno mirifico to- 
davfa 1 Siempre es excesivo, por otra parte, este apego 
incondicional a la quimera. 

Para muchos espfritus, aun en nuestros dias, la 
realidad y la verdad se ofrecen como elementos in- 
feriors, cuando no adversos. Por mas que esto im- 
plique un contrasentido fundamental, desde que so- 
mas obra de la realidad y vtvimos dentro de ella> si 
bien como tributaries, tambien con un envidiable se- 
norio; y, aun cuando no nos es dado siquiera imagi- 
nar nuestra existencia fuera de ella, tememos que se 
pierda esa "poesia de la vida >r , ese mundo de fanta- 
sias, como si fuera mejor tan exagerado desconoci- 
miento, que el conocimiento mismo. 

Sera siempre util reconocer que vale mas la buena 
prosa que la mala poesia, esa que vive en el verso 
y fuera del verso de la idealizacion arbitraria, la que 
va cediendo su puesto al conocimiento, a la ratio- 
nalidad, a la verdad, que es el culto de la realidad. 
Hay extensiones infinitas tambien de poesia donde 
inspirarse en los margenes de la biologfa, de la cos- 
mologia, de la geologfa, de la titologia, de la as- 
tronomia. Hay donde sonar, fuera de la fabula 
mitologica, infantil, forjada en plenas tinieblas; hay 
como sonar, aun despiertos, en esos dominios menos 
falaces, y no por eso menos sugestivos y sorpren- 
dentes 

Si el pasado es inimitable, cambia, no obstante, 
la manera de considerarlo; pero no es por el en- 
sueno que se opera este cambio, sino por la ideacion 
escrutadora, esa misma evolution tan lenta que se 
observa en las propias artes evocadoras del pasado. 



[208] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



Sin ello no se modificarfan las formas sonadoras. 
Quedarian definitivamente cristalizadas. 

Del pasado no queda mas que la realidad presen- 
ce, fuera de Ios relatos que a el se refieren, y por 
obfd del conocimiento vamos ampliando la contien- 
cia acerca de Ios bienes mas positivos y estimables 
de la vida, asi que se disipan los misterios, asi que 
lo extraordinario cede a lo real. 

No es el ensueno, pues, lo que mas hace apreciar 
la existencia, ni lo que guia la evolution: es el ra- 
ciocinio. 

V. LA EVOLUCION ESTETICA ES UNA 
CONSECUENCIA DE LA EVOLUCION GENERAL 

La modalidad estetica sigue la suerte de la evolu- 
cion general. En ese inmenso laboratorio de cerebra- 
ciones en que la especie brega en pro de si misma, 
la manifestation estetica se va perfilando indefecti- 
blemente en el sentido de lo que mejor cuadra a su 
interes, el que, por causas organicas, le parece ser 
algo extraordinario y superior. De ese perenne labo- 
rear, en el que cada uno piensa estar en lo cierto; 
de ese choque de ideas y aspiraciones y actos surge 
la linea evolutive como una resultante que se im- 
pone, porque es obra de experimentation y de co- 
nocimiento. En esa obra constante, en que se agitan 
las facultades del hombre para mejor adaptarse a la 
realidad, donde las intenciones intimas individuals 
resultan impenetrables, en el detalle, porque se 
desarrollan a la sombra de la caja craneana, s61o se 
advierte el efecto del esfuerzo, y en cuanto a este, 
nunca se manifiesta mas proficuo que cuando senala 



[209] 



PEDRO F1GARI 



una orientacion positiva, explotable, aprovechable, 
una verdad, en fin. 

En medio de las rutinas que aprisionan y de las 
timideces que cohiben, surge a veces preeminente el 
pensamiento que se cierne por entre la marana de 
cerebraciones de bajo vuelo, e impone defimtiva- 
mente su action cognoscitiva como "lo util mas util" 
para los fines del hombre y de la especie. Todos, 
sin excepcion, le tributamos vasallaje a la verdad, 
inclusos los sonadores, y en ese proceso nacen nuevas 
formas ideadoras que propician nuevas mamfesta- 
ciones esteticas. 

Si para los que son incapaces de columbrar las 
proyecdones de una conquista cienufica, no es obra 
bella una induccion, una sintesis, una teorla, una hi- 
potesis, no ya el haber concretado una verdad colo- 
sal como la esfericidad de la tierra, verbigratia, o la 
existencia y la accion de la celula en la vida orga- 
mca, y reinan aun. con supremacia en sus cerebros 
calenturientos la vaguedad del ensueno, las ldealida- 
des fantasticas, las sugestiones evocadoras, no es sen- 
sato negar la superiondad de las formas mtelectivas 
de la racionalidad dominadora. Por algo es que hay 
investigadores que llegan hasta olvidarse de si mis- 
rnos, en su afan de concretar una nueva verdad. 

Los que se recluyen en un laboratorio, no deter- 
minan su conducta, segun se cree, en vista de las 
seducciones de la nombradia o de los halagos de la 
gratitud humana, con lo cual se hallarian burlados, 
sino conducidos- por el placer instintivo de aclarar 
un misterio, lo cual siempre resulta de vivo inter es. 
Es, en otra escala, el mismo incentivo que anima 
a los pesquisantes habiles cuando se contraen a 
desenredar un drama complicado, con peiigro y sa- 



[210] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



crificio, a veces, de si mismos. Si no fuera asi, no 
habria como excusar la ingratitud humana, ni co- 
mo explicarse la sabiduria de los sabios. 

El mstinto se advierte indefectiblemente en todo 
acto humano. Quiza esto pueda escandalizar a los 
sentimentales, y tal ve2 mas que a nadie, a los mis- 
mos que se sorprenden tod a via, despues de veinte 
siglos, de que Jesus se sacrificara para redimir a sus 
seme j antes en cumplimiento de una mision divina, 
a su entender, y por Io mismo conminatoria, puesto 
que con los dioses, siempre protervos, no hay otro 
remedio que obedecer ciegamente. 

Ese instinto feraz es el que guia al hombre, lo 
mismo que al insecto, hacia sus mejores vias de 
adaptation. En ese perpetuo laborio de cerebraciones, 
donde pululan a toda hora los ensuenos y los ra- 
ciocinios, azuzados, unos y otros, por el afan de ga- 
rantir el organismo y de mejorar su condition, es 
donde se forja la emancipacion del espiritu que ha 
de engendrar las formas, cada vez mas superiores, 
del esteticismo y la belleza. Se comprende que al 
reformarse el hombre por este esfuerzo no interrum- 
pido, vaya cerebrando, poco a poco, con esponta- 
neidad en los senderos mismos que recorre la evolu- 
tion, su propia evolution. Si asi no fuera, no tendria 
sentido el interminable batallar humano. 

Lo que nos confunde es el culto inconsiderado a 
las preocupaciones de nuestra ascendencia, las que 
centellean aun en el fondo de nosotros mismos y 
nos fascinan Podria decirse que marchamos hacia 
adelante con la mirada vuelta atras, 

Tanto el arte, como las propias modalidades es- 
teticas, tienden cada vez mas resueltamente a asumir 
formas racionales Si observamos el proceso evolu- 



[211] 



PEDRO FIGARI 



tivo, veremos que el hombre racionaliza cada vez 
mas sus medios de accion, tratando de cenir su acti- 
vidad artlstka a la mejor satisfaccion de sus nece- 
sidades mas positivas. Aunque parezca una prosaica 
paradoja esta afirmacion, minados como estamos 
aun por lo mirajes de un romanticismo lmco que 
ha hecho desconocer al hombre las realidades mas 
evidentes, apenas nos detengamos a examinar lo que 
ocurre, advertiremos que el arte, como el esteticis- 
mo, tienden, invariablemente, a asumir formas con- 
gruentes con los dictados de ia rason, que coloca 
por debajo de toda la hojarasca de falsas idealizacio- 
nes, en un terreno mas solido, las exigencias ins- 
tintivas de mejoramlento efectivo; pero no es menos 
cierto que st la mentalidad general se afirmara re- 
sueltamente en este terreno, seria mucho mas facil 
evolucionar. Es todavia mucha la polvora que se in- 
vierte en salvas. 

En el vasto escenario en que se desenvuelve la ac- 
tlvidad general, que miramos a craves de mil clasi- 
ficaciones consagradas en nuestra mente, todas con- 
vencionales, y artificiosas por lo mismo, por mas 
que nos confundan nuestras propias elucubraciones 
declamatorias, y por mas que nos hallemos tan incli- 
nados a lo maravilloso, no por eso dejan de prepon- 
derar, guiadas por el lnstinto, las formas racionales, 
ni dejan de labrar sobre ese caos ilusorio una respe- 
table cantidad de verdades positivas que guian al 
hombre, como guian los faros al navegante, y de 
ellas se sirve el sofiador mismo. El propio ensueno 
se pondera de este modo, y marca el paso en la evo- 
lucion, aunque sea refunfunando. 

La modalidad estetica, como una consecuencia de 
este proceso general, va incorporando asi los concur- 



[212] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



sos del saber. Es cierto que no todos pueden asimilar 
de igual manera; pero no lo es menos que todos 
asimiian. 

En las formas racionales la evolution tiende a 
perfilarse resueltamente en el sentido del conoci- 
miento, en tanto que en las emocionales el conoci- 
miento se aprovecha con menos decision. Si en las 
primeras las ideaciones ofrecen un margen residual 
de idealizaciones, en las ultimas son marginales, al 
contrario, las ideaciones cognoscitivas, prevaleciendo 
el ensuefio como asunto primordial, capital. Y es 
tan embriagante el ensueno, que parece superior, 
Tanto es asf, que han quedado excluidas del reino 
de la belleza, en el concepto de los propios filoso- 
fos, las obras tientificas ^Por que no es bella la 
obra del entomologo, que descubre, por ejemplo, la 
admirable organization colectiva termitaria; la del 
biologo, que descubre los intimos secretos de la 
vida; la del paleontologo, que reconstruye una espe- 
cia extmguida? . . . ,;Acaso potque es mas seria, 
mas grande, mas intensa, mas util y conceptuosa? 

Pero, a pesar de esa arbitraria exclusion, en la 
cultura humana tienden indefectiblemente a prepon- 
derar las formas racionales sobre las emotivas, asi 
como las emotivas superiores, mas racionalizadas, 
sobre las inferiores A medida que el hombre se in- 
forma, integra con mayor concurso de raciocinios 
sus funciones mentales, y su concepto del esteticis- 
mo y la belleza emotional se va transformando. Si 
las cerebraciones idealizadoras van construyendo por 
su parte nuevos ordenes de esteticismo y nuevos 
conceptos de la belleza, a base emotional, cada vez 
superior, eso es debido a que esas mismas ideali- 
zaciones van asimilando racionalidad, y asi se acen- 



[213] 



PEDRO FIGARI 



tua progresivamente la iinea ascendeme mtelectiva, 
superior. Si se examina lo que ocurre en la poesia, 
en la literature en las mismas artes plasticas, y en 
la musica, no ya en la arquitectura, se vera que 
todas van evolucionando hacia la racionalidad. 

Asi como el esteticismo y la belleza emocional 
se caracterizan por su integration evocativa, el este- 
ticismo y la belleza rational se caracterizan por su 
integration admirativa. En el primer caso cerebra- 
mos indolentemente, dejando correr nuestros pensa- 
mientos a manera de camalote, en tanto que en el 
otro orden estetico estamos compelidos a cerebrar 
activamente, poniendo a contribution nuestro razo- 
namiento con la mayor diligencia. En el primer 
caso, vivimos del pasado, usufructuando las image- 
nes acumuladas por la tradici6n, y en el otro, vamos 
penetr ando en un orden de ideas mas preciso y con- 
creto, que requiere la acucia de nuestras facultades 
en vigilia. 

Se habla, por ejemplo, de la belleza helenica co- 
mo de un arquetipo de belleza, sin advertir que las 
obras antiguas se nos ofrecen idealizadas por su pro- 
pia antiguedad, vale decir, por la evocacion. Sin 
embargo, si un escultor de nuestros dias exhibiera 
como propias las mejores esculturas de Fidias o de 
Praxiteles, de mirada ausente, en un marmol que 
llevara el sello del buril moderno, por cierto que 
no nos parecerian bellas, tan bellas por lo menos. 
Miguel Angel, que comprendio el valor de ese ele- 
mento, enterro una de sus esculturas para que pare- 
ciera antigua, seguro de que asi habria de apreciarse 
mas. Esto que vemos a cada paso, ese prestigio que 
tiene en nuestra mentalidad todo lo que es antiguo, 



[214] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



demuestra que las formas de la belleza emotional 
requieren forzosamente el concurso de la evocation. 

La belle2a rational, que es la maxima belleza, no 
exige esto m ninguna otra fiction para imponerse. 
Al contrario, resulta tanto mas intensa cuanto mas 
agudeza alcance nuestra ideation intelectiva para 
analizarla, mientras que la otra es tanto mas intensa 
cuanto mas nos hace sonar, y evocar, y divagar en 
un estado de baja conciencia, la cual otorga una ma- 
yor libertad a nuestras cerebraciones intimas, de 
cepa traditional. Para deleitarse con las grandes in- 
ducciones del genio humano, huelgan la fiction y el 
ensueno. Basta razonar. 

Del esfuerzo aplicado en todos los campos de la 
idea y de la action, nace el progreso, que, en defi- 
nitiva, es obra de conocimiento. Con esto se va 
emancipando el hombre de las trabas que le opo- 
man sus propios errores, sus propios fantasmas, para 
adaptarse a su ambiente, y asf va abriendo sus cere- 
braciones, cada vez mas espontaneas en su consorcio 
con la naturaleza; asi va floreciendo progresivamen- 
te el esteticismo, un esteticismo cada vez mas inte- 
Iectivo y superior. Todos, en procura del bienestar 
humano, van tejiendo de una u otra manera el pro- 
greso en la tela cerebral, pero no son igualmente 
eficaces los diversos aportes y concursos, como se 
verl 

VL INFLUENCIA DEL ARTE EN LA 
EVOLUCION ESTETICA 

Si bien no es la forma de expresion algo substan- 
tial, es preciso reconocer que la actividad, en todas 
sus formas, gira necesariamente alrededor de los re- 

[215] 



PEDRO FIGAKI 



cursos de que se dispone para la accion. De este mo- 
do es que nuestra cerebralidad queda, por lo comun, 
estrechada dentro de los Iimites del recurso de que 
nos podemos valer mas facilmente, y encaramos asi 
nuestras observaciones y nuestro esfuerzo de ese 
punto de vista, no porque no nos sea dado hacerlo 
en otro sentido, sino porque se establece una espe- 
cializarion, un habito, puede decirse, una rutina que 
esclaviza. 

Se comprende que, al actuar, cada cual encamine 
su esfuerzo de tal modo que pueda ser utihzado por 
los recursos que emplea. El pintor, el escultor, el 
arquitecto, el poeta, el musico, el dramaturgo, el 
investigador cientifico, etc., todos, si acaso se ocupan, 
por via de excepcion, de alguna modalidad extrana 
a su arte, la regla es que orienten su observation y 
su esfuerzo en un sentido tal que les sea posible 
utilizarlos dentro de los recursos de accion de que 
disponen. Por lo menos, en tal direction es que de- 
terminan su accion fundamental. Es tan difial que 
un musico se aplique a las ciencias naturales, ver- 
bigracia, como que un naturalista se dedique a con- 
siders un paisaje del punto de vista de sus Ifneas 
y armonias, y si lo hacen, cada cual tratara princi- 
palmente de aprovechar todo aquello que le sirva 
para dar ensanche a sus medios normales de accion. 
Asi, por ejemplo, el escultor sueco Carlos Milles se 
intereso en cuestiones paleontologicas, pero lo hizo 
para mejor concebir y esculpir su admirable grupo 
de plesiosaurios, y no para aplicar sus observaciones, 
verbigracia, a los fines de la biologia. Es frecuente, 
por lo demas, que los pintores y escultores estudien 
anatomia, pero esto lo hacen solamente para asimi- 
lar todo aquello que puede ser utilizado en sus res- 



[216] 



ARTE, ESTfeTICA, IDEAL 



pectivos dominios artisticos. Tanto es asi, que Ios 
crfticos y maestros del arte plastica aconsejan que 
despues de haber estudiado, se olviden de lo que 
han aprendido, a fin de que no trascienda el cono- 
cimiento cienufico, dominante, en sus obras, lo que 
supondrfa en asuntos de caracter emocional una 
antipatica petulancia, por lo cual deben hacer de 
rnodo que solo les sirva dicho estudio para Ios fines 
convencionales de su arte genuinamente evocador. 
De igual modo, si bien en un sentido opuesto, sin 
embargo, los naturahstas se ocupan tambien en mo- 
delar, en dibujar y acuarelar, pero lo hacen con un 
proposito enteramente distinto al de los escultores 
y pin tores, es decir, en un sentido documental, para 
fijar un antecedente, para conocer, no para evocar 
y provocar ensuenos inebriantes. 

Se ve, pues, por un lado, que cada serie de esfuer- 
zos se encamina de distinto modo en la evolucion, 
dado que lo hace con arreglo a los medios ordinarios 
de que echa mano para actuar, y, por el otro, que, 
segun sean dichos recursos de accion, asi sera la in- 
dole de los esteticismos que fomenta y que tiende a 
fomentar. Para verlo mejor, echemos una rapida 
mirada sobre las lineas mas generales de la accion 
total artistica: 



Las artes plasticas y la mtisica 

Las artes plasticas y la musica, aplicadas princi- 
palmente a concretar estados emocionales, viven de 
la evocation. Es que la escultura y la pintura, en 
todos sus manifestaciones y variedades, como la mu- 
sica, cuentan con recursos de accion restringidos, 



[217] 



PEDRO FIGARI 



que no permiten innovar, por mas que puedan asimi- 
lar, dentro de cierta medida, las conquistas que se 
operan. Ellas viven esencialmente del pasado, pues, 
por medio de la evocaci6n. Ni el claroscuro, ni el 
color, ni el sonido inarticulado pueden plasmar con- 
ceptos de avance; y si asimilan las conquistas que 
se realizan, concurriendo asi a su divulgation, no 
son bastantes para concretarlas por si mismas, ni 
para tomar iniciativas en el sentido de la renova- 
ci6n, de la rectification, del conocimiento. Por eso 
es que estos artistas, al observar la naturaleza, no 
Io hacen, como ya dijimos, con el prop6sito de co- 
nocerla en su faz objetiva, substancial, sino mas bien 
buscando en ella "inspiraciones", dentro del domi- 
nio idealizador, que les permitan emocionarse y 
emocionar por el ensuefio. 

A estos artistas poco les interesa — dentro de las 
exigencias de su arte, naturalmente — el conoci- 
miento de la realidad, en su esencia, ni el provecho 
que de ello pueda reportar el hombre o la especie* 
Por tal raz6n, asi como por hallarse tan descono- 
cida la naturaleza intima del arte y la estetica, di- 
cen frecuentemente que el arte no tiene fronteras, 
como si el hombre, por su arte, pudiera exceprio- 
narse de la ley comiin por la emotion; y dado que 
ellos, como magos, pueden trocar en "belleza" cual- 
quier cosa, no se detienen a observar la realidad 
mas que de un punto de vista conventional, que les 
permite vibrar y hacer vibrar a los demas con sus 
propios ensuenos. 

Para verlo mas claro, tomemos, por via de ejem- 
plo, las escenas de una guerra, las de una epidemia, 
o bien las del comercio de esclavos. Si estos asuntos, 
mas que dantescos, fueran explotados por la escul- 



[218] 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



tura, la pintura o la musica, estas formas artisticas 
no podrian hacer mas que librar a la cerebraciones 
de los terceros las emociones que esos horribles cua- 
dros produjeron en la psiquis del artista, en tanto 
que el arte literario, o poetico, o cientifico, podrian 
msinuarse mas en la mente, presentando esa misma 
realidad bajo aspectos diversos, y aun podrian ex- 
plicar las causas generadoras de esos males y exce- 
sos de crueldad salvaje, proponiendo los medios de 
preveairlos o de reprimirlos. 

EI pintor, el escultor o el mdsico que quisieran 
exponer el estado psiquico que engendra una de esas 
escenas, tendrian que limitarse a la manifestation de 
su propio sentir, dentro de un plan personal mas o 
menos arbitrario, sin expresar las causas que lo de- 
terminan, y despreocupados de los preventivos o re- 
medios Es esta, como se ve, una forma psicologica 
personal, documental, si se qiuere, pero siempre m- 
completa y pasiva. El cuadro, estatua o poema mu- 
sical, desde luego, dejarfan indiferentes a los incultos 
y a los crueles, es decir, a los mismos sobre quienes 
es mas preciso actuar, en tanto que el escritpr, a la 
vez que exhibe su propia emoci6n, puede expresar 
algo mas, esto es, todo lo que se le ocurra, los juicios 
y comentarios que le sugiere tal flagelo o tal acto 
de barbarie, e incitar a que se aplique el correctivo 
conveniente. Es, pues, una forma de acci6n mas 
completa y eficaz, pot cuanto divulga tambien, e 
instruye. 

Dentro de la musica y el arte plastica, no hay re- 
cursos para cooperar en la evolucion en un sentido 
innovador: solo hay recursos de exposici6n, limitados. 

Cualquier asunto moral } inmoral o indiferente a 
la moral; cualquier asunto que tenga o no tenga in- 



[219] 



PEDRO FIGARJ 



teres para el hombre y la sociedad, sirve y puede 
servir para emocionar en el campo sentimental, sona- 
dor, evocative Cuantos mas artificios permita utilizar 
una escena, un paisaje, un estado psiquico o un as- 
pecto cualquiera de la naturalesa, es asunto de mayor 
interes para el artista emocional, dado que mas in- 
tensamente vibrara este y hara vibrar a los demas. 
La precision, lo geometrico, lo estricto resulta ineste- 
tico del punto de vista emotivo, por cuanto no nos 
permite divagar en el campo de la evocacion sona- 
dora. 

Dio cuenta la prensa, ultimamente, de que un es- 
cultor japones habia esculpido su propio retrato en 
madera con tal prolijidad, que al compararse el 
original con la escultura, se dijo, no se percibia nin- 
guna diferencia. El cronista aseveraba que habia sido 
tal la minuciosidad del artista, que no solo puso a 
la estatua ojos de vidrios enteramente "iguales" a 
los suyos, sino que la habia dotado tambien de una 
cabellera perfecta. Para el caso, nada nos importa 
averiguar si es o no exacta la noticia, puesto que de 
cualquier modo este antecedente sirve para precisar 
mejor nuestras ideas sobre el asunto de que aqui 
tratamos. 

Esta "proeza" escultural — admitamos por un ins- 
tante que lo sea — nos permite ver que es impo- 
sible emocionar esteticamente, dentro de ese plan. 
Es de suponer que nadie dudara que, en ve^ de 
emocionar de un modo estetico, la referida escultura 
debe produeir la impresi6n hilarante de un muneco, 
tan nimia como ingeniosamente construido, antes 
que la de una bella obra de escultura superior, de 
indole estetica emocional, por cuanto es dificil, si 
no imposible, que nos incite a sonar, a idealizar, 



[220] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



algo asi, tan materializado; y bien: esto es realmente 
demostrativo. 

Si un dia se pudiera construir anafroditicamente 
un ser viviente, completo, asi, de un modo artificial, 
dotandolo de una semejanza perfecta con el ser hu- 
mano, al punto de ofrecer igual complexion anato- 
mica, e iguales modahdades fisiologicas y psiquicas, 
los emocionales no podrian dejar de mirarlo como 
a un monstruo, pot mas que tuviera formas apoli- 
neas y por mas que cerebrara seraficamente, 

Los investigadores cientificos, ellos, si, harian su 
agosto; pero los demas verfan en esa construccion 
algo de diabolico, que les impedirfa asociar estados 
psiquicos espontaneos, o evocar en este sentido, has- 
ta que, familiarizados con tal maravilla de conoci- 
miento, se entrara en el campo de los relacionamien- 
tos ordinarios, se alejara en el tiempo, y pudiera esta 
obra de ingenio cientifico ser idealizada evocauva- 
mente por el ensueno. Los investigadores, si, se 
aprestarian de inmediato a deducir conclusiones uti- 
lizables en el terreno cientifico; pero los sonadores, 
para quienes esta conquista significaria derrumbar 
una buena parte de las idealidades de que viven, ten- 
drian que hacer un esfuet20 extraordinano para 
reparar el desperfecto que habria producido esa ma- 
ravilla en su psiquis sentimental, y no por eso de- 
jarian de hacerlo, como lo hacen siempre ante toda 
realidad, ante toda verdad que se conquista, a fin 
de quedar de nuevo habilitados para seguir sonando. 

Los escultores, pintores y musicos, confinados en 
el circuito emotivo, como se ve, tendrian que hacer 
una serie de gimnasias mentales preparatorias, para 
asimilar una conquista que desbarata sus idealida- 
des, e incorporarla a sus medios ordinarios de ac- 



^221] 



PEDRO FIGARI 



ci6n, a fin de recuperar el balanceo undivago del 
ensueno que adormece. 

Un prodigio como el que suponemos, no obstante, 
implicaria abrir a nuestra mirada el antro de uno 
de los mas apasionantes misterios humanos. Si algun 
desconcierto pudiera producir un suceso tan instruc- 
tive e interesante para los espi'ritus racionalizadores, 
tal desconcierto s61o se operaria en las filas de los 
que aman la quimera, la ilusion embriagante mas 
que la propia realidad. Para estos se requiere el mis- 
terio, como elemento mas impresionante y evocador. 
La plena luz de la evidencia reduce considerable- 
mente su campo de accion. 

Del .punto de vista emocional, nada es menos 
propicio que el conocimiento substancial, integral. 
Cierto que se exige, cada vez mas, la complejidad en 
el concepto de la propia obra de arte emocional 
para que pueda sobrevivir a la frecuentacion; 
pero tambi£n es cierto que sin un margen de miste- 
rio, la emocion se desvanece. Esa misma compleji- 
dad tiene que mantenerse dentro de lineamientos 
vagos, imprecisos, porque apenas se precisan los 
hechos, cesa todo estado emocional. Lo matematico 
excluye el ensueno. Lo que conocemos, no es pro- 
picio para esta modalidad, y lo propio que frecuen- 
tamos demasiado, esta expuesto a la prosa. S61o a 
medida que se nos aleja en el recuerdo, puede tro- 
carse otra vez en asumo de evocaci6n y de ensueno. 
Por eso es tan personal el esteticismo emotivo. Lo 
que para unos es un. colmo de belleza, a veces, para 
otros es un colmo de insignificancia. 

Estas artes, contraidas a interpretar el pasado, a 
causa de sus medios naturales de accion, puesto que 
no pueden prescindir de lo evocatorio, segiin se ha 



[222] 



ARTE, ESTCTICA, IDEAL 



dicho, se nos ofrecen asi como las mas retardatarias 
en el proceso evolutivo; y no pueden sustraerse de 
la magnification de los antecedentes tradicionales, 
en sus propios esfuerzos mas conceptuosos, porque 
eso para ellas es esenciaL Emerge de su naturaleza 
misma. La evocation es su razon de set; fuera de 
ahf, s61o pueden concurrir como auxiliares de las 
otras ramas. 

Por eso es que se acude a lo antiguo, en busca de 
arquetipos de belleza, y por eso se apretian tanto las 
mas remotas pmturas y esculturas, asf como los 
asuntos mas primmvos, que deleitan incomparable- 
mente al cultor plastico o musical. No es peque- 
no, sin embargo, el esfuerzo que se requiere para 
saborear esos viejos lienzos bituminosos, ennegreci- 
dos, ahumados, que se ostentan como reliquias de be- 
Heza insuperable en los museos y galerias. No obs- 
tante, si nos dieramos cuenta de que ponemos de 
nuestra parte mucho mas de lo que'ponen esos do- 
cumentos historicos, para confraternizar esteticamen- 
te; si advirtieramos que es preciso animarlos, como 
Prometeo a su arcilla, con el fuego de nuestras pro- 
pias evocaciones, comprenderiamos que hay mas de 
ilusion que de realidad en esas formas de esteticismo. 

Fuera del solos, pues, las artes plasticas, de igual 
modo que la musica, desempenan un papel pasivo en 
la evolution, dado que no cuentan con recursos pro- 
pios de conquista y de renovamiento. Viven principal- 
mente a expensas de la evocaci6n, y el arsenal de la 
evocation es el pasado, Resulta asf, que, por su misma 
indole, es de poca entidad su aporte en la evoluci6n, 
que hace su mejor palanca del pensamiento domi- 
nador. 



[223] 



PEDRO FIGARI 



La arquitectuta y las artes decorativas 

La arquitectura, esta rama cuya musa patronal se 
la concibe amamantando a las demas artes como 
la loba de la Ieyenda amamantaba a los fundadores 
de Roma, si tuviera algua abolengo materno, no es 
otro que el de la precedencia en el tiempo. Si bien 
no es un arte emocional, es tambien pasiva. Toda- 
via los expertos escudrinan y miden las vetustas 
construcciones de la mas lejana antiguedad, no como 
arqueologos, naturalmente, sino pensando encontrar 
alii plasmada la belleza arquitectonica, incotimovible. 
Es asi que se manifiesta su incapacidad congenita 
para el avance. Todavia se encarece la convemencia 
de mantener como prototipos esteticos irreemplaza- 
bles los ordenes de arquitectura mas antiguos, — 
no ya los mas exoticos — , si bien han cambiado 
tanto las necesidades a que aquellos respondieron, 
como si pudiese justificarse siquiera una construc- 
cion moderna dentro de moldes que antano consul- 
taban necesidades preteritas, hoy paracronicas, si asi 
puede decirse, y, por lo mismo, ausentes. 

Es tal, sin embargo, el espfritu conservador que 
predomina en esta rama artfstica, que se tolera la 
imitation de lo antiguo como algo digno de loa to- 
davia. Los propios secesionistas actuales aparecen 
asf, ante los mismos profesionales que gozan de 
mayor reputation, como descarriados, porque han 
abandonado la via que les trazo la antiguedad, la 
cual es 3 para ellos, lo mejor; mas aun, lo inmejo- 
rable. El patron clasico, segun ellos, debera regir de 
un modo eterno. 

No obstante^ logicamente, deberia ser de tal ra- 



[224] 



ARTE, ESTETICA, IDEAL 



tionalidad el arte arquitectonico, que no admitiera 
un solo vano inutil, dado que, en resumidas cuen- 
tas, es un contrasentido, si no tan abultado, si tan 
incongruence, en pnncipio, como una habitaci6n sin 
puerta de acceso. Pero la idea de que el exterior es 
el asunto principal en la obra arquitectonica, ha 
hecho olvidar los deberes mas elementales, y se ha 
optado antes que por la via rational, como funda- 
mental y superior, por la emotiva, desacertada, des- 
de que no es un arte destinado a emocionar, consa- 
grandose los viejos canones clasicos, en la falsa in- 
teli^encia de que son siempre de oportunidad, no ya 
de que son insuperables. <;Puede ser mas evidente el 
conservatismo de la arquitectura^ 

El concepto estetico de una obra arquitectonica 
debe regirse, sin embargo, por una estricta adecua- 
cion racional del medio a la finalidad, porque fuera 
de ahi no se justifica el esfuerzo. Este criteno es 
constants, aun cuando pueda y deba procederse de 
distintas maneras, en cada caso« Asi, por ejemplo, 
si es absurdo sacrificar las comodidades del interior 
a la fachada, cuando el fin primordial de la obra 
es la habitacion, no lo es menos sacrificar la facha- 
da al interior, cuando aquel fin es de pura exterio- 
ridad, como ocurre, verbigracia, en las obras desti- 
nadas al ornato. Fuera de esa subordination, se cae 
en Io arbitrario. 

En este segundo caso, cuando se trata de arquitec- 
tura puramente decorativa, no deja de ser asi mismo 
indicada la racionalidad, como criteria tnmuPable, 
aunque entonces ella exija otra manera de encarar 
la obra. Asi como un mueble debe responder nece- 
sariamente a su fin mas directo, una construction 
arquitectonica cualquiera, que no es en substantia 



[225 ] 



PEDRO FIGARI 



otra cosa que un gran, mueble, debe cenirse, en pri- 
mer termino, a dar la mas completa satisfaction a 
las necesidades que determinan la demanda. Resulta 
asi que la arquitectura, en su faz decorativa, como 
todas las artes decorativas, esta, ante todo > obligada 
a ajustar, a adaptar su esfuerco de la mejor manera 
a su finalidad natural, que es, en definitiva, adecuar 
lo mas y lo mejor posible el esfuerzo a la necesidad 
"creada". Se ve, pues, que no puede consider arselas 
como artes de avance. 

Tanto la arquitectura, en todas sus fases, como las 
artes decorativas, en cuanto a sus medios de accion, 
se encuentran en igual caso que la pintura y la 
escultura. Es tambien arte pldstica. Lo que las dife- 
rencia es que estas responden a necesidades mds 
efectivas que la simple exteriorization de estados 
psiquicos, y en tal sentido tienen un caracter menos 
arbitrario, 

Confinadas estas artes dentro de sus recursos plas- 
ticos de accion, no pueden tampoco concurrir a la 
acci6n innovadora. S61o les es dado asimilar lo que 
se conquista dentro de otras ramas, mas aptas para 
el conocimiento. El arquitecto y el decorador apli- 
can lo conocido a la satisfaccion de exigencias ya 
creadas. Esta es su 6rbita natural de accion, y es por 
eso que reina en ellas, como en pintura y escultura, 
un espiritu eminentemente conservador, cuando no 
reaccionario. Lo mismo que se plasman todavia las 
personificaciones mitologicas mas primitivas, con vi- 
sibles tendencias retr6gadas, hieraticas, se copian o 
se imitan tambien las construcciones de la antigue- 
dad mas remota, en la inteligencia de que ellas son 
inmejorables. No contando estas artes con recursos 
capaces de promover por si mismas una renovaci6n 



[226] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



en el campo de las ideas, ni en el de la actividad 
general, solo pueden aprovechar el progreso que 
surge de otros dominios de acci6n, el que refluye 
en estas ramas como en todas las demas en cuanto 
les sea dado asimilar, dentro de sus propios recursos. 
De ahf que sea casi un axioma entre los profesiona- 
les, que la belleza de lo antiguo no se puede ni se 
podra jamas sobrepujar; de ahi que se pretenda 
mantener como arquetipos los mas vetustos edificios, 
encaminados en otras rutas, para dar satisfacci6n a 
otras demandas, y los veamos asf remedando aiin lo 
mas afioso y anacronico, en tanto que cambian radi- 
calmente, puede decirse, las necesidades y aspiracio- 



facer lo mas directa y estrictamente que sea posible. 

Estas artes que, por su propia naturaleza, van a la 
saga de los factores de avance, tratando de ajustar su 
accion a las nuevas necesidades que crea el proceso 
general de la actividad huraana, sin poder agregar 
nada por su propia cuenta, dado que su verdadera 
mision consiste en satisfacer incondicionalmente aque- 
llas demandas, aplicando todos los concursos que les 
brindan las ramas de conocimiento, y adecuando lo 
mas posible los recursos decorativos a ese mismo fin, 
como su mas consciente forma de actuar; a estas artes, 
deciamos, a pesar de las resistencias que ofrece su ca- 
racteristico apego al pasado suntuoso, las vemos, no 
obstante, evolucionar hacia las nuevas orientaciones, 
y es asi que los arquitectos y decoradores bajan de 
su estrado nobiliario, como los artistas plasticos y 
los miisicos, para consagrarse a satisfacer las nuevas 
demandas cada menos suntuosas, por ser cada vez 
mas positivas. Aun cuando el espiritu reaccionario 
encuentre aun, fuera de la pasividad de la multitud, 




decorador deberfan satis- 



[227] 



PEDRO FIGARI 



el estimulo de los vencedores del oro y de los que 
creen, por cualquier motivo, que es menester dar 
pruebas de "amor al arte y a la belleza" en el sen- 
tido conventional y falso de la tradition, se opera 
un cambio sensible tambien en la faz arquitectural 
y decorativa, y vemos asi a los mas encumbrados 
profesionales modernos interesados en alojar conve- 
nientemente al mfimo obrero, con la misma dedica- 
cion con que antes se ocupaban en alojar a los reyes 
y magnates, y a los dioses y sus idolos, en palacios 
y catedrales. Entonces era esa su mision capital. 

Todo lo que se ha avanzado en materia edilicia, en 
cuanto a ampliar los recursos de accion, se debe a la 
f isica, a la quimica, la mecanica, la higiene, etc. fistas 
son las ramas artfsticas que han permitido a la arqui- 
tectura dirigirse hacia nuevos horizontes, modifican- 
do sus medios tradicionales de accion, y estas y las 
demas ramas de investigaci6n cientffica son las que 
han determinado las actuales direcciones de la ac- 
tividad general y las nuevas exigencias. Su progreso es 
debido, pues, a la asimilacion, la cual, por lo demas, 
esta limitada dentro de la medida que les es dado 
colmar con sus elementos de accion plastica. 



Literatura, poesia y demas derivaciones 
del lenguaje: oratoria, teatto, etc. 

El hombre no cuenta con ningun medio de expre- 
sion mas completo que el lenguaje. Es asi que el lite- 
rate, el poeta, el dramaturgo, el orador, y todos los 
demas artistas que echan mano de este recurso m&s 
rico, estan habilitados para encaminar sus observa- 
ciones con mayor libertad, como lo estan, a la vez, 



[228] 



ARTE, EST6TICA, IDEAL 



para concretar y emitir sus conceptos con largueza. 
Pueden, asi, pues, racionalizar su action con mayor 
amplitud, tendiendo mas facilmente a encarar los 
relacionamientos del hombre con el mundo exterior 
y el psiquico de un modo mas efectivo. Acostum- 
brados a dar mas Iibre vuelo a sus cerebraciones 
intelectivas, estan mas predispuestos a idear en el or- 
den de avance, asi como para asimilar, y aun para 
divulgar las conquistas que se operan, por lo cual 
reputamos a estas artes como mas eficaces en la obra 
de la evolution general y, como consecuencia, en 
la evolution estetica. Si las artes plasticas y la 
musica tienen que cenirse forzosamente a las formas 
evocativas, estas otras pueden tambien utilizar este 
filon, a la vez que cualquier otro, concurriendo a la 
cultura general, en todos los pianos de la actividad. 

En las obras poeticas, literarias o teatrales, se ha- 
11a, a veces, un concepto realmente avancista, si bien 
es mas facil y mas comiin, hay que reconocerlo, 
verlas consagradas al culto emotional, en procura 
de un simple solaz; pero se advierte, asi mismo, en 
este campo, una predisposition, dia a dia mas acen- 
tuada, a racionalizar. Apenas ocurre una novedad 
en el dominio aentifico, el arte poetica, literaria y 
teatral trata de asimilar la, y luego la divulga. Tanto 
el poema, como la novela y el drama, y sus variedades 
congeneres, aprovechan mucho mas el conocimiento 
que se conquista, para aumentar sus caudales, y de 
dht que veamos evolucionar las formas esteticas en 
las letras de un modo bastante definido, sustrayen- 
dose asi del campo puramente emotivo evocador, que 
antes fue para ellas tambien fundamental. 

El realismo, cada vez mas pronunciado, que reve- 
lan estas artes, es un paso en la evolution sobre el 



[229] 



PEDRO FIGARI 



romanticismo, el sentimentalismo y el misticismo, por 
cuanto denota una preponderancia de ideaciones so- 
bre las vie j as formas de franca idealisation retros- 
pectiva, la que, por su propia afectacion, nos va re- 
sultando de mas en mas trivial y, a veces, hasta 
empalagosa. 

La poesia, cuya utilidad se ha puesto en duda por 
algunos hombres de ciencia, en el falso concepto de 
que solo luce oropeles, es una forma artistica desti- 
nada a fijar y a trasmitir conceptos, si bien imprecisos, 
tan complejos e intensos, que no pueden ser ex- 
puestos mejor en la forma liana de la prosa comdn, 
precisamente porque no son tangibles ni pueden ser 
sometidos estxechamente al analisis del escalpelo 
cientifico* No es ciencia; pero no por esto deja de 
prestar servicios a la accion humana en las propias 
vias del conocimiento si hay una orientation al ideal, 
si esos conceptos, por indefinidos que sean, permi- 
ten al espiritu elevarse a un orden mental superior 
de aspiraciones. Con eso solo, ya ejerce una acci6n 
ben£fica, estimulante y convergente con la de la 
ciencia misma. 

El desden de algunos hombres de ciencia con res- 
pecto a la poesia, ha tornado como bianco la mala 
poesia, es deck, la que abusa de la sonoridad de las 
palabras, exenta de todo concepto, — vicio, este ul- 
timo, por demas frecuente tambien en las otras ra- 
mas a que nos hemos referido — ; pero esos mismos 
simples anhelos vagos, las visiones, a veces las "ver- 
dades" que vislumbra el poeta, aunque no puede ex- 
plicarlas, representan un esfuerzo estimable que no 
debe menospreciarse, fuera del caso en que nos ha- 
Uaramos habilitados para establecer con fijeza que 
en ellas nada hay de aprovechable, nada de ideal 



[230] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



realizable, que es todo Utopia; de otro modo no, por 
cuanto ese mismo aleteo hacia la verdad puede ser- 
vir para plantear o estimular, y aun para columbrar 
un nuevo orden de investigaciones a ensayarse, las 
que pueden ser de verdadero interns cientffico. No 
debemos olvidar que, en resumidas cuentas, ni un 
solo sabio hay que no tenga mucho que aprender, 
asi como que tampoco hay un ignorante que no ten- 
ga algo que ensefiar, <;Que se dira, pues, del poeta, 
que es, a veces, un verdadero vidente? ^Podria deses- 
timarse el concurso que prestan estos ardorosos traba- 
jadores de la idea, en cualquier orbita en que actuen, 
aun cuando sea en los propios dominios mas margi- 
nales del conocimiento? 

No es preciso que se dirija la acci6n dentro de la 
via francamente investigatorfo - cientffica, para que 
puedan aportarse elementos favorables a la evolution 
en los dominios del pensamiento mismo. Asi como 
Goethe vislumbra los homontes del moderno mo- 
nismo, Shakespeare penetra en los misterios de la 
psicologia morbosa y Baudelaire percibe los feno- 
menos de la audition coloreada. £stas y muchas 
otras intuiciones geniales, acaso han preparado o 
contribufdo a estimular las propias investigaciones 
cientificas, en estos campos aun no iluminados por 
la ciencia misma, si bien explorados hoy dia en vias 
mas promisoras de esclarecimiento. EI poeta y el li- 
terato son los que se acercan mas al investigador 
cientifico. 

Dado que estas artes tienen libertad en los medios 
de expresi6n, aunque menos la poesi'a que la prosa 
literaria, por las restricriones de sus reglas de len- 
guaje, — lo cual se advierte en la propia elecci6n 



[231] 



PEDRO FIGARI 



de los asuntos poeticos y literarios — , su acci6n es 
propicia al avance. 

Quiza no hay un estado psiquico en el cual no in- 
tervengan de algun modo las dos formas mentales 
de ideacion e idealization, segiin se ha dicho ya, si 
bien lo mas frecuente es que prepondere una u otra. 
Como que estas ramas pueden alimentarse en ambos 
dominios, tienen una gran amplitud de accion. Es 
asi que vemos a veces idear acerca de idealizaciones 
o ideahzar respecto de asuntos tlpicamente ideadores. 
La propia obra de indole cientifica, por ejemplo, 
puede sugerir idealizaciones, como ocurre tan a me- 
nudo en la novela, el drama, etc., en que la ideaci6n 
cientifica aparece como asunto librado a los devaneos 
de la imagination fantastica, sonadora, de igual modo 
que en la novela y el drama realista se tiende a dar 
un caracter mas ideador a las propias pasiones que 
emergen del dominio evocador, emocional; pero en 
los dos campos en que se agita la cerebration inte- 
lectiva hay, asi como *en sus confluencias, espacios 
inmensos donde acudir en busca de nuevos senderos, 
de nuevos matices, de nuevas documentaciones y an- 
tecedentes que pueden servir lo mismo al poeta que 
al literato, al dramaturgo, etc., para senalar un nuevo 
derrotero hacia el conocimiento. 

Todas estas disciplinas en los vastos dominlos a 
que se dirige el entendimiento; todos estos aportes 
a la obra comun de la conquista cognoscitiva; todos 
estos esfuerzos que se operan en el dominio subjetivo, 
tan personal como es, van tejiendo una red de hilos 
psicologicos que permitirdn al investigador concretar 
una verdad, Estos artistas, al actuar en todos los 
dominios con hbertad completa de accion, pueden 
evolucionar mucho mas resueltamente que los emo- 



[232] 



ARTE, ESTJ&TICA, IDEAL 



rionales, propendiendo a la transformation de las 
modalidades esteticas, encareciendo cada vez mas los 
esteticismos de orden superior rational. Si su accion 
de avance, debido a los encantos de la leyenda, no 
es muy resuelta, es, en cambio, definida, y su accion 
divulgadora evidente, tan evidence como que la difu- 
sion del conocimiento es una de las palancas mas 
eficaces para fomentar el progreso. 

El arte cientifka 

Esta forma artfstica, a la inversa de lo que ocurre 
con las artes conservatistas, que viven del pasado, 
se preocupa de indagar, de concretar, de precisar 
lo que hay de verdad en cada orden de relaciona- 
mientos, fuera de todo prejuicio. Aplicada a conocer, 
por todas las vias posibles, por todos los recursos 
que puedan imaginarse, resulta de una fecundidad 
incomparable e influye poderosamente en la evolu- 
tion general, asi como en la evolution estetica, que 
es una consecuencia de aquella, y lo mismo en el 
dominio ideologico que en el material. Cada con- 
quista de conocimiento y aun cada nueva via in- 
vestigatoria, presuponen una revulsion saludable, 
siempre proficua en la actividad general, la que, 
de otro modo, permaneceria inmutable dentro de 
los moldes inveterados de la rutina traditional. 
Todas las ramas artfsticas, unas mas y otras menos, 
segun sus aptitudes para asimilar, y todas las mo- 
dalidades psiquicas, son tributarias de la tiencia y 
de la investigation cientifica, que concreta a la tien- 
cia humana en su esfuerzo victorioso terminal. Los 
caudales que suministra el artifice cientifico se apro- 

[233 ] 



PEDRO FIGARI 



vechan de mil maneras, en la obra de utUizamiento 
y de divulgaci6n. Es el arte aplicado a conocer, pues, 
el que permite que avancemos; es el arte matnz. 

Fuera del conocimiento no hay progreso posible, 
en ningun orden de asuntos; fuera del conocimiento 
la especie humana vegetana tristemente, estancada 
en sus formas de action traditional, explotando el 
pasado, sin articular una sola iniciativa de mejora- 
miento Puede decirse que no habria distincion entre 
lo primitivo y lo evolucionado, puesto que la evolu- 
cion seria imposible. 

Lo que hace tan fecunda a esta rama de la activi- 
dad, es su insumision al prejuicio, que le permite 
estudiar Iibremente la realidad y todos los relacio- 
namientos del hombre para con ella, asi como le 
permite tambien utilizar con igual libertad todos los 
recursos de acti6n. El perpetuo choque de ideas de 
los hombres y los pueblos se engendra, precisamen- 
te, por la resistencia tradicional a todo avance en la 
aplicacion del conocimiento; pero, a pesar de ese 
obstaculo, se van rectificando incesantemente las 
afirmaciones preteritas, porque es imposible resistir 
a la verdad, una vez que ella se perfila y se concreta. 
Por mas tercos que sean los reactionaries, tienen que 
rendirse a ella y tienen que asimilarla tanto como 
puedan, y aunque lo hagan de mal talante. La ver- 
dad es soberana. 

Mientras que los cultores incondicionales del pa- 
sado se esmeran en vituperar como una irreverencia 
auda2 toda rebelion contra los preceptos y enseiia- 
mientos tradicionales, no se esmeran menos los com- 
bativos en acumular antecedentes y observaciones 
para que la obra tientifica se lleve a buen termino. 
Es asi que se realiza la evolution. Nosotros no per- 



[234 3 



ARTE, ESTSTICA, IDEAL 



cibimos la enormidad del esfuerzo operado en esa 
via, a causa de un doble factor de desconocimiento. 
la generosidad con que idealizamos, magmficando 
el pasado, y la. tacaneria con que valoramos las ex- 
celencias de lo nuevo. Ese misoneismo esencial, fruto 
de las preocupaciones ancestrales, si bien lo va redu- 
ciendo la obra del propio proceso evolutivo, puede 
palparse, a cada paso, al considerar las resistencias 
que ofrecen todavia las clases conservadoras y reac- 
cionarias a toda reforma, por mas documentada que 
se halle su proposicion 

No basta, pues, que se reahce una conquista en el 
orden cienti'fico, para que la especie pueda aprove- 
charla en toda su extension: es preciso que se la rumie 
pacientemente, para asimilarla poco a poco; pero eso 
lo hace cada cual, de un modo indefectible, con arre- 
glo a sus aptitudes. Si no es mas efectivo y mas ra- 
pido el progreso 1 se debe a la resistencia sistematica, 
— podria decirse organica — , que oponen los cul- 
tores de la tradicion, prendados de lo que constituye 
su propia ascendenaa, su propia historia, mas que 
de los anhelos y esperanzas; mas preocupados de si 
mismos, pues, que de elaborar ideas y preparar con- 
quistas para forjar la historia de los que vendran 
despues. 

Si no fuera por la accion cientffica positiva, nos 
hallariamos aun en la misera condition de los hom- 
bres primiavos, viendo los mil fantasmas atormen- 
tadores creados por las ilusiones de la ignorancia, e 
incapacitados para todo esteticismo superior. Se com- 
prende que en ese iugubre ambiente aphcado al 
hechizo, no pudiera prosperar esta modalidad, dado 
que cada hombre era un centro, cabeza de > turco 
de todos los agentes exteriores que, con aspectos de- 



[235] 



PEDRO FIGARI 



monfacos, se supoman conjurados contra el, Victima 
asi de su propia sana, —el peor de los enemigos es 
uno mismo, en estos casos — , solo ha podido salir 
de tal condicion tristfsima por obra del conocimiento, 
que ha desarmado al formidable enemigo, reconci- 
Iiando al hombre consigo mismo y con la realidad, 
que va a identificarse con el. Esa obra es la que lo 
ha "normalizado", dandole aptitudes para el esteticis- 
mo. ^Podria negarse, entonces, la eficacia de la obra 
ciendfica en la evoluci6n estetica? 



El arte industrial 

Se distingue el arte industrial por su indole emi- 
nentemente divulgadora, Puede decirse que la indus- 
tria ofrece, mas que ninguna otra rama artfstica, 
condiciones admirables de asimilacion y de divulga- 
tion. Cada descubrimiento, en cualquier dominio que 
se realice, se aprovecha de inmediato para diseminar- 
lo, tendiendo a hacer sentir sus consecuencias de un 
modo tan rapido como general. Esta rama artistica 
es singularmente favorable a los mtereses de la es- 
pecie. 

Es que el industrial, como el investigador cien- 
tifico, no estan limitados por ninguna barrera en 
sus respectivos campos de accion, ni por ningun 
procedimiento tecnico; al contrario, ponen todo re- 
curso libremente a contribution para obrar, y es esto 
lo que hace tan eficaz y tan apta su accion, para 
determinar el avance. 

El industrial procede sin reparos de ningun g£- 
nero, como no sea el lucro; pero este, lejos de ser 
un obstaculo, es un aguij6n que lo estimula a inge- 



£236] 



ARTE, ESTftTICA, IDEAL 



niarse de infinitas maneras para ofrecer sus produc- 
tos. En la competencia que se plantea para saciar la 
demanda, se esmera en ofrecer lo mas, y lo mejor 
que le es dado presentar, en las condiciones mas 
ventajosas, y es asi que hemos llegado a un auge tal 
que sorprende, verdaderamente. Si se piensa un ins- 
tante en todas las mampulaciones que ha requerido 
cualquiera de los utensilios que tenemos sobre nues- 
tra mesa de trabajo, en todas las dificultades que 
han tenido que vencerse, una a una, para que por un 
precio irrisorio, a veces, podamos escribir y cambiar 
de pluma, en vez de salir a cazar aves para procu- 
rarnoslas, inferiores; si se piensa acerca de lo que ha 
sido menester para sustituir al papirus o al perga- 
mino por estas tersas y blancas canllas que obtene- 
mos por un precio fnfimo, asi como en el trabajo 
y la perdida de tiempo que implicaria el conseguir 
por esfuerzo propio la tinta, la goma, los fosforos, 
las tijeras, el cortaplumas, no ya los libros instruc- 
tivos que sobre cualquier materia pueden lograr 
todos los hombres; si se piensa en las comodidades, 
seguridades; facilidades e informaciones que suminis- 
tra, es preciso reconocer que la industria humana 
ha realizado hechos que confinan con el prodigio. 

Pero esto mismo es insignificante con relacion a 
sus efectos. La instruccion, la mayor libertad de 
pensamiento que tales concursos aparejan, la difu- 
sion de todos estos beneficios en todos los pianos de 
la accion y de la vida, son inenarrables. 

En la actividad industrial, el poder de absorcion 
de todo Conocimiento equivale, puede decirse, al de 
expansion. Apenas se realiza una conquista cual- 
quiera, el industrial se apresta a deducir todas sus 
consecuencias aprovechables con todo su ingenio, y 



[237] 



PEDRO FIGARI 



es tal su celo, su afan por veneer, que realiza a veces 
verdaderas proezas. Esta forma, tipicamente activa, 
no solo en cuanto hace participar de las ventajas 
del conocimiento al mayor numero posible de hom- 
bres, sino en cuanto sirve de poderoso acicate al pro- 
pio investigador, debe considerarse como altamente 
estimable en la obra evolutional, desde que favorece 
y estimula el esfuerso investigatorio, e irradia los be- 
neficios alcanzados hacia todos los vientos. Ningiin 
aliado de la ciencia es mas recomendable, puesto 
que ninguno le presta una contribution mayor. 

Los efectos de la doble action de las industrias, 
como estimulantes del progreso cientifico y como 
agentes de divulgation, resultan de una evidenda 
tal, que nos parece inoficioso demostrarlos. 



VII, CONCLUSIONES 

Dado que la evolution estetica se realiza como 
una consecuencia de la evolucion general, segun lo 
dijimos, es logico pensar que "el conocimiento" es 
el factor mas favorable al esteticismo, por cuanto es 
el propulsor mas fecundo y efectivo en la obra 
evolutional. 

Aun cuando el concepto dominante acerca del es- 
teticismo, del arte y de la belleza se halle en comple- 
ta discordancia con esta conclusion, nosotros no 
vaalamos al sustentarla. Estamos persuadidos de 
que, inequfvocamente, la ciencia y la investigaci6n 
cientifica son las que hacen prosperar y desenvolver 
lo mismo las formas artisticas que las esteticas, 
y para verlo no sera preciso acudir a demostraciones 
de una extremada complication* basta considmr 



[238] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



que el progreso realizado en cualquier rama arristica 
y en todas las concepciones esteticas, siempre corres- 
ponde a un paso de avance en el conocimiento; y 
para comprobarlo, no hay mas que observar como 
las culturas adictas al conocimiento han prosperado 
mucho mas que las que viven del pasado, es decir, 
las emocionales, y entre estas, cada vez menos, las 
mas emocionales. 

Si se suprimiera la aptitud de conocer, no se podria 
determinar ya un solo paso de progreso en la evolu- 
tion humana. No habria razon alguna para la trans- 
formation de los modos ordinanos de operar, y en- 
tonces se cnstalizana la accion dentro de las pautas 
que regfan, las que, por lo demas, han sido tambien 
determinadas, a su vez % las propias inferiores, mas in- 
feriores, por el conocimiento, nada mas que por el 
conocimiento, <;Se concibe, acaso, una reforma cuai- 
quiera, en la accion, sin ese concurso? No, segura- 
mente; y, en cambio, apenas se concreta una verdad 
cualquiera, unos y otros, todos, se sirven de ella; 
hasta los mas reacios la toman en cuenta, porque no 
pueden dejar de hacerlo. Hasta los misticos, que son 
los que mas se destacan por su misoneismo, tienen 
que rendirse a la verdad conquistada, aun cuando 
se halle en oposicion con sus mas intimas creencias, 
porque es una entidad que esta por encima de todo, 
destinada a preponderar, por lo mismo. 

Los emotivos de segundo grado, diremos, tan 
apegados tambien a lo traditional, aunque por otras 
causas, que se suponen distintas si bien son mas o 
menos congeneres, — quiza por derivaciones misti- 
cas — , por mas que entiendan que sus convicciones 
son obra de pura racionalidad, tienen, asi mismo, 



[239] 



PEDRO FIGARI 



que tendirse a la verdad, y modifican su plan de 
action con arreglo a ella. 

Pot mas que se suponga que lo emotional es algo 
extraordinano, que raya en el prodigio, es tan cierto 
que las formas cientificas son superiores, que, apenas 
la disquisition cognoscitiva llumina las tinieblas y 
medias tintas en que florece la idealization evocativa 
emocional, esta se desvanece, y reina el razonamiento. 
Hasta que el conocimiento positive de la realidad 
no precisa los hechos del mundo exterior y del psi- 
quico, tales como son en sus relacionamientos es- 
trictos para con nosotros, cada cual los idealiza y los 
considera a su antojo; pero asi que se concreta su 
conocimiento, cesan las idealizaciones y se truecan 
en razonamientos. Las leyendas, los milagros, los 
fantasmas, las sirenas, los gnomos, los pegasos, los 
endriagos, las driades, las hadas, etc., se van eclip- 
sando asi que se avanza mas y mas en el conoci- 
miento de la realidad. Hoy casi no se ven, ni imagi- 
nativamente, EI mas rico fiion de los artistas emo- 
cionales se va disipando, como se disipo el prestigio 
del trueno y del rayo. Es que a medida que el hom- 
bre ampHa su conocimiento, se transforma y se re- 
duce ineludiblemente el dominio de las idealizacio- 
nes arbitranas. 

Las propias artes plasticas y la arquitectura, asi 
como la poesia y la musica, que parecian consagra- 
das al culto privauvo de la belleza, de una belleza 
ultraterrena, sublime, han tenido que bajar de su 
pedestal, para asimilar cuanto les es posible los co- 
nocimientos alcanzados por la investigaci6n cienti- 
fica, y asi se va transformando el concepto est£tico 
y artistico por obra de la evolution, en todos los 
dominios. Hay que convenir, por lo demas, en que 



[240] 



ARTE, EST6TICA, IDEAL 



seria pequefio, misero aun, el concepto de la be- 
lleza, si tuviera que mantenerse definitivamente re- 
cluido en el abismo de lo que fue. Se le presentaria 
asi como una diosa impenitente, con la cara vuelta 
hacia atras, en busca de consuelo, y de inspirations. 
Si, segun las opiniones consagradas, solo es bello 
u lo que nos emociona", resultatia que solo es bello 
lo que nos evoca el pasado mediante un desconoci- 
miento de la reahdad, consumado en el sentido de 
la tradition, tantas veces fabulosa, y que es tanto 
mas bello lo que mas nos interna en ese antro, sobre 
todo cuando penetramos "emocionados", es decir, 
con los ojos vendados por la quimera. 

A pesar de todas estas disposiciones a ensalzar lo 
emotional como superior, y a los cultores de la emo- 
tion como magos, capaces del ensalmo milagroso 
ilusivo, la evolucion efectiva determina el avance de 
estas propias artes reactionarias, encauzandolas hacia 
el solaz, que es su maxima expresion, y hatiendoles 
prestar su concurso como auxiliares de las demas 
ramas artisticas, que es su maxima forma de utiliza- 
tion rational. La propia musica tiende, cada dia mas, 
a las formas de espartimiento, al multiplicar la varie- 
dad de sus manifestaciones, y al diseminarlas, cada 
vez mas, por la divulgacion. La pintura y la escultura, 
bajo el impulso de las nuevas orientaciones y dentro 
del concepto de "la sobriedad en la unidad", como 
medio mas eficaz de consecution, van democraazan- 
dose, paralelamente, al insinuajrse en todas las ma- 
nifestaciones de la industria, para concurrir a las 
nuevas y crecientes necesidades sociales. Bajo el 
influjo de aquel nuevo medio de consecucion a que 
acabamos de referirnos, el que parece haberse mtro- 
ducido desde el Japon a Europa, a mediados del siglo 



[241] 



PEDRO FIGARI 



pasado, — concepto que tanto se ajusta a los ideales 
modernos — , se encaminan las artes plasticas a la de- 
coration. Esta nueva manera de encararlas fue como 
un soplo de frescura auroral sobre la frente abatida 
de un academismo esteril, maltrecho, ya trasnochado 
y marchito, el que pretendfa mantener su cetro tra- 
dicional casi regio, casi deifico, dentro de lo suntuo 
so, ampuloso y pedantesco. Gracias a esa nueva serie 
de informes y concursos se ha determinado una ex- 
pansion en las aplicaciones plasticas, cuyas conse- 
cuencias seria hoy ya imposible apreciarlas con jus- 
teza. 

Destronada la suntuosidad que parecia ser un ele- 
mento inseparable de la obra plastica, se han iniciado 
multiples corrientes de aplicacion divulgadora, tales 
que, son ya muy pocos, a la sazon, los que no pue- 
den gozar en sus viviendas deJos encantos de una 
evocacion grata, mitigante. Ya no es preciso ser po- 
tentados, ni ostentar gran profusion de costosos ob- 
jetos de arte en las salas y habitaciones de una vivien- 
da, para que ellas resulten adecuadas a su servicio, 
y amables por lo mismo. Al contrario, basta una ce- 
ramics industrial, una burda tela decorativa, un sim- 
ple tono, a veces, para determmar una armonia que 
nos hace amar nuestra choza tanto o mas de lo que 
puede amar el millonario a la suya, palaciega. 

El japones, que ha podido unir a su frugalidad 
los mas exquisitos refinamientos, decora su habita- 
cion con una planta o una guia florida dispuesta 
habilmente, y cultiva dentro de la mayor parsimonia 
su esteticismo, mejor que el afectado advenedizo ras- 
tacuero con sus lujos de relumbron. Este nuevo rum- 
bo de las artes plasticas, como una expansion del 
color y de la linea, aplicados a difundir el bienestar 



[242] 



ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



en las propias extracciones sociales mas deshereda- 
das, tiende asi a concurrir a la evolution general, 
en una via igualitaria, y esto se debe exclusivamente 
a las constataciones de la ciencia, es decir, a una con- 
ciencia mas informada. Era preciso que la investi- 
gation cognoscitiva hubiese reducido tantos y tan in- 
veterados prejuicios como traia consigo la cotriente 
traditional, para que pudiera asimilarse ese elemento 
de democratization, de socialization, que por una 
ironia trajo el Oriente, tan encandilado aun con los 
prestigios de la leyenda y con los beneficios de la 
autocracia divinizada, si bien queriendo abrir los ojos, 
a su vez. 

Los sumos artistas son, pues, en oposicion al con- 
cepto corriente, los que lo subordinan todo al conoci- 
miento, en su afan de disipar el misterio, el misteno 
que atribulaba y quedaba incolume en tanto que se le 
quizo explicar por causas fantasticas, sobrenaturales. 
Ellos son los que desmontando el prejuicio ancestral 
por entre la propia marana de cerebraciones que, por 
causas hereditarias y, por lo mismo, estructurales, ten- 
dian a mantener el error como una invalorable y sa- 
crosanta reliquia, han abierto la conciencia a las lumi- 
nosidades de la realidad generosa. ( Con que razones 
podria disputarse, pues, por nadie la preeminencia que 
corresponde a la investigation en el progreso huma- 
no? ^Podrian pretender esa preeminencia, acaso, los 
emotivos, los sonadores, por superior que sea su cepa 
emocionaP 

Precisamente, las artes emocionales, es decir, evo- 
cadoras, las que por lo mismo gozaban de mayor 
prestigio en la conciencia humana, son las que menos 
cuentan con elementos para desplegar un pensa- 
miento dominants Ni el sonido distribuido en el 



[243] 



PEDRO FIGARI 



tiempo, ni el piano o la linea, el claroscuro o el 
color pueden plasmar eficazmente otra cosa que no 
sea una evocacion, una sugestion del pasado, que si es 
estimable por el solaz que procura, no contiene ni 
puede contener un concepto amplificador en las vias 
del conocimiento a conquistarse, como elemento mas 
eficaz y proficuo en la evolution que nos impone la 
realidad, o sea nuestra propia estructura, y que nos 
Io impone como algo superior, mas elevado. En- 
tiendase bien que nosotros no desconocemos la im- 
portancia ni la utilidad de las artes emocionales, y 
tanto menos cuanto que ellas evolucionan a base de 
conocimiento; lo que desconocemos es su preeminen- 
cia sobre las demas formas utilitarias, racionales. Sa- 
bemos que a causa de un espejismo tradicional se 
considera lo util y positivo como algo inferior, y este 
colmo de desconocimiento es el que desearfamos pa- 
tentizar; sabemos que a la realidad, en la manera 
usual de pensar, se la coma como algo superable, por 
efecto de ese mismo desconocimiento que incita a 
dar precedencia a Io menos util sobre lo mas util, 
con un linsmo inexcusable; y deseamos demostrar 
que es tal la magnitud de este absurdo, que, a pesar 
de el, nos rendimos a la realidad como lo mas util 
y aun imperativo y superior, en todo momento, y la 
reconocemos como soberana en el instante mismo en 
que pretendemos desconocerla. En esa virtud es que, 
apenas se concreta una verdad, que no es otra cosa 
que una realidad conocida, nos sometemos incondi- 
cionalmente a ella, tanto los emocionales como los 
creyentes y los ateos, todos por igual. Onicamente 
quedan privados de sus beneficios, pues, los ignoran^ 
tes, por hallarse imposibilitados o incapacitados para 



[244] 



ARTE. ESTfiTICA, IDEAL 



asimilar. Los demas, todos se acogen a la conquista, 
y la aprovechan. Todos capitulan* 

Solo por una abstracci6n mental nos es dado inten- 
tar, — vanamente, por lo demas — , su desconoci- 
miento. Es que ponernos en contradiction con la rea- 
lidad, es contradecirnos a nosotros mismos, que somos 
parte de ella; y esto es un flagrante corxtrasentido. 
Debido a eso es que todas las artes, y todos los horn- 
bres, y todas las formas de ideaci6n, de idealization 
y de actuation se van transformando incesantemente 
al contacto de la realidad, a su mayor conocimiento* 
Si fuera posible abarcar de una buena vez todo 
el conocimiento de la realidad, nos rendiriamos men- 
talmente a su evidentia, como nos rendimos fisica- 
mente a un rayo que nos fulmina; pero como el co- 
nocimiento se opera por etapas, lenta y fatigosamen- 
te, cada cual se mantiene dentro de sus respectivas 
positiones, y asimila lo que no puede dejar de asimi- 
lar. Es claro que se ofrecen todos los matices imagi- 
nables, en cuanto a las predisposiciones asimilativas; 
pero esa ley natural se cumple asi mismo ineluctable- 
mente. 

Si, como se ha dicho, el arte es un medio, y no 
una finalidad, es inconsulto negar que es el concepto 
de la obra, y no la forma de exteriorization, lo que 
ha de apreciarse en primer termino. <<Y como podrfa 
acordarse a las Ilamadas bellas artes una primatia 
sobre las formas artisticas consagradas a ampliar el 
caudal de verdades positivas y a consolidar el mayor 
y progresivo dominio del hombre, dentro de un me- 
joramiento constante? <?Por que hemos de otorgar 
una preeminencia, en el orden de las conquistas hu- 
manas que presupone la evolution, al ensueno sobre 
el conocimiento? Ni la obra benemerita de los que 



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PEDRO FIGARI 



utilizan el conocimiento, en sus multiples aplicacio- 
nes, tii la del propio divulgador genial, pueden dispu- 
tar la derecha al investigador cientifico triunfal, en 
cuanto a su accion en los destinos de la humanidad. 

Las mas "bellas" obras del arte humano son las 
que lograron explicar una parte, por pequena que 
ella sea, del inmenso misterio que nos conturba, las 
que han encontrado una ley por la que se ngen los 
fen6menos naturales, un hilo conductor en medio de 
un torbellino perpetuo, cambiante como las visiones 
caleidoscopicas, indescifrable, que nos abruma por- 
que es indescifrable, y que, conocido, resultaria ser 
un opimo tesoro. Una verdad de caracter general 
que resiste al analisis comprobatorio, una verdad que 
se impone a todos por igual, es un factor vigoroso 
de evolucion, una palanca que al elevar la concien- 
cia humana pondera al hombre, lo equilibra, lo vincu- 
la consigo mismo y con la naturaleza, erigiendolo 
asi en ser superior y dominante. La consecucion 
de la verdad es la obra maxima del arte, es ella la 
que ha sustraido a la humanidad de sus torturas y 
humillantes vasallajes cuando era un inerme organis- 
mo sometido a sus visiones fantasticas, devorado por 
su propia supersticiosidad pantofoba. Merced a la 
obra de la investigation escrupulosa y libre, es que 
ha podido llegar a la vibracion estetica, primera- 
mente dentro de las formas emocionales inferiores, 
llegando luego a las propias cerebraciones raciona- 
les, de una racionalidad cada ves mas amplia, mas 
consciente y dominante. 

En resumen, si observamos lo que ocurre en el 
proceso de la evoluci6n artistica y estetica, vemos, 
por una parte, que todas las formas activas tienden 
a racionalizarse por el conocimiento, as! como que 



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ARTE, ESTfiTICA, IDEAL 



cada rama artistica concurre a la evolucion general 
con arreglo a la calidad de sus medios ordinarios de 
accion, y advertimos, por la otra, que la aptitud 
asimilatoria de conocimiento es siempre proporcional 
a los recursos de accion y de expresion, de donde re- 
sulta que el aporte de cada rama artistica es tanto 
mas valioso e intenso cuanto mas pueda dicha rama 
penetrar en el conocimiento, y tanto mas favorable 
a los intereses de la especie cuanto mas pueda divul- 
gar el conocimiento. Cuanto a la direccion, se com- 
prende que las ramas menos trabadas por el culto a 
lo tradicional son las mas propicias al proceso evo- 
lutivo. 



FIN DEL TOMO II 




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